2. La puerta del ciervo
—Has elegido al peor traductor de la historia— Le digo a Liedna —¿por qué crees que voy a saber qué son esas criaturas que pululan por tu mundo?
—Vas a acabar descubriendo que eso no es cierto, conozco mi mundo pero no os conozco a vosotros —dice pensativa— Muy bien, pregunta lo que quieras saber. Si puedo te lo explico.
Como ni ella ni yo tenemos ningún lugar concreto al que ir he decidido que seguiría el hilo rojo a ver hasta dónde me lleva. Aún no hemos salido del bosque, aunque de vez en cuando cruzamos algún claro que otro. Han aparecido algunas criaturas raras pero han huido al vernos. La más llamativa ha sido una especie de moco lila con brazos y boca grande. Su halo era el naranja. Suerte que también ha huido.
—Cuando dices que las horneadas traen cambios, ¿A qué te refieres exactamente?
Liedna se queda pensando y luego contesta. —Digamos que nuestra historia es muy larga pero sabemos muy poco. Cada vez que han habido horneadas nos hemos retirado hasta que finalizaran. ¡Es la primera vez que voy a vivir una!. Los más viejos vivieron la primera y guardan un recuerdo tan horrible que nunca más hemos vuelto a exponernos.
—En cada horneada —sigue explicando— Aparece una nueva ola de criaturas y monstruos. Está muy relacionado con los seres que llegáis desde lo que dices que son las puertas. Nosotros solo salimos cuando ya quedan muy pocos humanos y nos encargamos de la limpieza. O por lo menos de deshacernos de las criaturas más peligrosas.
—¿Criaturas como cuales?
—La última vez que salí a limpiar fue hace unos siglos y la criatura más difícil de suprimir fue un dragón negro que se instaló en la montaña del volcán, no le afectaban las magias comunes. Necesitamos todo el ingenio y poder de los más antiguos para derrotarlo. Creo que ese dragón aniquiló él solo a toda la horneada. Nos costó mucho reducirlo.
—En una horneada aparecen todo tipo de seres. —continúa— Desde serpientes de tres cabezas hasta mariposas brillantes, goblins, enanos, duendes, otras especies de elfos, sirenas, gigantes... No solo eso, también aparecen islas fantasmas y barcos hundidos, aparecen cuevas y escaleras estrechas que suben hacia el cielo. De hecho mira allí. —Señala a lo lejos una zona de niebla muy espesa en la que hay unas islas que flotan— ¡ves! eso antes no estaba.
—Me queda claro que este no es mi mundo...— Me da cierta vergüenza mi frase y para disimularla sigo preguntando —¿Porqué lo relacionas con el hecho de que lleguemos nosotros?
Me mira durante un rato. —Está relacionado. Este mundo lleva 5 siglos igual. Aparecéis y ya hay bichos raros, islas en el cielo, frutas raras...— Me señala una especie de piña morada con círculos —Si no está relacionado con vuestra llegada entonces soy un duende.
—¿Y no podría ser que nosotros seamos simplemente un bicho más? No sé si me entiendes. Que la horneada traiga consigo a estas cosas de cada uno de sus mundos y a la vez nos traiga a nosotros. Puede que tengas mal puesto el enfoque.
—Si fuese así no necesitaría un traductor— Me mira con una expresión que me aterra, luego sonríe —Mira, de todas las criaturas que he nombrado la más temible y la que más ha puesto en peligro a mi pueblo ha sido la tuya.
Seguimos en la zona boscosa, me sorprende la cantidad de animales que vemos. Algunos los conozco y otros no. Hay algunos brillantes y unos pocos casi transparentes.
Andando un poco más nos encontramos a un chico que está descansando a los pies de un castaño inmenso. Cuando se lo señalo a Liedna ella se queda petrificada. Me cuesta mucho convencerla de que me acompañe. Al final cede y me sigue con mucha precaución.
