Miénteme y días grises
Catboy, Gecko y Ululette se encontraban de camino a la zona del desastre, donde cierto villano, el cual estaba ligado a la chica pulpo, llevaría a cabo su plan. Ambos tenían en mente ideas que chocaban entre sí, la de Octobella difería con la del ninja en un instante. Pues este estaba siendo consumido por deseos desordenados.
«No tienes idea de lo que haré» pensaba cínicamente.
—¡Catboy, ven aquí! —llamó Ululette.
El mayor miró hasta donde guiaba y se quedó perplejo.
—¿Eh?
Observó a lo lejos a la villana turquesa, corría distraída, no se dio cuenta de la presencia de los héroes. Pero no estaba sola, sino que venía acompañada. Hasta Gecko se impactó e intentó correr hacia ella.
—¡Alto, amigo! —Catboy lo tomó de la mano y lo jaloneo a él.
—¿Qué ocurre?, ¿qué haces? —El menor sintió nervios por la cercanía.
—No vamos a apurarnos, no está bien. Sé muy bien que tienes un extraño comportamiento desde que apareció y con esto ¡sientes euforia!
—No inventes, eh, ¡ella lo único que quiere es hacer esta misión larga! —Al acabar de decir esa frase se soltó del agarre de Catboy.
—Calmate... —suplicó la de ojos escarlatas.
—No. Debemos seguirla.
Mientras ellos discutían, en silencio Ninja Nocturno conducía a Octobella a un sitio alejado. Sus tentáculos casi resbalaron, mas no ocurrió porque el contrario procuró darle una mano en todo el camino.
—Mmm, ¿qué haces en tus tiempos libres? se ve que eres muy...
—¿Ágil? Por supuesto. —Sonrió de lado—. Soy un ninja, soy bueno escondiéndome, saltando y de vez en cuando hago acrobacias. Esa es mi especialidad.
—Oh, bien.
Realmente no supo que decir.
—Y dime, ¿ya habías antes trabajado junto a alguien? Apenas te vi. —A la ojiceleste se iluminaron los ojos de repente, recordó sus conversaciones con aquel niño Faraón.
—No, sólo... Sólo una propuesta.
—Mm-jmm —respondió afirmativo.
El villano no dejó de vigilar ni un segundo y esto fue notado por la criatura. En el fondo se preguntaba como pudo aceptar ser parte de eso.
El ninja se detuvo al final, la pulpo bufo, ¿qué se le ocurriría? Cuando reconoció el lugar donde la había traído abrió los ojos de par en par. Antes de poder decir algo, oyó unos pasos acercándose.
—¿Ninjalinos, una novedad? —los saludó.
Los ninjalinos se acercaron al mayor y le susurraron cosas al oído, este al principio lo tomó con aburrimiento pero después soltó una risa malvada junto a su clásica mirada al frente. Recibió buenas noticias.
—Los sorprenderé por la noche. —Les contaba a los pequeños.
—¿Cómo? ¿De qué hablas?
—Digo, no. —Regresó su atención a Octobella—. E-es otro tema, sigamos con nuestro plan. Bien. Tú los sorprenderás y yo me ocultaré con mis ninjalinos para atacar desde otro ángulo, ¿está bien?
—Bueno, pero...
—No son necesarias las condiciones, descuida. —Apoyó su mano sobre su hombro.
—Pues como quieras —artículo a regañadientes la chica, le disgustaba un poco su actitud.
•
El ambiente entre los héroes se calmó poco después de recordar el motivo de esa noche. Aparcaron el rastreador en pijama cerca de la cancha de soccer y Ululette fue quien bajo primero.
—Catboy, aquí debe estar ella.
—Entonces hablaremos con Octobella, llegaremos a un acuerdo y todo acabará.
Ambos asintieron la cabeza.
La de ojos escarlatas y su amigo entraron a la cancha para así toparse con una mirada calculadora. Dentro de Gecko le sonó una alarma.
«Es hora» pensó, «esta vez no pienso fallar»
El pequeño héroe empezó a escabullirse entre sus amigos y ellos le comenzaron a hablarle.
—¡Octobella, hola, somos nosotros los héroes en pi... —Catboy fue interrumpido.
—... jamas —completó la frase aquella mística pulpo—. Tranquilo, me sé de memoria tu forma de hablar —dijo sincera, ganándose una mirada de "¿en serio?" del moreno.
