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Capítulo 2

Dania:

Mi vida a día de hoy es demasiado... Cómo decirlo. Rutinaria o evitando querer ver la realidad que se forma ante mis ojos.
No ha habido día en que no llore por la desaparición de Jared.
Trato de evitar mis horas recordando los momentos dulces que pasemos juntos mirando a mis hijos lo grandes que ya están para acabar pensando en todo lo que se está perdiendo Jared.
Sin embargo, la misma pregunta sigue plantada en mi cabeza.
¿Dónde está? ¿Está vivo o muerto?
Nadie me da respuesta alguna.
Temo pensar en lo peor y por ello trato de consolarme con la idea de que algún día volveremos a vernos.
Ese pensamiento, empieza a borrarse lentamente junto a la posibilidad de poder verlo vivo.
Ya han pasado cuatro años. Años de lucha por mover cielo y tierra por querer saber qué fue exactamente lo que ocurrió aquel día para que nadie sepa dónde se encuentra.
Hubo varios desaparecidos, gente herida y algunas víctimas quedaron sus cuerpos irreconocibles.
¿Qué debo pensar? ¿Cómo puedo seguir adelante con mi vida sabiendo que en alguna parte está el hombre que amo?

El mundo cae sobre mí, los sollozos me acompañan en este calvario que parece no tener fin.
Soy consciente de que mi dolor no debe influir en mi vida, tengo más que suficientes motivos para seguir luchando enfrentándome a cada obstáculo.
Mis hijos y por mí misma.

En este momento mientras seco mi cabello húmedo, veo que se acerca Meri, ella como siempre me apoya contándome algún chisme de su trabajo, consiguiendo que me olvide por un momento de las malas vibraciones.
De pronto, siento la necesidad de contarle a mi amiga lo que llevo callando desde mi regreso de Shanghai.
Nahuel Yorals. Ese nombre que no puedo arrancarme de mi mente.
Y que por algún motivo, no puedo dejar de pensar en esos ojos azules tan parecidos a los de Jared.
Pienso que me estoy volviendo loca.

— Al paso que llevas vas acabar en un loquero tu solica.

— ¡Ah! ¡Qué susto! Estaba hablando en voz alta.

— A ver, explícame quién es ese galán que te trae por el camino del calvario.—me volteo para mirar a Meri soltando despacio el aire en mis pulmones.
Ella, sigue mirándome con una sonrisa maliciosa, me conoce demasiado bien para saber que no puedo guardar un secreto por mucho tiempo.
Algo tímida empiezo a contarle sobre el nuevo inversor que tanto me llamó la atención en Shangahi.
Comienzo a describirlo, cuando de pronto guardo silencio volviendo a recordar el momento cuando él me sostuvo la mirada sonriendo haciéndome sentir hermosa. Inmediatamente sentí creer estar en el paraíso. Solo nos observábamos en silencio, perdiéndome en su mirada, en aquellos ojos que me decían mucho más que sus labios.
Seguía mirándole descaradamente, todo de él me atraía. Desde su manera tan eficiente de hacerme temblar, hasta esa seguridad en sí mismo convirtiéndola en ególatra.
Todo en él me fascinaba, y aunque podría decir que estuviera un poco loca, notaba como alteraba mi corazón sin apenas tocarme.
Fue un impacto volver a sentir algo así  por un hombre.
Pienso que ya hasta altura de mi vida ya no debo de llorar dándome pena a mí misma consiguiendo que las demás personas me vean una mujer débil.
Me levanté, sí, lo hice sabiendo que desde lo más profundo  puedo volver a  caer y dónde ya imaginaba  que no iba a salir nunca. Tuve que conciénciarme que hay que dar la cara a mis errores para así convertirlos en lecciones.
Aún siento amor por Jared. Aunque no esté conmigo, puedo llegarlo amar perturbando mi vida.
El tiempo pasa, y tampoco quiero que mi corazón esté frío, necesito sentir que le importo alguien, que gracias a ese sentimiento puedo salir a la superficie, dándome una sensación gloriosa.
Porque eso fue exactamente lo que me hizo sentir Nahuel.

Pero no estoy tan loca como para pretender comprarlo con Jared.
Él es un hombre distinto, alguien que no conozco y pienso que ya no volveré a ver.
Y si lo llegase a ver, sería prohibido.

