El aposento de la ruleta
Una placa de metal descendió de la parte superior de la puerta sellándola, la mano cercenada aun sujetaba el tobillo de Avalon.
La Amazona comenzó a llorar tomando posición fetal en el suelo.
—Avalon —intentaba acercarme a ella. —Todo está bien, no ha pasado nada, estas a salvo —me agaché y puse mi mano en su hombro —estoy contigo.
Estaba sollozando, soltó sus piernas para incorporarse y me observo directo con sus ojos cristalinos, delicados, oscuros, con fuerza en su frágiles.
—Lo siento, ya estoy mejor, solo fue un momento —se detuvo —solo creí por un momento qué —no quiso volver hablar.
Le ofrecí mi mano para que se levantara, se incorporó y encamino a recuperar el arma que había soltado por la impresión del momento.
—Continuemos —había recuperado fuerza en su voz, volvía hacer la Amazona.
Por un instante pude ver la fragilidad que una Amazona podía tener, eso modificó mi forma de verla. Volví a centrar mi atención a mi entorno, el ambiente había cambiado, no me permitiría volver a ser tomado desprevenido. En este momento sabía que yo no tenía que proteger la vida de Avalon, ella era mejor con eso, pero por el contrario yo me dedicaría a proteger sus lágrimas.
Estábamos en una habitación cuadrada, en cada muro había una puerta con barrotes que no permitían su acceso, estábamos atrapados nuevamente en una jaula. Mi cabeza intentaba analizar todos los posibles escenarios; las tres puertas de barrotes a nuestro alrededor, se abrirían y saldrían bestias de ellas, nos rodearían y los paredes podrían comenzar a cerrarse nuevamente, el último en respirar les contaría a los demás como se sentía morir siendo aplastado.
—Reinar al frente —Avalon señalaba con el mentón a la puerta que teníamos justo en frente —Alguien viene, es humano, escucha.
No podía escuchar nada sin embargo comencé a prepararme.
—¡Te callare si no dejas de lloriquear! —La voz provenía detrás de los barrotes.
—Iron es que yo, me incomodan, por favor deja esas cabezas atrás —Era la voz de una Nereida, estaba hablando con algún eros.
—Te unirías a ellos, sí eso significara que te callarás, agradece a las reglas de esta maldita purga o ya estarías junto con ellos.
No comprendía sobre que estaban hablando, pero no tardaría en averiguarlo, estaban ya frente a los barrotes. Un hombre fornido, llevaba el cabello muy corto, tenía cicatrices por toda la cara, portaba dos espadas a los costados de las caderas, chocaban mientras caminaba, una soga le atravesaba el pecho y llevaba algo detrás.
A sus espaldas lo seguía una Nereida de mejillas rosadas, cabello a los hombros, su estatura la hacía ver como una niña, era pequeña, parecía algo tímida en sus movimientos.
—¡Hola! Pedazos de mierda que gusto encontrármelos —bajo el mentón y clavó su mirada en Avalon y en mí.
—Supongo tu eres Iron —dije sin emoción alguna.
Nosotros solo teníamos una espada y él contaba con dos, comencé a evaluar nuestras posibilidades y cómo afrontarlo.
—No me interesa tu nombre, solo me interesa la cabeza de esa Nereida.
—No es una Nereida, es una Amazona —lo corregí de su error.
—Y a mí que mierdas me interesa lo que sea, yo solo la quiero para mi colección, se verá muy buen junto a ellos.
Se dio la vuelta y pude ver lo que llevaba a sus espaldas, perdí el equilibrio cayendo al suelo, mis rodillas recibieron el impacto, unas arcadas comenzaron a invadirme, aunque intentará detenerme no podría; vomite.
—¿Lo conoces? —me preguntó Avalon.
—Si, somos del mismo sector él —volví a vomitar.
Iron llevaba a su espalda dos cabezas sujetadas por una soja, una Nereida y un topo, los ojos de ambos estaban desvanecidos.
—Sabía que los conocerías, me alegra que se pudieran saludar, no es necesario que me agradezcas, me gusta reunir amigos —Iron reía sin dejar de darnos la espalda.
—En cuanto se levante la reja lamentaras haber asesinado a esa Nereida —Avalon estaba lista para atacar.
—¿Tú? —Iron río —Una Nereida, no me hagas bromas.
—Te mostrare como se ven tus dientes en mi mano, escoria —Avalon apretaba la quijada al hablar.
No tenía tiempo, necesitaba recuperarme, así que me levanté despacio, esperando que el mareó se pasara pronto, cerré los ojos por un momento antes de volver a fijarlos en las cabezas degolladas.
—Zerov lamentó no haber llegado a tiempo —le hable a pesar de saber que él ya no estaba ahí.
A pesar de su personalidad conflictiva habíamos crecido juntos, criados por el mismo topo, las carencias en el mundo nos separaron, pero de haber sido diferente, estaba seguro de que podría haber sido mi familia, una parte en mí siempre lo había sentido como un familiar.
—No te lamentes tanto, no me interesa tu cabeza, pero podría ponerte juntó a él cuando tenga la cabeza de esa Nereida.
—Ella no es una Nereida, es una Amazona —le repetí con ira.
—La misma mierda con diferente nombre —Estaba sujetando las barras de metal —¡Ya abran esta mierda! Están tardando —gritaba al aire mientras brincaba y agitaba los barrotes.
