| propuesta diez |
⏰ ✔ ⏰
Ya era viernes por la noche. La semana había seguido con sus pasos de una manera "normal", de a esa definición de la que Jimin había logrado acostumbrarse lo suficiente como para ya no reaccionar con extrañez a las comidas en la familia, las galletas de todas esas tardes que había hecho con Jungkook y NaRa, de las noches donde se quedaba hasta tarde hablando con Taehyung acerca de muchas cosas que antes no había hablado con alguien; Sintiéndose congeniar y más que cómodo junto al menor de cabellos ahora rubios platinados. Las historias del abuelo Seungmin le hacían sentirse como un pequeño niño que se sentaba en el suelo a escuchar a su abuelo contar esas locas historias de la guerra y aquellas épocas. La tía Jae era una increíble costurera y le había enseñado como bordar, sintiéndose muy orgulloso de sí mismo cuando bordó por primera vez una bonita estrella ¡Y hasta había tenido el placer de conocer al pequeño MinHo! El hermanito menor de Taehyung era sumamente adorable y dulce, pero también entre aquello tenía toda esa hiperactividad propia de un niño de seis cariñosos años.
Jimin no quería pensarlo mucho, siempre que algo pasaba a su alrededor o algo en su vida cambiaba de alguna manera, él siempre intentaba no pensarlo mucho, porque odiaba escuchar todas esas voces en su cabeza que le decían distintas perspectivas de esas cosas y no sabía a cuál escuchar realmente. Se mareaba. Y ahora se encontraba en una de esas tantas veces.
Mirando las luciérnagas que revoloteaban por el patio, mientras sus piernas se encontraban pegadas a su pecho y una manta lo envolvía a su vez que sus pequeñas manos sostenían una taza con chocolate caliente, sentado en la hamaca que estaba a sólo unos pasos de la entrada de casa.
— Te enfermarás si sigues ahí —Una voz interrumpió la parsimonia en la que se encontraba, también interrumpiendo el barullo que las voces habían comenzado a hacer.
Se giró apenas, divisando la cabellera rubia despeinada.
— Tengo una manta y chocolate, no estoy pasando frío —Dio un sorbo a su taza.
— El rojo de tu nariz y el moco que se escapa de ella no dice lo mismo.
Jimin frunció su entrecejo y limpió su congelada nariz con la manga de su suéter, algo avergonzado.
— Como sea, ¿qué haces despierto? Se supone que mañana debías irte temprano para ayudar a la señora Su... ¿SunHee? —YoonGi afirmó con un sonido.
— No es como si fuese la primera vez que no duermo las horas suficientes —Se hizo paso hasta él, sentándose a su lado en el lado vacío de la hamaca. Jimin se encogió un poco en su manta y se aferró otro poco a la taza con sus dedos entumecidos.
Siguió con sus pequeños orbes de reojo los movimientos que el mayor efectuaba a su lado.
Cajetilla. Saca el cigarro. Toma el encendedor. Enciende el cigarro y a su boca.
Creo que había perdido la cuenta de cuantas veces vio esa secuencia despreocupada y tal vez arrogante en el rubio.
— ¿Cuántos fumas por día? —YoonGi desprendió el humo de su sistema por su nariz, dejando reposar su espalda en la hamaca a su vez.
— Mh, una cajetilla trae veinte —Habló y su voz salió algo rasposa. — De esos veinte al final del día quedan unos diez u ocho, dependiendo de cómo yo esté también. Matemáticas básicas nada más.
Jimin frunció sus labios un poco al oírle, dando otro sorbo a la taza sin volver a hablar.
Esos últimos días se habían pasado así, y es que desde lo del almuerzo, Jimin aún se sentía de alguna manera extraña, como... Dolido. No había otra palabra que describiese casi del todo como se sentía al repasar la manera segura y burlona en la que el padre de YoonGi había contado aquello, de que el rubio iba a la casa tan sólo para quejarse de él y desvariar de su persona, como si fuese la horrible bruja mala de la película.
Bueno, de seguro "bruja" era uno de sus tantos apodos entre sus empleados.
Y pensó que no debía darle importancia ¡Como todo! Así se lo repetía siempre. Pero ahora no. Y no sabía el porqué.
Tal vez porque era YoonGi.
