
☢05☢
Kai no era feliz. Llevaba la delantera por mucho y los otros monstruos lo respetaban, sin embargo no podría disfrutar como hacía antes de conocer a KyungSoo, y precisamente, la razón de su acongojo era él. El pequeño humano no abandonaba sus pensamientos ni siquiera cuando se iba a la cama para dormir, lo imaginaba acurrucado bajo la cobija con los ojos rojos e hinchados, llorando y suplicando a aquel hombre que no lo golpeara más.
Le había contado a TaeMin las preocupaciones que tenía últimamente. Como era de esperarse su amigo lo había apoyado, pero también le había ofrecido más en qué pensar. Ahora no podía sacarse de la mente la idea de ayudar a KyungSoo, pero todavía no se le ocurría cómo hacerlo.
Aquella noche lo surcó un mal presentimiento, no sabía qué ni cómo, pero había algo que recorría los duros huesos de su espalda. Al salir de su apartamento para dirigirse a la planta de sustos, tuvo que ponerse chaqueta, pues el aire soplaba con vehemencia y una tormenta parecía aproximarse. Se había dado cuenta que el clima en Monstruópolis coincidía bastante con el del mundo donde KyungSoo vivía, eso le hizo preguntarse si el niño se encontraba bien abrigado y si la ventana de su habitación estaba cerrada.
Se citó con TaeMin fuera del edificio, exactamente frente a la ventana por donde solían entrar. No fue difícil llegar hasta allí para ninguno de los dos puesto que habían aprendido de memoria el camino que debían recorrer para no activar las alarmas. Siguieron el procedimiento que siempre, saltaron la ventana, la dejaron entreabierta para salir por allí mismo más tarde y se deslizaron silenciosamente (lo más silenciosamente que los huesudos pies de TaeMin permitían) hasta las estaciones.
No podía dejar de frotarse las manos mientras esperaba que la puerta azul culminara su descenso. TaeMin, parado a unos pocos pasos de él, había notado su nerviosismo y posó las falanges sobre su hombro mientras se acomodaba el casco con la mano libre.
—Yo... eh ¿te deseo suerte? —murmuró un poco avergonzado desviando la mirada después. Kai carcajeó al escuchar cómo trataba de darle ánimos, aunque en el fondo agradecía sus intentos a pesar de ser malo en ello.
—Volveré pronto, es tarde y KyungSoo debe dormir.
Sin más palabras de despedida Kai giró la perilla de la puerta, le dio un suave empujón viendo cómo oscilaba por un corto instante. Quería estar tranquilo antes de su visita, pero la idea se esfumó de su mente cuando oyó un sollozo de KyungSoo. Sin dudarlo abrió la puerta completamente cerrándola después. La ira lo cegó en el segundo que su mirada se posó sobre el par de figuras paradas junto a la cama. El cuerpo del padre de KyungSoo, enorme en comparación con el niño, se inclinaba sobre él con excesiva altanería, como quien sabe que tiene el control y se jacta de ello.
KyungSoo daba cortos pasos en reversa hasta que su espalda chocó contra el filo del colchón, levantando las manos por sobre la altura de su cabeza en un intento de protegerse de los golpes que preveía. Sin embargo sus brazos endebles no fueron suficiente protección para el puñetazo que su padre lanzó contra él sin tapujos.
—¡Maldito estorbo!
Kai se había abalanzado hacia el hombre cuyo aliento era el mismo que la última vez que lo vio. No se detuvo ni siquiera un segundo a pensarlo, en aquel momento poco le interesaba ser descubierto y poner en peligro a su mundo, pues solo podía pensar en proteger al niño que se había ganado su corazón.
La sangre le hervía, caliente, punzante. Tomó al sujeto por el cuello de la camisa y con los ojos inyectados de furia le miró tan fugazmente que el hombre no vio venir el puñetazo que dio contra su grasienta cara. Kai no se detuvo al ver el líquido rojo y espeso fluir por su nariz. Siguió propinando golpes y más golpes hasta que el hombre quedó inerte en el piso. Aún respiraba, lo supo por la forma en que su pecho subía y bajaba, aunque sus inhalaciones eran lentas.
Habría seguido descargando todo el coraje que sentía contra aquel cuerpo que yacía inconsciente sobre la mullida alfombra, pero la mano de KyungSoo buscando la suya lo sacó de aquel trance. El pequeño lloraba sin consuelo, y al ver su rostro cayó en la cuenta de que ya había recibido golpes. "Debí llegar antes", se dijo. Tenía las mejillas enrojecidas y un labio partido, la sangre escurría como un hilillo hacia su barbilla.