—Reinar... Rey —Avalon estaba hablando —Rey escúchame —estaba perdido en mis pensamientos, temblaba de ira —¡Rey! —me golpeó en el brazo.
—¡Qué¡ —me cacheteó antes de continuar mi reclamó.
—Reinar si no te tranquilizas te noqueare para que no me estorbes en la pelea, estas cayendo en sus provocaciones, en verdad crees que trae esas cabezas en la espalda para pasearlas.
—Es solo que ...
—Te entiendo Rey, pero tienes que aprender a controlar tus emociones si quieres sobrevivir, respira o aléjate.
—No, no, ya estoy aquí —retomé mi postura firme.
—Qué bonita soga te ha puesto tu Nereida para controlarte —Iron quiere provocarme, me repetía eso.
—¡Reinar! —Esa voz la reconocía
—¡Sigues vivo! ¡Maldita sea! —era la voz de Krist —La última vez que te vi, me asuste —creí ...
Estaba en la entrada de mi derecha, la reja no le permitía pasar. Lo acompañaba una Nereida, su piel era oscura, ojos atigrados, estaba rapada pero su figura, su complexión, su esencia, ella era una Nereida.
—¡Krist! —corrí a la reja.
La Nereida que acompañaba a Krist tiró de él para que se alejara de la reja.
—Calma Andrómeda, es el chico del que te hable —Krist le decía a su Nereida.
—Aun así, no te confíes Krist —su voz era fuerte, rasposa.
Lo sujetaba del hombro y Krist parecía estar cómodo con eso, me detuve incomodo antes de llegar.
—Que gran encuentro, cuanto tiempo sin verte Andrómeda —Avalon hablaba detrás de mi mientras se acercaba.
—¿Tú? —Andrómeda se mostraba sorprendida —¿Qué haces aquí? A quien carajos se le ocurrí dejarte entrar en esto.
—Me agrada ver que te alegre verme —Avalon se mostraba segura.
—Dejémoslo para después, no sabemos que nos están preparando —Krist cortaba la conversación de tajó.
—¿Preparando? —Comprendía que todo estaba planeado, pero Krist no se refería a eso.
—Reinar ¿No te lo comento tu Nereida? —Krist sonaba cortante.
—No es una Nereida, es una Amazonas ¿Contarme qué?
—Una ¿Qué? —Krist estaba desubicado.
—Krist ¿A qué te refieres con preparado? —Comenzaba a desesperarme.
—Todo el tiempo nos están observando Rey, somos el espectáculo para la ciudad blanca, todo el tiempo nos han observado, pero también han estado mostrándonos en la ciudad, somos un: entretenimiento.
Antes de siquiera poder hablar, las palabras de Krist fueron proféticas, la psicofonía se hizo presente haciendo que todos los presentes nos cubriéramos los oídos.
—¡Eros! —Artemides estaba hablando nuevamente.
—Esto es una mala señal —hable sin dirigirme a alguien en particular.
—¡Los felicito por haber superado el laberinto del óbito! Pero... —se tomaba su tiempo. —Para salir de él deberán tomar sus apuestas.
—Mierda —Krist parecía entender lo que sucedía, estaba observando detrás de mí.
Me volteé para ver, en la puerta del otro extremo se encontraba otro Carnero con una Nereida a su lado.
—Para salir deberán confiar en los intereses de los compañeros de su sector —Artemides estaba dando todo un espectáculo —Eros Reinar tu pelearas a nombre de tu sector, si quieren salir vivos, deberás matar a tu contendiente; el eros Iron y a la Nereida Silon—Todo comenzaba a tener sentido, su forma de hablar siempre había parecido extraña. —¡Bienvenidos a los aposentos de la ruleta! —éramos un espectáculo. —buena ventura y espero verlos pronto.
La reja de Iron comenzaba a elevarse, este salía con orgullo de ella. Avalon y yo nos dimos la vuelta para no darle la espalda, ya estaba desfundando dos espadas delgadas y alargadas de sus costados.
—Rey —Krist me hablaba —Lo necesitaras —Extendió la lanza de Al que aun conservaba.
Detrás de Krist un muro descendió, dejándolos en un espacio reducido.
—Qué demonios —Andrómeda estaba sorprendida.
Los habían atrapado, no tenían mucho espació para moverse, el sonido de engranes se hizo presente.
—¡No! ¡No! ¡No! —Giré para sujetar las manos de Krist.
El muro detrás de Krist.y Andrómeda comenzaba a avanzar hacia ellos.
—¡Olvidaba algo! —La voz de Artemides se volvía hacer presente —Tienen tiempo límite para asesinarse, no lo olviden, si ustedes mueren los de su sector y su respectiva Nereida morirán junto a ustedes, pero si tardan, solamente los de su sector y su Nereida serán aplastados. Tomen sus decisiones, decidan si desean sacarlos, para hacerlo deberán poner su vida como apuesta, las rejas solo se abrirán al morir dos en los aposentos de la ruleta, solo podrán pagar su salida con sangre —una risa se alcanzó a escuchar antes de quedar en silencio.
Siguiente capitulo; "Impregno de horror"
Gracias por seguir hasta este punto. Buena ventura y espero verlos pronto.
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