Templo de la Luna.

Día de La Prueba.

Mago y acólito avanzan por pasillos desiertos hacia la Sala del Umbral.

—¿Nervioso?

—Un poco, maestro.

—¿Por qué? ¿No te sientes preparado?

—Creo que sí... He estudiado y practicado mucho.

—¿Acaso no deseas progresar?

—Con todo mi corazón.

—¿Qué te preocupa entonces, Éerel?

—Ser mago conlleva grandes responsabilidades...

El maestro se detiene; clava su mirada en el acólito.

—Tranquilo. Lo harás bien.

La Sala del Umbral rebosa. Avanzan hasta el Círculo Interno.

De repente el mago exclama:

—¡Saludad a Éerel! ¡Nuevo mago del Templo de la Luna!

Los reunidos estallan en vítores.