Las palabras se le quedaron atoradas en la garganta, y lo único que atinó a hacer fue levantar a KyungSoo y apegarlo a su pecho. Deseaba tanto protegerlo.
—¿Soy un estorbo? —oyó al niño preguntar con la voz quebrada por el llanto.
—No lo eres —respondió acurrucándolo—. No eres un estorbo. Yo te quiero.
Durante extensos minutos se encargó de mecer a KyungSoo en sus brazos intentando que su llanto cesara, pero ni siquiera menguaba un poco. Veía con intenso odio al hombre tendido en el piso, sintiendo el deseo de acabar con su vida de una vez por todas y liberar al pequeño de aquel infierno.
—No me abandones Kai, no me dejes solito —sollozaba el niño contra su pecho—. Ya no quiero que mi papá me pegue.
No fue capaz de dar una respuesta y se odió por eso. Tan solo segundos más tarde la puerta del closet fue abierta y por ella entraron incontables monstruos vestidos en trajes amarillos y marcaras. Los miró con terror, especialmente cuando lo apuntaron con una especie de pistola y fue obligado a dejar al niño sobre la cama. KyungSoo sollozaba aferrado a su brazo, negándose a dejarlo ir.
—Volveré KyungSoo —alcanzó a susurrar débilmente antes de ser arrastrado por varios de los monstruos.
Al volver a su mundo se encontró con un verdadero caos, pero ni siquiera tenía fuerzas para prestar atención. Lo único que percibía eran manchas corriendo de un lado a otro y voces lejanas, pudo distinguir la de TaeMin pero no logró saber qué dijo. Fue despojado de cada una de sus prendas y empujado dentro de unas cortinas.
—Te daremos un baño químico, es por tu bien Kai, los humanos son tóxicos —dijo su jefe del otro lado de la cortina.
El líquido comenzó a caer sobre su cabeza y a bajar por su cuerpo.
—¡KyungSoo no es tóxico! —lanzó en un grito desesperado. No le importó el ardor en su piel, solo podía pensar en el niño y en qué sucedería una vez que su padre recobrara la conciencia.
⚠
No fue despedido de su empleo como creía que ocurriría, en cambio como castigo suspendieron sus actividades durante un año completo. Era una eternidad según él, pues no podía dejar de pensar en volver a ver al pequeño y comprobar que estuviese bien.
Durante ese tiempo buscó algo en qué ocupar su vida. Halló un empleo como repartidor de comida rápida. A veces TaeMin lo visitaba en su apartamento, encontrándolo siempre con una mirada vacía. Su amigo se frustraba, pues ni siquiera quería mencionar a KyungSoo y eso solo lo afectaba porque se guardaba todo para sí mismo.
Fueron los meses más lentos y acongojantes de su vida, pero un día llegó el momento de volver, sería un asustador de nuevo.
Se preparó con su típica vestimenta y se dirigió a la planta. Durante su ausencia TaeMin había sido asignado como asistente de otro monstruo, pero ahora que estaba de vuelta volvía a trabajar con él.
Estando ya todos en sus respectivas posiciones, las puertas comenzaron a correr sobre sus cabezas. Kai buscaba con la mirada la tan conocida puerta azul sin encontrarla. Esa noche asustó a tres niños obteniendo sus gritos.
Cada día iba con la esperanza de volver a ver a KyungSoo, pero no había rastro de su puerta por ningún lado. La tristeza era cada vez mayor, y siempre que entraba a una habitación y asustaba a un infante no podía evitar pensar en la cara de horror del pequeño al ser golpeado por su padre.
—¿Dónde está? —se preguntó a sí mismo un noche al terminar de trabajar. TaeMin tocó su espalda y suspiró.
—No lo sé —susurró—. Cuando una puerta no aparece más, puede ser por varias razones.
—¿Y cuáles son esas?
—Pues... —Se quedó callado por unos instantes—. No estoy muy seguro, pero creo que en la universidad nos dijeron que cuando una puerta jamás vuelve a aparecer, es porque el niño se cambió de habitación, la puerta fue destruida o porque...
—¿Por qué?
—Porque el niño ya no está más, ya no existe.
Quiso llorar, quiso arrojar todo y gritar ante ese pensamiento, se negaba a creer algo así.
—Pero no te desanimes aún, hay millones de niños en el mundo humano, quizá la puerta se ha perdido entre todas y algún día la volverás a encontrar.
Quiso creer que era así, pero pasaron los años y la puerta azul no aparecía.
⚠⚠⚠
Alto ahí rufianes, que aún falta la parte 06 xD
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