—Queremos hablar contigo de la forma más civilizada y resolver este asunto.
Sin duda, Catboy habló de lo más calmado aunque en el fondo era todo lo contrario.
La ojiceleste retrocedió, algo enternecida al verlos acercarse.
—Y bien, ¿qué quieren? Ya me están hablando.
—Por supuesto qué no, digo, están tratando contigo —masculló Gecko desde otro lado.
«¿Ninja de la Noche, dónde éstas?», los nervios consumían a la ojiceleste.
—Bueno, ¿por qué has escapado?
—Creo que es bastante obvio.
—Huir de nosotros por ser héroes no es una buen motivo. Debes estar tramando algo en nuestra contra. —acusó el chico, Octobella sonrió ante su respuesta.
—Upss, fastidiosos.
Mientras esto pasaba, alguien desde otro lado los vigilaba. De vez en cuando negaba la cabeza y soltaba unas risas, no era visto por los demás y eso era suerte. Porque de ser así, todo se hubiera descontrolado.
En un momento chocó los cinco con uno de sus compañeros en burla, y como si fuera un reflejo perfecto Octobella, desistió, mirando de reojo a los héroes cerca.
Meneó la cabeza y se apartó casi corriendo del trio.
«No sé que hago, no debería estar aquí»
En tanto escapaba su respiración se volvía caótica, recuerdos vagos atacaban en su contra y sus tentáculos no aguantaban rápidez, gracias a esto en múltiples ocasiones pudo resbalar mas no caerse. Ese paseo nocturno le había traído problemas, aun con el asunto del faraón. El tiempo pasaba y no recordaba como llegó a esa situación, realmente casi parecía volver al primer momento.
Sólo sabía que aquel supuesto amigo la había traincionado; sus poderes no servían fuera del agua y no podía forzarse a actuar sin ella tener un plan. Este la dejó sola entre la espada y la pared.
A diferencia de muchos niños súperheroes o villanos, cuando algo salía mal, su forma de actuar ante las traiciones no era la común. Muchos se enojarían y reclamarían porque odiaban la traición, incluso dejaría de hablar o juntarse con esa persona. Pero la niña pulpo no era así, aquella alargaba una sonrisa triste y sarcastica para después mirar a su enfermizo alrededor.
De un momento a otro, sintió como era retenida de hacer cualquier movimiento, de inmediado supo que era Gecko con su forma invisible. Vaya sorpresa.
—¡Quítame las manos de encima, pequeño renacuajo escuincle! ¡Suéltame de una tonta vez! —exclamó al sentir las manos del menor sobre sus hombros impidiéndole el paso. Este lució sorprendido unos minutos.
Gecko sintió un pequeño golpe en la nuca y sólo por eso la soltó, no le dolió pero una preocupación lo invadió de la nada. Esperó a sus compañeros y cuando llegaron estaban igual de anonadados que él.
—Chicos, no corramos tras ella. Dejemosle pensar, no parece sentirse bien —pidió Ululette.
—Pero estoy seguro que en el futuro podemos arrepentirnos.
El ojiverde suspiró algo apenado.
Lo que nadie sabía era que la villana iba a visitar un ninja mañoso.
Aquel estaba cerca del cuartel, quizás planeando un próximo plan. Octobella desde lejos lo observó con mucho rencor y entonces se acercó de forma peligrosa.
—¿Cómo la estas pasando? —le preguntó al oído y este por poco pegó un grito.
Retrocedió nervioso—. ¿E-eh? ¿Cóm-mo? Octobella, yo, ¿bien?
Disimuló con una sonrisa, ni aún así logró efecto en la contraria.
—Ay, que agradable. Eres un tierno, el chico dulce, más que la miel. —El ninja alzó una ceja pensando, sabía que no actuaba así pero si la risueña lo caracterizara así, estaba bien. Claramente se estaba creyendo su engaño y eso le favorecía a Octobella—. Pero ¿no se te olvidó la parte en la que me tienes que decir el típico "y tú"? Uf, en definitiva no tienes mucha imaginación para el lenguaje cuando hay muchas maneras de expresarse. Igual no importa, ¿qué podía esperar de un villano experto para unas cosas pero inexperto para otras? Obvio nada.
Aquellas palabras hicieron dejar al villano frío, helando acerca de sus argumentos. Sin embargo, prefirió acabar la conversación con la esperanza de quizás disculparse más tarde, esto último sólo era un pensamiento no iba a volverlo realidad aunque sea necesario.