No podía afirmarlo tampoco, puesto que a sí mismo se erraba de esa idea ya que él sabía bien como eran las cosas, como era ser el jefe, el odio que tantos le tenían a su persona sin conocerle, tantos rumores, tantos cotilleos a sus espaldas, que era obvio que YoonGi formaba parte de esos que hablaban, él era un empleado más al fin y al cabo. Jimin siempre se veía seguro de sí mismo y se notaba bastante en su airado caminar, con su pequeño pecho inflado de autosuficiencia y una bonita sonrisa sutil cuando concretaba cada negocio que se plantaba en su camino, cuando todo era sólo éxito a su alrededor. Y Jimin pensó realmente que eso era real. Pero no. Al menos no del todo.
No fue así desde el aviso de la expiración de su visa. No fue así desde la mirada que su tío le dio. Aquella donde sólo demostró una molesta lastima de su situación y que Jimin realmente detestó porque era igual a la que muchas personas le dedicaron a él en su adolescencia; Incluso le molesta si su tío lo único que quería era su bienestar, más que nada luego de que se quedase solo y perdido en un inmenso mundo con tan sólo dieciséis años, cuando su padre finalmente le abandonó por una enfermedad en su corazón que no le dio tiempo si quiera de decirle que... Que tal vez él jamás tuvo la culpa de nada. Y que sólo quería un abrazo suyo. Su atención. Tan sólo quería sentirse querido por alguien, incluso si era por unos segundos.
Por ello es que él se sentía tan fuera de su normal universo cuando conoció a la familia de YoonGi, la cual no hizo más que recibirle con calidez y cariño, como si fuese uno más, incluso si apenas le conocían, ellos cada minuto le sonreían con dulzura y siempre terminaba viéndose ocupado con alguno de ellos haciendo algo, lo que fuese, pero siempre con ellos y jamás solo.
Y Jimin necesitaba amor. Necesitaba tanto un poco de amor. De una caricia. De un abrazo. De un beso de buenas noches en su frente. De esos desayunos en la cama que su madre le preparaba con tanto empeño incluso si llegaba tarde a su trabajo. Y se sentaba con él a disgustar de las tostadas con mermelada, del delicioso jugo de naranja y de cada risa que ambos dejaban escapar al aire mientras jugaban a las cosquillitas. Tan felices en ese mundo en el que su madre se había encargado de guardarle como una preciada pieza de cristal, tan frágil y pequeña en el universo, pero tan fuerte y brillante para ella.
La vida se le fue muy rápida, o tal vez el destino no estaba de buenas ese día, pero los segundos se convirtieron en polvo cuando vio aquella manta blanca cubrir el cuerpo de su madre que yacía sobre una dura camilla hasta su rostro, donde el doctor, con aquella mirada fría pero triste tras los pastosos lentes, le vio por última vez antes de acariciar su cabeza suavemente y sacarlo de allí, donde la puerta se cerró tras sus pequeños ojos y sus manos se quedaron vacías.
Sin las de mamá.
Porque aquel auto se cruzó cuando no debía.
Porque su madre estaba prestándole atención a sus tontas payasadas cuando debía mirar la carretera.
Porque los frenos no funcionaron.
Porque aquel conductor estaba ebrio.
Porque su madre se abrazó a él con su última gota de amor para protegerle de lo que iba a pasar.
Y los metales chocando.
La ambulancia llegando.
Jimin lo perdió todo y su pequeño corazón dejó de existir desde ese momento, sin entender nada, sin comprender porque mami no despertaba y se levantaba de esa fea camilla para ir a abrazarlo e ir a preparar algún postre juntos.
Y es que tan sólo era un pequeño, al que le arrebataron todo como un camioncito de juguetes que se perdió en el arenero del parque.
— ¡Jimin!
Su cuerpo finalmente reaccionó y dio un suave respingo en su lugar, sintiendo nuevamente el calor de la taza abrazar a sus temblorosas manos.
Jimin se giró hacia él, sin comprender el porqué de su llamado.
— ¿Q-Qué pasa? —Su voz apenas fue escuchada por sí mismo, eso pensó, pero YoonGi le oyó.
Aunque no respondió a su pregunta precisamente.
— Por qué... ¿Por qué estás llorando?
Jimin frunció su entrecejo, sin comprender a lo que se refería.
— Y-Yo no estoy... No estoy llorando, ¿de qué hablas? —Intentó reír incrédulo, pero al hacer el mínimo ademán de sonreír siquiera, sus mejillas se abultaron y sus ojos se entrecerraron, liberando una pequeña lágrima que no tardó en descender por su tibio rostro.
