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Capítulo 1 / Flor:

Me llaman Flor, ustedes pensarán "¿por qué? ". Os explico...

Los chicos me dicen de tal forma por mi forma de ser, y mi forma de vestir. Siento que soy una persona súper especial.
Mi padre me llamó desde mi cama, otra vez tuve uno de esos sueños rarísimos, en el que las flores eran amigas mías.

—Hija, por favor, levántate que es muy tarde.

Yo me levanto y se me levita los pelos. Cojo mi cepillo poniéndomelo para abajo.

—Sé que te sientes diferente, pero eres una chica normal, solo necesitas ignorar los comentarios de esa gente.

—Lo sé.

A veces pienso que mis padres se toman esto a cachondeo, para mí esta situación es muy pero muy seria, no me da ni pizca de gracia, no he conocido a nadie que se parezca a mí. Bueno, en mi carácter sí, no puedo ser única en todo , ¿no?

Pues mi carácter es como si una margarita florecierá en un prado limpio. Un dicho de flores como no, solo puedo pensar en que mi parte del centro de mi pecho que me da vida, no es rojo, ni tiene la forma que todos los corazones tiene , creo que es una flor gigante que crece y me da polen en la sangre y eso hace que tenga esos efectos. Salí un rato de mis imaginaciones fantásticas y me puse una camisa de multicolor, opino que ese estilo hace que la persona que se coloqué la prenda parezca mas emotiva y siempre positiva con la vida , ¿no les parece? Agarré la mano de mi padre y nos dirigimos al salón, donde se encontraba mi querida madre, la besé con mucha alegría y le expliqué que otra vez el pelo se me levanto para arriba. Ella me dijo que eso era normal con el tiempo que hacía. ¿Acaso la primavera hace que la flor de mi cuerpo suelte más polen de lo normal y tenga mas energía vegetal en mi sangre? Mis padres me dicen que es una locura.

Además yo no puedo estar preocupada todo el día con esas cosas, intentaré disfrutar de la cálida vida. Ya más tarde descubriré lo que me pasa.

Ando hasta la carretera, estaba tan distraída que no me dí cuenta que el semáforo cambio de verde a rojo, un sujeto corrió rapidísimo a la carretera y me cogió embrazos, no me dió tiempo ni a respirar de lo deprisa que iba, caigo al suelo con un fuerte porrazo, la vista se me nubla y me dejo caer el brazo, cerrando poco a poco los ojos.

Escuché voces... me encontraba en el hospital, los médicos me miraban fijamente a los ojos, siento un escalofrío en mi cuerpo, miré a mis padres y luego otra vez al médico .

—Eres la señorita Soria, ¿verdad? —pregunta el médico.

—Mira, a mi no me llames por mi apellido, ¿entendido?

—Ten más cuidado con tu vida, eres única, te salvaste por un milagro—me regaña el médico.

—Lo siento señor, procuraré que no vuelva a pasar.

—Eso espero.

Salí de aquel sitio, menuda bronca me dieron mis padres, me parece sospechoso que alguién me quisiera salvar, se lo agradezco muchísimo, aunque no sepa quién es, de todos modos llevaba la cara tapada, nunca lo sabré, ese médico es un maleducado por llamarme por mi apellido, ¿ tengo aspecto de llamarme de nombre Soria? Pues claro que no.

Suena mi teléfono y miro quién es, resultaba que era mi amiga Matilda, cogí la llamada.

—¿Kira , estas bien? Que susto me diste, pensé que no volvería a poder verte, ¿ qué te pasó?

—Un coche casi me atropella.

—¿Le denunciaste?

—No, diciendo verdad también es culpa mía, iba distraída —¿en serio me estoy hechando la culpa? Las personas normales se defienden a sí mismas, pues yo soy distinta. Escuche como mi amiga a través del móvil suspiró aburridamente y prosiguió.

—Ay Kira, que rara eres de verdad, siempre echándote la culpa —se echa las manos en la cabeza -—Escucha, intenta no ser tan sincera, te traerá problemas.

—Y tú procura ser menos mandona —hablé sin pensar y me colgó, miré el móvil y me dí cuenta de que se desconectó, ¿cómo es que me colgó? ¿será que se le quedó el móvil sin batería? No lo sé, pero si me colgó a propósito no tiene motivos. Yo no le he dicho nada para que se ponga con ese genio de enojo, solo le dije la verdad, lo que pienso de ella, me crucé de brazos, suspiré, y le llamé otra vez, no me lo cogía así que volví a llamar, le peté el celular de llamadas, bueno, así lo verá y pondrá la cara de asco que siempre pone. Las uñas se me pusieron de color rojizas, mis padres se voltearon sorprendidos.

—¿Cuándo te pintaste las uñas de rojo?—interrogó mi madre—ese color no nos gusta y lo sabes.

Ay es cierto, ellos me prohíben el rojo, porque se supone que lo odian, pero yo no soy ellos, yo hago lo que me da la gana.

—Yo tengo derecho a vestir con el color que quiera, si ustedes lo detectan, no es mi problema—hablé con mucha seguridad, ¿ por qué no puedo ser como soy? Además, yo no me pinte las uñas de ese color, lo juro.

—¿Entonces quién? ¿el doctor ?—se enfada papá.

—Siiii, seguro que fue él— mis padres se rieron a carcajadas, hasta se le saltaron las lágrimas. Pienso, que a veces se me escapa palabras inadecuadas, cosas que pienso, la gente lo que hace es ocultarlas, pero para mí es imposible, yo tengo que ser yo misma, tengo que soltar todo lo que pienso, no sé porque, soy extraña lo sé y mucho. Ahora mismo me siento como si quemarán el tallo de mi planta más querida, que el cielo se nubla y solo quedo yo con mis sentimientos dañados.

