Capítulo 5
Meri:
A veces pienso como me voy convirtiendo en Robocop. Mitad humana, mitad robótica.
Trabajo ocho horas cuando no son diez, seis días a la semana.
¡Casi na'!
Mi cuerpo me pide descanso, menos cuando se me ilumina la cara al ver a Jorge.
Es que él hace que todo en mí cambie, desde perder el equilibrio hasta quedarme vizca mirándole.
Suspiro, vuelvo a suspirar sin apartar mi vista de él. Es tan guapo, tan simpático, con esa sonrisa tan pícara y esa mirada de gato felino.
¡Ay señor bendito! Pero si es que está para merendárselo y no dejar miga.
En fin, tendré que armarme de valor y decirle cuánto me gusta. Declararme para así poder tener algo con él más serio y no una simple amistad.
-— Meri, ya estás de nuevo fantaseando con Jorge. -— Catalina se acerca a mi mesa dejándome varias carpetas para que las revise.
-— ¿Fantasear? No qué va. Estaba llegando a mi punto g. ¡Dios mío! Tú lo has visto, es tan ....
-— Meri, vale ya. No sé cuándo piensas cambiar el chip.
-— Cuando pueda deshacerme de Yoana. Hay la llevas, con su vestido ajustado, su pelo sedoso ondulado y esa gracia que tiene para atraer a los tíos. La odio. Siempre tiene que estar cerca de Jorge.
-— Toma, revisa estás noticias y así tendrás la mente ocupada.
-— La cabeza la tendré entretenida, pero la vista aún no la tengo cansada de mirar a mi bellezon.
Dejándome por imposible, Catalina se va hacia su mesa algo molesta. Acto seguido continúo con mi trabajo.
Comienzo a leer las últimas noticias cuando la voz de Maribel hace que me detenga.
-— Gracias por vuestra atención, quiero anunciarles que en breve conocerán al nuevo director, el señor Ferretti.
Me quedo inmóvil, fría como un congelador notando mis pulsaciones acelerarse. Por fin el día ha llegado.
¿Me irán a despedir?
Sintiendo mis piernas flaquear, me levanto de mi silla mirando a Maribel. La bruja no puede lucir más feliz, tanto como para acercarse hasta a mí y decir que pronto me perderá de vista.
Miro al suelo conteniendo la bola de fuego que he comenzado a elaborar como Goku. Sólo me falta lanzarle algo a la cabeza para hacer por fin mi sueño realidad. Verla escalabrada.
-— El señor Ferretti, estará en diez minutos en la sala de reuniones. Quiere dar una charla de bienvenida.
-— Sin dejar de mirarme con sus ojos saltones llenos de júbilo, Maribel se va.
Conociéndola y usando sus influencias, me juego un cartón del bingo a que mi premio me lo darán en quince minutos.
Como si nos pesara mucho los pies, mis compañeros y yo caminamos hacia la sala de reuniones más callados que en misa.
Uno a uno vamos pasando a la sala de reuniones. Yo busco la silla que esté más lejos del lugar del nuevo director.
Catalina y Niko se sientan a mi lado, las tres nos miramos con cara de pena.
-— Meri, lo que tenga que suceder debemos de afrontarlo. Es duro abandonar un trabajo y tan bien pagado como este. Pero hay más cadenas de televisión y radio donde podemos encontrar otro trabajo.
—- Gracias por tu amistad Niko. Ya me he ido mentalizando de mi despido conforme venía hasta aquí.
-— Ánimo amiga, todo se verá.
Respiro pesadamente jugando con mi boli. A nadie se escucha de hablar en la sala, y es normal, un nuevo director. Eso sólo supone nuevos cambios y mis compañeros y yo no estamos por la labor de agarrar nuestras pertenencias e irnos a la cola del paro.
Entonces Maribel, para no ser menos comienza presentando al nuevo director. El señor Ferretti.
Sólo le ha faltado unos pompones y ponerse a gritar la muy falsa.
Todos aplauden yo ni eso. Ni siquiera me atrevo a mirar al nuevo director.
Vuelvo a tomar asiento cuando Catalina me susurra algo al oído.
—- Meri no te pongas así y mira al director, te vas a llevar una sorpresa. -— Levanto mi vista hacia donde se encuentra el nuevo director.
¡No me fastidies! No, no puede ser...ahora sí estoy segura que la puerta del despido ésta muy cerca de mí.
El nuevo director comienza dando un discurso de bienvenida, acto seguido habla sobre los cambios que va hacer, finalizando con un agradecimiento hacia los trabajadores.
Por lo que podido entender, no ha mencionado la palabra despido.
No sé, si ponerme a dar saltos de alegría o permanecer más quieta que un soldado inglés recibiendo a la reina, porque la situación en la que me encuentro es para preocuparse.
Uno a uno, nos levantamos para salir de la sala de reuniones. Entonces de la boca de mi apreciada jefa sale una frase que para ella será hasta morbosa, mientras que para mí es como si se tratase de mí sentencia.
