| propuesta catorce |
Jimin abrió sus ojos cuando las una de la tarde con catorce minutos se marcaban en el reloj que estaba sobre el velador junto a la cama.
Sus ojos se abrieron apenas cuando comenzó a acurrucarse entre las mantas, sintiéndose tan a gusto y cálido entre ellas, pero la urgencia de ir al baño le estaba obligando a sentarse de mala gana, tallando su ojo derecho con una de sus manos mientras un bostezo largo y tendido salía de su boca. Una fuerte punzada en su cabeza le hizo tomar esta entre sus manos, arrugando su entrecejo y susurrar un doloroso "auh" a su vez que cerró sus ojos con fuerza.
¿Qué había sucedido anoche? Demonios, no recordaba nada y su cuerpo se sentía tan cansado como adolorido.
Quitó las mantas de encima suyo, gateando hasta la orilla de la cama y bajándose de esta, notando que aún llevaba puesto sus zapatos negros. ¿Acaso había dormido con ellos? Se abrazó a sí mismo al comenzar a caminar de a pequeños pasos, el dolor de cabeza se le estaba haciendo insoportable. Su pie chocó con algo, haciéndole tropezar un poco, casi cayéndose de cara al suelo. Masculló por lo bajo al ver como el rubio se encontraba desparramado con todas sus extremidades estiradas a por todos lados, con la boca abierta y babeando a los ronquidos. Jimin arrugó su nariz con desagrado y pasó de él para ir directo al baño. Una vez hizo sus necesidades, decidió darse un baño, tal vez con eso se le pasaría el dolor de cabeza que realmente le estaba haciendo marear -sin contar todo lo que había vomitado- ¿Cómo es posible que aún no recordara?
Envolvió su cintura con una toalla -agradecía por lo menos recordar el tomar una toalla siempre- y con otra comenzó a secar sus cabellos mientras tarareaba una canción random cualquiera. Detuvo su accionar cuando sus ojos divisaron en el espejo como una mancha, pintita, o lo que fuese, color rojo se marcaba en el lugar entre su clavícula y su cuello. Frunció su entrecejo, acercándose más al espejo y tocó aquello, no sintiendo dolor alguno, pero si una pequeña picazón.
— Tal vez me ha picado algo... —Murmuró, no muy convencido de su deducción.
Se encogió de hombros finalmente, podría taparlo con un pañuelo, no se veía bonita esa picadura, para nada. Salió del cuarto de baño y sus mejillas se tiñeron de un suave rojo cuando recordó que YoonGi aún estaba allí, dormido, pero allí, y el recuerdo de la otra ocasión en la que ambos chocaron llegó a él.
Que horrible.
Gruñó por lo bajo, caminando de puntitas y con rapidez hasta su bolso con ropa, tomando lo necesario y volviendo al baño cual fugaz luz para cambiarse de una buena vez.
Terminó de acomodarse el suéter color crema, y tomó el pañuelo que había encontrado en el armario de la habitación que había dejado colgado. Al parecer era de la señora NaRa, era de un color hueso muy bonito, con pequeños detalles de bordados que no serían capaces de verse si no se veían de cerca y con suma atención, dejando ver unas hermosas rosas; Definitivamente la madre de YoonGi tenía un increíble gusto si es que era de ella. Su cuello se veía especialmente bien con aquello y no pudo evitar sonreír suavemente mientras se veía en el espejo, también aliviado por tapar esa fea pintita roja. Acomodando su cabello grisáceo que no estaba peinado como acostumbraba, sino que caía semi-recto sobre su frente, con algunas suaves hondas, suspirando finalmente.
Bueno, se sentía algo bonito ese día en especial, y le gustaría, que tal vez, alguien lo notara.
Suspiró una vez más, tomando su móvil que reposaba sobre el velador una vez salió del baño y se giró por unos segundos, para ver... Agh, para ver a YoonGi, qué más.
Sonrió, un poco y a escondidas. Jimin seguía pensando que su naricita era bonita.