Terminada la conversación con Meri, me pongo mi pijama y me meto en la cama. Necesito dormir lo suficiente para poder estar fresca para mañana.
Me espera una reunión y temo que va ser demasiado pesada.

Nada más dejar a mis hijos en el colegio, me dirijo hacia la oficina. Debido a unas obras en la carretera, mi día al parecer comienza mal.
Lo que menos soporto es el atasco y llevo ya llevo diez minutos parada, comienzo a inquietarse,   porque voy llevar a tarde a la oficina.
Llamo a Bertín comunicándole lo que me ocurre.
Él, como siempre trata de ayudarme haciéndose responsable de la reunión.
Golpeo el volante maldiciendo, porque al parecer la buena suerte no se hizo para mí.

Cómo era de esperar llego tarde. Por un lado me agrada la idea de ser la jefa, así nadie me culpará de incorporarme al trabajo con retraso.
Por otro lado, la responsabilidad es mayor, y el haber llegado tarde supone una perdida para seguir manteniendo negocios con otras empresas.

Apurada, casi sin aliento llego a mi oficina. Antes de entrar me encuentro con Bertín.

— Dania me alegro mucho de que al fin hayas podido llegar. El señor Yorals te espera desde hace horas.

— Pero...¿No lo has atendido tú?

— Sí, pero dice que con quién quiere tratar es contigo. Este hombre se gasta un carácter muy fuerte. Ten cuidado Dania.

— Tranquilo Bertín, no te preocupes ya me ocupo de él. Cualquier cosa te llamo de inmediato.

— Estaré al pendiente. — Sin decir nada más, asiento con mi cabeza y paso ha mi oficina.

Nada más poner un pie en la oficina, siento un golpe de nervios formándose en mi estómago. Camino despacio parándome en seco al ver al hombre que me ha tenido días pensando en él.
Sin saber como, una extensa y agradable emoción recorre mis venas nada más fijar mis ojos en él.
Solo puedo describirlo con dos palabras. Arrogante y sexy.

— Buenos días señorita Prato. ¿Llega un poco tarde a la reunión?, la cual debió empezar hace un buen rato

— Perdón, pero he tenido problema con los atascos y no he podido acudir antes. Según le ha dicho mi abogado, la reunión será en dos días.

— No tengo tiempo de esperar por su falta de profesionalidad. Si estoy esperando es porque... — En mitad de la discusión Nahuel decide cerrar la boca dándome la impresión de que algo oculta.

— Ya le he pedido disculpas. Y si me ha esperado, entonces comencemos con la reunión. — Trato de ser comprensiva entre un mar de emociones negativas.
Nahuel sigue observándome en silencio. Su silencio me preocupa, y al mismo tiempo me pone nerviosa.
Saco mi carácter, por nada del mundo voy a dejar que nadie me avasalle.
Tomo asiento detrás de mí escritorio sacando a la vez el material necesario para dar comienzo con la reunión.

Admito que Nahuel tiene un aura de misterio que lo envuelve dejando ver a un hombre frío y calculador.
Su belleza es altamente exagerada, para no variar comienzo a pensar en Jared.
Me enfado  conmigo misma.
¿Porqué demonios tengo que pensar en Jared precisamente ahora?
Nahuel es distinto físicamente a Jared, pero me atrae de la misma forma que lo hizo él.

Decido levantarme y tomar un vaso de agua, necesito con urgencia poner mis ideas en línea y no irme por la tarjente. Al final, tendré que ir a visitar al psicólogo.

Él toma asiento delante mío con mucha elegancia, hasta la manera de desabrocharse el botón de su chaqueta me resulta hasta sensual.
¡Dios mío! Qué estoy pensando.
Será que lleve razón Meri y necesite un hombre en mi vida.
Centro mi atención en los papeles evitando perderme en su mirada azulada.

