Primera prueba
Lo primero que Alyssa escuchó fue el cuerpo de un pobre chico caer de la parte alta de su litera. Estrellándose contra el suelo, el escuálido jovencito, con una negra mata de cabello algo abundante para tratarse de un varón, con rizos apenas formándose en su cabeza, espabiló, recién levantado por la caída de casi dos metros.
Un agente de Alba Dorada, probablemente de los examinadores de la prueba, se había asomado ya para exigirles que se pusieran de pie. Tenían una hora para pararse, desayunar, darse un baño si querían, y enfilarse para la primera prueba.
— De seguro será algo físico - Supuso Violet - Aunque... ¿tú qué piensas, bonito? - Le preguntó al flacucho que se había caído de la cama.
— Eh... si lo piensas, dudo mucho que nos tengan aquí para todas las pruebas. Esto debe ser una especie de filtro, una eliminatoria o algo así.
— Recomiendo que no desayunen mucho y tampoco se bañen aún. Hará calor afuera y podría darles un golpe de calor si pasan de estar frescos a sudar como cerdos - Les aconsejó Alyssa a ambos.
Tanto Violet como el otro chico se quedaron pasmados, pero ninguno se atrevió a contradecirla: si su presentimiento era correcto, probablemente la primera prueba tendría que ver con condición física y los harían resistir bajo el rayo del sol a mitad del desierto, o algo por el estilo. Alyssa no necesitaba pensarlo demasiado, así que tan solo se acomodó el cabello y salió de los dormitorios como si nada, directo al pasillo. Iba a comer un poco y después saldría para ir habituándose al calor en lugar de salir de buenas a primeras a insolarse.
Inesperadamente, tanto el flacucho como Violet la siguieron. Parecían haber decidido que Alyssa era de confianza y no trataría de eliminarlos por las malas. Ella había terminado por decidir que ninguno de los dos era realmente una amenaza.
— Tristán, ¿tú de donde vienes? - Quiso saber Violet. Al parecer, en los siete segundos que no los estuvo escuchando, ya se habían dicho sus nombres el uno al otro. Alyssa se preocupó un poco por encariñarse con ellos: también se sentaron al lado de ella en las mesas, justo después de servirse el desayuno: un plato de pozole y tostadas con crema.
La trampa era obvia: si se llenaban de caldo, iban a tener problemas. Alyssa vio cómo otros aspirantes pensaron lo mismo y, cautelosamente, se fue comiendo la carne y lechuga de su plato, para después mojar algunas tostadas en el caldo y comérselas. No se bebió el caldo.
Faltando algunos minutos para la hora en punto, Alyssa y unos cuántos estaban ya parados detrás de una larga línea roja, trazada sobre el suelo reseco del desierto. Frente a ellos, uno de los examinadores estaba ya de pie, observándolos atentamente. A Alyssa se le hizo familiar aquél rostro: era Remiel, uno de los agentes que trabajaban en La Ciudad. Le tocó colaborar con él un par de veces, en los casos de la red de trata de personas. Se asombró de que fuera uno de los examinadores de las pruebas de élite.
— ¡Atención todos! - Alzó la voz Remiel - ¡Fórmense sobre la línea roja y presten atención!
La primera prueba iba a ser simple. Sí, iba a ser una prueba de condición física: tenían una hora para llegar a la base en donde se celebrarían las siguientes cuatro pruebas. Si no llegaban antes de cumplirse sesenta minutos exactos, serían descalificados.
— Son casi siete kilómetros - Explicó el examinador, sin demostrar emoción alguna - Si no aprietan el paso, no llegarán. Si se exceden, quedarán atrás muy pronto. Más les vale tomarse esto en serio. Si fallan una prueba, fallan todas.
