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5. DIME QUÉ ME AMAS.

Proverbios 15

18 El hombre iracundo promueve contiendas;
Mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla.










Kai le dedica una sonrisa como respuesta mientras yo me quedo atónita.

«¿Desde cuándo ese par son amigos?».

Si el hijo del pastor con todo el respeto que se merece, tiene cara de asocial.




Mario mira la escena molesto.

Se nota que no le agrada Fabricio ni tantito.

No se me hace extraño porque a mí tampoco es que me agrade, solo hago un esfuerzo por tratarle, considerando que estoy metida en este lío de momento.



Después de saludarsen Fabricio y Kai miran a Mario desafiantes.


—vamos —le digo a Mario en voz baja —dejalos ser.


Mario niega con la cabeza mientras Fabricio le dedica una mirada de desprecio.

—tiene que ser responsable por lo que hizo —habla Mario en voz alta —de lo contrario llamaré a su padre.

—¿Es enserio? —se burla Fabricio despectivamente —hasta una niña pequeña tiene más argumentos de pelea.


Mario suspira y da un paso más adelante.

Yo intento detenerlo pero la mirada de Fabricio va hacia mi y no es una mirada muy agradable, es más bien amenazante, como si me dijera:

Toquelo y verá.


—no se trata de pelear —contesta Mario.

—¿A no? —Fabricio levanta una ceja. —entonces, ¿Porque no te vas con tu chatarra ahora?

Juego con mis dedos nerviosa.

Sé que Fabricio está haciendo esto de aposta.

Solo lo quiere provocar y él es experto en eso.


—¡No me voy a ir hasta que no me respondan! —alza Mario la voz.


«Definitivamente esto se va a poner peor».

—Mario —lo llamo —dejalos ¿Si?.

Mario no me responde así que me acerco y lo tomo del brazo.


—no te conviene hacer eso Luna —habla Fabricio.


La tensión es palpable en estos momentos.

Mario me mira y lo mira a él.

—¿Que tienes que ver con Luna? —le pregunta a Fabricio.

—¿A poco Luna no te ha dicho nada?.—habla Fabricio divertido.

—¿Que pasa? —insiste Mario en preguntar.

«¿En que momento la discusión dio este giro inesperado?».


—no pasa nada —hablo rápidamente.

—¿Segura? —Fabricio me da una mirada provocativa —acaso no nos vamos a...

—¡Yaaa! —lo interrumpo.

—okey, —contesta —sino quieres que hable entonces suelta su brazo y ven conmigo.

Me da indignación que me chantaje, pero no me queda de otra que ceder, de lo contrario se pondrá hablar a gritos de nuestro supuesto matrimonio y eso no me conviene para nada.

Suelto el brazo de Mario pero antes de que pueda dar un paso hacia donde está Fabricio, este me sujeta a mi del brazo.

El hijo del pastor mira la escena con diversión, parece que lo disfruta.



—¡Suéltala! —habla Fabricio autoritario.

—no lo voy hacer —habla Mario decidido.

«Dios mío».

«¿Enserio se van agarrar por mi?».


—¡Suficiente! —digo soltándome del agarre de Mario.


Camino hacia donde está Fabricio el cual le dedica una mirada triunfante a Mario.

Mario me mira decepcionado y confundido a la vez.

—lo siento, —me disculpo —luego hablamos.

—¡Cierto! —habla Fabricio metiendo su mano en el bolsillo —toma —le tira unos dólares —es el único efectivo que tengo y otro día no te vuelvas a meter con mi amigo.

Eso fue bastante humillación.


Mario está que no se aguanta de la rabia.

Estoy segura que se le quiere tirar encima a Fabricio y agarrarlo a golpes.


Yo le doy una mirada suplicante para que no lo haga.

Fabricio en cambio está a la expectativa.

—vamos —le digo —a menos que quieras que arruinen tu precioso rostro —hablo despacio.

Él ríe.