Cerró la puerta finalmente del cuarto y se encontró bajando los escalones con sutileza y pereza, frenando en la entrada del comedor para encontrar a Jungkook con un par de libros y hojas desparramados por la mesa.
— Hasta pareces inteligente con esos lentes y libros —Sonrió ladino cuando el menor alzó su mirada, de no precisamente un libro, sino que de su móvil. —; afirmo, pareces.
— Gracias por el apoyo moral, siempre tan dulces todos ustedes —Soltó irónico, sonriendo luego hacia él. — ¿Ibas a salir?
Jimin vaciló. No lo había pensado realmente, pero necesitaba salir un poco de esa casa, y estar lejos de YoonGi, en especial.
— Sí —Contestó. — Necesito un poco de aire.
— ¿Te sientes mejor? —Jimin frunció su entrecejo sin comprender. — Es que anoche mamá dijo que YoonGi hyung le dijo por teléfono que ustedes se habían ido de la fiesta porque tú te sentías mal —Y frunció aún más su entrecejo. Él no recordaba haberse sentido mal... — ¿Hyung?
— ¿Ah? —Apartó su vista de la mesa que en ese momento se le había vuelto bastante hipnotizante mientras indagaba en la noche anterior.
Jungkook rió suave, negando con su cabeza sin más.
— ¿No quieres comer algo? Soy el único despierto en casa, pero puedo prepararte un sándwich si quieres —Hizo ademán de levantarse, pero Jimin negó con su cabeza frenéticamente.
— Estoy bien, gracias por la oferta —El menor asintió, volviendo a acomodarse y resoplar su despeinado cabello que caía sobre sus lentes. Parecía ser costumbre de los Min andar de despeinados. — ¿Qué estás estudiando? —Caminó unos pasos, apoyando sus brazos en el respaldar de la silla frente a él.
— Tengo examen de matemáticas mañana, pero no entiendo nada —Puchereó apenas, cual niño pequeño. — Lo único que sé es que esa cosa significa "grado" —Jimin rió cuando apuntó a la letra griega en el libro frente a él.
— En realidad, eso es Beta —Jungkook frunció su entrecejo. —, y eso es un libro de historia, Jungkookie —Jimin levantó la tapa del libro dejando ver el titulo de "Historia III" en su portada, a lo que Jungkook se golpeó la frente de un manotazo sonoro. — ¿Qué es lo que no comprendes?
Finalmente caminó otros tres pasos, llegando hasta la silla junto al menor y corrió de esta para sentarse y tomar el libro de matemáticas (el correcto) y ver lo que al menor hacía tanto rezongar.
— Es geometría, he entendido todo lo demás con la ayuda de unos amigos, pero aún me falta entender el teorema de la hiposute... hipotuse... ¡Agh, esa cosa! —Apuntó el lado más largo del triangulo de gráfico que estaba dibujado en el libro, haciendo reír con suavidad al mayor.
— Hipotenusa, se dice hipotenusa.
— ¡Esa cosa! No la entiendo, hyung, y no voy a poder hacer las consignas y voy a reprobar y me van a quitar mi celular y las salidas y no podré ver a Yugyeomie hyu- —Jungkook se calló abruptamente al percatarse de lo que decía, sonrojándose tan fuerte con un rojo casi idéntico al de la manzana que yacía en el frutero de la mesa.
Jimin arqueó una ceja con una sonrisita divertida hacia él.
— Yugyeomie, ¿ah? —Jungkook negó con su cabeza repetidas veces al igual que con sus manos, intentando ocultar su sonrojo, fracasando en ello. — ¡Tranquilo! No diré nada, lo prometo —Hizo una crucecita sobre sus labios, como si los hubiese cosido con hilo y aguja.
Jungkook pareció sentirse más tranquilo al escuchar aquello, por lo que suspiró y dejó caer sus brazos a sus costados, mordisqueando su labio inferior.