Sus mejillas estaban rojas y ya no sabía sí por el frío o la turba que tenía en su pecho, asfixiándole.
Lo único que supo realmente fue que sus ojos comenzaron a desprender una lágrima tras otra, ya sin parar. Hilos salados trazando un camino extraño que se perdían en la curvatura de su suave mentón y se deshacían al caer en su taza con el chocolate a casi terminar.
YoonGi estaba estático y su cigarro acabado se había caído al suelo, escapándose de sus dedos ante la parálisis que su cuerpo entero estaba sufriendo.
El menor a su lado, frente a él ahora en su posición, estaba dejando salir lágrimas cual nubes de invierno mientras sus pequeños ojos temblaban de un lado a otro, como si buscase una salida de allí.
Y se veía tan indefenso. Tan débil y pequeño.
— J-Jimin, ¿qué es lo que pasa? —No recibía respuesta incluso si había vuelto a insistir varias veces. — Jimin...Hey, Jiminnie.
Pareciera que el menor reaccionó finalmente ante aquel apodo y sus ojos acuosos y rojos se posaron en él.
YoonGi sintió su interior estrujarse fuertemente, casi arrancándole la respiración.
No encontraba razón del porqué el menor estaba así ahora, temblando cual papelito débil frente a él mientras seguía llorando en silencio sin responderle a ninguna pregunta que le hiciese. Y es que Jimin no era el tipo de persona que lloraba. Él jamás lloraba. Él jamás hacía esas cosas. Porque no las sentía.
YoonGi acercó su mano a él, indeciso realmente si hacerlo, todo le estaba confundiendo tanto con respecto al menor en este último tiempo. Finalmente sus dedos tocaron la tersa y húmeda piel, seguido de su palma, hasta que su mano quedó recostada en toda la extensión desde su mentón y cubriendo su rojo moflete. Jimin entrecerró sus ojos a su vez que mordía con fuerza su labio inferior, intentando parar con las tontas lágrimas que seguían saliendo como cascadas, pero era inútil. Su rostro se movió inconscientemente hacia la mano ajena, buscando más contacto como un pequeño gatito que buscaba más caricias.
El corazón de YoonGi latió irregularmente y no supo el porqué.
Tampoco quería saberlo.
— Por favor ─Susurró, su dedo pulgar acarició lentamente su piel, ni siquiera sabiendo él que carajos hacía o pasaba. — Por favor, para de llorar de una vez, te ves feo cuando lloras —La sonrisa del menor se hizo paso con suavidad por sus pomposos labios rojizos y húmedos cuando le escuchó, y YoonGi no pudo evitar resguardar una sonrisa por dentro al conseguir algo bueno. — Jiminnie —Los ojos de Jimin dejaron de mirar un punto fijo de la nada nuevamente y también dejaron de lagrimear, subiendo finalmente su vista hasta él. — Dime qué es lo que pasa, no puedes tan sólo quedarte ahí en silencio y guardando todo. No es sano —Su pulgar seguía con el vaivén corto y suave en su mejilla, incluso luego de ver que el menor había parado con su llanto. —, ¿sí?
Jimin se quedó apoyado contra la mano ajena, no queriendo que ese contacto le abandonase, era tan sencillo, pero significaba mucho ahora, porque su corazón estaba latiendo fuerte, y ya no por su previo llanto realmente.
YoonGi insistió, alzando sus cejas hacia él, pero Jimin negó con su cabeza tras unos segundos, donde la taza entre sus manos finalmente fue tomada por él y la dejó a un lado en el suelo, deshaciendo ante la acción el toque en su rostro, algo que YoonGi no supo realmente si retomar o simplemente dejarlo, pues el pudor se apoderó de él un poco entre tanta confusión en la que estaba.
— ¿Estás bien? —Las manos del menor se cernieron en la tela de la manta que lo envolvía y asintió con su cabeza, mirando como una pequeña vaquita de San Antonio caminaba entre el pasto. YoonGi suspiró, dejándose caer hacia atrás otra vez, haciendo que la hamaca se meciera de adelante hacia atrás apenas con fuerza por su acción. — ¿De verdad que estás bien?
Tal vez seguía enfadado con el menor, puesto que todos esos días pasados se la habían pasado discutiendo, incluso más que antes luego de la gran pelea que tuvieron fuera de la cafetería.
Pero estaba preocupado. Al fin y al cabo, era su jefe, y de alguna manera como que él estaba en su cuidado como un guardaespaldas, casi como todos esos años que trabajó a su lado.
