Capítulo 23
Meri:
Me voy despertando poco a poco, siento como náuseas y apenas puedo respirar bien. La cabeza me da vueltas y me resulta muy difícil poder levantarme de la cama.
Siento mucho miedo, no sé dónde estoy y me encuentro desnuda, tan solo llevo puesto la ropa interior.
Llamo a Dania, necesito con urgencia que venga a mi rescate.
Para mí mala suerte el teléfono se queda sin batería.
¡Manda huevos la cosa!
Como puedo comienzo a bajarme de la cama liándome la sábana alrededor de mi cuerpo. Intento caminar aturdida, desorientada con mi visión algo borrosa me balanceo de un lado a otro.
Me siento en la cama, me cuesta cada vez más respirar, siento mucho miedo y no comprendo que me está sucediendo.
De nuevo vuelvo a levantarme apoyándome a la pared, a los muebles caminando torpemente hasta llegar a la puerta.
Antes de abrir caigo redonda al suelo.
De nuevo abro los ojos, la cabeza parece que no es mía. Siento un dolor terrible, como si me estuvieran apretando los tornillos que me faltan.
Miro hacia el techo, no veo más que blanco y la lámpara colgando, giro la cabeza para la izquierda y me encuentro con Giovanni observándome preocupado.
— Merinda, dime, ¿cómo te encuentras?
— Ahora mismo. Cómo Alicia en el país de las maravillas. Y... ¿tú qué mierda haces aquí?
— Estoy en mi casa y tú estás acostada en mi cama. — Sus malditos ojos claros me desorientan aún más con esa manera tan pícara de mirarme y sonreírme a la vez que roza ligeramente mi mejilla acariciando mi cabello.
— ¿Qué me has hecho pedazo de cabron? No me encuentro bien.
— Hey, sin insultar. Yo no te hecho nada, tan solo te traje a mi casa porque te encontré muy borracha, casi ni atinabas a hablar y después cerraste los ojos hasta ahora que recién empiezas a soltar veneno por tú boca.
— No...me encuentro muy bien que digamos, casi no recuerdo nada, y tampoco bebí como para emborracharme. — Giovanni me mira con el ceño fruncido, preocupado. Me examina durante unos minutos. Acto seguido hace una llamada.
Mientras tanto intento de ir al baño con su ayuda.
Acto seguido me vuelve a tumbar en la cama esperando a que venga un médico a examinarme.
Comienzo a sentir pavor, ¿Porqué debe venir un médico a examinarme? ¿Acaso alguien echó algo en mi bebida para abusar de mí?
Es escalofriante mi pensamiento, y por ello comienzo a temblar al pensar que alguien haya querido intentar violarme. ¿Pero quién?
Un buen rato después llega una doctora de mediana edad.
La mujer empezó a explorar mis adentros mientras me hacía una serie de preguntas.
La mujer se pone algo sería anotando algo en una carpeta.
Siento vergüenza de tener que verme en esta situación espatarrá mientras me meten un objeto por mí vagina. No es agradable, incluso me tenso pensando en lo peor.
Afortunadamente, la doctora me comunica que no habido ningún tipo de agresión sexual. Todo está normal.
Me toma una muestra de saliva y sangre y me comunica que debe llevarlo al laboratorio. Una vez hecha la correspondiente prueba y sepa los resultados me llamará.
— Doctora, ¿usted cree que me han podido drogar? —- Mi voz suena muy bajito.
-— Tengo indicios de que si pudiera caber la posibilidad de que alguien te hubiera drogado. Aún así, no puedo asegurarle nada antes de tener los resultados. Cuando los tenga me pondré en contacto con usted. Ahora debe de comer algo y descansar.
-— Gracias por todo. —- Me despido de la doctora quedándome peor que al principio.
Nada más pasar a la habitación Giovanni empiezo el interrogatorio. No puedo acusarle de nada, puesto que nadie ha intentado hacerme algo malo. Pero entonces...¿A cuenta de qué me drogaron?
-— Como te sientes Merinda. -— Giovanni toma asiento al lado mío haciéndome entrega de una bandeja con zumo y comida.