— ¿Es tu...? —Jungkook abrió sus ojos de par en par y nuevamente comenzó a negar con su cabeza y manos como loco, a lo que Jimin se carcajeó, asintiendo con su cabeza. — ¡Vale, vale! Lo siento, perdón, perdón —Jungkook resopló su cabello nuevamente, tapando sus mejillas con sus manos mientras fruncía su ceño, idéntico a como lo hacía YoonGi. Le pareció adorable... Agh. — Ven, te explicaré la cosa ésta.
Jungkook sonrió aliviado, asintiendo con la cabeza, pero aún con sus manos en sus mejillas, no se las quitaría hasta que el rojo vergonzoso de su cara se fuera y que Jimin dejase de reírse de él.
[...]
Jimin inhaló hondo el fresco aire de afuera mientras daba pequeños pasos en el patio delantero. El sol estaba ahí en lo alto del cielo, pero aún así el frío estaba más que presente, por lo que tuvo que abrazarse a sí mismo para resguardar un poco el calor.
Unos ladridos a su lado lo hicieron dar un pequeño respingo del susto, bajando su mirada para encontrarse con aquella bola de pelos café, dando pequeños saltitos a su lado con su lengua afuera. Jimin resopló hacia arriba, elevando su cabello por lo mismo.
— ¿Viniste a orinarme los zapatos o hacer que otro pajarraco nos intente secuestrar? —Se hincó frente a él, acercando su mano hacia la cabeza del cachorro, y aunque Jimin realmente detestase a ese vil engendro con pelos enredados, hoy estaba... ¿Con cariño para dar? Uh, sonaba raro, demasiado. Sacudió sus hombros de escalofrío cuando la cabeza del pequeño Holly chocó con suavidad contra su mano, dejándose acariciar y sentándose en el suelo. Jimin le miró con atención, como su mano se encontraba sobre la cabeza del pequeño animal, estática, sin moverse. — Dime que será de hoy, Min Holly...
Quitó su mano luego de unos segundos, apretándola en un pequeño puño, enderezándose y respirando hondo cuando una opresión en su pecho comenzó a molestarle, no encontrándole la razón aparente e intentando ignorarla comenzando a caminar otra vez. Esta vez el cachorro no le siguió, y agradeció aquello.
Divisó a lo lejos una bicicleta rosa con un canasto color canela, al parecer de mimbre, y sonrió ligeramente ante lo bonita que se veía. Caminó hacia ella y la tomó, muequeando indeciso si realmente hacer lo que se le antojaba ahora.
<< Ya qué >>
Se montó en la bicicleta y comenzó a pedalear en ella. Se tambaleó, hace años luz que no se subía a una y se chocó un par de veces con cualquier cosa que se cruzaba en su camino; en una de esas el manubrio terminó golpeando ligeramente su entrepierna, a lo que lloriqueó un buen rato mientras seguía pedaleando, adentrándose a un pequeño bosque que había a unos metros de la casa. Ahí también chocó un par de veces, tragándose unas cuantas ramas y bichos, pero seguía vivo. Una bajada comenzó abruptamente y se encontró gritando cual niña pequeña del miedo porque los frenos no querían funcionar, esperaba en cualquier momento el impacto contra un árbol o el suelo, pero no llegó porque finalmente los frenos funcionaron. Jimin insultó a la bicicleta y a sí mismo por ser tan inútil, dejando apoyada la bicicleta en un árbol y sacudió sus manos un poco al verlas con un poco de tierra.
El sonido de unos... ¿tambores? Comenzó a escucharse a lo lejos y Jimin frunció su entrecejo ante ello, mirando hacia todos lados como para intentar divisar aquello, pero sólo pudo ver árboles y más árboles con algunos arbustos. El sol pegaba bonito en ese lugar, debía admitirlo, pero el sonido de esos "tambores" le estaba comenzando a aterrar.
¿Y si era una tribu caníbal oculta? ¡Se lo podrían comer!
Pero... Tss, vaya estupidez, ¿cómo podía pensar eso? A veces era un poco idiota.
Comenzó a seguir el eco de los golpes con cautela, mirando de lado a lado, se encontró pisando excremento de vete a saber tú qué animal, mascullando insultos en silencio mientras limpiaba su zapato contra el pasto que había, y retomó su caminar.