— Estoy bien, YoonGi —La voz del menor sonó gangosa y bajita ante la obvia congestión posterior de su llanto. YoonGi con su pie hamacó otro poco la hamaca para que no detuviese su vaivén del todo. — Tienes las manos heladas... —Sus músculos se tensaron cuando la cálida mano de Jimin se posó sobre la suya que descansaba a un costado suyo. — ¿Tienes frío? —El menor alzó su vista hacia él y YoonGi entreabrió su boca para decir que no, que estaba bien, mas no salió palabra alguna, a lo que el menor prosiguió a removerse con cuidado, acercándose.
De a pequeños movimientos terminó completamente pegado a YoonGi, donde la gran manta que le envolvía sólo a él ahora descansaba sobre ambos, abrigándoles. Y Jimin se sentía cansado, sus ojos no se mantenían del todo abiertos ante el ardor que sentía en los mismos, y su cuello se sentía tenso y adolorido, por lo que dejó que este le terminase guiando hasta el hombro del contrario, donde su cabeza reposó.
YoonGi tragó la saliva que había acumulado, sin moverse apenas ni un milímetro cuando sintió al menor recostar su cabeza en su hombro, donde perfectamente sentía su lenta respiración chocar contra su descubierto cuello.
— Yo si tengo frío —Murmuró con una voz lo bastante acaramelada y suave, que hasta él mismo desconoció de sí mismo. — Es tarde...
YoonGi parecía haber sellado sus labios con alguna especie de pegamento o algo por el estilo ya que siquiera respiraba.
Bueno, sí lo hacía, pero cállense que le quitan el drama.
Pasaron unos minutos así, donde su pie seguía empujando apenas para que la hamaca se siguiese meciendo, donde el menor se había abrazado a su brazo con posesión –como lo había hecho en el tren hace días atrás- y su cabeza reposaba cómodamente en el hueco entre su cuello y hombro. Ambos en silencio, donde sólo se escuchaba el canto de los grillitos a lo lejos.
YoonGi no se dio cuenta del verdadero frío que había hasta que su boca dejó escapar un bostezo y una nube de vaho se formó en el aire.
Tampoco era consciente de la hora que era.
Creo que no era consciente de nada de lo que estaba pasando realmente.
— Huh, Jimin —Se movió apenas para poder verle, pero desistió de seguir llamándole cuando le encontró con sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos, dormido.
Suspiró.
Se levantó con cuidado de la hamaca una vez la detuvo. Su brazo no fue liberado del agarre del menor incluso cuando lo tomó en brazos al estilo princesa y comenzó a caminar con él hacia la casa luego de taparle con la manta.
El lugar estaba en obvio silencio, puesto que en el reloj de pared de la sala marcaban las tres de la madrugada, y estaba encendida la tenue luz de la sala -petición de Jimin el dejarle encendida puesto que decía siempre chocarse con la mesa cuando iba a por agua; Vil mentira para ocultar su miedo a la oscuridad-. Caminó hasta las escaleras que subió con cuidado, intentando mantener a raya los latidos que habían vuelto a acelerarse estúpidamente sin razón alguna, ya que el menor no pesaba nada para él y era fácil llevarle entonces no podía culpar al esfuerzo de cargarlo, así que comenzó a contar los ronquidos que su padre, el abuelo y Jungkook largaban a coro de uno en uno en sus respectivas habitaciones para ignorar aquello.
Llegó finalmente al cuarto que compartían y cerró la puerta tras de sí con su cadera. El menor se removió apenas entre sus brazos, cerniendo el agarre que había optado en su cuello donde ocultó más su rostro contra el mismo, aflorando a piel los nervios de YoonGi.
Caminó hasta la gran cama y con cuidado lo depositó sobre la misma, pero no pudo soltarle del todo, porque Jimin no soltó su cuello.
Intentó safarse del mismo, pero Jimin parecía guardar una fuerza extraordinaria y el agarre en su cuello se afianzó mientras más intentaba separarse.
— Quédate —La voz adormilada del menor le hizo detener sus movimientos y alejarse apenas un poco para mirarle, encontrándole con los ojos apenas abiertos bajo la luz de la luna que apenas traspasaba las cortinas, mirándole.
— Me quedaré aquí, dormimos en el mismo cuarto, ¿recuerdas? —Jimin negó con su cabeza y YoonGi ya se sentía demasiado nervioso y confundido por los dedos del menor que acariciaban los cabellos de su nuca.
