Capitulo Final
A-Cheng estaba elegante sentado en un bote. Miró como se alejaba de poco a poco de la casa de los Lan sin vuelta atrás. Se veía relajado, cosa completamente distinta su omega. Venia aullando e inquieto al sentir como se alejaba de Xichen.
Suspiro pesado y se puso unos lentes de sol.
— ¿Y entonces que pasara? —le pregunto al beta de su lado.
— Bueno, ahora que te irás voluntariamente todo se vuelve mas...civilizado. En cuanto aterricemos en New York tendrás 24 horas para volver a China.
Xichen bajo un par de escalones luego de pensar y calmar a su alfa. Su familia estaba en el coctel de la boda, que era enfrente de su casa.
— Xichen ¿Que pasa? —pregunto su madre al verlo pasar rápidamente.
— Quiero hablar con el —respondió rápidamente.
— ¿Y para que hacerlo? —pregunto su padre
— No es asunto tuyo
Qing Heng-Jun quería detenerlo, y el no estaba dispuesto a dejar que su padre lo detuviera.
— ¡Ya basta! ¡Basta! —grito QiRen al verlo comenzar a enfrentarse.
— ¡No dejare que hagas esto, y hablo enserio! —Su padre se puso frente a el, mientras le gruñía.
— No te estoy pidiendo permiso
—¡Basta has hecho suficiente Lan Huan! ¿Quieres seguir mintiéndonos?
Xichen empezó a gruñir pero antes de poder hacer algo mas su tío hablo.
— ¡Ya bast-
QiRen callo al suelo.
— ¡Tio! —grito Xichen, se acercó a él e intento sujetarlo.
—Es un ataque... —dijo débilmente el Lan.
— ¡Llamen a un doctor!
Apenas un paramédico se hizo presente, decidieron usar el helicóptero privado de la familia para transportar a QiRen hasta la ciudad y llevarla rápidamente al hospital. Los paramédicos la pusieron en una camilla y le pusieron un tubo de oxígeno en caso de emergencia mientras la subían. Inmediatamente los padres de Xichen y él subieron con el al helicóptero.
Dejando a unos preocupados Lan Zhan y Wei Ying pero ellos debían encargarse de los invitados.
QiRen levantó una mano y entre movimientos torpes se quitó el tubo. Quisieron detenerlo, pero pronto se dieron cuenta que era en vano. El quería decir algo, y por el momento crucial, sabían que podía ser quizás lo último. El miró a su hermano y a su sobrino.
—Ustedes dos necesitan dejar de pelearse. Nunca van a estar de acuerdo... pero son familia... —Se le llenaron los ojos de lágrimas y Qing Heng-Jun acarició sus manos suavemente. —Prométeme que vas a apoyar a Xichen... aunque no estés de acuerdo con él—
Qing Heng-Jun lo miro por unos segundos y bajó su mirada mientras asentía lentamente.—Te lo prometo
—Xichen... —Se miró mientras apretaba sus manos. El pelinegro sentía sus ojos llenos de lágrimas. —Prométeme que te esforzarás más en ser parte de esta familia...—
—Lo haré... —Le miró fijamente mientras asentía. —Lo prometo... —
—Entonces, ya pueden llevarme los espíritus.
El soltó sus manos y dejó caer su cabeza nuevamente en la camilla mientras cerraba los ojos lentamente.
—¿Tío? —Xichen le miró. El no reaccionó.
QiRen de repente apretó los párpados y entonces volvió a abrir los ojos. Se quitó nuevamente el tubo de oxígeno y entonces se sentó rápidamente en la camilla.
—No, todavía no me están esperando —dijo negando sonriente — Me siento mucho mejor, no es necesario ir al hospital. —Dijo en voz alta hacia el paramédico, mientras que su hermano le miraba con un tic en el ojo. La madre de Xichen sin poder soportarlo mas empezó a reír. —Llévanos al aeropuerto por favor.
—¡¿Fingiste un infarto?! —Qing Heng-Jun le miró con sus ojos muy abiertos.
—¡Por favor! — Xichen le miró sin poder creerlo. Su tío era otro nivel.
—¡Era la única manera de hacer que se callaran y fuéramos al aeropuerto! —Dijo regañando los.