Finalmente llegó a un lugar un poco apartado de la entrada de aquel bosquecito, y el sonido de los tambores ahora era fuerte y claro, por lo que era allí. Se escabulló entre unos arbustos, ocultándose detrás de ellos, y vio a una persona canosa de espaldas, con un gran sombrero de ¿plumas? Y moviendo sus brazos de arriba a abajo con unos palillos, tocando el tambor, pensó Jimin. Demás de agregar la gran fogata que había en el centro del lugar y las palabras raras que decía aquella persona.
Okay, ya estaba sintiendo unos ligeros escalofríos, por lo que comenzó a retroceder con pequeños pasos cautelosos...
— Jimin-ssi, sé que estás ahí —Jimin frunció su entrecejo al escuchar su nombre y se detuvo, girándose para volver a ver a la persona que aún yacía de espaldas, pero habiéndose detenido de tocar el tambor aquel. — No tengas miedo, acércate, soy yo, el abuelo Seungmin —Se giró finalmente aquella persona con sus brazos extendidos hacia él, dejando ver la pequeña sonrisa típica del abuelo Seungmin hacia él.
Jimin suspiró, sintiéndose aliviado. O algo así.
— Oh, es usted... —Sonrió algo nervioso, y demasiado confundido. ¿Qué hacía el abuelo Seungmin con fuego y un tambor en mitad del bosque?
— Veo que eres curioso —Jimin ladeó su cabeza, algo desorientado. — Ven, le daré las gracias por ti a la madre tierra —Ay, no, ¿qué es esto?
— Eh, n-no, está bien, no soy realmente curioso, sólo...-
— ¡Mira a tu alrededor! La madre tierra nos proporcionó todo esto, así como los unió a ti y a mi niño YoonGi para que puedan estar juntos —Jimin entreabrió sus labios, sin saber qué decir realmente, sintiendo sus mejillas calentarse levemente. — Por eso hay que dar las gracias, y rogar para que sean abundantemente... —El abuelo pareció pensar realmente lo que diría, Jimin le miró expectante. —... felices, y que consigan adoptar algún lindo niñito o niñita —Jimin abrió sus ojos cual platos al escuchar aquello.
¡¿Qué?! ¡¿Adoptar?!
Jimin arrugó su frente y nariz al pensar en aquello, estando para nada de acuerdo con esa loca idea. Además... Jamás sucedería algo como eso, nada era verdadero realmente...
— Ven conmigo en celebración, querido —Agregó, extendiendo su mano hacia él.
— Pre-preferiría agradecerle desde aquí —Sonrió nervioso, asintiendo con su cabeza sin querer moverse de su lugar.
— ¡Insisto! —Y tiró un polvo raro, que sacó de una bolsita que no sabe de dónde salió, hacia la fogata, haciendo que ésta se encendiera aún más repentinamente, a lo que Jimin saltó en su lugar asustado y corrió hacia él.
— ¡Vale, vale! Lo haré, pero deje ese polvo, por favor —Jimin se abrazó a sí mismo, demasiado desconfiado y temeroso.
El abuelo Seungmin comenzó a cantar con sonidos raros, moviendo sus brazos de un lado a otro mientras daba pequeños pasos, rodeando la fogata. Jimin frunció su entrecejo, realmente no entendía nada y esto parecía una película de terror.
— Vamos, Jimin-ssi, siente el ritmo del tambor —Jimin no se percató de que el sonido del tambor volvía a sonar y realmente se asustó, ¡¿Quién demonios estaba tocando el tambor?! Ya luego divisó el pequeño grabador que había sobre un tronco allí, y suspiró de alivio, y frustración, por qué no también.
— E-Está bien... —Jimin comenzó a seguir los movimientos raros que hacía el hombre, ¿qué estaba haciendo, Dios?
— ¡Canta conmigo, Jimin-ah!
Jimin respiró hondo, ya qué...
Comenzó a cantar sonidos al azar, como las vocales y así, al igual que el abuelo.