Es como si ese no fuese el Jimin que conocía y veía normalmente rezongando cual gnomo de jardín.
— Quédate, en la cama, YoonGi.
Los parpados de Jimin estaban de un suave color rosado y sus largas pestañas lucían brillantes por la ligera humedad que seguía en ellas, decorando sus oscuros orbes pequeños que le observaban en petición de que hiciese lo que le pedía.
Y YoonGi se vio finalmente recostado a su lado, en silencio y sin rechistar, obedeciéndole.
Las manos de Jimin seguían afianzadas en su cuello y no salieron de allí, menos cuando acercó su pequeño cuerpo envuelto por la manta al cuerpo del contrario que estaba sutilmente frío. Las piernas de Jimin se escaparon de la manta y se enredaron con las contrarias. YoonGi se encontraba demasiado desconcertado y mareado con todo lo que estaba viendo y sintiendo. Las acciones del menor le estaban aturdiendo tanto, pero sus piernas no tardaron en recibir aquel abrazo que las contrarias le estaban ofreciendo, correspondiendo y enredándose a él. Sus brazos envolvieron la pequeña cintura del menor que ocultaba tras ese gran suéter de lana de color celeste pálido que resaltaba el rojo prominente de las mejillas del mismo, atrayendo su cuerpo más al suyo luego de tapar a ambos con todas las mantas que habían.
Y finalmente quedaron pegados el uno al otro.
Jimin se escabulló hasta el pecho del mayor donde ocultó su pequeña y roja nariz junto a sus mejillas carmesí, siendo recibido por el aroma a tabaco y a un perfume demasiado embriagador para sus adormilados sentidos, logrando aturdirle un poco entre todo lo tonto que estaba haciendo.
Tonto, muy tonto. Pero Jimin quería sentirse un poquito querido.
YoonGi sentía sus mejillas arder en la oscuridad del cuarto y sus brazos se sentían como gelatina mientras más envolvía el delgado cuerpo a su lado. Su corazón latía tan fuerte que ya se estaba molestando por ello, queriendo arrancárselo y patearlo hasta Tailandia o por ahí.
El proceso de todo lo sucedido fue de lo más extraño para ambos, pero más para YoonGi, porque el menor fue el que comenzó con todo aquello.
Primero las lágrimas.
Luego, el haberlos tapado a ambos en una cercanía nunca antes hecha por voluntad propia.
Y ahora, estar ambos enredados el uno al otro, demasiado juntos, demasiado extraño, demasiado tonto y bonito.
Que molesto era para ambos pensarlo de más.
YoonGi tragó dificultosamente la saliva que nuevamente se acumulaba cuando sus dedos, sin querer, tocaron la piel expuesta de la espalda baja del menor, ya que este se removió un poco y consigo logró subirse un poco el inmenso suéter.
¡Quiso apartar de inmediato sus dedos de ahí! Él realmente lo quiso, pero sus manos no reaccionaban, por lo que se quedaron ahí, sintiendo la calidez de la piel perlada del menor que yacía finalmente dormido entre sus brazos, con su rojito rostro oculto en su pecho.
El medio embrollo en el que se había metido, maaaamá.
Podría haber dicho que no desde el principio, cuando le ofreció ese loco plan del matrimonio falso, y ahora estaría durmiendo plácidamente en toda la extensión de esa misma cama, desparramado y roncando gustosamente.
Pero no.
El cara de costra siempre haciendo las cosas mal.
Y quiso dormir también, pero hasta eso hacía mal, porque al mero intento de dormir, terminó mirando a un punto fijo como estúpido.
Y el punto fijo era el rostro del menor que se dejaba ver en parte desde su pecho.
Sus ojos repasaron las oscuras cejas, las largas pestañas y los rosados parpados irritados por las lágrimas. El cabello plateado caía despreocupado y sedoso en su frente y desprendía aquel aroma a coco que YoonGi había comenzado a amar en secreto. La nariz perfilada y pequeña estaba sutilmente roja y congeniaba con sus mejillas donde se notaba apenas el rastro de las lágrimas de hace un rato.
<< ¿Qué es lo que le habrá hecho llorar? >> También le mantenía despierto aquella incógnita.
Porque era Jimin, y Jimin no lloraba porque sí, llegó a pensar incluso que Jimin no tenía bolsa de lágrimas o algo por el estilo luego de tanto tiempo conociéndole, viéndole vivir distintos momentos "emotivos" donde no se asomaba ni el loro por los ojos del menor.
