Paseo nocturno
Otro día y la preocupación de Percival no cesaba, de hecho esta se hacía más grande al recordar.
«Definitivamente fue una pésima idea hablar con él»
El faraón era obstinado, desalmado, rapaz, vanidoso y fanático de la mentira, al menos así lo describía el compañero de la chica pulpo. Hasta juró que fue una perdida de tiempo intentar oírlo.
Era sábado y el trio de amigos corría por las calles en dirección a la fuente que se encontraba cerca del museo. Estos pensaron que sería una buena idea juntarse.
—Mmm, hace tiempo no nos hablamos después de clases —decía Connor mientras caminaba con las manos en los bolsillos.
—Es cierto, ya no volverá a pasar —aseguró Amaya con una sonrisa.
—Bueno, la verdad no es tan malo. Nos acostumbramos a seguir las reglas y pensar en lo correcto. —Greg se puso a pensar por un momento—. Esto me hace recordar a algo...
—¿Ah sí?
—Mmh —afirmó—. Pero no tiene nada de malo.
—Ok.
A todo esto, el ojiverde se sentía insatisfecho de los resultados del problema que los agobiaba, y sentía que se volvía cada vez mas largo. Entonces, Greg paró en seco a medio camino con la cabeza agachada, alertando así a sus amigos. Amaya y Connor voltearon a verlo.
—¿Qué...?
—Octobella sigue suelta por ahí, ¿acaso vamos a dejar que haga lo que siempre nos han hecho los villanos nocturnos? No hemos sido rápidos, ni siquiera yo, que me pasó...
—Ya dijimos que no fue culpa tuya, no te desalientes, amigo —surigió Connor—. Claro que aún sigue la búsqueda de Octobella todavía, pero todo a su tiempo.
—Igual hoy vamos a ver. Veremos si es que lo logramos, ella no va a salirse con la suya —sentenció Amaya.
—Los villanos de hoy en día; todos unos complicados. —Suspiró cansado el castaño.
—Descuida, ellos quieren que perdamos la paciencia. No vayamos a demostrarles eso. —Sus amigos asintieron ante lo dicho de la niña.
—Bueno, siganme —ordenó el de mayor estatura.
Connor, Amaya y Greg se asomaron a la ventana de una tienda con la idea de comprar algo dulce. No habían merendado aún, quizás comprarían alguna golosina.
—¿Les compró algo?
—Sí, por favor.
—Está bien. —Entraron seguido del otro y se escuchó la pedrería chocar contra marco de la puerta. Una mujer los atendió amablemente y les preguntó que iban a llevar.
—Un chocolate.
—Caramelos de fresa.
—Algodón de azúcar.
Masticaban mientras se contaban lo sucedido en el día, el rubio con su amiga y Connor los iba siguiendo. Pero el mayor se sentía feliz por el rato compartido, por un instante creyó que nada los pondría inquietos, de pronto las circunstancias no parecían "pensar lo mismo".
«Rayos, estábamos tan bien» el jovencito pensó.
Salieron mirando el cielo nublado—. Debe ser el Ninja Nocturno —teorizó la niña—. No hay duda.
—Puede ser —le siguió su amigo—, mas no es seguro, antes era más fácil descifrarlo. Yo digo que Octobella.
—De acuerdo lo que digan... Héroes en pijamas, con valentía. —Empezó su pequeño amigo—. ¡Durante la noche a salvar el día!
Luego de sus transformaciones, el trio de héroes se dispuso a revisar quien era el invasor de esa noche, para esto se subieron al rastreador en pijama.
•
Ya en la noche, fue el momento en qué Octobella volvió al foso después de hacer jardinería. Llevaba consigo unos cuantos cristales violetas en mano. Percival salió de su escondite e inmediatamente desvió su vista.
—(¿Ya llegaste?) —le interrogó su compañero, en una burla disimulada.
—Creí que ya sobrarías, ¿comiste? —Ella tomó asiento.
—(¿Y eso importa?).
—Vaya. —Lo miró seria—, siempre me encargo de que estés bien. Es obvio, ash.
—(Cuida del jardín submarino e idea planes, que yo voy en segundo plano).
—No respondiste mi pregunta, Percival —insistió ella.
—(Me dio igual, ¿entiendes? ¡me dio igual!) —contestó fastidiado.
«¿A este que le pasa?»
—¿Prefieres salir un rato a calmarte? puedes hacerlo no hay problema. Hoy no molestaremos a los torpes héroes.
—(Será mejor que ni los menciones, estoy harto de todo) —Ese fue el balde de agua fría que Octobella no recibió en mucho tiempo, sino fue por sus palabras.