— ¡Eso es! Al universo, cántale al universo —Comenzó a agitar sus brazos de un lado a otro.
— ¡Al universo! Al universo... —Jimin frunció su entrecejo, imitando los movimientos del abuelo, tarareando incoherencias.
Que estúpido debe verse ahora mismo.
— La ventana... La ventana, ¿la pared? Eh... —Comenzó a mencionar cosas al azar, lo que fuera. — Este baile me da sed, y a los piojosos...
— ¡Más fuerte!
— ¡La ventana, la ventana, la pared, la pared, este baile me da sed, piojosos como usted! —El abuelo Seungmin frunció su entrecejo mientras intentaba seguir el baile que ahora el rubio hacia con ganas, agitando sus brazos y caderas, siguiendo un ritmo de la música moderna de ahora que sonaba del grabador. — ¡Por acá, por acá dame, por atrás, por atrás te voy! ¡La ventana, la ventana, la pared, la pared! —Jimin estaba lo bastante sumido en su baile y canto como para detenerse. Era bastante pegadizo.
YoonGi frunció su entrecejo cuando a lo lejos comenzó a escuchar una música rara de fondo en alguna parte del bosque junto a la voz de... ¿Jimin? Se giró en su lugar para comenzar a caminar hacia allá, siguiendo la música rara.
Se había despertado hacia ya un rato, no encontró a Jimin por ningún lado y, según le dijo Jungkook, se había ido a pasear por ahí en la bicicleta de su madre, al parecer. ¿Jimin sabía andar en bicicleta? Se lo pensó bastante mientras caminaba por el bosque, intentando despejarse un poco, tal vez se encontraría a Jimin también y podrían hablar de lo de anoche; quería saber si recordaba algo, si lo de anoche no había sido sólo una mera ilusión suya de entre el poco alcohol que había ingerido él y que Jimin no había cedido a sus caricias sólo porque estaba ebrio. No quería que fuese eso último, ni lo anterior, ni nada. YoonGi realmente... Él quería que lo de anoche haya sido más que real y que Jimin haya sentido algo, lo que fuese, pero algo.
Tal vez estaba soñando mucho, y no sabía realmente si era mejor que no recordase o que sí lo hiciera.
Llegó finalmente a donde provenía aquella "música" y se quedó bastante... Anonadado con lo que encontró.
— ¡De aquí a allá, dame, dame, de aquí a allá, vamos! ¡Eso, abuelo! —Jimin siguió moviendo sus brazos y caderas hacia todos lados, siendo seguido de un divertido abuelo Seungmin.
— No quiero realmente saber qué es esto —Murmuró YoonGi, apoyándose en un árbol y cruzando sus brazos sobre su pecho mientras veía entretenido como aquellos dos bailaban.
— ¡Atrás, wuh, sacúdelo! Eso, eso es —Jimin sacudió su trasero de lado a lado hasta que finalmente se giró, encontrándose con... Ay, no.
YoonGi sonrió ladino hacia Jimin, quien comenzó a arder en un bochorno tan fuerte como para lograr que su rostro entero se volviera de un rojo carmesí, deteniendo su vergonzoso baile.
— Qué tal, cariño —Alzó su cabeza apenas hacia él en un saludo divertido, viendo como Jimin fruncía sus labios avergonzado.
— Y-Yo... Bueno, tu abue quería que yo... Cantará desde el fondo de mi corazón, sí —Rascó su nuca, acomodando luego su cabello todo despeinado.
— ¿De verdad? ¿Y eso viene del fondo de tu corazón? —Cuestionó con incredulidad, sonriendo aún burlón.
— Es que... Pegaba con el ritmo —Murmuró, agachando su mirada con vergüenza.
YoonGi rió con suavidad, negando con su cabeza.
— Iba a la tienda por unas cosas, ¿me acompañas?
Jimin alzó rápidamente su cabeza y asintió con vehemencia.
