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Diez


Kyle

Notó como gran parte de sus vecinos le lanzaban miradas furtivas y agradeció estar escondido bajo su capucha.

A decir verdad, si estaban ahí era por culpa del presidente de la comunidad de vecinos, hacía un par de años se había empeñado en ponerle un detector de humo-explosiones en su habitación para que a la menor incidencia sonase una alarma en todo el edificio y se procediese a una rápida evacuación. Que si, que había sido una idea buenísima y hubo unanimidad en esa votación, pero esa cosa era demasiado sensible.

La explosión de hoy había sido pequeña, muy pequeña... ¡si ni siquiera lo había hecho caer de espaldas al suelo! Y esa cosa comenzó a sonar como loca.

― Llevabas un año, ¡un año sin causar explosiones! ¿Qué mierda te ha pasado hoy? ¡Casi me da un patatús cuando empezó a sonar la maldita alarma! ―preguntaba Sonia a gritos, y él la miró. Estaba usando una camiseta larga de Dan que dada su diferencia de altura podía usarla perfectamente como un vestido.

Buena pregunta.

Llevaba un año sin provocar ninguna explosión, ni ningún tipo de incidencia que implicase el desalojo. Y hoy... reconocía que hoy había estado más descuidado que nunca. Había estado nervioso y con la mente en el aire desde...

¡Dan por dios! ¿Ni unos pantalones pudiste ponerte? ―escuchó preguntar a Matt a lo lejos, el rubio caminó hacia ellos por lo que tragó saliva con nerviosismo. No había pasado nada con Ann, ¿así que por qué estaba tan intranquilo y sentía como si hubiera hecho algo malo?

Matt le lanzó una camiseta a Dan que la atrapó al vuelo y se la puso.

― Primera ley del edificio, si la alarma suena: corre por tu vida da igual lo que estés haciendo―explicó Dan no sin antes dirigirle una mirada de odio―. Y que conste que lo que estaba haciendo esta vez era muy divertido y entretenido.

Perdón―repitió por ¿vigésimo quinta vez? ―. Pero esta vez es cosa del detector, es demasiado sensible.

Si, eso mismo dijiste la vez que tuvimos que desalojar por culpa del humo ese que nos provocó vómitos―acusó Sonia.

Todavía no hay pruebas de que los vómitos y mi mezcla estuvieran relacionados―se defendió ganándose una mirada de incredulidad por parte de sus amigos por lo levantó las manos ofendido.

― ¿Qué es lo que no está relacionado? ¿Qué ha pasado? ¿En qué tipo de experimento estabas metido? ―le preguntó Triz a toda velocidad saliendo de la nada con una grabadora―. Tengo fuentes que dicen que tienes una discípula, ¿eso quiere decir que estás creando un ejército de científicos malvados que producirán diversas explosiones que nos lleven a la anarquía?

¿Qué? ¡No! O sea, si le estoy dando clases de Química a Nayra, pero no estoy creando un ejército―dijo a la grabadora sin entender nada mientras Triz lo grababa―. Y lo de hoy no puede ni considerarse una explosión, no ha pasado nada.

En eso hay que darle la razón, no ha pasado nada―dijo Matt mirando con picardía a Dan y Sonia por lo que Sonia le enseñó el dedo corazón.

Oye, oye... al menos os podíais haber vestido―gritó Dafne por lo que todos miraron hacia la derecha para ver como Dafne, Nora y Ann caminaban hacia ellos.

Sin poder evitarlo, observó a Annalise y se fijó en que ella ya no usaba su sudadera sino otro suéter de color blanco. Sintió un pequeño pinchazo de decepción al ver que ya no usaba su sudadera, pero rápidamente fue sustituido por alivio. No hubiera sabido cómo actuar si Ann hubiera aparecido con su sudadera, se veía muy bonita.

Demasiado bonita.