Es un chico castaño, altura normal. Va vestido con ropa deportiva. Me temo que habrá que hacer algo con la ropa, dudo que la mía aguante mucho por estos bosques... El chico tiene encima un halo azul. Me sorprende ver eso también en las personas. Pensaba que solo era en las otras razas y animales.
Me acerco y le despierto.
—Hola. ¿Qué haces aquí?— Le doy un toque con el pie en su pierna
—Hola... ¿Quién eres?— Me mira aún dormido —No sé qué ha pasado, he venido por esa puerta— Señala un espacio que queda entre dos árboles, pero allí no hay nada.
Me vuelve a mirar y se le iluminan los ojos —¿eres entrenador?
—¿Qué?
Saca del bolsillo unas bolas rojas y blancas y me las enseña con orgullo. —He conseguido capturar a cinco ya. Nunca imaginé que esto pudiese ocurrir. ¡Es como un sueño cumplido!— Mira a Liedna —¿Eso que te acompaña qué es? Porqué no parece un Pokémon.
Se me cae el alma a los pies. ¡Pokémon! ¿En serio? Dónde quedan los dragones y las sirenas... Puede que muchos de los animales raros fueran eso, Pokémons. Necesito cambiar de tema como sea, después de presentarle a Liedna le pregunto algo que me intriga.
—Perdona, ¿la puerta que ves de qué color es y qué dibujo tiene?
—Es azul, como transparente y su dibujo es un ciervo de cornamenta joven.
Claramente mi hilo azul no apunta a su puerta sino que me lleva al éste.
Liedna me recuerda que el chico no se había presentado. Él se sorprende mucho.
—¿puedes entenderla?— me pregunta.
—Sí. ¿Tú no?— me mira más confundido aún así que le comento lo que ha dicho Liedna.
Sonríe un poco —Me llamo Miguel.
—Fausto. Un placer.— Como no dice nada más le pregunto —¿A tí también te ha hablado un viejo vestido de gris?
—Sí. Vino mientras jugaba a la play. Apareció dentro de casa como si nada y me dijo que prestara atención a las puertas.
—¿No te asustó el aliento ese?
—¿Tú también lo notaste? A mi sí, pero me dió más miedo caer en una trampa— Me dijo haciendo gala de su lógica —y entre la telaraña, el árbol y el ciervo elegí ésta. Creo que es la puerta de donde quiero estar y me encanta.
—Pero no piensas quedarte siempre aquí, ¿no?— replico.
—¿Porqué no?— me dice
Se me ocurren muchos motivos. El primero es que en este lugar dudo que tenga un futuro y el segundo es porque creo que hace falta tener prioridades. Al final le digo recordando a la gente del pokémon go— Porque la gracia de Pokémon es explorar.
Se lo piensa un rato y contesta.
—La verdad es que me gustaría. ¿Hacia dónde vas?
Le señalo hacia el este, acabo de decidir que prefiero encontrar mi puerta azul antes que la roja. Cuando ve la dirección me dice que hacía allí están tanto su hilo marrón como su hilo rojo.
—Te aviso ya que la puerta marrón es horrible, es la de la telaraña. Por poco muero allí— le comento —por cierto. ¿De dónde sacas las pelotas esas?
—¿Las pokeball? Siempre tengo 5 en el bolsillo, aparecen cuando las necesito y tengo esta mochila, ¡Mira! Es como lo imaginé hace mucho. Aún estoy flipando.
—La verdad es que es curioso sí— Le contesto.
Se está haciendo de noche. Liedna crea una hoguera con magia y Miguel saca sus cinco logros y los lanza. Salen cinco bichos mientras dice algo así como «vigilad por la noche». Es un poco teatrero pero creo que está bien pensado.
A la mañana siguiente, por el camino Miguel consigue capturar unos cuantos más. En uno de los descansos a Miguel le aparece en las manos una barra energética. Me la da y le aparece otra. Lo repite para Liedna.
—¿Qué acabas de hacer? ¿Puedes conseguir que aparezca cualquier cosa?— le pregunto
—Cualquier cosa no, solo barritas. No sabes la de veces que he deseado tener una en las manos mientras iba en bici. Me pasa igual con el agua creo que es por un día que me quedé sin en plena ruta.