—¿Qué tienes? —Se cruzó de brazos, cansada también de la actitud que adquirió el decápodo—. Te debió haber pasado algo, tú no eras así. ¿Qué comics leíste?, ¿qué hiciste?, ¿qué viste de ahí afuera que te molestó?
—(Nada, no quiero hablar).
Dio por terminada la conversación y se marchó del lugar, dejando a la pulpo con un mal sabor de boca.
•
Un chico enmascarado corría por los techos y altos edificios con una velocidad imparable, conocido por muchos e irreconocible por otros. Su motivo era, nada más y nada menos, juntarse con aquel adversario de vendas, este lo citó para hablar y aceptó. ¿Quién sabía que otras intenciones guardaba al ceder? Como si esto fuera planeado, sería lejos del club que siempre los reunía.
Al estar en el suelo pudo visualizarlo, le saludó con ademanes y sonrió de forma ficticia.
—¿Cómo se encuentra, supuesto niño rey? —Se burló el ninja.
—¿Cómo te atreves? Algún día será así y te vas a arrepentir de decirlo. ¡Bastón de Ra! —Alzó su báculo al aire para iniciar su ataque, sin embargo, Ninja Nocturno se apresuró en alejarlos a ambos al bosque.
Por el miedo de lo desconocido que eran sus poderes.
El contrario soltaba jadeos por la persecución—. ¡Tantos bastones de ti y esa niña dragón que me tienen cargado!
Pharaoh Boy se detuvo un segundo—. ¿Ah?, no te entiendo...
—Es mejor que no entiendas. —Le sonrió burlón—. Detente, íbamos a hablar. Ese era el trato.
—El trato, se fue por el traste hace unos minutos. Yo no soy amigo de nadie, ni dentro del club ni fuera de él —afirmó el chico de iris violetas.
—¿Entonces?
—¿Qué?
—No entiendo por qué prefieres quedarte aún así con lo que no te importa. No quisiera decir esto, pero, no soy igual que tú.
Rodó sus ojos como si fuera un chiste—. Ese es el asunto, no podemos ser iguales.
El ninja lo observó molesto, pero su mirada cambió al percibir desde lejos a la chica pulpo.
—No nos sirvió de nada "hablar" —recalcó al faraón—, haz lo que quieras —dijo para después acercarse a la que llegaba.
Saludó a la villana con respeto y complicidad, aunque esta no se notó muy alegre. Pharaoh Boy no supo que cara poner al presenciar la escena. No le había importado mucho el que ellos se 'llevarán' pero eso cambió al percibir como se iban ambos.
«Pero, ¿qué me está pasando?» se preguntó él.
Era extraño.
«No sé que pensar, sólo sé que no me siento bien al verlos juntos. Debo tener un problema»
A todo esto, Pharaoh Boy se autoconvencía de estar mal, cuando él ni siquiera podía controlar lo que sentía. Y no sabía que su "problema" era estar celoso, y que a pesar del asunto que esto conllevaba, no era grave. Apenas tenía la edad de carecer del conocimiento absoluto.
Al pasar una media hora, ya se encontraba dentro del museo, se dedicaría a intentar disipar esos pensamientos por medio del arte de pensar. Nunca tuvo que enfrentar una contienda igual que hace 4.000 años; porque si así fuera el caso, no podría ser valiente.
Para Octobella y el ninja era otro cuento, él se encargó de regresarle las vivas ganas que a la chica pulpo le sobraban, ya que la actitud de su compañero la tenía con mucha angustia. Estos se habían hecho cercanos desde el momento en que se hablaron en el club.
—¿Crees que el molusco ese se molestó contigo?
—Sí, quién sabe porqué motivo —replicó mientras miraba la superficie terrestre.
—Ay, Octobella. Me impacienta ver esa expresión de "sin salida" en tu cara, ya no quiero que estés así. Confía. —Sonrió brindándole seguridad.
—Ugh, eres raro, pero no desagradable —dijo ella un tanto incrédula sobre la actitud de él.
—Mmm, eso no ha sido desatento para mí.
—Está bien. —Se puso a pensar—. Percival seguramente se siente mal de algo, ya ocurrió una situación similar.
Este dio una última mirada hacia ella y después se dirigió rápido a otro rincón. Agitó su mano para que la pulpo lo siguiera.
—¿Qué pasa? —cuestionó la villana.
—Vamos a desafiar a los héroes, ¿qué dices?
—Ok.
Mientras tanto, los héroes en pijama seguían andando en el rastreador con la certeza de que lograrían darle fin a ese tormentoso desastre.
Octobella se repetía unas palabras en el transcurso...
«Calmada, es como un paseo corto, donde no existe la eternidad y sólo hay descanso en él. De todo lo que ha pasado, mi cansancio sigue a flote... Es sólo un paseo nocturno»
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro