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Nueve

Kyle

Nada más entrar en el aula de Química del instituto Góngora, respiró profundamente con felicidad. 

De vuelta a su lugar favorito en la tierra.

Esa clase había visto como sus mezclas eran un éxito, pero sobre todo había visto como sus experimentos fracasaban y saltaban por los aires. Más de una vez se ganó una buena reprimenda por parte del director, que sorprendentemente era más comprensivo que el resto de sus amigos. Dan era demasiado exagerado, tampoco le habían explotado tantas cosas ni tuvieron que rescatarlo tantas veces de sus explosiones. ¿Qué científico no sufría un par de pequeños incidentes mientras experimentaba?

¿Qué una vez creó un humo tóxico que casi los mata a todos? Bueno sí, pero tampoco había sido para tanto. Un poquito de oxígeno y todos tan sanos.

Aunque bueno, hasta él tenía que reconocer que esa vez quizás si se le había ido todo un poco de las manos. La pobre Ann había acabado inconsciente por su culpa. Bueno, posiblemente sí que había sido para tanto, si ahora mismo causase una explosión que hiciese daño a Ann se sentiría bastante angustiado. No quería que ella se hiciese daño por culpa de su inconsciencia a la hora de mezclar cosas.

Resopló y miró a Nayra de reojo y la vio colocando las probetas según su tamaño.

En su vida se había planteado tener un aprendiz. Bueno, para ser sinceros ni se lo planteó nunca, ni jamás pensó que alguien estuviese interesado en ser su aprendiz. Entre su personalidad tímida y que era famoso por crear explosiones involuntariamente, el número de personas que lo querían cerca en Góngora, era bastante reducido. Así que se sorprendió bastante cuando Nayra se plantó en su casa y empezó a rogarle ser su alumna, algo a lo que se negó en rotundo.

Pero después de que Nayra lo persiguiese durante toda una tarde, decidió hacerle un test rápido sobre sus conocimientos químicos. Para su sorpresa, Nayra contestó todas sus preguntas correctamente e incluso tuvo el descaro de hacerle preguntas a él. Luego se disculpó por ser tan osada y le agradeció que la tomase como discípula.

La volvió a mirar y se dio cuenta de que lo observaba expectante con una libreta y bolígrafo en sus manos. ¡Ah es verdad! Estaba empeñada en hacer una especie de quita manchas, se lo estuvo contando mientras iban hacia Góngora.

Bueno pues, manos a la obra.

― ¿Escuchaste una explosión? ―preguntó Nayra en voz alta y él negó con la cabeza mientras seguía escribiendo fórmulas en la pizarra―. Estoy segura de que escuché algo, voy a mirar.

― Vale―respondió sin apartar la mirada de la pizarra.

Él no había escuchado nada, pero si Nayra quería ir a mirar bien por ella. Él estaba demasiado ocupado intentando dar con la combinación correcta. Después de revisar lo que había escrito, caminó hasta su mesa donde se puso a mezclar probetas.

Vale, según sus cálculos la probeta verde debería servir para limpiar la piel, la roja la ropa, la naranja las superficies. Eso si sus cálculos y mezclas eran correctas.

Escuchó que Nayra regresaba y al parecer acompañada de alguien, pero le dio igual y siguió examinando sus mezclas hasta que le pareció oír la voz de Ann. Así que se volteó rápidamente para ver como ella lo saludaba con alegría antes de quitarse el suéter y meterlo en el barreño que tenía una entusiasmada Nayra.

¿Por qué estaba Ann ahí?

La vio acercarse y sentarse tranquilamente a su lado mientras él la observaba con curiosidad, ¿por qué estaba llena de grasa? Con nerviosismo y cuidado le quitó del pelo un trozo de plástico mientras ella le respondía contenta que seguramente era alguna parte de una bicicleta eléctrica. Él entrecerró los ojos un poco preocupado antes de coger de la mesa un paño y echar un par de gotas de la probeta verde para comenzar a limpiarle el rostro.

― Si no te quitas la grasa ya, luego te costará mucho―dijo con mucha timidez y sin entender ni cómo ni por qué estaba haciendo eso. Ann asintió lentamente y lo observó con esos preciosos ojos azules que tenía, y él agradeció tener el rostro oculto bajo su capucha, sentía que se le estaban sonrojando hasta la parte de atrás de las orejas―. Ya está. Esto... nada más llegar a casa deberías lavarte el pelo.