Contemplo la comida como si fuera ella a comerme a mí. Suspiro pesadamente agarrando un trozo de pan con mantequilla.
Respondo aún sin poder salir de mi asombro.
Alzo despacio mis ojos hacia el hombre que me observa preocupado esperando una respuesta.
—- Estoy asustada. Según la doctora no tengo signo de que alguien haya abusado de mí. Pero hay inicios de que haya sido drogada.
-— ¿Drogada? Eso no puede ser. Yo mismo estuve allí en la fiesta al pendiente de tí. Y no me pareció ver nada sospechoso.
-— Entonces me puedes explicar que a qué debo la estancia en tu cama pedazo de capullo.
-— Porque no sé dónde vives, y si estas desnuda fue porque te manchaste el vestido.
Espera un momento. ¿Me estás tomando por un acosador?
—- Por gilipollas diría yo. Me vas ha volver loca. No sabes dónde vivo, si tienes mi dirección anotada en mi ficha de empleada. Y encima me despierto precisamente en tú cama. No te jode el otro, porque sospecho de tí.
-— ¡Qué dices! Escúchame con atención. Hasta hoy puedo tener cualquier mujer en mi cama, para eso no tengo ningún tipo de problema. Por lo cual, te digo que no me hace falta engañarte para tratar de complacerme. Además que placer voy a sentir si estás inconsciente.
Me da más morbo ver la reacción de mi pareja.
-— Calla, calla y deja de marearme con tus episodios pornográficos.
-— El caso que me has dejado preocupado. ¿Quién ha podido hacer algo así y porqué?
—- Giovanni, mírame y dime qué tú no has sido.
-— Te prometo que yo no he sido. Jamás haría una cosa como esa. Nunca se me ha pasado por la mente y no tengo ningún motivo para utilizar droga para sacar provecho de tí. Eso lo veo de personas que tienen la mente sucia con el propósito de sacar provecho a costa del padecimiento de una mujer inocente la cual le arruinará su vida.
—- Lo siento...Es que tengo miedo. —- De pronto siento mi piel fría, estoy aterrorizada con la idea de que alguien me pueda hacer algo.
Giovanni me estrecha contra su pecho apoyando su barbilla en mi coronilla, susurra cerca de mi oído que nada malo me va suceder.
Su protección me ayuda en cierta manera a sujetar mis gotas revoltosas.
El calor de su cuerpo es como un bálsamo para espantar mis temores. Me acurruco sintiendo en este silencio que nos une, la melodía de sus latidos.
Permanezco así durante un rato abrazada a él hasta que el deseo llama a la puerta de mi curiosidad por saber a qué saben sus besos.
Nos quedamos fijos, observándonos callados, ya basta con lo que nuestras miradas gritan mientras lentamente nos vamos acercando para intercambiar el sabor de nuestros labios.
Todo hay que reconocerlo, Giovanni besa muy bien. Y algo que me llama la atención, es que sus ojos están cerrados. No es como cuando lo he visto besarse con sus "amigas" siempre las ha besado con los ojos abiertos.
Dejo de pensar en tonterías, para cerrar mis ojos comenzando a degustar el exquisito beso que me proporciona y a la misma vez, me hace volar sin alas descubriendo lugares en el cielo que pensé que no existieran.
Nos separamos para tomar aire, me gusta mucho Giovanni, para qué voy a negarlo.
Él me muerde el óvulo de oreja haciendo «click» en mi pipitilla.
¡Madreee! Que una está para que le hagan un favor bien hecho y aunque trate de apagar este fuego me resulta imposible, ardo cada vez más por descubrir el mapa de su piel.
Vuelvo a besar a Giovanni, al final me voy a volver su seguidora por cómo besa y lo bueno que está.
Me dejo caer en la cama, siento su peso. Estoy preparada.
Pues sí, debido al tiempo que llevo sin echar una pólvora.
Dejo que sus labios recorran mi cuello.
En serio, este tío es todo un experto, no hace falta más que preguntarle a mi cuerpo como se lanza a él buscando la intensidad de sus caricias, navegar por el mar del halago envuelto en caricias abrasadoras.