—No puedo llevarla al aeropuerto, QiRen... —el piloto lo miró preocupado. —Las coordenad-
— Song Lan, no me hagas hablarle a Xiao Xingchen.
Le miró amenazante.
—De acuerdo.
El se recostó en la camilla nuevamente y acomodó su cabeza. Xichen llevó una mano a su cara y suspiró. Casi se le había ido el alma del cuerpo y su tío yacía tranquilo.
A-Cheng miraba por la ventana. Iba perdido en sus pensamientos, sabiendo que tenía que irse.
—Debió rendirse cuando todavía estaba en New York y todo habría sido más fácil. —A-Cheng medio sonrió cruzándose de pies a su lado. —Verás, soy como Sherlock Holmes, siempre atrapo al transgresor. Así de bueno soy —
El hombre pareció reírse, pero A-Cheng no tenía ánimos de nada. Siempre había sido serio y desconsiderado, pero ahora sentía que su omega dolía tanto que se sentía estúpidamente vulnerable.
Song Lan aterrizó a toda velocidad en la acera y, apenas tocó suelo, Xichen bajó como si su vida dependiera de ello.
—¡Vamos, vamos! —Sacó su celular mientras se bajaba a toda prisa y marcó rápidamente mientras corría por la mitad de la pista de aterrizaje frente a la torre de control del aeropuerto.
Nie Mingjue dejó las galletas y bajó los pies para atender su celular con total tranquilidad.
—Torre. Adelante.
—¡Nie Mingjue! —Gritó mirando hacia la torre. —¡Soy Xichen! —
—¡Xicheeeeeeeeen! ¡Escuche que tu omega te dejo plantado en el altar! ¡Que locura! ¿no?
—¡Mingjue, cállate y escúchame! —Miró a todos lados. —Necesito un favor. Necesito hablar con A-Cheng, ¿puedes detener ese avión? —
Miró en dirección al avión que comenzaba a ponerse en posición de despegue.
—No puedo hacer eso, Xichen. —Dijo en un tono más preocupado mientras el avión comenzaba a elevarse poco a poco. —Podría ocasionar un accidente. Lo siento. —
Xichen vio el avión partir y bajó el celular casi desesperado.
—¡No, no! — Su tío y su madre bajaron lentamente del helicóptero. —¡No, maldición! —
—¿Qué pasa? —El padre de Xichen se bajó tras ellas.
—A-Cheng se va. —Dijo su esposa señalando el avión.
—¡Y no le pudo decir! —QiRem se quejo se quejó.
—¿Decirle qué?
—¡Que lo ama! —Contestó su esposa con desilusión.
—Para que A-Cheng le diga que lo ama también.
—¿Pero cómo? —El hombre les miró confundido. —Se supone que era un plan y- —
—¡Si no estuviera enamorado de Xichen, no se habría ido! ¡No habría dicho la verdad!
—Claro que no. —Secundó el tío Lan como si fuera lo más obvio que había escuchado.
—¿Soy el único que no entiende? —El hombre no cabía en su asombro.
—Mingjue abajo — dijo Xichen
— ¿Qué?
— ¡Abajo!
Mingjue se puso de pie rápidamente y entonces lo vio parado en la pista y abrió sus ojos grandemente.—¡Xichen! ¡Ahí estás! ¡Lo siento, no pude hacer nada!
—Está bien... Gracias. —Dijo cansado mientras bajaba el celular y cortaba.
Xichen miró al suelo, ¿Qué podía hacer ahora?
En New York, la oficina de A-Cheng estaba siendo limpiada. El omega guardaba todas sus cosas en cajas y trataba de mantener lo mejor posible en orden. Sus compañeros de trabajo no podían creer que el gran Jiang Cheng se fuera, el jefe más antipático y altanero que habían tenido, pero aun así el más popular e inteligente.
A-Cheng tomó como pudo una caja con uno de sus bolsos en él y salió de la oficina con algo de dificultad. Suspiró cansado, estaba exhausto. Miró a su alrededor y encontró a un amigo de Xichen sentado conversando con una colega.
—Nie Huaisang...Nie Huaisang. Por favor envía los paquetes a esta dirección. —Ordenó pasándole un papel. —¿Puedes? —
—S-sí, claro. Pero... —Titubeó, mirando atrás de A-Cheng
—¿Qué? ¿Qué?