Me pregunto el porque las uñas se pusieron de ese color, también el motivo por el que colgó mi amiga, y el chico que me salvó, eso sí que es extraño, ¿por qué motivos iba a salvarme? No tengo ni idea, pero mis padres ya se le quitaron el mal humor, no paran de reírse por lo que dije, me da una rabia inmensa, yo no me pinte las uñas, lo juro.

Entonces yo le digo a mis padres que me quitaré el color de las uñas, ellos se alegraron por ello. Les dije que yo podía ir sola a casa a buscar el quitasmalte, ellos afirmaron, así que me dirigí hacia la calle en el que anduve distraída, en la que casi me quita la vida.

Entra un escalofrío por mi cuerpo, miro a mi alrededor y veo el semáforo en verde, así que cruzo rápidamente, antes de que se pusiera en rojo, lo conseguí, pude cruzar, que alivio.

—¿A dónde vas, Kira?—me pregunta una voz conocida, yo me giré y vi a dos chicos mirándome muy sonrientes.

—¿Qué tal estáis?, estaba caminando rumbo a mi casa, hasta que ustedes dos me saludaron.

—¿Podemos ir contigo? —se ofrece Adam dándome la mano.

—Em, sí claro —afirmé con un gesto en los ojos y una sonrisa de oreja a oreja.

—Nos alegramos muchísimo de que quieras que vayamos contigo —se alegra Max —eres una gran amiga.

—No todos me consideran así — empiezo a decepcionarme —Matilda se molesto conmigo y yo no tuve intensión.

—Tranquila, no te preocupes, tu amistad entre ella y tú es muy unida, ya se recociliarán —me toca el hombro Max —¿ qué tal si después de ir a tu casa vamos y nos tomamos un helado?

—Bueno, ya veremos si no nos pilla ninguna sorpresa.

Los tres nos tomamos de la mano, y ambos chicos saltaban y la gente nos miraban, me puse la cara roja como un tomate, me da cosa decirles que paren de brincar, mis amigos son muy raros al igual que yo, yo espero dejar de cruzar esta cera o qué está gentuza se vaya y deje de mirarnos, que yo no estoy observando lo que hacen ellos en su vida, menos mal que ya llegamos al callejón, donde ya había un poco menos de habitantes, abro mi puerta y se me caen sin querer mis llaves, yo ni me doy cuenta y cierro la puerta de mi casa con ambos chicos dentro.

—¡ Que bonita es tu casa !— exclama Adam emocionado —ojalá yo tener una casa así.

—Igualmente —empieza a hablar el otro chico—y tiene escaleras y todo.

—Claro, todas las casas tienen escaleras.

—Es que nosotros vivimos en un piso—comenta Max—yo en el número cinco y Adam en el dos.

—¡ Que bien que vivan cerca !—hablo alto muy contenta.

—Que va, queremos tener una casa — se queja Adam — pero nuestros padres aún no pueden.

—¿Ustedes tienen los mismos problemas o qué ?

Se produce un silencio incómodo.

—Tenemos muchas casualidades — interrumpen el silencio ambos —hemos dicho lo mismo jajajaja.

—Ya veo cuantas casualidades — dejo caer unas risitas —sois muy buenos amigos, que bien de haberlos conocido.

—Igualmente — responden los chicos.

—¿Y para qué tenias prisa de ir a tu hogar? — interroga Adam.

—Mis padres me echaron la bronca porque odian el color rojo —prosigo — y tengo las uñas de ese color.

—Yo me ofrezco a quitarte el pinta uñas—me toma de la mano Adam y ve que las uñas están de color amarillo y pone los ojos como platos.

—Kira, ¿no te confundiste en nombrar el color?

—Claro que no —niego —¿qué pasa? ¿también odias ese color, Max?

—No es eso — niega con la cabeza —las uñas están de color amarillo —Yo pongo los ojos en plan: ¿ watafak ? Miró mis uñas, y Max tiene toda la razón — ¿cómo están amarillas?

—Nos hacemos la misma pregunta —se cruza de brazos Max.

—Yo no tengo ni idea.

—¿Quieres quitarte el color de uñas? —pregunta Adam — ¿o te gusta ese color?

—Mejor déjalas —afirmo contenta— a mis padres no le molestan ese color.

—Que bien escuchar eso, jaja al final no hacia falta ir aquí, bueno vámonos— abre la puerta Adam y salimos, me meto las manos en los bolsillos para cerrar la cerradura con llave, ¡PERO RESULTA QUE NO ESTABA!

—No encuentro mis llaves — me enrreo a buscarlas —resulta que las... perd...

—No me digas que se te cayeron — se asustó Max —dime que mi teoría no es cierta, por favor.

—Las perdí —derrepente Max se pone ambas manos en la cabeza alterado.

—¿Ahora cómo se supone que vas a cerrar la puerta? —interroga Max.

—No lo sé, tal vez tengo que seguir buscando.

—Admite que las perdiste — me aconseja Max —sé sincera.

—Ok, las perdí, pero no debe de haber ido muy lejos —suspiro — tampoco nos hemos movido tanto desde que yo centre la llave en la cerradura.

—Eso es cierto —afirma Adam — nosotros dos vamos a buscar la llave, tu vigila y procura que no entre nadie —se va corriendo con Max —amigo mío, esa chica me pertenece.

—Ni hablar, será mía, y soy más rápido encontrando la llave —se orgullece — eso seguro.

—No yoooo.

Se ponen a buscar la llave por todos los lados y nada, siento que va a pasar algo terrible, y lo peor es que mis padres me darán una buena, ojalá todo salga bien.

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