En estos momentos me siento como una barbacoa. Y espero probar probar la salchipapa de Giovanni.
Mierda. Alguien toca a la puerta, y para colmo de males es el esperpento de mi madre. Será posible, ¿Es que no ha tenido otra oportunidad de venir que ahora que me iba a ponerme de faena?
—- ¡Uchs! Lo siento mucho muchachos no sabía que estaban...-— Será desgraciada. Si le brillan más los ojos que si le hubieran regalado un collar de diamantes.
Y yo me quedo quieta observando a la madre que me parió.
Giovanni se marcha dejándome sola con el Rosella.
-— Vaya, parece que he venido en mal momento. -— Es mirarla y darme cuenta del maldito error que iba a cometer.
—- ¡Qué va! Has llegado justo a tiempo. ¿Quieres algo?
-— Venía para comunicarte que mi plan está marchando bien. Pronto te convertirás en la señora Ferretti.
—- ¿Qué? ¡Tú lo flipas! Escúchame con atención. Lávate los oídos si es necesario. Yo no me voy a casar con Giovanni porque yo no soy como tú.
—- No me hagas de reír, si llego a venir diez minutos más tarde fijo que hubieras llegado hasta el final.
-— ¿Diez minutos? Con eso no tengo ni para empezar. Dame media hora y quizás si te puedo decir si llego o no hasta el final.
—- Deja de decir payasadas. Mírame y escúchame con atención Merinda. -— Rosella se acerca hasta a mí agarrándome del brazo. Sus ojos irradian fuego. -— Necesito que te cases con Giovanni porque yo necesito dinero. El maldito de su tío ha comenzado a controlarme y eso no me agrada pero tampoco quiero divorciarme, a estas alturas donde mi fama está cayendo, necesito seguir llevando mi vida de lujo y libertinaje.
Por eso te he buscado. Tú serás quién me proporcione el dinero que necesito.
-— ¡Para ya! ¡Cállate, por el amor si Dios! Estás loca. Te juro que estás para encerrarte. Jamás haré lo que me dices. De hecho, ahora mismo voy hablar con Giovanni y le contaré todo.
-— Quieta estúpida. ¿Sabes porqué estás en su casa, y en estos momentos su familia sabe de vuestro supuesto romance?
-— Estás mal de la cabeza, muy mal.
—- Yo fui la que te drogué para que él te trajera a su casa. Después me encargué que todo el mundo se entere de vuestra "relación" Cuando la familia de Giovanni sepa todo, a él no le va quedar de otra que casarse contigo. Y por lo que me ha contado, está muy interesado en tí.
-— Vete a la mierda. ¿Para eso me has buscado después de tantos años sin preocuparte por mí? ¿Para qué te sirva de prestamista?
Me caso con un millonario para que tú sigas derrochando dinero sin importante si sufro o no comiéndome todos los marrones por tú culpa.
Pues sabes lo que te digo. Qué ten morcilla. Yo no haré tal cosa.
Ponte a trabajar como todo el mundo.
Mi madre empieza a reírse a carcajadas como si se le hubiera ido el juicio.
Ya más calmada, me vuelve ha amenazar. Pero en esta ocasión es con mi padre.
No quiero seguirle el juego. Si demuestro miedo, ella sabrá mi punto débil y ahí será donde me utilice para que haga lo que me está pidiendo.
A pesar de mostrarme fría, segura de mí misma, retándola con la mirada y si es necesario le tiro de los pelos.
Bueno lo último he exagerado.
Aún así, ella está dispuesta a todo. Sí o sí debo de obedecer sus órdenes.
Una llamada de mi padre hace que todas mis defensas desaparezcan.
La panadería de mi padre ha salido ardiendo esta tarde.
Cuando mi padre volvió al negocio, los bomberos estaban terminando de apagar el fuego.
Escucho a mi padre sollozar, maldecir y agradecer por no haber habido nadie en ese momento.
Dejo caer mi gota de amargura y de odio hacia la mujer que está enfrente mío.
No me cabe la menor duda de que haya sido ella quien le haya hecho esa atrocidad a mi padre.