Comienzo  hablando tratando los intereses mutuos de cada empresa.
Nahuel me muestra los datos necesarios para tratar de convencerme de que en verdad quiere invertir en mi empresa y cuál ha sido la razón por la que se ha inclinado en querer ser mi socio.
Hago un mohin de desaprobación. Tengo varios socios trabajando para mí empresa, pero ninguno me transmite tanto escepticismo como él.
Reviso los documentos que me
ha hecho entrega tomándome tiempo en leerlos.
No tengo prisa en darle una respuesta. Por lo cual,  decido tomarme mi tiempo para plantearme si quiero o no que sea mi socio.
Pienso, que volver a verlo no será posible. Al parecer, él viaja mucho por distintos países comercializando su proyecto de medicina.
Según lo que me relata, y puedo leer en la información contenida en los documentos,  los recientes descubrimientos de medicina,  las personas con problemas en su piel ya pueden operarse sin necesidad de gastarse una fortuna. Anteriormente solo tenían acceso las personas que disponían de  grandes fuentes de ingresos.
Ahora, tras el último descubrimiento, existe la forma de poder tratar a las personas que tienen algún problema en su piel, como bien sea quemaduras, cicatrices, manchas de nacimiento, reconstrucción de rostro.
Todo me parece increíble, había oído hablar de estos temas anteriormente.  Según me informa Nahuel, solo disponían de estos medios de operaciones y tratamientos muy pocas  clínicas en los EE.UU. y los tratamientos eran muy costosos.
Ahora, después del gran trabajo del médico cirujano e investigador el doctor Wash. Varias clínicas han comenzado a tratar a pacientes con pocos recursos dándoles la oportunidad de tener una mejor calidad de vida proporcionándoles tratamiento adecuados a su enfermedad de piel.
Toda información que recibo, me parece extraordinaria. El poder tener la oportunidad de ayudar a las personas más necesitadas, hace que de el paso estrechando la mano de Nahuel, afirmando mi deseo por ser socios, dándome la oportunidad de conocer otros campos en el mundo empresarial. Cómo es la medicina.

Acto seguido, tras hablar durante un rato más sobre negocios, debo de reconocer que me siento más tranquila.
Incluso ya no me siento torpe ante la presencia de él.

— Debo disculparme, me acaba de llamar Sophie, debo marcharme. — Nahuel se levanta con demasiada elegancia para mí gusto.
Nuevamente nuestras miradas se cruzan. Sin poderlo evitar le sonrío percibiendo un constante hormigueo por mí tripa acompañado por un galope ligero de mis latidos.

— De acuerdo. Nos veremos en otro momento. — Mi torpeza vuelve aparecer. ¿Qué me está sucediendo para actuar como una adolescente?

— Ya le avisaré cuando puedo reunirme contigo. — Nahuel se gira sobre sus talones y se marcha dejándome descompuesta en mil dudas y reproches que me hago yo misma.

Nada más irse, me dejo caer en el sillón golpeado con la palma de mano mi frente achacando mi manera de comportarme tan idiota.
O tal sea que mi problema está en pensar una cosa, y sentir otra, terminando por decir algo que no pienso, viendo lejana la posibilidad de sentir unas ilusiones creadas por mí misma.
Definitivamente,es imposible todo el efecto que me hace sentir Nahuel.
Puede que mi mente me esté jugando una mala pasada al tratar de compararlo con Jared.
Siento que debo de asumir de una vez por todas la realidad. Jared no va volver.
Y si lo hiciera, ¿Cómo podría afrontar de nuevo tenerlo delante mío cuando mi vida ya ha cambiado?

Debo de razonar, quitar este bloqueo en mi mente y arrancar de una vez por todas las cuerdas que me atan al amor que siento por Jared.
Anhelo que alguien me vuelva  hacerme sentir vulnerable, pues el amar no es querer ocupar el lugar de alguien. Sino ir creando un lugar que nadie más pueda ocupar.
Jared ocupa su lugar, y si quiero volver a enamorarme, debo dejar espacio en mi corazón para dar la bienvenida a un nuevo sentimiento.

Comienzo a recoger mis cosas, debo apresurarme para ir a recoger al colegio a los niños.
Hablo unos minutos con Bertín antes de marcharme, cuando éste me informa que esa misma noche debo de asistir a una cena.
Ruedo mis ojos pensando en lo duro que supone ser la jefa.

Al ver que llego tarde al.colegio, salgo deprisa del edificio cuando me topo con alguien cayendo los papeles al suelo.

— Disculpe no lo había visto. — Pronuncio sin apenas ver la cara de la persona con la cual me he tropezado.