Y por estar distraído pensando en eso había causado esa mini explosión. Bueno, por eso y porque siendo sinceros se había quedado medio atontado tras el beso en la mejilla. No estaba acostumbrado a que esas cosas le pasaran a él. Ann llegó hasta ellos y sintió como volvía a sonrojarse por completo por lo que inconscientemente se aseguró de estar bien oculto bajo la capucha.

― ¿Qué tal la excursión? ¿Qué aprendisteis? ¿Ordeñasteis una vaca? ¿Cabra? ¿Oveja? ¿Es cierto que trataste que un toro persiguiese a Damián? ―preguntó Triz a Nora y Dafne.

― No lo intenté, lo conseguí―dijo Dafne con orgullo y Triz comenzó a dar brincos.

― ¿Y está grabado? Dime qué tienes un vídeo―rogó Triz sacudiendo a Dafne.

― ¿Qué tal estás? ¿Te hiciste daño con la explosión? ―le preguntó Ann acercándose demasiado a él, por lo que dejó de mirar a Dafne y Triz para centrarse en ella.

― No, estoy bien... no fue nada―respondió viendo como Ann asentía, él miró de reojo hacia Matt, pero él estaba hablando sobre algo con Nora por lo que respiró aliviado. ¿Por qué se sentía tan angustiado por ser pillado por Matt? No estaba haciendo nada malo, sólo hablaba con Ann, como siempre hacía.

― ¿Y qué pasó? Hacía tiempo que no hacías saltar nada por los aires―curioseó Ann moviendo sus pestañas con interés.

― Em... nada... me despisté un poco supongo―respondió con sinceridad, pero tampoco demasiada. Ella pareció conforme―; pero sigo diciendo que el sensor es demasiado sensible, apenas fue una cosita de nada y empezó a sonar.

― Eso mismo dijiste cuando creaste una columna de humo de más de 10 metros de altura de color rosa―se burló Ann y él se encogió de hombros.

― Que conste que conseguí vender esa fórmula a una empresa que hacía bengalas―dijo con orgullo y ella abrió la boca sorprendida―. Si vas a preguntar por el dinero, tuve que emplearlo en arreglar todos los desperfectos que había causado en el edificio a lo largo de los años.

― Eso me suena―indicó Ann con alegría.

― Fue en la época que Dan exigía poner un buffet libre en las zonas comunes―dijo y Ann chasqueó los dedos.

― Sigo pensando que era una gran idea―apuntó Dan―. Imaginaos entrar al portal y que me esté esperando un bocadillo de tortilla.

― Hicieron bien en no ponerlo, volverías a ponerte gordo―habló Sonia y Dan negó con la cabeza antes de levantar el dedo índice.

― No era gordo, era fuertecito―dijo Dan y todos pusieron los ojos en blanco.

― Eras gordo, te sentamos en una silla a la que le pusimos cerca de treinta globos llenos de helio y esa cosa ni se movió―apuntó Matt mientras Nora asentía.

― Claramente esos globos no tenían helio, os estafaron―dijo Dan ganándose una mirada de odio de todos.

― Te recuerdo que tú te bajaste y nos subimos nosotros para probar―dijo Nora.

― Y ahí si se elevó―añadió Matt.

― Oye, oye... ¿no estuvimos cerca de quince minutos sin rumbo?

― Sí, hasta que alguien tiró una cuerda que se enredó en un árbol, ¿no? ―inquirió Ann y él negó.

― Al revés, alguien nos tiró una cuerda.

― No, mis hermanos se subieron a varios árboles con palos para intentar engancharnos y evitar que nos fuéramos más lejos―explicó Sonia y todos se quedaron pensando.

― Revisaré mis archivos, debo tener alguna foto o vídeo de lo sucedido―dijo finalmente Triz y todos asintieron antes de ver cómo los bomberos llegaban.

― Bueno, todavía tardarán un rato, ¿vamos a cenar? ―curioseó Dan y todos comenzaron a reír.

Después de cenar y ser reprendido una vez más por los bomberos y sus padres, entró en su habitación. Como era de esperar los bomberos habían rociado con espuma toda la zona de laboratorio y parte de su habitación.