<< Todos se equivocan, supongo >>
Las manos de Jimin se aferraron más a su cuello y un suspiro se escapó de sus labios cuando sintió la nariz del menor refregarse en su pecho entre sueños.
Sus mejillas volvieron a encenderse y ya no quiso bajar la mirada para verlo, incluso si se había quedado medio hipnotizado por el pequeño lunar que yacía en el hueco entre su clavícula y cuello, porque eso le invitaba a seguir bajando la mirada a la piel descubierta que dejaba aquella prenda tan holgada a la vista.
<< Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, como creía que resistía fue a llamar otro elefante. Dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña, como creían que resistía fueron a llamar otro elefante. Tres elefantes- Okay, esta mierda no funciona >>
Lo único que le quedaba era cerrar los ojos con toda su fuerza de voluntad, incluso si sus estúpidas manos habían decidido no separarse de la piel de la espalda del menor. Incluso si corazón estaba latiendo demasiado fuerte y su respiración estaba deformándose un poco. Incluso si sus labios besaron con suavidad la frente del menor. Incluso si susurró un "buenas noches" antes de caer dormido con su nariz perdida en la fragancia de su cabello.
[...]
Los ojos de Jimin se abrieron apenas y con dificultad a causa de la luz que golpeaba su rostro. Sus manos tantearon adormilado el espacio a su lado, como si buscase algo, y cuando no lo halló, se enderezó casi de golpe, abriendo del todo sus ojos para desviar su mirada al vacío del lado derecho de la cama.
YoonGi.
¿Dónde estaba?
Su cabeza giró en busca del rubio, pero no le encontró. ¿Por qué se fue? Sus manos se cernieron a la manta que descansaba en su cintura y sintió algo parecido al desánimo al estar nuevamente solo.
Solo.
Detestaba esa palabra y no se había dado cuenta de ello hasta ese momento, en el que sus mejillas se encendieron apenas comenzó a recordar lo que había pasado anoche. Se estaba avergonzando tanto por sí solo que no pudo evitar ocultarse bajo las mantas, enredándose en estas con el pudor al tacto fácil mientras más escavaba en lo de anoche.
¡Fue un idiota! ¿Por qué se largó a lloriquear frente a YoonGi? ¡Él jamás lloraba! Mucho menos frente a alguien. Ay, su estómago se revolvía. Quiso pensar realmente que era el hambre y no el hecho de recordar cómo se había acurrucado contra YoonGi en la hamaca.
Era el hambre, sí ¡Por supuesto! Aparte del olor a huevos fritos y pan tostado que comenzaba a llegar al cuarto desde la puerta entreabierta del mismo le hizo sonreír placenteramente, obligando a sus pies a tocar el suelo, despojándose de la vagancia y comodidad de la cama, saliendo de allí en dirección al piso principal.
—¡Hyuuuung!~ —Tres voces le recibieron a coro y dio un pequeño saltito del susto ante ello, casi tirando un florero que estaba a su lado ¡¿Por qué demonios hay floreros por todos lados?!
— Hola, chicos —Saludó con su mano, sonriendo apenas por cortesía ante las tres sonrisitas radiantes que le regalaban aquel trío donde Jungkook y Taehyung jugaban a piedra, papel o tijeras con el pequeño MinHo.
— Buenos días, Jimin-ah —NaRa llegó hasta él para darle un suave apretón en su mejilla en saludo, junto a una dulce sonrisa.
— ¡Hola, mochiiiii! ~ —La tía Jae se lanzó hacia él, abrazándole por los hombros a su vez que depositaba un pequeño beso en su otra mejilla, risueña como siempre entre sus pelirrojos cabellos.
Jimin se quedó sin inmutar, congelado, murmurando un pequeño "hola" que pensó que había susurrado ya que ni él se había escuchado, pero no fue así puesto que Jae le guiñó un ojo cuando le soltó finalmente.
Todo aquello era una rutina que la familia Min había adoptado con él desde la primera mañana, y estaba casi acostumbrado del todo del saludo de cada uno.
— ¿Tienes hambre? Estábamos por desayunar —Todos tomaron asiento en la gran mesa y el pequeño pelinegro MinHo golpeteaba el asiento vacío a su lado para que fuese hasta él.
Jimin sonrió apenas ¿Por qué se sentía tan así esa mañana?
— Uh, no, no tengo hambre realmente, ando algo... ¿Adolorido? Del estómago, sí —Mintió, y su estómago gruñó con molestia en respuesta por el hambre.