Okey! Good! Yes! Digo vale―respondió Ann de manera nerviosa algo que lo hizo sonreír, era muy graciosa cuando pasaba del inglés al español. Ladeó la cabeza y se quedaron mirándose hasta que un grito de Nayra lo sobresaltó.

Ambos miraron hacia Nayra que refunfuñaba sobre el barreño de agua.

― Te compraré otro suéter lo prometo.

¡Oh mierda! Esa declaración no indicaba nada bueno.

Ann y él caminaron hacia Nayra, pero a diferencia de Ann, él ya sabía lo que iba a encontrar. Un suéter completamente destruido. Nayra empezó a pedirle disculpas a Ann que parecía entre asombrada e indignada por su suéter y él se sintió un poco culpable. No había podido evitar ese desastre, ¿eso significaba que era un mal profesor? ¿Debería comprarle a Ann un suéter por ser en parte responsable de romper el suyo?

Se acercó a Nayra y ella comenzó a disculparse, a la vez que entraron en un debate sobre lo que podía haber ido mal.

― Yo me quedo y limpio, vosotros id a casa―dijo Nayra de repente y él lo miró extrañado. Nayra parecía algo frustrada así que la entendió, su primer experimento había sido un fracaso. Entendía que quisiera quedarse sola con sus pensamientos.

Así que volteó hacia Ann que lo miraba fijamente, ella pestañeó un par de veces y sin saber cómo acabó asintiendo antes de irse a recoger sus cosas. Se despidieron de Nayra a la que le dijo que no se culpase por lo que había pasado y se marcharon.

Caminaron durante unos minutos sin evitar mirar a Ann de reojo en todo momento. Parecía estar muy concentrada en algo, además de que estaba teniendo frío. ¿Y ahora qué hacía? Estaba pasando frío en parte por su culpa. ¿Y si pillaba una neumonía? Matt lo mataría. Ya lo veía acusándolo de casi matar a su hermana.

Volvió a ver como Ann se frotaba los brazos y decidió que tenía que hacer algo por Ann. Pero no tenía nada con lo que pudiera abrigarse salvo...

― Esto...―dijo deteniéndose y quitándose la sudadera para ofrecérsela a Ann―. Te estás congelando y por culpa de Nayra no tienes con lo que abrigarte

¿Por qué Ann lo miraba tan raro? Mmm... a lo mejor se estaba pasando y no debería ofrecerle su sudadera. ¿Pensaría que estaba siendo demasiado atrevido? Nervioso miró la sudadera y luego a Ann, si no la aceptaba se moriría de vergüenza. Por suerte, cuando estaba empezando a sentirse desesperado Ann levantó la mano y cogió la sudadera. Por lo que sonrió aliviado, se acababa de quitar un pequeño peso de encima.

Thank you ―respondió Ann lentamente mientras se ponía la sudadera―. ¿Qué tal me queda?

¿Qué que tal le quedaba?

Estaba preciosa.

De hecho, se arrepentía enormemente de haberle dado la sudadera. Parecía un ángel caído del cielo, con su largo y liso cabello rubio cayendo por encima de la sudadera de un color verde, que por algún extraño motivo resaltaba su figura. Para peor, Ann metió las manos en el bolsillo delantero de la sudadera y se acercó a él mirándolo fijamente con esos grandes ojos azules.

Tragó nervioso y se quedó mirándola hasta que ella pestañeó curiosa, por lo que le tapó la cara con la capucha antes de empezar a andar con nerviosismo.

No había sido buena idea darle su sudadera, él estaba sin protección y ella se veía preciosa.

― Pero ahora tú tendrás frío.

― Pero mejor yo, que tú―respondió con sinceridad―. Sólo vamos rápido, que siempre que me quito la sudadera tengo la sensación de que me observan.

No creía que fuera cierto, pero no le gustaba estar tan expuesto. Se sentía muy indefenso sin estar oculto bajo su capucha así que no le gustaba mucho estar sin ella. Aceleró el paso para regresar cuanto antes a casa y también para dejar de ver cuanto antes a Ann con su sudadera. Sin embargo, la rubia lo tomó de la mano por sorpresa y lo obligó a correr a toda velocidad.