Suspiró y se puso a limpiar, no sin antes mirar con rencor el sensor. Da igual lo que dijeran sus amigos, esa cosa era excesivamente sensible.

Una vez que terminó se dejó caer con cansancio sobre la cama a la que había quitado las sábanas. Había sido un día largo y bastante extraño. Y no lo decía por la cena, el cenar con Dan y Sonia haciendo manitas, con Triz preguntando sin parar a Dafne cosas sobre la excursión mientras Ann le robaba trozos de pizza y con Matt diciendo frases de doble sentido para molestar a Nora, era de lo más normal. De hecho, una cena sin nada de eso sería muy preocupante.

Si estaba más cansado de lo normal se debía a que no había parado de tener nervios durante toda la cena. Por alguna razón se alteraba cada vez que Ann se le acercaba más de la cuenta y salvo que estuviera equivocado, esta noche ella se le había acercado más de lo habitual. O él era más consciente de ella. No lo tenía nada claro.

Además, cada vez que Ann le sonreía pensaba en ella usando su sudadera y en el beso que delicadamente había posado en su mejilla y se sonrojaba de los pies a la cabeza. Por lo que se ocultaba aún más en su asiento mientras miraba de reojo a Matt con miedo. Lo que era un sinsentido ya que no había hecho nada malo.

Se tapó la cara con las manos y bufó antes de mirar a su mesa donde estaba su material de laboratorio. Tenía que dejar de andar en las nubes, por culpa de eso había roto su intachable racha de cero incidentes.

Debía centrarse en la química y solo en la química.


Ann

― Plan para enamorar a Kyle―leyó Dafne en voz alta cuando ella terminó de escribir en la pizarra que Dafne tenía en su habitación para apuntar los exámenes. Ella miró la pizarra y añadió un corazón al lado del nombre de Kyle mientras Dafne ponía los ojos en blanco.

Por razones obvias habían decidido que su cuartel general sería el dormitorio de Dafne. Era demasiado arriesgado hacerlo en su casa. Matt podía entrar en cualquier momento o escucharlas hacer algún plan, y entonces su hermano se entrometería y fastidiaría todo. Y ella no estaba dispuesta a nada de eso.

Kyle le gustaba demasiado.

― Oye, oye... primera idea, secuestra todas sus sudaderas y dile que o sale contigo o las quemas todas ―dijo Dafne con emoción, ella ladeó la cabeza sopesando la idea.

― La dejaremos para la sección de "ideas de emergencia" ―propuso y Dafne asintió no muy convencida.

― Él cree que le gusta una chica de su clase, tenemos que eliminarla―dijo apuntando en la pizarra "eliminar rival" y "eliminar aprendiz".

― ¿Le gusta una chica de su clase? ―curioseó Dafne y ella chasqueó la lengua con molestia.

― Eso parece, se queda embobado mirándola de lejos incapaz de saludarla; lo que sinceramente me viene muy bien ahora―dijo con felicidad. Si Kyle no era capaz de hablar con Elsa, ¡bien para ella!

― Punto para ti, aunque igualmente hay que eliminarla, sólo por si acaso.

― Pienso igual―dijo antes de comenzar a escribir en la pizarra su siguiente idea―. Obligarlo a tener más sesiones terapéuticas conmigo

― No creo que sea buena idea, nadie en su sano juicio volvería a una terapia contigo― respondió Dafne y ella la miró ofendida.

― Que pienses así me ofende, eres mi mejor amiga, deberías apoyarme―protestó tirándole un cojín a Dafne.

― Oye, oye... y te apoyo; pero hay que ser realista, pones cara de psicópata cuando intentas hipnotizar―contestó Dafne abrazando el cojín mientras ella abría la boca con indignación. ¡Eso no era cierto! ―. Que sí, que te quedas mirando fijamente y ni pestañeas, das miedo. Pregúntale a los demás y verás.

― Claro que lo haré―masculló antes de apuntar en la pizarra "hablar con Kyle sobre mi cara de hipnotizadora".