El omega volteó y miró la entrada de la oficina. No podía creerlo.
Xichen entraba a la oficina, cansado, con la respiración irregular —Hola—dijo al verlo.
—Xichen...
La oficina estaba llena de murmullos. A-Cheng se sentía nervioso, demasiado para su gusto. Xichen se acercó cada vez más.
—¿P-por qué respiras así? — El alfa inhaló con dificultad.
—Porque llegué corriendo.
— ¿A si? ¿Desde Alaska?
—Quiero hablar contigo —ordenó, caminando hasta él.
A-Cheng asintió —Pero no tengo tiempo ahora, salgo en el vuelo de las 5:45 a Pekín—volvió a Huaisang y le dio la caja —necesito que empaques... —
Xichen gruñó —¡Wangin deja de hablar! —ordenó con su voz. Todos volvieron a sus lugares de un sentón —Un segundo— pidió.
—Si, bien
— Hace tres días. Te odiaba enserio, solía soñar con que te golpeara un auto o te envenenaran
—Oh que tierno
—Te dije que dejaras de hablar —le recordó — Tuvimos nuestra pequeña aventura en Alaska y las cosas cambiaron, todo cambió cuando te bese, cuando me hablaste de tu tatuaje y hasta cuando estuvimos desnudos —en la oficina todos estaban atentos al espectáculo
—Pues, yo no vi nada, no sé de qué hablas.
—Sí me viste. Pero no me di cuenta de esto hasta que me quedé en el altar, solo, sin esposo, en el granero... —Seung exhaló fuertemente. —Ahora, ¿Puedes imaginar mi decepción cuando de pronto entendí que el hombre que amo está a punto de ser deportado? — A-Cheng lo miro sorprendido y con los ojos llorosos — Jiang Wangin cásate conmigo —
El menor entonces sintió en su estómago lo mismo que sentiría al caer de un avión: Pánico, nerviosismo, excitación, alegría, preocupación... Se lo estaba preguntando de verdad, de manera seria... Lan Huan le estaba pidiendo matrimonio.
—Porque yo quiero estar contigo, A-Cheng.
Pero a pesar de la potente adrenalina y alegría, cayó. Bajo esa mirada negra y brillante se dio cuenta de que no podía. Xichen no le pertenecía y no le pertenecería jamás, porque era demasiado bueno, porque no podía merecer a alguien como él.
Porque Lan Huan no era su alfa.
Con el dolor de su alma negó con su cabeza. Desvió su mirada y parpadeó muchas veces, resistiendo las ganas de llorar.
—Créeme, no quieres estar conmigo —susurró.
—Sí, quiero.
El omega volvió a negar. Un nudo se formó en su garganta y como pudo tragó.
—El asunto es que... He vivido solo todo este tiempo y hay una razón: Estoy cómodo así, y creo que sería más sencillo sin nos olvidamos de todo lo que pasó y seguimos con nuestras vidas... separados.
Xichen sintió —Así es —camino hasta el —Sería más sencillo —miró fijamente al omega.
El omega levantó sus hombros —Tengo miedo—confeso
—También yo
Xichen entonces no aguantó más. Dejó caer su chaqueta negra al suelo y con ambas manos tomó el rostro del menor. Lo acercó tanto, que sus labios por fin se encontraron. A-Cheng se dejó acariciar solamente, porque hace rato quería volver a besarlo. Sus labios se unieron suavemente, con paciencia.
A la mierda los destinados, no importaba si Xichen era o no su alfa, lo amaba y no podía negar el amor que había nacido entre ellos, ya no podían alejarse del otro.
Entonces A-Cheng recordó un pequeño detalle.
—¿No deberías ponerte de rodillas? —Susurró entre sus labios.
— Voy a hacer de cuenta que dijiste sí
—Oh...Sí.
Se besaron una vez más. Los demás sonrieron.
—Eso, ¡Muéstrale quién manda! —Gritó Huaisang desde un extremo.
Ambos rieron mientras volvían a unir sus labios con alegría y amor. Era la primera vez que alguien podía dominar a Jiang Cheng
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Publicado: Ene. 03, 2022
Editado: Ene.27,2022
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