— Oh ¿Quieres que te haga un té de hierbas para pasar el dolor? —Jimin negó con su cabeza ante la propuesta, volviendo a sonreír con suavidad hacia NaRa.
— YoonGi está donde la señora SunHee ¿verdad? —¿Para qué preguntaba sí ya sabía la respuesta?
— Sí, se fue bastante temprano de casa, lo cual me extraña porque ese chiquillo hay que sacarlo con una grúa de la cama en las mañanas —Rió con suavidad.
Jimin sintió su estómago revolverse por los nervios que comenzaron a consumirle de a poco, ya que, por alguna razón, presentía saber el porqué de que YoonGi se fuese tan pronto.
Y rogaba no haber hecho alguna estupidez anoche de la que ahora no recordaba.
— Iré a verle, también si es que necesitan ayuda allá —Ladeó su cabeza apenas, no estando seguro siquiera él de lo que decía.
NaRa le regaló otra leve sonrisa en sus labios y un asentimiento con su cabeza, dando eso casi como una señal a Jimin de que se retirase nuevamente a la habitación.
Se cambió de ropa, aún sin sentirse con las ganas de antes de notarse elegante y decente como normalmente, tomando una sudadera vieja y holgada que recordaba que había comprado en una tienda de segunda mano simplemente por capricho, diciendo que convertiría a la prenda en ropita para Kkanji; Lo cual aún no sabe actualmente porqué pensó en ello si siquiera sabía enhebrar una jodida aguja en ese entonces. Y se colocó un viejo vaquero que también le quedaba suelto, teniendo este unas manchas de pintura rosa pálido en algunos lugares, el rosa de su habitación. Siquiera sabía por qué había empacado esa clase de ropa, simplemente pensó que tal vez la necesitaría, siempre la llevaba en sus viajes. Rara manía suya.
Y calzado con unas simples converse, tomó su móvil y salió de la casa luego de que los chicos le hubiesen insistido en llevarlo, y él sólo respondió con un simple "sé dónde es" antes de salir del hogar, intentando recordar del todo bien donde se encontraba la cafetería de la señora SunHee, que no le traía buenos recuerdos precisamente.
☁
— ¡YoonGi que ahí no va, hombre! —La voz del castaño le reprochó por quién sabe qué vez por lo mismo.
— ¡Pero si no me dices donde va, idiota, ¿cómo quieres entonces?!
— ¡Déjense de griteríos que mi cabeza está que explota par de tarados! —El pelinegro que yacía desparramado en una de las mesas del lugar exclamó, masajeando sus sienes con molestia hacia el escándalo de aquel par.
— Tu novio es el tarado —Masculló YoonGi, intentando quitar la punta de la guirnalda que había atado por quinta vez en el lugar incorrecto. — Maldito nudo de mierda...
— Al menos yo no soy el tarado que no sabe colocar guirnaldas, eh —El castaño jaló de una de las puntas de aquel nudo con el que YoonGi peleaba, desenredándolo de una vez con una sonrisa burlona hacia el más bajo que le miraba con celosía. — Baekhyunnie, levanta tu lindo culo de ahí y me ayudas a traer unas cosas, ¿sí, mi amor?
YoonGi arrugó la nariz asqueado por lo cursi que había sonado aquello incluso si había sido una orden hacia el pelinegro que ahora bufaba con molestia e iba por lo dicho junto al castaño.
— Chanyeol oppa a veces es tan dulce —La voz femenina junto a una suave risa que tanto conocía llegó a su lado, y YoonGi se giró hacia ella, mirando desde arriba de la silla donde se encontraba parado para alcanzar el lugar donde iba la jodida guirnalda con la que tanto estuvo peleando desde que llegó.
— Dulcemente estúpido —Otra risita de parte de la muchacha y YoonGi sintió algo removerse dentro suyo, lo cual intentó reprimir lo mejor que pudo. — ¿Co-Cómo van en la cocina?
Jennie dejó la bandeja que traía consigo sobre las otras que había en una mesa, suspirando con notorio cansancio.
— Bien, está reluciente y preparada para comenzar a cocinar para esta noche —Una pequeña sonrisa pasó en sus labios rojizos y sus brillantes ojos se posaron en los de YoonGi, quien apartó la mirada de inmediato hacia un lado, a lo que ella rió tiernamente. — ¿Tu familia vendrá, no?
— Como cada año sin falta —Sonrió de comisura. — El abuelo está más entusiasmado que todos nosotros juntos, viejo borracho.