-— Merinda, por favor, no se vaya, el señor Ferretti quiere hablar contigo.
-— La cara de Maribel no puedo lucir más brillante de felicidad.
Si no fuera porque me tiene tanta manía, podría decir que acaba de tener un orgasmo.
—- Hola señor Ferretti. -— Mi voz es tan bajita que apenas logro escucharla. Y no es para menos, siento tanta vergüenza de tener delante al italiano, el cual le di un golpe a su coche y acusé de secuestrador.
Resulta que es mi jefe.
-— Ciao, signora Camparo, ci vediamo di nuovo. —- Sus penetrantes ojos claros se clavan en mí. Su boca se cierra formando una línea.
-— Pues sí, volvemos a vernos de nuevo. -— Río nerviosa.
-— Devo chiederti, parliamo in italiano -— Más que un consejo me parece una orden de tener que hablar en italiano.
-— De acuerdo, hablaré en italiano, dígame señor Ferretti.
—- Antes de nada, quiero aclarar con usted la factura pendiente sobre mi auto, el cual usted golpeó.
-— Ah, es eso. Pues nada, anote el número de mi seguro y ellos mismos se van han encargar de pagar la factura de su carro.
-— ¿Su seguro? Pero si me he puesto en contacto con ellos y me han comunicado que no piensan volver a renovarlo porque lleva siete partes en menos de un año.
-— ¿Siete? Qué exagerados. Con este son ocho.
—- Aún no me explico como tiene el carnet de conducir.
—- Porque fui a la autoescuela.
—- Me refiero a que conserve los puntos. Usted es un peligro al volante.
—- La verdad que muchos puntos no me quedan, pero vamos intento cumplir con las normas de tráfico. Bastante es que Marcelino y Saturnino los agentes de tráfico, que ya tengo hasta confianza, me quiten las multas por mal aparcamiento.
-— Me hago una idea de lo mal conductora que pueda llegar a ser.
-— Oye tú, que yo conduzco bien, lo único que soy algo despistada. Y todavía no me llevado una vieja por delante.
-— Centrémonos en la manera de cómo va pagarme la factura de mi auto.
-— A plazos, sin intereses y al cero por cierto TAE.
-— Tome, esta es la factura. —Sujeto el papel mientras leo el importe de lo que hay que pagar por un golpecito de nada.
—- ¿Cómo? ¿Esto es un robo? ¿A qué clase de mecánico has ido? Vamos, que esto habló con mi colega Agapito, y en un desguace te consigue la pieza a mitad de precio y te deja el coche como nuevo. O lo mismo te lo encuentras solo con la rueda de repuesto.
-— Esto es lo que vale arreglar mi auto. Ahora piensa en la manera de cómo me lo vas a pagar.
—- A meses. Por cuotas... Es que... hijo de vida tú has visto cuántos ceros hay,
Si pensaba que me falla la vista. Pero no, con un poco más me compro una casa en la playa.
—- Pagarás tú deuda trabajando para mí, como mi asistente. Al no saber bien hablar español, tú serás mi traductora y me enseñarás el español.
Lo miro en silencio pensando para mis adentros si aquí el men me ha visto cara de profesora de universidad.
Yo soy periodista, no la niñera de nadie. Pero debido a que si me denuncia me voy a quedar sin carnet de conducir, además debo vengarme de Maribel, pensar en la cara que se le va quedar cuando sepa que voy a ser la asistente del jefazo, no tiene precio.
Todo sea por ver el careto que pone, además, yo seré quién la mire por encima del hombro.
Después de todo, hacer de canguro del men no es tan mala idea.
-— De acuerdo señor Ferretti, acepto ser su cangu...digo su asistente personal.
—- Muy bien. Comenzará mañana mismo. Ahora se entrevistará con Luigi para que le ponga al corriente de las reuniones, mis gustos, los viajes y acordará con él los días que me dará clases para aprender español.
-— Tomo nota. Gracias señor Ferretti por darme la oportunidad.
-— Espero que sepa estar a la altura, y no me decepcione.
-— A la altura no sé, porqué no soy muy alta, pero decepcionarle, intentaré poner todo de mi parte para aprender. Grazie.
Salgo de la sala de reuniones más feliz que una perdiz.
En el momento que me dirijo ha la oficina de Luigi, me encuentro a Maribel.
Pongo cara de tristeza, mi actuación debe ser perfecta.
-— Vaya, Merinda, veo que la conversación con el señor Ferretti ha sido muy...intensa.
-— Ha sido una conversación muy importante para mí. -— Veo como su sonrisa desaparece.
Prepárate, el trueno gordo viene ahora.
—- Tanto, que el señor Ferretti me ha nombrado como su asistente personal, desea que le dé clases de español. —- Por primera vez alzó mi barbilla haciéndome la importante.
