Chapter 7
Bajaron a la calle y tomaron un taxi, Jack dio la dirección y se pusieron en marcha. Durante el viaje, Clarie pensó en la foto de sus amigos y en el mensaje que vino con ella: "El tiempo corre." Fue difícil para ella aceptarlo, pero solo le quedaban seis días del plazo que le había dado el secuestrador. Llegaron a una casa de empeño en la que solía tener lugar en fechas importantes subastas de famosas piezas o tesoros de gran valor.
-¿Qué pretendes aquí, Jack?- preguntó ella viendo la seguridad del lugar.
-Preguntar si alguien ha comprado o empeñado el cetro. Es fácil, bonita.
-Espero que resulte.
-No entres conmigo, linda.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Seguridad, no puedo dejar que se aprendan tu cara si te ven.
-De acuerdo, ve con cuidado.
-Me cuido para ti, dulzura.
-Lo que tú digas…-suspiró ella.- Diez escalones hacia arriba, luego 20º a la derecha, tres metros adelante, luego 40º a la izquierda, cinco metros adelante, una puerta de cristal, luego diez metros adelante y ya estarás frente a la recepcionista.
-Comenzando operación, gracias por la instrucción, mi perla sagrada.
Jack prosiguió a entrar al lugar con la guía dada por Clarie y llegó hasta la recepción. La mujer que se encontraba allí lo atendió.
-Dígame, señor, ¿qué desea?
-Quisiera saber si en alguna de las subastas que se han celebrado aquí o si de los objetos que se han empeñado se encuentra el cetro del barón Crawley.
-Lo siento, señor, pero ese tipo de información es privada. A los registros solo puede acceder la persona que lo posee.
-Gracias entonces por su tiempo.
-¿Quiere que le acompañe a la puerta, señor?
-No, gracias, estoy bien. (Te desviaste, ve 10º a la derecha y te faltan 8,6 metros para llegar a la puerta)
Al salir Jack, se reunieron de nuevo, para planear su infiltración a los archivos.
-No puedo entrar como si nada y no puedo esperar a la noche.
-Calma, yo no debo de tardarme mucho. Te serviré de distracción, cuando dijo lo de los registros, su voz se desvió a la derecha. Debe de haber por esa dirección una puerta o algo. Trata de colarte, bonita. Nos mantendremos en contacto por los audiomicros.
-¿Cuánto tiempo crees poder darme?
-Calculando unos segundos de tanteo y minutos de ida y demora, yo diría que 4.3 minutos, angelito.
-Suficiente. Avisa entonces cuando vayas a salir.
-Entonces, vuela, mi paloma.
Ella se colocó detrás de una de las gruesas columnas de la entrada. Se sacó el cinto de la ropa y rodeó el cilíndrico pilar. Usando su cuerpo como contrapeso, se elevó a una velocidad increíble. Abrió el conducto de ventilación del techo y se adentró en él con facilidad. Avanzó en dirección a la derecha del buró de la recepcionista. Jack, bajo ella, le solicitaba a la mujer que le indicase dónde estaba el baño, lo que la hizo dejar su puesto.
Clarie, pendiente de todo lo que ocurría en la entrada, abrió la ventanilla correspondiente y bajó al nivel normal. La habitación estaba repleta de archivos en cajas y estantes. Ella buscó por letra el nombre del barón.
-2.3 minutos, preciosa. Estoy por salir.
-Falta poco, ya casi... ¡Aquí está! Hace tres meses fue subastado y el nuevo dueño es... ¡el coleccionista multimillonario James Walker!
-Ups, tipo duro. Vamos, linda, sal de ahí.
Mientras él salía del baño, ella se incorporó a los túneles del sistema de ventilación. Se arrastró lo más rápido que pudo, casi al tiempo que su ayudante era conducido a la salida. Ella se asomó por el agujero del techo en la entrada, pero estaba demasiado concurrido para bajar sin ser visto.
Observó a Jack salir y se sintió fatal por no cumplir con el tiempo. Se quedó allí quieta esperando una oportunidad, pero fue demasiado el tiempo y el muchacho se preocupó.
-¿Dónde estás, belleza?- la llamó él por el audiomicro.
-No puedo salir, estoy aun en el conducto de ventilación. Hay demasiada gente en la entrada.
-¿Cómo puedo ayudarte, bonita?
-¿Podrás crear algún alboroto para que la gente se aleje?
-Dime alguna persona que se acerque, ya verás de lo que es capaz la estupidez humana.
-Bien, siguiente objetivo se acerca por la derecha, 26°. Tiene una velocidad de 2m/s. Sexo masculino, altura 1,94. ¿Te vale?
-Perfecto. Observa atentamente y baja con cautela, angelito.
Jack se dirigió al hombre que se acercaba distraído con su teléfono móvil. Se cruzó con él chocando sus hombros a propósito. Jack fingió haber sido desviado de su camino.
-¡Oh! Perdone, estaba distraído.- se disculpó el hombre.