― Si te dice que tu cara no da miedo, o le gustas o está más loco de lo que pensábamos―dijo Dafne y ella le dedicó una mirada asesina a su amiga―. Apunta ahí, hablar con Angy para lanzar un hechizo de amor sobre su sudadera, así cuando se la devuelvas se enamorará de ti.

― ¿Angy no había dejado el mundo de las maldiciones y los hechizos? ―preguntó y ambas se quedaron pensativas―. Lo cambiamos por devolverle la sudadera impregnada de mi perfume, así cuando se la ponga olerá a mí, y se enamorará y viviremos una bella historia de amor secreto y prohibido en la que elaboraremos un plan de escape para huir de los que se oponen a nuestra relación.

― Anoche estuviste leyendo un libro de esos románticos, ¿a qué sí? ―indagó Dafne y ella asintió con orgullo.

Escucharon como tocaban a la puerta y Dafne gritó un "pase", por lo que Nora entró.

― Me voy a casa de José ―anunció Nora antes de mirar hacia la pizarra―. ¿Qué tal vais con el plan?

― Estamos empezando, ¿alguna sugerencia? ―preguntó con interés.

― Quitar eso de eliminar a su aprendiz ―dijo Nora y ella frunció el ceño, ¿qué tenía de malo en eliminar a toda su competencia? ―. Se le veía muy contento con eso de tener una aprendiz y no creo que Nayra sea una rival para ti.

― Vale, la dejaré en paz por ahora―murmuró borrando esa parte de la pizarra.

― Esto de que ambas llevéis sudaderas, ¿es por algo en especial? ―curioseó Nora con media sonrisa al ver como ella usaba la sudadera que Kyle le había prestado ayer y Dafne usaba una sudadera de color rojo.

― Oye, oye... para hacer un plan para enamorar a Kyle, tenemos que pensar como él, meternos en su piel―contestó Dafne provocando que Nora riese.

― Eso ella, yo no pienso quitarme esta sudadera nunca―dijo con voz de enamorada abrazándose a sí misma.

― Que tienes que devolvérsela a Kyle, ¡no puedes quedártela! ―exclamó Dafne y ella resopló molesta―. ¿Qué pasa con lo de devolvérsela con tu perfume y que así se enamore de ti, para luego huir de todos los que se oponen a vuestra relación?

― Mejor devuélvesela para ver cómo reacciona, y así de paso lo invitas a algo como agradecimiento ―indicó Nora y ella lo consideró. No era una mala idea la verdad.

― Yo me encargo de explotar algo para distraer a Matt, tú tranquila―dijo Dafne mientras se frotaba las manos.

― No es necesario, hoy Matt va a jugar en línea con unos amigos, estará desaparecido todo el día―indicó a Dafne―; explota algo para distraer a Triz

― Dejad de explotar cosas―pidió Nora mirándolas con seriedad―. Me voy con José.

― ¡Tráeme galletas! ―gritó Dafne mientras Nora salía de la habitación.

El resto del día siguieron añadiendo ideas a su plan de conquista hasta que decidieron que ya era hora de llevar a cabo la primera idea.

Conseguir una copia del horario de clase y tener una idea aproximada de sus movimientos a lo largo del día.

Necesitaban saber donde estaba en cada momento para poder llevar a cabo sus planes. Así que bajaron al parque Lorca y se escondieron tras unos matorrales para hacer guardia frente al edificio de Kyle.

― No quiero devolverle la sudadera ―repitió de nuevo.

― Annalise por enésima vez, no puedes quedártela. Ya sabes como es Kyle con sus sudaderas, si no se la devuelves te odiará, ¿quieres que te odie? ―preguntó Dafne y ella negó mientras se abrazaba a la sudadera que tenía perfectamente doblada en sus manos―. ¿Ya le pusiste tu perfume?

― Sí, vacié más de medio bote, espero que funcione ―rogó en voz baja.

― ¿Qué hacéis?

Mierda.