Un silbato sonó sin previo aviso y Alyssa lo interpretó como la señal que estaba esperando. Arrancó a correr, sin ir a toda prisa, pero sin detenerse: varios aceleraron de más. Si las cuentas no le fallaban, en promedio debería correr metro y medio por segundo si no quería quedar atrás. Ni diez segundos de que empezase la prueba y Alyssa ya empezaba a tener más que claro el porqué los que pasaban todas eran considerados agentes de élite.
Agradeciendo no haber desayunado mucho, Alyssa casi se sintió mal por los pocos aspirantes que se habían hartado de comida y en el caso de dos o tres, incluso comido un segundo plato. Tristán y Violet intentaban seguirle el paso por detrás, pero no iban a alcanzarla, mucho menos rebasarla.
Después de los primeros quince minutos, los que habían intentado coger ventaja inicial estaban perdiendo el aire en los pulmones: se ralentizaban, intentando no perder velocidad, aunque entre la fatiga y el sol, cada vez más alto en el cielo, empezaban a hacer efecto en aquellos incautos.
Casi a la media hora, Alyssa vio a un chico, castaño y de rizos cortos, empujar a otro, menos corpulento, contra el suelo. El pobre se fue de cara contra el suelo y el castaño apretó el paso. Quien se había caído difícilmente se recuperaría en aquella carrera contrarreloj. Alyssa incluso llegó a pensar en si sería realmente posible, pero alejó esas ideas de su cabeza. Suficiente tenía con no tener agua a la mano para refrescarse a media carrera.
Atrás de ella, Tristán, aunque flacucho, estaba dando algo de guerra, pese a que se había empezado a escuchar un leve jadeo salir de su boca un par de minutos atrás. Lo cierto es que se encontraban cansados. Sin embargo, Alyssa encontró fuerzas dentro de sí para gritar "¡avancen!" a sus dos seguidores y después, apretar el paso (y la mandíbula), haciendo un esfuerzo extra para avanzar.
Lo que antes se veía como una mancha gris oscuro en el horizonte, había empezado a tomar forma poco antes de los últimos veinte minutos de carrera: de bajada, atravesando unos matorrales a medio podar, estaba lo que parecía ser la base de Alba Dorada. Alyssa notó un par de cosas: si no frenaba un poco al bajar, corría el riesgo de tropezarse y llegar abajo rodando. Además, los matorrales no habían sido podados del todo: tendrían que pasar en filas indias o intentar rodearlos, lo que sin duda les iba a consumir más tiempo del que disponían.
Alyssa no frenó tanto como pudo haberlo hecho, agarrando bastante carrera de bajada, intentando mantener el control de su cuerpo mientras iba campo traviesa, tratando de no correr directo a algún arbusto espinoso o algo por el estilo.
Detrás de ella, Violet y Tristán adivinaron sus intenciones y, aunque no frenaron en lo absoluto, ya habían formado su fila india detrás de ella. Alyssa agradeció haber apretado el paso tan pronto como llegó a la zona de matorrales. Al menos, no se iban a chocar con ella. Les llevaba suficiente distancia como para eso.
A lo lejos, a la izquierda de Alyssa, un todoterreno avanzaba a toda velocidad, dirigiéndose directo a la base de Alba Dorada. Probablemente el examinador Remiel, llegando a tiempo para recibirlos. Avistarlo distrajo lo suficiente a Alyssa como para que no viera las zanjas cavadas frente a ella, justo después de los matorrales. En realidad, varias pequeñas plataformas de piedra se alzaban sobre la pequeña fosa, no más profunda que medio metro, pero lo suficiente como para frenar a los más incautos aspirantes. Alyssa estimó que cada pilar dentro de la fosa medía aproximadamente lo mismo, así que decidió atravesarla a brincos, rezando por apuntarle a cada plataforma y no romperse una pierna entre salto y salto.
Ahí es donde varios frenaron un poco y más de uno decidió salirse de la larga fosa para dar un rodeo e incorporarse más adelante. Violet y Tristán estuvieron a punto de caer un par de veces y más de uno, por lo que Alyssa pudo ver, estaba brincando de uno en uno. De nuevo, el de los rizos, un par de metros por delante de Alyssa, empujó a otro aspirante al foso porque se estaba tardando en brincar. Ya iban dos a los que dejaba atrás.