— Pero —Se detuvo antes de ir hacia YoonGi. — ¿Puedo ir? ¿Está bien sí voy? —Jimin se dirigió hacia el abuelo Seungmin que sonreía hacia ellos y asintió con su cabeza.
— Todo lo que hagas estará bien, Jimin-ssi.
— Pero, ¿está bien sí voy?
— Sí, querido, está bien —Rió con suavidad el hombre canoso.
Jimin asintió con su cabeza y dio una reverencia bastante pronunciada hacia él antes de darse la vuelta y trotar hasta YoonGi, quien comenzó a reírse de él apenas llegó a su lado.
— ¿Puedes cerrar la boca? —Jimin frunció su entrecejo con molestia, cruzándose de brazos mientras sus labios formaban un pequeño puchero.
— Estás demente~ —El menor lo golpeó en el brazo por el tono burlón que usó y gruñó por lo bajo, haciendo reír aún más al mayor.
— Que te calles —Jimin volvió a golpearle en el brazo.
YoonGi sonrió ladino, dejando de reír un poco cuando tomó la bicicleta que estaba junto a un árbol, comenzando ambos a caminar de vuelta a afuera del bosquecito.
— Mi abuelo tiene costumbres raras, lamento no mencionarlo antes —Jimin rodó sus ojos, acomodando el pañuelo en su cuello. — Por cierto —Llamó su atención, haciendo que Jimin girase su mirada hacia él. —, bonito pañuelo —Quiso no reír, por lo que sólo sonrió un poco amplio, mostrando así sus rosadas encías.
Jimin no pudo evitar contagiarse de aquella sonrisa, por lo que bajó su mirada, sonriendo ladino mientras acomodaba mejor el pañuelo.
— Me ha picado algo en el cuello y me ha salido una mancha rojiza, no se veía bonita así que encontré este pañuelo en el armario, creo que es de tu mamá —YoonGi tragó saliva duro y su sonrisa divertida desapareció, dando paso a un rosa leve en sus mejillas y un calor en su cuello que comenzó a hacerse insoportable, sabiendo más que bien que esa mancha rojiza que mencionó el menor no era una picadura realmente. — Es bonito, me compraré uno igual cuando volvamos a Seúl —Jimin sonrió, ajeno al nerviosismo que YoonGi emanaba por los poros.
YoonGi mordisqueó el interior de su mejilla, inseguro.
— Hablando de Seúl... Jimin, anoche-
— Aquí están —La voz grave e imponente de Donghae llegó a ellos una vez salieron de aquel bosquecito. Jimin tragó saliva dificultosamente, dando un ligero paso hacia atrás, escondiéndose un poco tras YoonGi. Ciertamente, aún se sentía intimidado por el padre del rubio, más luego de aquel almuerzo. — Los he estado buscando hace un buen rato, necesito hablar con ustedes —YoonGi frunció su entrecejo, más de lo que normalmente hacía.
— ¿De qué? —Casi escupió la pregunta. El trato entre ambos era así desde hace tiempo, pero Jimin se sentía demasiado pequeño apenas escucho la voz tan grave que había salido de YoonGi, casi como un gruñido, también notando lo blanco de los nudillos de este en su agarre a la bicicleta.
— Sabes bien de qué —El pelinegro enarcó su ceja hacia él, levantando una de sus manos donde dejó ver un papel todo arrugado, pero que YoonGi reconoció al instante y sintió sus músculos tensarse. Jimin no entendía nada, mucho menos que significaba aquel papel, ¿acaso era alguna carta? Tenía la pinta... — Ambos, al despacho —Y se dio la vuelta, comenzando a caminar seguramente a ese tal despacho, dejando desconcertado al menor.
— ¿YoonGi? ¿Qué pasa? —Jimin se colocó frente a YoonGi, mirándole y esperando alguna respuesta, pero los labios del mayor tenían un ligero temblor y el peligris se sintió más inseguro que antes. — YoonGi-
— Llegó una carta desde Seúl, de la oficina de emigración —Le interrumpió con aquello, soltándolo tan rápido como pudo. — Debemos volver hoy en la noche o a más tardar mañana por la mañana a primera hora —Jimin frunció su entrecejo, perplejo.