Maribel se muestra enfadada aunque trata de camuflar lo entre los kilos de maquillaje que lleva y una sonrisa muy falsa.
-— No puedo creer que vayas a ser...
—- Sí. Hoy es mi día de suerte. Bueno debo dejarte tengo que prepararme para las exigencias del señor Ferretti. Chao guapa. Cuando quieras pásate por mí oficina y nos tomamos un café.
Río victoriosa. Al fin he podido cumplir con mi mayor sueño. Estar por encima de la bruja Úrsula.
Toco la puerta de la oficina de Luigi.
Al entrar me encuentro una oficina con demasiados libros, y un hombre de mediana edad, delgado con bigote, moreno.
No lo puedo remediar, en ese momento pienso donde se habrá dejado a Mario Bros.
Saludo a Luigi, el hombre muy amable me ofrece café.
Tomo asiento en una silla aceptando el café.
Mientras nos tomamos el café, Luigi me habla sobre el señor Ferretti.
Al parecer este hombre viene de familia millonaria. Su padre, Adriano Ferretti, director de cine y actor, está casado con la presentadora y periodista Casandra Pioni.
Tiene dos hermanos hermanos más, es soltero, tiene 34 años, y las mujeres hacen lo posible por ser la candidata perfecta para ser su esposa.
Luigi, me muestra el horario que ha elaborado para los viajes y reuniones.
Me hace entrega de un libro con más hojas que el Quijote y me dice que debo memorizarlo.
A continuación, me muestra mi oficina.
-— Gracias Luigi por todo. - Agradezco la ayuda de Luigi.
—- Si el señor Ferretti te ha elegido es por algo. Ahora te dejo para que puedas organizarte. Mucha suerte. Chao.
-— Chao.
Pues nada, esto parece que va ser desde mañana mi nuevo lugar de trabajo.
Comienzo a organizar un poco los papeles, enciendo el ordenador para ponerme al día.
Da igual, lo mire por donde lo mire, este hombre tiene más movimiento que una pieza de ajedrez.
Y ahora me pregunto yo...¿Por molestar a Maribel, me he perjudicado yo sola?
Pues todo se verá.
Y verse, lo que veo es a mi galán.
Jorgeee...¡Ay, mamá pero que guapo!
Camino directa hacia él, no sé qué debo decirle, me siento tan nerviosa.
-— Meri, ¿Qué tal? Me he enterado que ahora eres la asistente personal del nuevo director.
Vaya, desde que se inventó Internet, toda tú vida se sabe al segundo.
-— Sí, habló conmigo y me dijo que fuera su ayudante. Ya sabes como el es italiano y yo sé hablar italiano. - Intento quitar importancia al asunto. Delante de Jorge quiero ser yo misma, nada de aparentar algo que no soy.
Por eso, me atrevo ha invitarle a un café.
—- En estos momentos no puedo. Lo dejamos para otra ocasión. -— Se despide de mí dejándome como la tonta del bote.
Me volteo para salir del edificio y de nuevo me topo con Yoana y Maribel hablando en un susurro.
Qué estarán tramando estás dos.
Continúo caminando hacia la salida, cuando una fuerte risa acompañada de mi nombre hace que me pare.
Las miro con mala leche, no digo nada, mejor pasar de ellas.
-— Ves Yoana, como te dije hay que valer para todo. Hasta para saber convencer a los jefes para ascender.
—- Ya te digo, anda fiate de las mosquitas muertas. ¿Verdad Meri?
-— ¿Qué estáis insinuando? - Me acerco hasta ellas con la idea de cerrarles las boca
-— ¿Nosotras nada? Tan solo te decimos lo que se murmura por la redacción.
-— Eso es mentira. Yo soy periodista, no llego tan bajo como vosotras.
-— Sí, sí. -— Las dos siguen burlándose de mí.
—- Señoritas, antes de nada, el señor Ferretti es muy exigente escogiendo a los empleados.
La señorita Camparo es una excelente profesional y por eso ha ido elegida. Por su profesionalidad, ella reúne cualidades en el mundo del periodismo que ha captado la atención del señor Ferretti. Todo profesional. Su vida privada, no es necesario que la sepa el señor Ferretti. ¿Tienen alguna pregunta más que desean que aclaremos? - Luigi las mira muy serio. Ellas, niegan con su cabeza rojas de la vergüenza.
Tanto que no pierden su tiempo en desaparecer.
—- Gracias Luigi.- Luigi me guiña un ojo y se marcha.
Al voltearme buscando la puerta, veo a Luigi con el señor Ferretti.
Sonrío tímidamente por el detalle que ha tenido de sacar la cara por mí.
Aunque conociendo a estas dos, sé que van hablar mí. Todo sea por rencor, envidia y odio hacia mí, lleguen acabar no sólo con mi reputación, sino también con mi carrera.
Lo que no saben estas dos, que han dado con un hueso duro de roer.
La batalla de juego de tronos solo ha hecho más que empezar.
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