—ya lo hiciste tú, pero créeme que en este momento no sería yo el que salga con el rostro arruinado, aunque pensándolo bien, —vuelve su mirada a Mario —su rostro nació arruinado.


—¡¿Que acabas de decir?!. —le grita Mario.


«Ahora si ya no puedo hacer nada».


Mario corto la poco distancia que había entre ellos y agarro a Fabricio del cuello de la camisa.


Los nervios se apoderan de mi sin saber que hacer.

No es que me preocupe que golpeé a Fabricio, me preocupa es que él es evangélico y tendrá que afrontar las consecuencias, también me preocupa mi testimonio.

Fabricio en vez de disculparse lo que hace es provocarlo más.


—lo que oíste —responde sin siquiera alzar la voz pero perfectamente claro.



Mario lo soltó.

Pensé que simplemente lo dejaría pasar, pero no.

Empuñó su mano y sin decir más le lanzó tremendo golpe a Fabricio.

Yo me mandé ambas manos a la boca aterrada.

Pero aquél golpe nunca llegó a Fabricio.

Este se aparto rápidamente y Mario terminó fue golpeando la pared.

—¿Que ocurre aquí? —habla Erick.

Siento un gran alivio al verle llegar.

Mario nuevamente contraataca contra Fabricio pero antes de que siquiera lo toque, Erick se mete.


—vete de aquí, —le dice a Mario serio  —no causes problemas.


—pero si... —intenta Mario defenderse pero Erick ni siquiera lo deja terminar.

—solo vete —le dice con tono amenazante —y ustedes también —nos mira a mí y a Fabricio.


Ambos asentimos y nos comenzamos a ir.


«Gracias Dios, gracias por traer a Erick».

Suspiré agradecida.




Camine rápidamente hacia el auto del chófer de la señora Emine y me subí.

Fabricio me dedicó una sonrisa antes de subirse a su moto y ponerse el casco.








Narra Linda:






Día siguiente.





Sentía una mano acariciar mi mejilla mientras dormía.


Me tape con la cobija sin siquiera mirar quién era.


Está vez se acostaron a mi lado y me abrazaron.


Me desperezó lentamente y abro los ojos.


Veo uno de los rostros más lindo y tierno que halla podido existir.

Estiró mi mano y le jalo un cachete para asegurarme que es verdad y no estoy soñando.

Él toma mano y depósita un beso en ella.

Me aferro a él sintiendo su calor comporal.


—tu esposito esta allá fuera en insiste en que quiere verte —me informa.

—yo no quiero —me recuesto en su pecho.

Él me da un beso en el cabello.

—¿Quieres que salga y lo mate para que te deje en paz? —pregunta amablemente como si matar fuera cualquier cosa.

Pero no lo culpo.

Nosotros crecimos en ese ambiente donde la vida no vale nada.


—dejalo —le digo —yo luego hablo con él.

Siento su mano acariciar mi cabello.

—¿Como se atreve hacer sufrir nuestra princesa? —habla indignado. —se merece morir.

—no es para tanto, —lo tranquilizo aunque a mí me dolió bastante su actitud. —solo fue un mal entendido, yo me encargo.

—si necesitas ayuda solo avísame.

Sonrío.

—eso haré.


Cierro los ojos con el anhelo de volver a quedarme dormida.


Unos toques en la puerta de la habitación hace que los vuelva abrir.



—Linda —escucho la voz de Deimond —sé que estás ahí, ábreme y hablamos.


—¿Quieres que lo eche de aquí? —me pregunta Zuar.

Niego con la cabeza.


—ya se cansará y se irá, además tiene mucho trabajo en la empresa.


—como digas madame —me abraza con fuerza.





Horas después.




Me hallaba parada en el balcón visualizando todo a mi alrededor.

Desde aquí se podía observar perfectamente a los escoltas los cuales estaban alerta a cualquier movimiento.


También podía observar a mamá la cual se paseaba en medio del jardín.