— ¿P-Por qué? ¿Qué decía la carta? —Vio como el mayor dejaba la bicicleta junto a la cerca que no había visto antes. — ¿Por qué no me has dicho nada sobre esa carta?
— Taehyung anoche me la dio, estuve buscándote para avisarte, pero... —YoonGi apretó sus labios, viendo el rostro confuso del menor en él. Dios, se sentía tan miedoso ahora, como un tonto niño asustado. Su padre había leído la carta y de seguro sacó sus obvias conclusiones, él siempre fue así de rápido e ingenioso en todo. No le sorprendería que haya llegado a la conclusión correcta. — En fin —Retomó, pasando por alto todo lo ocurrido anoche. —, nos acortaron el plazo a este martes para presentar los papeles de nuestro matrimonio.
— ¡¿Qué?! —Jimin abrió sus ojos de par en par, los nervios comenzando a matarle. — ¿C-Cómo? P-Por qué...
— No tengo idea, pero si no los presentamos, deberás irte a Australia dentro de las 24hs el mismo día en el que plazo se acabe —YoonGi no quería imaginarse a Jimin juntando todas sus cosas para irse de Corea, olvidando el poder volver a verle otra vez, olvidando las oportunidades que tendría con él, porque él realmente... Quería a Jimin. Incluso si fuese unilateral, que se quedase en Corea sería más que suficiente para él, y hasta se quedaría dos, tres, siete, cientos de años más a su lado como un simple secretario ejecutivo. Pero a su lado. — La carta que tenía en la mano mi papá era ésa carta y de seguro ya habrá sacado sus conclusiones...
Jimin tembló en su lugar, apretando con fuerza la tela de suéter mientras se abrazaba a sí mismo, sintiendo las ganas de llorar acumulándose en sus ojos.
— Jimin, hey, podemos conseguir un boleto e irnos esta noche, estamos a tiempo, ¿sí? —YoonGi se acercó a él, tomando de su suéter para jalarlo hacia él, envolviéndolo en sus brazos en un pequeño abrazo. Jimin suspiró largo, escondiendo su rostro en el pecho del mayor, no correspondiendo realmente el gesto.
Siempre sintió desde pequeño que todo se le hacía difícil especialmente a él, como si la vida estuviese sólo en su contra, buscando siempre hacerle imposible cada paso que daba.
Y ahora, estaba volviendo a pasar.
— Vamos con tu padre —Finalmente habló luego de un rato así, enrollado en los brazos del más alto. —, realmente no quiero que esto se vuelva peor para ti por culpa mía.
YoonGi frunció su entrecejo cuando el menor se alejó de sus brazos del todo y por lo dicho, comenzando a caminar en los mismos pasos que había hecho su padre hace un rato. YoonGi suspiró, sintiendo su estómago doler de los nervios, y dio unas dos zancadas para alcanzar al menor, siguiendo sus pasos en dirección a aquel despacho; el cual recordaba como el lugar donde pequeño siempre su padre pasaba el tiempo, excusándose de que tenía cosas que hacer para no jugar con él, o pasar aunque sea unos minutos a su lado, Donghae siempre estaba ocupado.
Llegaron finalmente y no hizo falta tocar la puerta, ya estaba abierta, y la imagen de su padre sentado tras su escritorio con aquel maldito papel en sus manos les recibió a ambos.
Jimin tragó saliva duramente, y bajó su mirada. YoonGi respiró hondo y cerró la puerta tras ellos.
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a la mierda el jodido hiatus, siempre he sido una bola de grasa llena de estrés y mierda de todas las personas que me rodean, no voy a dejar que una estupidez me tire más abajo de lo que estoy; así que, MinJi está de vuelta.
el drama siempre debe estar en mis historias, sorry not sorry
tengo dos proyectos en borradores que espero pueda desarrollar pronto apenas termine con esta, a la cual no le queda mucho, upsi, upsi~ 😁
btw, ¿de dónde me leen?
— MinJi.
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