—Oye, creo que t-tengo pendientes importante que hacer. Espe-ero que no te moleste que me vay...
—¿Y se puede saber a dónde, intento de villano? —Rió de manera maniática según el ninja.
—Pues, es que yo.
—¿Irás a engañar a otro en este momento? ¿O tal vez por qué alguien más te puede aguantar, intento de villano?
—Espera, ¡no vuelvas a decirme "intento de villano"!
—¿Por qué? ¿Te dolió en tu ego? —La pulpo dio unos pasos y en un segundo envolvió al Ninja Nocturno con sus largos tentáculos. Este jadeó con miedo y fue callado por ella.
—¿D-de qué hablas? —Apenas habló porque unos palpos ajenos rodearon su boca.
«Esto no está saliendo como lo planeé»
—Sé que te gusta engatusar a los demás cuando representan una futura amenaza, mucho mejores que tú seguro, entonces según tú, un tipo ególatra, es mejor acaramelarlos y endulzarlos para después clavarlos por detrás. Ese truco me parece bien para quien no está dispuesto a pagar las consecuencias a tiempo temprano.
—Pulpo astuta, ¿e-estas molesta?
—¿Eh? No, ¿por qué estaría enojada? —Se rió amargamente con los ojos cristalizados, y de pronto, de estos mismos comenzaron a brotar unas ligeras lágrimas que causaron escalofrios al contrario—. Sólo miénteme otra vez, que me sé muy bien ese juego. —admitió dispuesta a seguirle la corriente.
—Tú suéltame, deberías alejarte de mí. —Le causaba pena, no quería seguir ahí.
—Tienes razón. Pero te advierto que no te pienso volver a ver, no me hagas perder tiempo que ya no tengo.
Él tragó saliva y asintió ansioso de irse, antes de marcharse oyó a los niños con pijamas puestas. Corrían hacia ellos y para cuando el Ninja Nocturno la buscó con la mirada, ya se había ido.
—¡Ninja Nocturno!, ¿qué planeas hacerle al cuartel? —inquirió enojado el moreno.
—Yo nada, discúlpenme.
—Eso creí.
El villano se fue corriendo y empezó a saltar con pánico. Los niños negaron con la cabeza y se despidieron para irse a dormir.
Sin saberlo, la noche se tornó lluviosa para los próximos días y era tan extraño como también acogedor para ciertas personas.
La pulpo sintió gélido el mar de los canales a causa de las lluvias torrenciales, ese día hubo chubasco como sus mismas lágrimas congeladas. Que la acompañaron en ese momento.
Abrazaba sus palpos como una almohada y miraba a través de la puerta, que no llegaba a cerrar del todo. Percival la observó con dolor en silencio, pero no estaba pensando en consolarla, ya que para él, tenía que aprender a juntarse con alguien que valiera la pena. La dejó descanzar.
Lo único que logró con esto fue clavar la poca humanidad que aún cargaba la pulpo, recordó los lindos momentos que compartió con su compañero.
—Qué complicado —recitó ella—. A veces me gustaría acabar con esta historia.
Siguió llorando hasta quedarse dormida, su pequeño amigo vio esto una oportunidad y lo hizo, la acarició tiernamente. La risueña se removió entre sueños y este paró triste, el color de la villana cambió cuando se marchó.
En las calles no hubo habitante fuera de casa, ni mucho menos caos. Tan sólo la tranquilidad y amargura reinó.
Entre ese entorno, un niño faraón abrió con curiosidad una de las puertas del museo y las gotas entraron por si solas. Mojando así un poco su corona egipcia y parte de su vendaje, por primera vez luego de 4.000 años sintió el frío de tiempos modernos.
—¿Entonces a eso llaman divertido y refrescante? ¡Pero si provoca resfriados! —Escuchó de repente un trueno y no dudo en meterse más adentro del escondite.
El niño afrodescendiente decidió pasar esas horas de noche para darle poder a un arma poderosa, y con una sonrisa un chaparrón atacó gran parte de la ciudad.
Todos tenemos días grises, pero no todos tenemos la capacidad de enfrentarlos...
¿O sí?
~~~
De verdad me hubiera gustado actualizar mucho antes, pero como saben era tiempo de vacaciones (aunque en algunos países ya no) pero bueno, feliz de poder traerles finalmente el cap de La Quiero a Ella ;)
Me impacté yo misma
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