¿Estaban siendo perseguidos o qué? ¿A qué venía tanta prisa? ¡Que él no era bueno huyendo!

― No puedo más―murmuró una vez que llegaron al parque Lorca, estaba sudado y exhausto y le costaba respirar horrores. Se apoyó en la pared e intentó que el aire volviera a circular con normalidad por sus pulmones.

― Eres muy lento, ¿cómo se puede ser tan lento? ―protestó Ann medio en broma por lo que él levantó la mirada medio ofendido.

― Esto ha sido tu venganza por destruir tu suéter, ¿verdad? ―preguntó entre grandes bocanadas de aire, en todo el camino no había visto que nadie los siguiese así que hacerlo correr tenía que ser su castigo por ser cómplice en la destrucción de su ropa. La vio mirando a su alrededor y él hizo lo mismo, pero no vio nada raro―. ¿Ocurre algo?

― ¿Mejor? ―curioseó Ann acercándose demasiado a él, por lo que no pudo evitar echarse hacia atrás con nerviosismo antes de bajarle de nuevo la capucha y taparle el rostro. No le gustaba que se acercase a él con sus enormes ojos azules, lo ponía nervioso. Le aceleraba el corazón. Era demasiado linda.

Why? ―La escuchó gritar, pero la ignoró y siguió caminando, no obstante lo que pasó a continuación lo pilló totalmente por sorpresa―. Gracias por la sudadera, te la devuelvo mañana.

Se quedó paralizado y sintió como todo su cuerpo enrojecía.

¿Le acababa de dar un beso en la mejilla?



Ann

Le gustaba Kyle. Y le gustaba mucho.

Llegó a su habitación y pegó un pequeño gritito antes de lanzarse sobre su diván.

¿Y ahora que iba a hacer?

Se suponía que Kyle estaba medio enamorado de una chica de su clase.

Bueno, eso tampoco era un gran problema. Kyle todavía no había hablado con ella y teniendo en cuenta lo tímido que era, era bastante improbable que lo hiciese. Lo que jugaba enormemente a su favor. Iba a hacer que Kyle se enamorase de ella.

Sólo necesitaba un plan.

Y a Dafne.

Y quizás a Nora.

La última vez que intentó seducir a un chico su hermano se metió en medio y terminó asustándolo, no quería que ahora sucediese lo mismo. Kyle le gustaba demasiado como para que Matt se interpusiese con sus tonterías; necesitaba que Nora lo hiciese mirar hacia otro lado.

O una novia. Ahora que lo pensaba, Matt necesitaba una novia. Tenía demasiado tiempo libre.

Sacudió la cabeza.

Ya se ocuparía de los problemas amorosos de su hermano más adelante.

Ahora tenía que idear un plan para conquistar a Kyle.

Miró la hora y supuso que ya Dafne debería haber regresado de su excursión a la granja, así que le mandó un mensaje para asegurarse y ya de paso para tantear su humor. Cada vez que su amiga volvía de una de sus excursiones con Damián, no había quién la soportase.

Mientras esperaba que su amiga le respondiese, se puso en pie frente al espejo. La sudadera de Kyle le sentaba tan bien. Se abrazó a sí misma y se mordió el labio para no gritar. Todavía no podía creer que Kyle le hubiera dado su sudadera. Todos sabían que Kyle era igual a sudadera andante, por lo que él se la quitase para dársela a ella y que así no pasase frío había sido tan bonito y significativo.

Kyle era tan lindo.

Tenía que haberse quedado a ver su reacción cuando le dio un beso en la mejilla. ¿Se habría sonrojado? ¿Su corazón también latía a mil por hora? ¿Le hubiera gustado que el beso hubiera sido en los labios? ¿Pensaría que había sido demasiado descarada?

Si es que tenía que haberse quedado a ver su reacción en vez de salir corriendo.

Siguió mirándose en el espejo mientras sonreía tontamente y olía la sudadera. Olía a Kyle, a dulzura y química. ¿Y si se olvidaba de devolverle la sudadera? Total, él ya tenía muchas y así podía dormir todas las noches con ella. En plan tierno y amoroso, no espeluznante y loca obsesiva.

Escuchó como su móvil sonaba y dejó de mirarse en el espejo. Cogió su móvil y vio una foto de Dafne completamente llena de barro seguido de un "Odio a Damián, ven en veinte minutos que tengo que ducharme".

Se rio a carcajadas antes de enviar un ok.

Media hora más tarde, abrió la puerta de su dormitorio, asomó la cabeza y tal como hizo cuando volvió, se aseguró de que Matt no estaba todavía en casa. Salió a toda prisa y cruzó el parque Lorca hasta la casa de Dafne. Una vez que llegó hasta su puerta se encontró una gran caja de cartón en el suelo llena de ¿eso era ropa o barro?

Tocó el timbre y la madre de Dafne no tardó en aparecer con una enorme sonrisa burlona en su rostro.

― Ya estabas tardando en venir, ¿te quedarás a cenar? ―preguntó la madre de Dafne dejándola pasar, ella asintió feliz mientras entraba en la casa y veía al señor Castillo en el salón con una toalla secándose el pelo.

― No las vuelves a llevar a una manifestación de esas tuyas... ¡Que tu hija quería robar una gallina y un cerdito con la excusa de que los podían usar para probar maquillaje! ―protestaba el señor Castillo mientras se frotaba el cuello―. ¡Casi cuarenta minutos intentando sacar la maldita gallina del coche!

― Y por eso mañana nos vamos a celebrarlo, estoy tan orgullosa de mis niñas―dijo la señora Castillo con alegría mientras su marido refunfuñaba.

Ella rio y caminó hacia la habitación de Dafne.

Si conocía a su amiga, y la conocía. Ese intento de secuestro de animales era más para fastidiar a su padre (por obligarla a ir de excursión) que por intentar rescatarlos.

Abrió la puerta de la habitación de Dafne y se tiró sobre el puff.

― Me gusta Kyle, segura al cien por cien―declaró viendo como ambas hermanas Castillo la miraban a cada cual más sorprendida. Oh mierda. No contaba con contárselo así a Nora. O sea, iba a contárselo porque necesitaba su ayuda con Matt, pero pensaba decírselo suavemente y con un libro para sobornarla.

― Supongo que no contabas con que yo estuviese con Dafne―declaró Nora con media sonrisa mientras Dafne se llevaba las manos a la cabeza. Ella negó con la cabeza con un poco de vergüenza.

― Oye, oye... ¿en serio? Pensaba que ya lo habías superado o que se te había pasado el efecto de lo que hizo tomar―habló Dafne moviendo las manos con fuerza.

― ¿Pero que tiene de malo Kyle? Es dulce, agradable, tierno, lindo y me trata muy bien―protestó cruzándose de brazos con enfado mientras Dafne miraba a Nora.

― ¿Ves por lo que no es bueno que vaya a las excursiones? La dejo un día sola y esto es lo que pasa, ¡se me enamora de Kyle! ―acusó Dafne y ella entornó los ojos.

― ¿Pero que tiene de malo Kyle? Ni que me hubiera enamorado de Damián―gritó enfadada para luego arrepentirse de sus palabras, había ido demasiado lejos. Dafne abrió la boca e hizo una enorme O.

― No digas eso ni en broma―pidió Dafne antes de ir a abrazarla―. Cualquiera menos ese pelirrojo postizo odioso que me tiró al corral de los cerdos.

― Sé que me he pasado, lo siento―se disculpó abrazándose a Dafne.

― Os caísteis juntos por estar peleando sobre quién era mejor ―interrumpió Nora―. Y luego asustasteis a los pobres cerdos que acabaron rompiendo el corral y persiguiéndonos a todos.

― Puede ser... pero sabes que todo fue culpa de Damián―dijo Dafne separándose de ella y lanzarle una mirada a Nora que la ignoró y la señaló.

― ¿Esa sudadera es de Kyle? ―curioseó Nora y ella se sonrojó un poquito.

― Puede...

― ¿¡Le has robado una sudadera a Kyle para hacerle vudú y que así se enamore de ti!? ―casi gritó Dafne mirándola entre sorpresa y admiración―. Me siento tan orgullosa de ti.

― No se la robé, él me la dio―dijo con orgullo y Dafne se llevó las manos a la cabeza antes de fingir un desmayo y caminar hacia Nora que la tuvo que sujetar.

― Nora, menos mal que estás aquí; todo esto es muy extraño―dijo Dafne en plan dramática para luego levantarse y mirarla fijamente―. ¿Me estás diciendo que Kyle te dio por propia voluntad una de sus amadas sudaderas? ¿Por qué?

― Porque es lindo, ya te lo dije―respondió contenta.

― Oye, oye... en serio―pidió Dafne.

― Porque su aprendiz destrozó mi suéter, y yo tenía frío, entonces él se quitó su sudadera y me la dio―explicó brevemente mientras Dafne la observaba cada vez más desconcertada, confusa e incrédula.

― Oye, oye... ¿Kyle se quitó la sudadera y te la dio? ―Ella asintió―. ¿Se la quitó y te la dio a ti para que no pasases frío?

Asintió de nuevo.

― ¿Hablamos de Kyle? ¿De nuestro Kyle? ―volvió a preguntar Dafne y ella asintió.

― Esto se pone interesante―habló Nora sentándose sobre la cama.

― ¿Kyle nuestro Kyle se quitó esa sudadera y te la entregó a ti?

― ¡Qué sí! ―exclamó empezando a desesperarse.

― ¿Así que esa sudadera que llevas puesta es de Kyle porque él te la dio? ¿Voluntariamente?

― ¿Te entró barro en el cerebro o qué? ―preguntó dándole golpecitos en la cabeza a su amiga que parpadeó un par de veces con sorpresa.

― Vale, ya... ¡es solo que es raro! En las fotos de Góngora nunca sale sin su capucha y ahora te da su sudadera solo porque tienes frío, ¡no lo entiendo! ―explicó Dafne para luego mirarla con interés―. ¿Y cómo es sin sudadera?

― Solo puedo decirte que es lindo―Dafne puso los ojos en blanco y ella rio.

― Entonces, ¿Kyle? ―preguntó Dafne y ella asintió, Dafne resopló―. Le patearé si te hace llorar.

― No esperaba menos―dijo y ambas se abrazaron con fuerza.

― ¿Y qué vais a hacer con Matt? Cuando te vea dos o tres veces con Kyle va a saber que pasa algo―tanto ella como Dafne miraron a Nora con una sonrisa inocente y Nora bufó―. ¿Por qué pregunto?

― Ahora solo tenemos que crear un plan de conquista―dijo animada y Dafne asintió antes de limpiar una pizarra blanca que usaba para apuntar los exámenes.

― Por curiosidad, ¿pasó algo más entre Kyle y tú? ―preguntó Nora pasando la mirada de su móvil a ella.

― Me limpió la cara con un paño, me dio su sudadera para que no pasase frío, lo arrastré a toda prisa a Góngora porque no quería que los demás viesen lo lindo que es, y me despedí de él dándole un beso en la mejilla. Creo que eso fue todo―contó rápidamente mientras Nora sonreía divertida―. ¿Por? ¿Qué pasó?

― ¿Le diste un beso? ―exclamó Dafne.

― En la mejilla, en plan "gracias por tu sudadera, eres muy lindo y te quiero" ―contestó con tranquilidad mientras Dafne la miraba―. ¿Qué?

― Que dejes de leer tanta novela romántica―pidió Dafne.

― Pues ha causado una mini explosión en su casa―contó Nora y tanto Dafne como ella la miraron sorprendidas.

― ¿¡Qué!?―gritaron Dafne y Ann.

― Bueno, eso dice Dan... está quejándose porque han tenido que evacuar el edificio otra vez por culpa de Kyle―relató Nora mientras enseñaba la conversación del grupo de whatsapp en la que Dan se quejaba de tener que salir a la calle en calzoncillos,  Triz decía que ya iba para informar de lo sucedido y Will pedía fotos en lencería de más gente. ¿Quién había metido a Will en ese grupo? Todavía no se lo explicaba.

― ¿Y Kyle está bien? ―preguntó con preocupación.

― Eso parece, le está pidiendo perdón a Dan excusándose en un pequeño despiste―contestó Nora mientras la observaba con intensidad.

― ¿Crees que se despistó por el beso que le di? ―preguntó con emoción, Nora se encogió de hombros.

― Yo solo digo que llevaba un año sin provocar una explosión―indicó Nora y eso le fue más que suficiente.

Estaba tan emocionada.

Podía no ser más que una casualidad, pero le gustaba pensar que hasta la química le decía a Kyle que ellos debían estar juntas.

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