Alyssa vio su reloj. Le quedaban poco más de cinco minutos. Suficiente para cruzar el tramo final de ahí hasta la base. Por lo visto, ya no había más obstáculos frente a ella, solo camino allanado por el hombre, sin vegetación de ningún tipo, sin piedras...
El primer aspirante se desplomó justo al salir de la zanja. Un par más empezó a treparla. Alyssa se dio cuenta: el golpe de calor llevaba tiempo afectándolos, pero mientras más sudaban algunos, más protegidos se encontraban, pese a que el sol ya estaba a menos de dos horas de posarse en el cénit. Hasta no ver la franja roja que indicaba la meta, Alyssa no se percató de lo agotada que se encontraba, Probablemente, vomitaría un poco tan pronto como le pusieran un baño enfrente. Además, odiaba sudar con toda su alma.
Algunos atravesaron la línea de meta antes que Alyssa, pero no muchos: aproximadamente unos diez. Eso le preocupó. Si no se encontraba entre los diez primeros desde el inicio y eso no mejoraba conforme avanzaran las pruebas... ¿realmente tendría chances de calificar? Aún no sabía cómo eran las otras pruebas, y...
Atravesó la línea de meta, casi barriendo el suelo con sus zapatillas deportivas. Detrás de ella, varios segundos después, tanto Tristán como Violet, de quienes había estado silenciosamente pendiente durante la última hora, lo lograron. Solo entonces, Alyssa se permitió voltear.
Frente a ella, una marabunta de estudiantes se precipitaba hacia la línea de meta, esperando llegar en el minuto y medio faltante. La gran mayoría lo consiguió, aunque, segundos antes que el examinador Remiel hiciera sonar su silbato, Alyssa pudo ver a unos cuántos que no lo lograrían.
El último en conseguirlo atravesó la meta apenas dos segundos antes de que acabara el plazo. Otros cuatro se quedaron bastante cerca y uno más, con la cara empolvada, apenas había salido de la zanja.
— Noventa y cuatro aspirantes - Anunció Remiel, casi decepcionado - Son demasiados. Vamos a tener que filtrar mejor a los que pasen en la siguiente prueba.
Entonces, uno más estaba todavía más lejos y ni siquiera alcanzaba a verse, pensó Alyssa.
El enorme portón detrás de Alyssa comenzó a abrirse, como si de una cochera colosal se tratase: la base de Alba Dorada, ya vista de frente, era majestuosa, con sus colores institucionales reluciendo frente a los aspirantes, quienes, sin indicación alguna, comprendieron que era hora de avanzar al interior.
Tras ser recibidos por varios otros agentes y el resto de sus examinadores, los aspirantes fueron conducidos a un enorme comedor, hecho para albergar a la totalidad de los aspirantes iniciales y a sus examinadores. Más comida y agua los esperaba ahí, pero Alyssa quería darse un baño primero. Desafortunadamente, sus tripas se negaron rotundamente a aquella opción.
Sentándose entre Tristán y Violet, Alyssa se tragó algo de cháchara sobre lo exigente que había sido la primera prueba. Tristán les señaló al de rizos castaños y a los otros dos chicos que lo acompañaban, lado a lado.
— Esos dos de ahí - Les dijo a sus compañeras - Helio Soto, Oliver Silva y Randy Calderón, son peligrosos. No pasaron por la academia ni tienen logros destacables. Los tres vienen de Coatzacoalcos y no tuvieron miedo de aplastar a otros aspirantes en esta prueba.
Alyssa decidió tomar nota. Tendría que cuidarse de abusivos así.
Pero por mientras, iba a pedir un segundo plato de la maravilla culinaria que le habían puesto enfrente.
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