- No hay problema.
Jack comenzó a caminar otra vez con un sobreactuado vacilar. Daba toques fuertes con su bastón en el suelo para atraer la atención. (Todos te miran, actúa ya.) Al saberlo, fingió tropezar y tiró a varios metros de él su bastón.
-¡Oh, no! He perdido mi bastón.-decía él tanteando el suelo en su busca.
La gente comenzó a acercarse en multitud. Mientras, Clarie descendía del soporte del techo. Al llegar a la basa, avisó a Jack.
(-Termina el show, ya estoy fuera.)
Jack sonrió con satisfacción, esperó que una mujer le alcanzara su bastón. Lo agradeció y se fue caminando con un paso lento, pero recto. A los pocos segundos la multitud se dispersó. Jack continuó su camino en espera de que Clarie lo encontrara, pero alguien se le adelantó.
Mientras pasaba frente a un callejón, Jack fue obligado por una fuerza desconocida a penetrar en él.
-¿Qué ocurre? ¿Quién es?- preguntó el muchacho confundido.
-Dame todo lo que tengas, niño. Que sepas que tengo un cuchillo en mi mano.-le dijo un hombre de voz ronca.
Él se quedó quieto, levantó los brazos lentamente dejando su bastón colgado de su muñeca. Frunció el ceño con sospecha de que el atacante estuviese mintiendo.
-¡Vamos! ¡Suelta el dinero!- gritó el maleante haciendo sonar el cuchillo en la pared del callejón.
-Lo siento, señor, pero solo uso tarjeta de crédito. Si se acerca, le daré el código. Por favor, no me haga daño.-dijo Jack tratando de parecer convincente y sacando la tarjeta.
El abusador se acercó confiado y miró en la ficha los puntos a relieve con atención.
-Este es el código, señor. Deme su mano y le enseñó cómo se lee.
La voz trémula del muchacho le hizo creer al extraño que tenía todo bajo control. Colocó su mano sobre el trozo de plástico magnetizado y firmó su sentencia. Jack tomó el brazo del hombre y lo hizo girar sobre sí obligándolo a colocarlo en su espalda, luego puso la tarjeta en el cuello de él.
-¿Tienes algo que decir?- preguntó Jack susurrándole al oído entre dientes.
-¿En serio me estás amenazando con una tarjeta de crédito?
El muchacho apuntó al brazo y le dio una leve demostración con un ligero corte. El hombre se estremeció, la herida comenzó a sangrar. A pesar de que forcejeaba para liberarse, el miedo de que su brazo se quebrara no lo dejó hacer grandes esfuerzos.
-¡Suéltame!- le pedía el furioso hombre a Jack.
-Quiero que dejes caer el cuchillo y le des hasta dejarlo lejos.- el hombre obedeció.- Bien, ahora quiero que te largues por el otro lado del callejón y no se te ocurra jamás asaltar a nadie por tu complejo de vago. ¿Estamos de acuerdo?
-Sí, lo haré.-Jack lo dejó libre, mas el maleante se fue en dirección a coger de nuevo el arma.
Al agacharse y sostenerlo, miró fijamente al desorientado muchacho con un aura asesina, pero un golpe en la nuca le nubló la vista y lo dejó fuera de combate.
-No puedo dejarte solo un momento, Jack.-se hizo conocer Clarie en el lugar mientras recogía el cuchillo y lo guardaba en su bolsa de herramientas.
-¡Oh! Angel mío, creí que te había ocurrido algo.- dijo él sonriendo.
-No, solo disfrutaba del espectáculo. Creo que me convenciste del buen uso de la tarjeta de crédito… Estoy pensando hacerme una.
-Te hacen un descuento los domingos.- Jack fue al encuentro de ella.
Clarie lo tomó del brazo y salieron del callejón riendo a carcajadas. Fueron caminando a la casa de Crystal, pues necesitaban información de Internet y estaban más cerca de su casa. La antes conocida como La Flor Asesina se sentía más tranquila al trabajar con Jack. No comprendía por qué él le hacía sentir tanta confianza, quizás porque él también había puesto una gran confianza en ella. Pero, aun así, por qué la ayudaba, no lo comprendía, solo sabía que su compañero de atracos había demostrado ser especial y muy necesario.
-Menudo espectáculo formaste en la entrada de la casa de empeños.
-¿Qué te pareció? ¿Bastante convincente, no crees?
-Por un momento, hasta yo creí que te habías caído de verdad.
-¿Ah, sí? ¿Y me hubieses ido a ayudar?-dijo él insinuándosele con tono pretencioso.
-Conociéndote, sé que te puedes valer muy bien por ti solo. Me lo demostraste en el callejón.
-Ouh, bueno… Supongo que es verdad…-susurró él cabizbajo.
-Aunque sabiendo que lo que te ocurre es real, no lo dudaría. Lo haría, así mi vida se fuera en ello.
-Vaya, la hermosa flor por fin se abre.- pésima elección de palabras.
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