Ambas se dieron la vuelta y se encontraron a Mario y Miguel mirándolas con curiosidad. No habían tenido en cuenta a esos dos. A lo lejos vio como Kyle se despedía de Nayra, que sonreía contenta. Más le valía no estar sonriendo porque hubiera descubierto lo lindo que era Kyle.

Tosió para llamar la atención de Dafne y su amiga vio a Kyle. Dafne le guiñó el ojo y volteó hacia los gemelos.

― Oye, oye... tenéis mi enhorabuena, os estábamos poniendo a prueba a ver si erais capaz de encontrarnos. La capacidad de detección de enemigos infiltrados es una de las capacidades más importantes para los próximos líderes de Góngora ―habló Dafne con voz solemne mientras los gemelos la miraban con brillo en los ojos―. ¿Qué tal os va como jefes indios?

― Los tenemos a todos controlados ―indicó Mario.

― ¿Y el intento de rebelión? ―preguntó Dafne mientras le indicaba con la mano que se fuese―. ¿Qué pasó con esa chica, Aylin?

Ann asintió y salió de los arbustos, se sacudió la ropa, el pelo y se aseguró de estar decente antes de correr hacia Kyle.

― Hola ―dijo con timidez antes de acercarse a Kyle que ya abría la puerta de su portal.

― Hola ―saludó Kyle también con timidez.

― Te devuelvo la sudadera, gracias por dejármela ayer, fue muy lindo de tu parte―dijo con nerviosismo extendiendo la sudadera hacia él.

― De nada ―respondió él extendiendo las manos para coger la sudadera, por lo que ella sonrió contenta antes de hacer que sus dedos se rozasen. Algo que la hizo tremendamente feliz.

― ¿Qué tal hoy con Nayra? ¿Destrozasteis otro suéter? ―curioseó mirándolo fijamente, Kyle que había tomado la sudadera entre sus manos, se movió un poco incómodo.

― Lo siento por eso―masculló Kyle sonando bastante apenado.

― No lo sientas, gracias a eso me prestaste tu sudadera, ¡es muy calentita! Ahora entiendo porque estás siempre metido en ellas― ¡Ay! ¿Qué estaba diciendo? Tenía que invitarlo a tomar algo. Kyle miró su sudadera y luego a ella.

― Te la regalo si quieres―ofreció Kyle y ella lo miró confusa.

Bueno, si la quieres... digo, es que yo tengo muchas, y si te gustó la sudadera, te la puedes quedar ―ofreció Kyle extendiendo la sudadera hacia ella. Ann sintió que le iba a dar un paro cardiaco. ¡Él le estaba regalando su sudadera! No prestándosela porque tuviera frío, ¡regalándosela! Esto tenía que ser una señal, ¿verdad? ¿VERDAD? ¿¡Ay, se podía ser más lindo!?

Sin pensarlo mucho cogió la sudadera y sonrió feliz.

― Gracias―dijo con total sinceridad y sin poder esconder su alegría, Kyle asintió y volvió a abrir la puerta de su edificio―. ¿Pongo cara de psicópata cuando estoy intentando hipnotizar?

― ¿Qué? ―preguntó Kyle.

Dafne dice que pongo cara de psicópata cuando intento hipnotizar a la gente, y que doy miedo, y que por eso nadie quiere que lo hipnotice―dijo a toda velocidad con vergüenza. ¡No era eso lo que tenía que decir! ¡Maldita sea! Miró hacia abajo esperando alguna respuesta hasta que escuchó a Kyle reír.

Perdón―trató de disculparse Kyle mientras tosía para parar el ataque de risa―. No creo que pongas cara de psicópata.

Repite eso delante de Dafne―pidió y Kyle asintió. Vamos Annalise, tú puedes, es ahora o nunca―. ¿Quieres ir a tomar algo?

¿Ahora? Iba a terminar...―pestañeó un par de veces con pena y Kyle suspiró―. Bueno, vale.

¡Bien!

Lo había conseguido.

Lo había invitado y él había aceptado. Además, le había regalado su sudadera. Si todo seguía así, en unos días estaría viviendo su propio romance de libro. 

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