Acto seguido, me anuncia como su maldad no tiene precio. Si sigo negándome, la próxima vez le hará algo a Dania volviendo a intentarlo contra mi padre.
Obviamente, me tenía en sus manos. Estaba acorralada, qué podía hacer si las personas que más quiero están en peligro por una loca que solo piensa en ella sin importarle en absoluto los sentimientos de los demás.
-— ¿Porqué me haces todo esto? ¿Acaso nunca me has querido? -— Pregunto entre sollozos.
Ella se voltea, toma una bocanada de aire, sin mirarme a los ojos me dice que solo soy el recuerdo de lo que pasó aquella época donde enamorada de mi padre, se convirtió en su amante donde él se encargaría de humillarla, pisotear su orgullo dejándola marcada para toda su vida.
—- Pero...¿Qué culpa tengo yo? Soy tu hija, sangre de tu sangre. Tú me diste la vida.
-— Si estás viva es gracias a tus abuelos que insistieron en que te tuviera. Y para colmo de males, te pareces físicamente a él.
-— Pero quién es mi padre. Nunca me lo has dicho.
-— Eso ya da igual. Él murió hace unos once años y jamás quiso que reconocerte como su hija. Por supuesto él ya tenía un hijo y una mujer que adoraba. —Roselle ríe irónicamente.
A continuación, se voltea de nuevo para recordarme el chantaje emocional en el que me he visto sometida y todo por su maldita ambición al tratar de llevar una vida de lujos a costa de otros.
Ella se marcha dejándome sola y temblando.
Aún no he podido salir del shock del cual me he visto sin pedir permiso. De hecho, yo no quiero lastimar a nadie y mucho menos a Giovanni. Pero tampoco quiero que les suceda nada malo a las personas que amo.
Evito hablar con mi padre sobre este tema a pesar de su insistencia de saber si estoy bien.
Miento fingiendo una sonrisa para que mi voz suene tranquila cuando en verdad me estoy destruyendo por dentro por no poder revelarle la verdad a mí padre.
Los días iban pasando y el empeño de mi madre por verme casada ya era todo una realidad.
En apenas un mes, me encuentro aislada en Italia donde mi madre ha comenzado con los preparativos de la boda ya es todo un hecho.
Aún puedo recordar cuando llegué a Nápoles junto a Giovanni y me presentó a su familia.
Su madre es una mujer agradable a primera vista pero me da la intuición que es algo desconfiada.
Su padre es más serio que la bragueta un cura. Es educado, recto y a mí desde luego se ve que no me acepta.
Su hermana, es algo más simpática y la única que me ha mostrado algo de cariño desde que vine a la mansión de los Ferretti.
Estar en este lugar, es sentirme como Rapunzel. Salvo que yo no tengo un pelo tan largo y mi príncipe no es precisamente aquel que yo pensé.
Giovanni me desveló hace unos días cual es el motivo por el cual quiere contraer matrimonio conmigo.
Todo por el interés y el maldito dinero. Otro igual que mi santa madre, solo desean llevar una vida fácil, acostumbrados a estar en la cima les resulta muy difícil mirar hacia abajo y ver que desde abajo la gente normal como yo, trabajamos duro para intentar escalar en la vida. Por supuesto, no elegimos lujos, tan sólo tener dinero para que nada nos falte adaptándonos a nuestras necesidades.
Ya no podía soportarlo más, todo aquello podía conmigo misma. Era demasiada presión y me sentía utilizada. Nadie me había preguntado cómo estoy, salvo mi padre, Dania y Nahuel. El cual me cuenta cómo van las cosas con Dania.
Me hace muy feliz que mis dos amigos se estén conociendo y por fin Dania le haya dado una oportunidad al amor.
Aunque ella no quiere hacerme sentir mal contándome lo dichosa que es, yo me alegro muchísimo por ella.
Por ello, esta noche he decidido hablar con mi amiga contándole la verdad.
Dania me conoce demasiado bien cómo para no presionarme para que le diga lo que sucede.
Me encuentro sentada en un banco del jardín, dentro de la casa hay una especie de reunión familiar.
