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Quinta prueba: Parte dos


Violet tronó cada dedo en ambas manos antes de entrar a la arena, frente a frente con Roxana. No le dio la mano, como hizo antes Tristán con Keri. No, ella no tenía ese "espíritu deportivo" ni había entrenado con su rival antes de pelearse. A Roxana la iba a moler a golpes, esa era la única verdad.

Desde una distancia prudente, el resto de los aspirantes contemplaba las peleas, a la sombra de varios árbitros: los examinadores. Si bien, Alyssa no los había contado, tampoco tenía razones para creer que faltase alguien. A los que conocía, Helio Soto incluido, estaban ahí presentes, observando. Cuando el silbato sonó, ambas contrincantes alzaron los brazos, en guardia, esperando a que la otra diera el primer golpe.

— ¿En qué crees que esté pensando Vio? - Preguntó Tristán a Alyssa.

— En que va a matar a esa chica por coquetearte hace rato.

— ¿De qué hablas? - Se extrañó el chico, sin dar crédito a las afirmaciones de su amiga.

Para Alyssa, no era nada nuevo que un chico fuese tan ciego ante tal demostración de coqueteo. Antes de pronunciar una palabra más, se recordó a sí misma que lo ideal sería no intervenir: que el romance entre esos dos chicos se desarrollase tan orgánicamente como fuera posible. 

En la arena, Roxana ya había lanzado los primeros puñetazos, pero ninguno acertaba: Violet era bastante buena haciéndose a un lado para esquivar. Cuando por fin se animó a devolver un golpe, lo encajó directo en la cara de su enemiga, lo que le valió unos cuántos vítores de parte de Tristán, Keri, y un reducido grupo de aspirantes.

"Tal vez juzgué mal a Keri", pensó Violet. "Ella está ahí, apoyándome, mientras yo me moría de celos porque entrenó con Tristán. Él y yo... ni siquiera somos nada, y no me estoy esforzando para cambiar eso".

Otro golpe, esta vez al pecho de Roxana.

"¿Con qué derecho me enojo por quienes le hablan a Tristán?". "Él es libre y yo..."

Los examinadores observaban atentamente la pelea. Al fondo, dos de ellos, Keith y Amelia, viejos conocidos, intercambiaron comentarios respecto a los aspirantes.

— No es poca cosa - Aseguró Keith - Estas chicas de La Ciudad son más bravas que en el resto del país.

— Siempre y cuando no vuelvas a favorecer a una de ellas solo porque te cayó bien... - Se quejó Amelia - Aún no encontramos a Adhara, recuérdalo.

— Eso no quita que la güerita de allá no sea talentosa.

La güerita en cuestión: Violet, estaba algo ocupada evadiendo los golpes y ocasionales patadas de una enojada Roxana, harta de recibir más golpes de los que encajaba. Sin embargo, no llevaba las de perder, ni de cerca. Una vez pudo patear con el talón una de las piernas de su enemiga, Violet dio por sentado que había ganado el encuentro. Roxana ya cojeaba y si no podía caminar bien, ni hablar sobre una pelea.

— ¿Vas a rendirte? - Preguntó - No quisiera, ya sabes... golpearte más de lo necesario.

Roxana jadeó un par de segundos, boqueando mientras reunía aliento para responderle. En ese tiempo, Violet pudo haberla arrojado fuera de los límites, ambas lo sabían. Sin embargo, no lo hizo. Esperó a que Roxana contestase.

— De acuerdo, tú ganas - Admitió la chica - Buena pelea.

Dos aspirantes, uno de ellos Rafael, tuvieron que correr a atraparla en cuanto pronunció esas palabras: de no hacerlo, la chica habría caído de espaldas contra el suelo. Estaba tan agotada que no podía sostener su propio peso.

Ni siquiera hubo tiempo entre pelea y pelea: el siguiente para estaba ya en medio. A este paso, saldría más de un descalificado por lesiones al final del día.

Pocos días después, las cosas no iban particularmente bien para Tristán. Había ganado una sola pelea, sí, pero llevaba dos derrotas. Si perdía una más, ahí se irían todas sus oportunidades de calificar para el final de la prueba.

En la tabla de combates del día, tan sólo quedaban dos encuentros: el de Tristán contra una chica llamada Mariela Rojas, una chica bastante atlética que ni siquiera parecía mexicana, y la última (y la que, a decir verdad, todos esperaban), Rafael Valdez contra Helio Soto. Según la opinión de Alyssa, Tristán, Violet y, a decir verdad, de todos los demás aspirantes, si había alguien capaz de hacerle frente a Helio en un mano a mano, era Rafael. Y aún así, tenían sus dudas.

Tristán incluso se sorprendió rezando porque Rafael le torciera un brazo a Helio y no tuviesen que pelear después.

Tristán suspiró, avanzando al frente, resignado a pelear contra Mariela. Sin embargo, antes de alejarse demasiado del grupito de aspirantes, Violet lo detuvo.

— Lo harás bien, ¿de acuerdo? - Le garantizó la chica, tratando de convencerlo.

— No creo dar la talla. Podría ser que con esto, quede completamente fuera. Es más, si pierdo, ni siquiera enfrentaré a Helio: me rendiré, no puedo...