Todo se veía en completa paz.

Es tan hermoso, que nadie creería que hace años estalló una bomba arruinando nuestra familia.


Aún recuerdo cuando tan sólo era una niña.

Cuando me dedicaba a correr por el prado mientras Mibsan me perseguía.

Fueron momentos muy hermosos e inolvidables, que jamás volverán.



Mi teléfono vibra trayéndome a la realidad.

«Me imagino que es Deimond».

No ha cesado de llamarme.


«Él tiene razón, yo soy una cobarde».

«Siempre salgo huyendo».

Pero es que no me sentía con la capacidad suficiente para enfrentarlo.

Es por eso que mejor me fui.

Además yo ya tenía planeado venir de visita donde mamá.


Miró el teléfono pero no es Deimond, sino Jason.


Corto la llamada.


Cierro los ojos y me concentro en mi hermano gemelo.


«—hola».

Lo saludo.

«—¿Todo bien».

Escucho su voz.

«—si manito».

Respondo.


«—no te creo».

Contesta.

«—hasta aquí puedo sentir tu tristeza».

Comenta.

«—¿Acaso has olvidado que podemos sentir lo del otro?».

«—yo siento que estás enamorado».

Le digo.


«—tonterías».




Nuevamente el teléfono vuelve a vibrar.


—¿Que quieres? —tomo la llamada.


—Linda, —escucho la voz de Jason —realmente lo siento, no fue mi intención meterte en problemas, jamás pensé que nos fotografiaban, investigaré quién hizo eso.


—olvidalo —le digo.

—no puedo, me duele que por mi culpa te hallas peleado con Deimond —contesta —si quieres yo voy hablar con él.

—no tiene caso, yo misma me encargo de eso, o quizás mejor lo dejo así.

—de ninguna manera, yo no quiero ser el causante de la ruina de tu matrimonio, es cierto que te quiero para mí, pero si tú eres feliz al lado de él, yo también soy feliz aunque me quedé solo.

—esta bien —sonrio.

Todavía me cuesta creer que J5 se halla enamorado de mi.

—prometeme que vas hablar hoy con Deimond.

—no lo sé —camino hacia la habitación y me siento en la cama.

—por favor, Deimond se pone muy mal cuando pasa esto, por favor. —insiste.

—no entiendo porque te preocupa tanto él.

—porque es mi amigo y nosotros metemos las manos al fuego por nuestros amigos.

—okey, hablaré con él. —finalizo la llamada.




Jason tiene razón.


Debo de arreglar las cosas.

Creo que es hora de que deje mi orgullo y vaya a pedir perdón por mi imprudencia.

Debí de pensarlo muy bien antes de subir aquel auto con Jason, considerando que él es una figura pública.





Entro a la ducha y luego de darme un buen baño, me pongo el vestido favorito de Deimond, me hago un peinado super hermoso y me dispongo a ir a su empresa.



Salgo de la habitación y me encuentro con Zuar el cual va caminando por el pasillo sumamente concentrado en su teléfono.


Apenas pasa por mi lado percibe mi perfume y levanta la mirada del dispositivo.



—¿Pero quién es está hermosura de mujer? —pregunta asombrado —creo que me enamore.


—tan gracioso —rio ante sus palabras.


Mete su teléfono en el bolsillo y se manda ambas manos al rostro con frustración.


—¿Por qué las mujeres más hermosas tienen que ser de mi familia? —se lamenta.

—deja de ser exagerado.

—es la verdad —se pone serio —tu y mamá son las mujeres más hermosas, exceptuando a Annie claro está.

—si que eres malo —le doy un leve golpe en el hombro.

—solo digo la verdad —se encoge de hombros. —¿Quieres que te lleve a tu destino? —pregunta.

—descuida —respondo —voy a ir con Cristopher.

—okey —contesta sacando nuevamente su teléfono —entonces nos vemos —besa mi mejilla antes de volver a meterse de lleno en su juego.