Lia, la hermana de Giovanni, me había contando con sinceridad sobre el asunto de nuestra supuesta boda.
Al parecer, sus padres no quieren que Giovanni se case con alguien de mi clase. Desean que lo haga con una mujer de su misma condición social, de esa manera estarían evitando que su hijo sea el haz me reír y el punto de críticas de sus amigos y familiares.
Resumiendo, que así no haría el ridículo por haberse casado con una mujer que encima trabaja para él.
Por eso, me encuentro sentada al borde de mis lágrimas contándole todo a Dania.
Ella me escucha en silencio, incluso cuando sollozo ella trata de consolarme.
No puedo más, me desvanezco preguntándome qué culpa tengo de todo esto y soy la que peor parada está saliendo de toda esta historia.
Dania me hace prometer que nada más solucione un problema que le ha surgido en la empresa viajará para reunirse conmigo.
Trato de evitarlo. Pero ella insiste en que nunca me va dejar sola en mis peores momentos.
En ese momento, se corta la comunicación.
Caigo de nuevo en un mar de lágrimas, miro hacia el cielo como si eso fuera a tranquilizarme.
-— Merinda, ¿Porqué lloras? -—Giovanni me entrega un pañuelo, acto seguido me abraza estrechándome contra su pecho. Dónde sin poder evitarlo mi llanto es más fuerte que yo misma.
—- Siento que tengas que verte en esta situación Merinda. Pero te prometo que cuando todo esto acabe y me padre me dé la fortuna que me corresponde, yo te compensaré.
-— Giovanni, personalmente yo no comparto tú manera de ver la realidad. El dinero no lo es todo.
Quizás puedes comprar una cama, pero no el sueño. También puedes comprar un reloj muy costoso, pero no el tiempo. Puedes comprar un libro, pero no la inteligencia.
También puedes comprar una posición, pero no el respeto.
Puedes comprar medicinas, pero no la salud. Resumiendo, puedes comprar todo lo material que tú quieras. Pero nunca podrás comprar el amor.
-— Meri, en estos momentos siento que soy avaravioso. Sin embargo, no conozco otra vida. Yo siempre he tenido de todo, bajo una responsabilidad y ahora ha llegado el momento que obtenga lo que por tantos años me ha costado luchar. Tener la confianza de mi padre y que éste me dé lo que es mío. Sólo debes prestarte a ser mi esposa durante un tiempo, le daremos un nieto y todo resuelto.
-— ¿Qué dices? ¿Un hijo? ¡Ay, mamá que me da lo que me no me daba de joven! ¿Pero a tí te falta medio verano, o es que no tienes las luces completas?
—- Tampoco te pido mucho.
-— No qué va. Un hijo es como que vas a comprarme un coche.
Vamos no me jodas hermoso. Eso sí que no.
Además estoy pensando que me largo de aquí. Ya no quiero seguir con esta farsa, me siento mal Giovanni por tener que mentir a tu familia y para colmo ellos no me aceptan.
Lo mejor que podemos hacer, es fingir una ruptura y cada cual por su camino.
-— Lamento decirte, que ya no hay vuelta atrás. En dos semanas serás mi esposa. Todo está preparado para nuestro enlace, y aunque debemos fingir ante mi familia, después volveremos a España y todo esto habrá terminado.
-— No creo que todo sea tan fácil como quieres pintarlo. Prefiero que tú familia me odie de por vida, a tener que disimular una cosa que no siento.
-— ¿Acaso no te atraigo? -— Sus manos descansan en mis hombros, sus ojos claros lucen como dos brillantes acompañado de una sonrisa suave y tierna.
Guardo silencio sin apartar mi vista del hombre que tengo delante devolviéndole una cálida sonrisa.
Giovanni me abraza estrechándome fuerte contra su pecho.
-— Entiendo lo difícil y en la complicada situación que te he puesto. Quiero que sepas que no te voy a dejar en ningún momento sola, voy a defenderte ante mi familia en el caso que ellos se opongan. Te quiero Merinda.
-— Giovanni no me digas eso que voy a terminar por creérmelo.