Violet no lo dejó continuar. Rápida y fugazmente, se atrevió a darle un beso en los labios al tímido y asustadizo chico que se les había unido desde hacía ya más de un mes. No quería escuchar nada respecto a que no podría ganar. Tenía que ganar. Tenían que graduarse juntos. Por fin, Tristán lo entendió: él y Violet compartieron ese mismo pensamiento durante la milésima de segundo que duró aquél beso, pero fue más que suficiente.

Estaba listo.

Cuando Violet volvió al lado de Alyssa, por otro lado, estaba muerta de vergüenza, sin creerse que había besado al chico que le gustaba. Alyssa le dio un par de palmadas en la espalda, casi burlándose. Extrañaba cuando su vida amorosa era el mayor de sus problemas, así que ver a Violet y Tristán correteándose el uno al otro le hacía recordar con cariño aquellas épocas que le parecían ahora tan distantes.

Tristán se plantó con firmeza frente a Mariela, cuyo pelirrojo cabello casi ondeaba detrás de su cabeza, libre y sin sujetar.  En cuanto sonó el silbato, Tristán se arrojó al suelo, barriendo con ambos talones las piernas de Mariela, quien sin poder evitarlo, cayó al suelo. Tristán se incorporó a como pudo y pateó la retaguardia de la pelirroja, haciéndola volar medio metro en dirección opuesta a la suya. Con ese comienzo, no le sería difícil mantener la ventaja, a menos que...

Mariela devolvió el golpe: era una chica alta, así que, gracias a sus alargadas piernas, le estampó su pie en la cara a Tristán, quien se tambaleó peligrosamente hacia atrás, aunque sin salir aún de los límites de la arena. Tristán, más bajito y escuálido que ella, aprendió que si tomaba distancia, le iba a ser imposible ganarle, así que, en el menos ortodoxo de los movimientos, corrió hacia Mariela y la abrazó, impidiéndole golpear ni una sola vez.

Eso no la detuvo, instándola a golpear las costillas de su oponente, pero Tristán no la soltó, dando pequeños pasos, avanzando hacia la línea contraria. Cuando estuviese suficientemente cerca...

— ¡Vamos Tristán! - Lo animó Violet, a voz en cuello - ¡Tú puedes!

La línea amarilla estaba a tan sólo dos pasos a la espalda de Mariela. Si tan solo...

— ¡Vamos, muchacho! - Gritó Rafael Valdez - ¡Ya casi!

Mariela se dio cuenta demasiado tarde, cuando Tristán por fin la empujó, retrocediendo casi seis pasos al hacerlo. Sin embargo, la pelea ya estaba ganada, pues, aunque no cayó de espaldas como él, Mariela retrocedió lo suficiente para poner los pies por detrás de la línea amarilla.

Ella había perdido.

Violet no esperó más y corrió hacia el centro de la arena cuando Tristán apenas se estaba incorporando. Abrazó con mucha fuerza a Tristán, quien empezó a toser, y después volvió a besarlo, ahora en varias ocasiones, en ambas mejillas.

— Me alegra que se emocionen tanto por sus compañeros - Interrumpió el examinador Keith - Pero quisiera que liberen el área. Solo falta una pelea y podremos ir a cenar, ¿saben?

Ni regañados se les quitaba la emoción. Tristán no cabía en sí de la felicidad, misma que no se le fue del todo ni al ver a Helio Soto avanzar a la arena, listo para encontrarse cara a cara con Rafael Valdez, quien ya tenía ambos pies sobre la línea amarilla.

— Así me gusta - Sonrió Keith May - Solo tengo que recordarles que es ilegal matar, lesionar permanentemente o con saña excesiva a nuestros contrincantes, ¿de acuerdo? Por favor, no quisiera hacer un viaje a la Prisión Vertical esta noche, compórtense o algo así.

La examinadora Carol dio el silbatazo y, de inmediato, Helio emitió un grito gutural, casi saltándole encima a Rafael, quien lo recibió de un gancho al hígado. Helio seguía golpeando, sin seguir patrón aparente, casi como un animal, pero Rafael paraba todos esos golpes con las manos, casi sin manifestar expresión alguna.

Los vítores no se hicieron esperar, para el coraje de Helio, quien más se empeñaba en asestar uno. Por fin, encajó un par de puñetazos directos al pecho de Rafael, quien apenas dejó salir aire de su boca para después, contestar tomando a Helio de la cabeza con una mano y golpeándolo con la otra un par de veces: lo soltó de inmediato y, después, aunque mareado, Helio intentó volver a golpearlo.

Rafael no quiso prolongar más la pelea: pudo haberlo hecho, si quisiera. Eso le constaba a la mayoría de los aspirantes, pero, por lo visto, se había contenido mucho en sus peleas anteriores, cuidando no lastimar a nadie. Alyssa lo supo en cuanto lo vio calcular el golpe para noquear a Helio: no era Soto el más fuerte de los aspirantes, era Rafael, quien era tan consciente del daño que podía hacer, que se esforzaba constantemente para no infligirlo.

Un golpe más, directo en la nuca, y Helio, aunque no cayó noqueado, sí rodó en el suelo hasta que la mitad de su cuerpo quedó sobre la línea amarilla. Había traspasado el límite. Había perdido la pelea.

Entre el público que celebraba, a Tristán le nació una pequeña, pero brillante idea. Tan sólo esperaba que Rafael aceptara ayudarlo.

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