—Espera, ¿me estás diciendo que puedes generar comida y agua solo porque lo deseaste?
—Claro, y tú también. ¿Porqué crees que puedes entender a Liedna? Yo no entiendo nada de lo que dice, y... ¿porqué crees que tengo esto y tú no? Y saca la pokeball. Creo que aquí las reglas son, "puedes hacer cualquier cosa que imaginaste en el pasado" porque he intentado inventarme cosas nuevas pero no ha pasado nada.
—Si es así entonces...— Pienso en cuando mi abuelo casi no tenía voz y deseé poder subirle el volumen. Un poco raro pero es lo primero que me ha venido a la mente. Me concentro en el sonido de un pajarito y lo intensifico. Empieza a escucharse por todo el valle. Casi nos deja sordos. Paro y empiezo a reírme.
Liedna me mira con miedo y Miguel parece enfadado —bro, te has pasado 100 pueblos— Sigo riendo sin poder parar.
—Podrías haber pensado un poco, ¿no?— Liedna mira asustada hacia todas partes, sobre todo al cielo. Sin decirnos nada más nos obliga a escondernos detrás de una mata.
Al poco rato aparece una criatura negra y oscura, con una forma que parece un mix entre un humano y un cuadrúpedo. Su cuerpo es negro y no tiene rostro. Va dejando un rastro de baba por dónde va.
—Demogorgon...— susurro sin querer. Mi corazón bombea tan rápido que temo que nos delate. Miguel tiene preparadas sus pokeball, me parece algo muy inútil.
Esperamos escondidos. Está a unos tres metros. Se me ocurre que puedo intensificar algún ruido y lo hago. Elijo el de un árbol lejano. Funciona. El monstruo se va.
Cuando ya estamos a salvo miro a Miguel a los ojos. Parece asustadísimo y me hace gracia. Le pregunto con bastante descaro —¿sigues queriendo vivir en el bosque cazando animalitos?
—¿De qué vas?— parece que se ha enfadado de verdad —¿Metes la pata y te ríes? Sabes, puede que ahora mismo los Pokémon sean mucho más útiles que tu necesidad de decir a los demás cómo tiene que ser su vida o de hacer gritar a los pájaros ¿sabes?
Estoy a punto de responder pero Liedna interviene. Nos levanta a los dos y me pide que le traduzca. Tardo en aceptar su petición pero sabe ser muy persuasiva...
Me hace repetir estas palabras —No le tengas en cuenta a este crío todas sus estupideces. Lo conozco de hace un rato y ya no me va a sorprender nada. Ayúdame a que controle su estupidez. Quizás con eso podremos viajar tranquilos— he intentado no traducirla pero digamos que ha sabido hacerme el daño suficiente...
Miguel se empieza a reír a carcajadas —Me encanta verte diciendo esto.
No sé porqué pero su risa me relaja un poco, eso y que su color sigue siendo el azul.
Aparece otra criatura. Pequeña, rápida y amarilla. Como es costumbre Liedna me mira. Ésta vez sé lo que es. Me giro a Miguel y le pregunto —¿Quieres que te ayude a capturarlo?
Al fondo distinguimos varias columnas de humo. Creemos que es una buena señal. Nos dirigimos hacia allá. Durante el camino Miguel comenta como si nada —¿Sabéis que mi puerta azul nos está siguiendo?— Hace una pausa, se gira, la observa y dice —Además al dibujo del ciervo le ha salido una punta nueva. Luego sigue andando como si solo fuese algo curioso.
***
Llegamos a las hogueras al atardecer. Hay un grupo de 30 personas organizándose, construyendo y preparando cosas. Parecen hormigas. Quizás el elfo ese tuviese razón. Solo que esta gente usa la magia recién descubierta y parece un espectáculo.
Antes de que se haga de noche más que un campamento parecerá una mini ciudad. Les ayudamos. Liedna no se separa de mí ni un segundo.
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