—- Meri, debes creer en el amor cuando alguien llegue a ver tú alma, te acepte tal y como eres y te entienda con tus atributos y defectos para que te aprecie y te aliente para que cuide de tí ayudándote a ser feliz. -—Alzo mis ojos de nuevo contemplándole percibiendo como una sacudida en mitad de mi pecho.
Vuelvo a apoyar mi mejilla en su pecho escuchando los latidos de su corazón, me pregunto si en verdad Giovanni está enamorado de mí o todo esto lo hace para conseguir que su padre le dé la fortuna que dice que le pertenece.
-— Giovanni tengo algo que decirte. -— Decido que es mejor que sepa todo Giovanni. Quizás contándole lo que
pasa me podré librar de casarme con él y volver de nuevo a mi casa para estar con mi padre. Cuando lo echo de menos.
Comienzo a contarle a Giovanni que relación hay entre Rosella y yo, y el chantaje emocional que he sido obligada y cuáles son sus intenciones.
Termino de hablar, Giovanni permanece en silencio mirándome con odio.
Siento un nudo mudo formarse en mi garganta, mis ojos empiezan a picarme, pestañeo para no mostrarme débil.
Miro al frente, nerviosa ante el inmenso silencio que nos rodea.
Harta de esperar, decido levantarme y pregúntale si no me va reprochar nada.
Él, me mira algo mosqueado en silencio, acto seguido se levanta metiéndose sus manos en los bolsillos me dice que lo he dejado sin palabras.
-— Qué quieres que diga o haga Merinda. Estoy sorprendido, jamás hubiera pensado que Rosella llegase con su ambición a tanto y más utilizar de esa manera a mi familia. Y hasta su propia hija hace lo mismo.
-— Te estás equivocando. Yo no soy como ella. Tampoco quiero serlo. Quiero irme con mi padre y olvidar todo esto. No te quiero Giovanni, déjame que me vaya por favor. Terminemos con esta falsa.
-— Si de mí dependiera ahora mismo te compro un billete y te vas. Pero no puedo dar marcha atrás en mi decisión. Lo siento mucho.
-— Por favor Giovanni, déjame irme. No quiero seguir adelante con todo esto nos va destruir.
-— No puedo Merinda, creerme cuando te digo que ya no puedo ponerme delante de mi padre y decirle que ya no quiero casarme. Entonces sería mi fin, mi familia me despreciaría y mi padre dejaría de llamarme hijo. En mi familia como has podido ver, las costumbres se deben de cumplir, la obediencia es la prioridad principal.
Guardo silencio durante unos instantes, desesperada por intentar buscar una manera de poder hacer de entender a Giovanni que toda esta farsa no nos va llevar por buen camino.
Mis esfuerzos son inútiles, nada puedo hacer salvo seguir fingiendo ser la prometida de Giovanni.
Mostrarme feliz y enamorada cuando estamos delante de gente y en la intimidad actuar como dos desconocidos.
Tengo sospechas que Giovanni piensa que soy como mi madre. No me ha dicho nada, pero se ve por la manera de alejarse disimuladamente de mí.
Ya no viene hasta mí habitación para saber cómo estoy. Ya no hablamos o damos un paseo a solas como antes.
En cuestión de días todo se ha ido desmoronando.
Mi madre no hay día que me recuerde lo que debo de hacer. De hecho, mi padre está teniendo problemas con el seguro para que le puedan pagar los daños del incendio.
Mañana me caso, y eso me desgarra el corazón al sentirme tan sola y torpe por no saber encontrar una solución.
Por lo que no me queda de otra que hacerme un ovillo en la cama y pensar.
Harta de plantearme qué debo hacer, llamo a mi padre.
Entre sollozos, le cuento toda la verdad a mi padre.
Mi padre se enfada conmigo por haberle ocultado todo.
¿Qué esperaba? Mientras él me preguntaba yo le mentía.
Ahora debo hacer frente a las consecuencias y contar las horas para ser mañana la mujer de Giovanni.
Menuda boda, esto no es por lo que siempre he estado soñando desde niña.
Al menos me merezco algo de felicidad no tanta tristeza.
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