Jennie se carcajeó, apoyándose en la columna que estaba a su lado sin dejar de mirarle.
— Creo que es más bien por otra cosa que se entusiasma tanto —YoonGi se bajó finalmente de la silla, y frunció su entrecejo a lo dicho.
— ¿Otra cosa? —Ella asintió. — ¿Cómo qué?
— ¿Tal vez algo como... La señora SunHee? —YoonGi alzó sus cejas, aún sin comprender.
— ¿La señora SunHee? ¿Qué tiene que ver ella? —Y Jennie simplemente comenzó a reír ante la expresión confundida del rubio.
Jimin llegó finalmente a la cafetería –luego de unas veinte indicaciones de distintas personas de su camino- y suspiró en alivio cuando vio el lindo cartel luminoso a neón, que al parecer era nuevo y ponía un elegante 'Dulce otoño' en él, donde fuera también habían muchas decoraciones distintas y bonitas, tanto allí como los demás locales y lugares de a su alrededor.
La verdad que él ni sabía de la existencia de esos festivales, mucho menos del vino.
<< ¿Acaso se ponen a beber todos? >> Era lo más lógico para él.
La capucha que ocultaba su despeinado cabello plateado le ayudo a resguardarse de las brisas que corrían frías, evitándole un dolor de oídos que fácilmente le daba con aquello. Caminando en dirección al local, un chico de cabellos castaños y alto salía del mismo abrazado a la espalda de un chico de cabellos negros que parecía estar rezongando ante los intentos del castaño en besarle, pero que terminó desistiendo, y Jimin presenció a unos pasos un dulce beso entre aquellos dos.
Sintió sus mejillas arder apenas y su mirada se fue hacia el suelo con rapidez, avergonzado de aquella acción ajena como si hubiese sido hecha por él mismo.
Siguió sus pasos, pasando junto a la melosa pareja que se sonreía el uno al otro y que le vieron de soslayo cuando entró finalmente.
Jimin subió su mirada apenada, pero realmente, realmente, quiso no haberlo hecho.
La chica de la otra vez, la del moño amarillo a lunares cafés, se sostenía del brazo de YoonGi mientras ambos reían animadamente de quién sabe qué. Viéndose ambos tan... Perfectos, que Jimin sintió náuseas y quiso irse corriendo de allí.
Y es lo que hizo.
Porque YoonGi no desistió de sus carcajadas risueñas junto a la chica bonita que se sostenía posesiva y dulcemente a su brazo con él viéndole de lejos.
Porque YoonGi no le notó siquiera cuando la puerta, que tenía de aquellos cascabeles que hacían ruido cuando esta se abría, se cerró tras su salida del lugar.
Porque pasó desapercibido. Invisible.
Y su corazón volvió a doler como la noche anterior.
Dolió casi asfixiante cuando finalmente recordó como YoonGi y él durmieron juntos, acurrucados en la misma cama y abrazados tan fuerte como podían.
<< ¿No significó nada para él acaso? >> Reprimió aquel pensamiento a su vez que cruzaba otra y otra calle con sus pies corriendo lejos, escapando de la nada.
<<... ¿Acaso debía significar algo? >> Pasó a llevar un charco de agua, sus converse se empaparon.
<< No, no debía significar algo >> Sus ojos ardieron y sus labios temblaron cuando se detuvo en un parque donde el vacío era el único presente.
— No hay razón para que signifique algo —Su voz ahogada y agitada le dolió tanto al pasar por su garganta, sin saber si por la resequedad de la misma, o por el peso desconocido de esas palabras.
Y se sintió estúpido cuando sus ojos comenzaron a derramar hilos salados de lágrimas en el mismo lugar donde se derramaron las de anoche.
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NUNCA ACTUALICÉ TAN SEGUIDO ahre pero es para saldar mi ausencia y la falta de internet, además de que hoy no ha sido un día tan malo, escribí 5k de palabras en un jodido día
eeeeeeeeeeeeeeN FIN xfin momento yoonmin, hasta yo misma me estaba desesperando aire, pero saldé también eso agregando un buen drama típico de mua (?
no tengo mucho que decir, yo me encuentro bien^^ estresada como siempre, pero bien ah. Cuídense y manténganse sanxs, espero lo hayan disfrutado como yo lo disfruté escribiéndolo y dejen sus votitos y comentarios que me dan muchísimas ganas de seguir <3
¡bye, bye!
— MinJi
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