Bajo las escaleras y me encuentro con Annie desparramada en el mueble tomándose fotos.


Apenas percibe mi presencia deja de hacerlo y me mira.

—hasta que por fin se digno a salir la cobarde —comenta —tuve que echar a tu amado de aquí, porque arruino mi agradable siesta.


Sonrío ante sus palabras sin prestar atención a su tono despectivo y me acerco a ella.


—ni se te ocurra —dice al notar mis negras intenciones.

Eso no basto para que me detuviera.

Antes camino más rápido hacia ella y sin darle tiempo a nada me siento encima de ella bloqueando sus movimientos.

—¿Quien es la niña más preciosa de la casa? —pregunto mientras despeinó sus rulitos —¿Quien? —hablo con voz mimada.

—¡Yaaa! —intenta safarse —¡Dejame!.

Al ver que sus movimientos son en vano comienza a pedir ayuda.


—¡Mamaaaaaaaá! —grita —¡Auxilió, me están matandooooo!.

Tomo su rostro entre mis manos y le comienzo a jalar los cachetes.


—¡¡No más, no más!! —me grita super molesta mientras intenta arañarme.


—dime que me amas y te suelto —le digo.

—¡Eso nunca! —me sigue gritando —¡¿Acaso no te basta con tener todo el amor de mis hermanos?!.


—sino lo dices no te soltaré.

Comienzo a darle picos en el rostro.


—¡Nooo! —grita mientras se retuerce debajo de mi.

Yo mientras tanto sigo sentada en sus piernas sin dejarla mover.

—esta bien, te amo —se rinde al final.

—¿Quien es la favorita? —la provoco.

—¿Es enserio? —me mira más enfadada.

—¡Dilo! —la amenazó con volverla a picotear.

—tu, solo tú, tú eres la más guapa, la más inteligente, tú solo tú.

—y tu eres la niña de la casa —digo antes de darle otro pico en la mejilla.

Luego de eso la suelto y salgo corriendo rápidamente.

La demora fue cerrar la puerta cuando escuché un golpe seco en ella.

Supongo que me tiró un zapato.

—¡¡Eres asquerosa, te odió!! —me grita.

—¡¡Annie!! —escucho la voz de mi madre —¿Que son esas palabras? —la regaña.

Subo al auto de Cristopher que ya está listo.


—llevame a la empresa de los Morgan —le digo.




....




Apenas llegó a la empresa, tengo miradas de asombro por todos lados.

Uno de los vigilantes se queda con la boca abierta.

—señora Morgan que gusto verla —habla otro vigilante —siga por favor.

—muchas gracias.

Apenas entró escucho lo que le dice al otro.

—deje de mirarla, no ve que es la esposa del jefe.

Subo al ascensor en el cual hay varias jovencitas con el uniforme de la empresa.

Apenas me ven algunas se quedan con la boca abierta.

—que bonita —comenta una mientras me observa de pies a cabeza.

—señora Morgan —habla otra —el ascensor es todo suyo.

Inmediatamente todas las chicas se salen del ascensor.

Una de las recepcionistas viene corriendo hacia mi.

—que pena señora —me dice —no le vi, ¿Quiere que la anuncie con el jefe?.


Que me iba a ver si cuando pase estaban sumidas en el teléfono.


—no es necesario —respondo —quiero darle una sorpresa.

Lo que nunca me llegué a imaginar era que la sorpresa me la iba a dar yo.


Llegó al último piso en donde está la oficina de Deimond.

Lo primero que me da curiosidad es por ver a su secretaria.

En mi rostro se ve la desilusión al llegar al puesto de la secretaria y hallarlo vacío.

Aunque es lo mejor, así no le avisa a Morgan que he llegado.


Abro la puerta con una gran sonrisa pero de inmediato se me borra al ver lo que está frente a mis ojos.


La secretaria está sentada en las piernas de Morgan.







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