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Chapter 11

A pesar del silencio que siguió en la caminata, cada vez que Clarie miraba el rostro de su acompañante y notaba esa sonrisa de triunfo, se acrecentaba su molestia. Su paso se aceleraba y su nariz soltaba un ligero refunfuño que hacía reír a Jack. Aun así, ella vigilaba sus pasos e indicaba al joven ante los obstáculos con gran detalle.

-Es aquí.- dijo ella.

-Bien. ¿Hay árboles cerca?

-Lo suficiente en altura y distancia.- ella divisó un buen tronco.- ¿Sabes escalar?

-Un poco. Es cuestión de práctica, pero creo defenderme.

-Toma. Amarra el cable a ti, yo tengo el otro extremo.- le dio la punta y luego miró la copa del árbol.- Yo iré primera. ¿Listo?

-Por supuesto, hermosura.

Ella comenzó a subir el tronco y, al llegar arriba, amarró el cable y ayudó a Jack a subir. No fue la mejor escalada del muchacho, pero no terminó peor gracias a las indicaciones de ella. Al estar ambos juntos en la cima se prepararon para el robo.

-Jack, -ella sonrió con picardía.- ¿me prestas tus manos?

-¿Qué vas a hacer, linda?

-Es solo por seguridad.

Clarie ató con una brida las muñecas de Jack a una extensión del tronco.

-¿Qué? ¿Qué haces?

-Voy a cambiar mi ropa. Desde aquí nadie ve por el follaje, pero no quiero ningún accidente contigo.

-¿Bromeas? ¿Te cambiarás aquí arriba?

-Ya lo estoy haciendo.

Durante cinco minutos, Jack disimuló el intento, sin éxito, de liberarse. Mientras, con mucha calma, Clarie se quitaba la blusa y bajaba su jean. Luego se puso su traje de maniobras cerrando el ciper por su pecho.

-Ya terminé. -Jack dio un chiflido de aprobación.

-Ese color te favorece, preciosa. - le dijo levantando una ceja.

-Es tu favorito.- era notable que su molestia había desaparecido.

Clarie liberó las manos de Jack y le dio una caja de tentempiés. Ambos comieron en el árbol, pues, a pesar de haber salido temprano, el lugar era lejos y aprovecharon el resto de la tarde par observar el movimiento. Pronto sería de noche, momento ideal para dar el golpe.

-¿Por qué decías esas cosas? Sabes que no ves cómo me queda la ropa.- dijo ella mirando a través de unos pequeños prismáticos.

-Eso no quiere decir que no sepa cómo te queda. Y sé también que no me he equivocado, linda. -él hacía las flechas con un cuchillo.

-No lo sabes, y no te daré oportunidad de comprobarlo.

-Es cuestión de tiempo, belleza.

Al caer la noche y verse entrada la madrugada, Clarie preparó sus utensilios para la acrobática entrada. Tomó el arco y la rústica flecha con el cable anudado, pero, al apuntar, se percató de su inexperiencia.

-Tengo un problema, Jack.

-¿Cuál, belleza mía?

-No sé usar un arco. Solo aprendí a usar armas blancas y de fuego en general. Si fallo y la flecha cae al jardín, le dará a los lásers del suelo y sonará la alarma.

-Ah, entonces, permite que te ayude, linda.

Jack se colocó detrás de ella y, mientras sujetaba sus brazos para posicionarlos bien, se acercaba más y más a esa cálida y femenina espalda. Ya casi sin distancia contable, él le habló a través del pliegue de su cuello, sintiendo la respiración entrecortada de ella en su pecho.

-Nivela la flecha con tu brazo derecho y sobre él mira con un solo ojo. Apunta mirando que tu objetivo coincida con la punta de la flecha y, si lo necesitas, detén tu respiración. Dispara soltando la flecha y la cuerda tensada a la misma vez, para eso, sujeta la flecha por detrás de la cuerda con los nudillos de los dedos. ¿Alguna pregunta, hermosa?

-Sí, ¿cuándo piensas dejar el toqueteo?

-No te vi molesta cuando empecé.

Ella calló y él la soltó sabiendo que esa la había ganado. Clarie se concentró, recordando cada palabra dicha por Jack, fijó su objetivo, retuvo el aliento y disparó. La flecha se incrustó justo en un costado del techo de la última planta.

-¡Sí!- dio un pequeño salto de alegría.

-Le has dado?

-En el costado del techo. No pensé siquiera acertar en algo.

-Bueno, felicidades, angelito; creo que necesitarás esto.- él le extendió un mecanismo circular con varias púas alrededor.

-¿Qué es?

-Es el mismo principio que una trampa de osos. Si lo pasamos por el cable hasta el techo, lo morderá, por así decirlo, mejor que la flecha y soportará nuestro peso.

-¿Cuándo se te acabará la magia?- ella se sorprendió.

-Cuando mis palabras no consigan hacerte sonreír.

Ella lo hizo por reflejo y, al percatarse, se arrepintió. Se cubrió la boca como culpable y Jack rió al escuchar su reacción.

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