Revelando secretos
Era una mañana tranquila, contrario a como fue la noche anterior y las tantas experiencias que le fueron cedidas a la chica pulpo.
Por la mañana sólo pudo quedarse en el foso, al igual que su jardín submarino para tener más seguridad. Percival la acompañó en todo ese momento del día, de vez en cuando le hacía bromas sobre su relación con el chico faraón, pero como siempre ella lo negaba. El cangreso se dedicó a dibujar paisajes inventados, mientras que Octobella recogía cristales de forma avivaz.
Entonces, la oscuridad cada vez rodeaba la atmósfera y esto indicaba la pronta noche. Otro día y un problema distinto para los héroes en pijamas.
La chica pulpo estaba con Percival, mantenían una conversación sentados en la mesa. Su pequeño amigo almorzaba y Octobella bebía agua observando la puerta.
—(¿Y qué pasó con los héroes?)
—Ellos todavía no me han encontrado, se formaría un caos sí lo hicieran.
—(Eso lo sé. Dime, ¿que pasó anoche? No pareces tener confianza con tu compañero de villanías).
La de palpos dejó de beber el agua, para después agachar la cabeza sin querer mirarlo a los ojos.
—(Heeey. —exageró las palabras con cariño, dejó del lado su dibujo—. Octoly, cuéntame que te pasa).
—Percival. —Ella se sonrojó de la vergüenza, que hizo sonreir al animal—, ashh, no tienes porque llamarse así. No quiero hablar sobre eso.
—(¿Y por qué no?).
—Pues, es que no ocurrió nada interesante.
—(¡Pero si llegastes a las 2:13 de la madrugada, ni me contaste...!) —exclamó indignado y la pulpo tuvo que cubrirlo para que no siguiera.
—Shh, no hagas ruido. ¿Quién sabe si el equipo del verde están aquí afuera?
—(No lo creo. Ya dime que pasó, algo tuvo que pasar, ¿no?).
—Bueno, es que me topé con ese ninja de la oscuridad; era raro, porque luego lo seguí y se dirigió a los barrios bajos de la ciudad. Descubrí el "Club Nocturno", lugar donde se juntan todos los villanos a jugar y hablar, ninguno me excluyo, porque deberían —soltó una risita malévola—. Pero hablando en serio, no lo hicieron. Fue una suerte. Aunque... Hay algo que debo contarte.
—(Ya dilo, no tienes que ponerte así).
—Bueno, está bien. Ahí estaba él... ese chico faraón, el presuntuoso. —Suspiró y se dio la vuelta—. Esta vez, no lo noté igual, ya que me protegió de los héroes, como nadie nunca lo ha hecho, ¿sabés? Eso fue lo realmente raro.
—(¿Te protegió?, ¿es en serio?).
—Mmm, aja —contestó en una afirmación.
Hubo un silencio, hasta que replicó—. (¡¡Wooow, eso suena extrañamente-aventuresco!!) —Como acto seguido, se puso a abrazar a su coqueta amiga.
—¿Percival, qué haces inventando palabras?
Este se rió—. No te molestes conmigo, Octoly.
•
Por la tarde, los amigos estaban en la biblioteca, pues se juntaron para hablar sobre libros y el estudio.
—¿Cómo están, chicos? —saludó Connor.
—Bien —manifestó su amiga, dio un vistazo rápido para saber de la presencia de alguien que entraba—. Oh, mira quien llegó.
Estos vieron la llegada del menor de tez oscura.
—¡Amigo! —El ojiazul fue el primero en acercarse velozmente.
—Respetemos la biblioteca y museo, amigos —pidió el de lentes, quien agarraba un libro.
—Oh sí, tienes razón. Pero no puedo con la emoción, estas aquí, hace una semana no te hemos visto —asumió él.
—Claro, una semana complicada. ¿Para ustedes igual no?
Estos asintieron. Al instante, pensaron en decirle el tema de la villana del mar, al que en la noche se hacía llamar Newton Star.
«¿Se lo decimos?» se comunicaron entre sí.
Creían que era el momento.
—Mmn, Octobella ha estado huyendo estos días y nos está siendo difícil hablar con ella... Para nosotros se está convirtiendo en una misión muuy larga.
—Pero no nos rendiremos tan fácil —agregó Amaya a su explicación.
El que traía un libro escuchó con atención y al terminar de oírlos soltó un suspiro, estaba procesando la información repentina.
—Bueno, eso no suena para nada bien. —Comenzó a decir—. Yo digo que necesitan ayuda extra, con la mía y, no sé, ¿Robot en Pijama? Mmm ¿An Yu? Podría resultar —Sonrió.
—¡Que gran idea! Debí pensarlo. Amaya, ¿tú crees?
—Por supuesto, nunca nos falla con sus ideas.
—Lo sé. —Desvió su mirada a otro lado—, falta poco para que anochezca. Te vemos en breve, amigo.
—Bien.
•
Esa noche no era tan gélida, de hecho, hasta guardaba un poco de calor. Los grillos cerca de los hogares cantaban un poco acelerados gracias a lo mismo.
En eso, Luna paseaba con su hermana, tenía un propósito que no le contaría.
—Polisuki quiere saber por qué Luna la dejó sola el otro día.
—Ya lo hablamos, estaba ocupada.
—No, no estabas ocupada. No tienes nada que hacer, recuerdas que no les molestas ni a los héroes en pijama.
—Bueno, tuve un inconveniente —contestó jugando con sus dedos—. Todos tenemos contratiempos, ¿sabías? —La albina le ocultaba la razón, no quería involucrarla como ella si lo estaba.
«Quiero protegerla, si se mete en el problema no me lo perdonaría»
—Y si no fue nada, dime que hacían contigo esos villanos. —La mayor de ojos púrpura la miró desconcertada—, ya sabés, el nocturno y Romeo...
—¿Cómo sabés de ellos?
—Te juntas con ellos casi todos los días, ¿cómo no?
Luna bostezó—. Escucha, no quiero preguntas. Sólo quiero pasear para deshaserme de esta sensación.
Ambas siguieron caminando a un destino que Luna ya sabía, regresaría al club nocturno.
•
—He notado el silencio de las calles por las noches, como si nada pasara. —Newton Star puso una mano en su nuca mientras pensaba—. Es sospechoso.
—Tienes razón, creía que se debía al frío o algo.
—No lo sé, siempre estoy en el espacio, a veces me topo con la villana Luna y otras veces no.
Los cuatro se encontraban fuera del cuartel, ya que por idea de Newton se quedarían a investigar.
—Eso es extraño, eres muy observador para darte cuenta de eso —admitió Catboy.
—Ajá. Sé que lograremos hacerla razonar. Sólo confíen.
•
Octobella y su compañero iban de camino al museo, con la calma hasta en sus mismas pieles y una grata sintonía. La niña pulpo se dispuso a verlo, después del momento pasado que mantuvo con el chico faraón. Creyó que sería un buen día para hablar con él.
—¿Percival, vigilas?
—(Desde luego. —Se detuvo de la nada y la criatura turquesa alzó una ceja—. Ten cuidado, no esta mal desconfiar de vez en cuando).
—Eso lo sé, no me acobardaré y tú no seas tan "duro" con él.
El animal no evitó sentirse regañado. Por lo que suspiró desganado, era la primera vez que las palabras que Octobella lo hacían sentirse un tonto y se lo creía.
No confiaba en Pharaoh Boy y nunca lo haría. Pero tenía el objetivo de descubrir su trasfondo, así como sus secretos.
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Pronto el siguiente
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