— No pasa nada. La próxima vez, debes ir más despacio. — Su voz suena de nuevo muy cerca de mi oído casi como un susurro.

Los dos estamos agachados, a muy pocos centímetros uno del otro. Puedo ver mi rostro reflejado en sus añiles luceros. No solo me quedo contemplando su mirada, también miro sus labios notando mi corazón desbocarse.
Inmediatamente, me recompongo disimulando serenidad y calma.
Vuelvo a disculparme comenzando a caminar hasta mi auto.

Perfecto, ya estoy a salvo. ¿A salvo de mí misma o de la atracción que me produce Nahuel?

Me quito esa idea de la cabeza. Además él está casado o tiene pareja, así que yo no tengo nada que hacer.
Comienzo a conducir hasta el colegio de los niños.
Como novedad, hoy mis hijos no se han metido en ningún lío.
Llevo a Pablo a natación y después a Daniel al fútbol.
Mientras espero que termine Daniel su entrenamiento para ir a buscar a Pablo habló con algunos padres sobre el próximo partido, que se jugará el domingo.
De pronto me acuerdo del evento de esta noche.  Llamo a Meri para decirle que debo asistir a una cena importante.
Al escuchar su voz apagada, me percato de que algo le esté sucediendo.
Prefiero no preguntarle hasta que vernos en casa.

— Mamá, ¿tienes que ir otra vez de cena? — Miro en silencio a mi pequeño. Su carita triste me pide que cambie de opinión. Nada tengo en este mundo más que a mis hijos y para nada deseo verlos tristes.

— Iba a ir. Llamaré a Blas para que sea él quien acuda en mi nombre.
Yo prefiero quedarme en casa con ustedes.

— Y...¿Porqué no vamos a cenar al KFC? Me apetece comer algo de pollo.— Nada me hace más feliz, que presenciar la alegría de mi hijo.

— Me parece perfecto. — Sonrió mirando a mi hijo el cual me devuelve una mirada brillante llena de ilusión y cariño.
Adoro a los gemelos, me dan muchos dolores cabeza por lo traviesos que son. Sin embargo, no me gusta ver la desilusión reflejada en su mirada..
Mi mayor reto y por lo que me esfuerzo diariamente, además de  hacer de padre y madre, es conseguir ver a mis pequeños felices.

Nada más llegar a la piscina para recoger a Pablo, veo que alguien me hace un gesto con las manos.
Centro mi vista en la silueta femenina adivinando quien puede ser.
Me aproximo unos metros y veo que te trata de Sophie.
La muchacha, alegre luciendo un bikini en su delgado cuerpo viene hasta mí para saludarme.
La muchacha me cae muy bien. Se ve que es buena persona y muy divertida. A los gemelos le ha caído muy bien, tanto, que ha decidido acompañarnos a cenar.

Hablar con Sophie me pone contenta, al mismo tiempo me hace sentir mal por haber puesto los ojos en su pareja y más cuando la escucho como me cuenta anécdotas de los viajes que hacen juntos.
Percibo una fuerte desilusión, al haberme enterado la buena relación que hay en Sophie y Nahuel.
Para ella simplemente son amigos. Para mí, con derecho. Solo hay que verla como rebosa felicidad hablando de Nahuel.
Y eso provoca que mi caída sea mayor y dolorosa.
Aunque por otro lado ha sido mejor así. Si hubiera seguido jugando con fuego, yo solo me hubiera quemado y para nada quiero meterme entre una pareja.

Nada más terminar la cena, nos despedimos de Sophie para ir a casa.

Donde nada más llegar veo que abre la puerta Meri desganada arrastrando el bolso por suelo saliendo de su boca blasfemias.

— Meri, hablas peor que la Florinda la choni. ¿Puedes corregir tus modales aunque sea delante de los niños?

— Te juro Dania, que acabo de conocer al primo segundo por parte de padre de satanás.

— Explícate. Porque no me entero de nada.

— Te explico. Toma asiento, sirvete una tónica y verás cuando te cuente lo que me ha ocurrido lo vas ha flipar.

— Pues espera a que te cuente yo lo me está sucediendo. Segura estoy que me vas ha decir que vaya al loquero.

— No creo que la cosa sea para tanto. Espera ha escuchar mi historia y después la comparamos con la tuya.

















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