4: Final
Días después...
29 de septiembre de 2019.
Era un domingo por la mañana. La mañana estaba tranquila. El sol brillaba y los pájaros cantaban. Sin dudas, era una hermosa mañana.
Aranza se levantaba de la cama, con un tanque de oxígeno y lista para empezar el domingo. Se levantó de la cama y caminó hacia el baño para tomar una ducha. Después de la ducha, regreso a su habitación y se vistió. Portaba una blusa azul de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.
Su mamá entro a su habitación y empezó a platicar con ella.
-Buenos días, cielo -dijo amablemente.
-Buenos días, mamá... - dijo Aranza alegremente, aún con la voz entrecortada.
-¿Aún quieres conocer el mar, hija?
-Sí, mamá, sí quiero. Quiero demostrar que aún tengo la oportunidad de hacerlo.
Aunque sus horas estaban contadas, Aranza estaba decidida a conocer el mar. Quería cumplir su sueño antes de partir, y quería hacerlo junto a su familia y amigos.
-Aún estás a tiempo para conocer el mar, hija -dijo la mamá-. No pierdas la esperanza. Hoy mismo te llevaremos a la playa a la que siempre quisiste ir.
-Gracias, mamá... -susurró Aranza-. Tambiénme gustaría estar junto a mis amigos Jaime y Salomón. A pesar de todo. Ellos nunca me dejaron sola, y hoy estoy dispuesta a cumplir la promesa que hice: pasar más tiempo con Jaime antes de partir.
-Lo sé, hija. Siempre supe que siempre has querido cumplir esa promesa, y tú papá tu hermano y yo estamos dispuestos a apoyarte. Y aunque nos duela, tendremos que dejarte ir.
-Así es, mamá. Gracias por entender mi decisión. Si muero, al menos lo haré sabiendo que siempre he hecho todo lo que he querido, y disfruté mi vida al máximo.
Aranza mantenía una actitud tranquila y serena, a pesar de que tenía pocas horas de vida. No podía esperar a conocer el mar, y pasar tiempo con su familia y amigos. Quería hacer su último sueño realidad antes de partir definitivamente.
De repente, entró su hermano Nicolás. El chico portaba una playera azul de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos. El chico se acercó a Aranza con tal de hablar con ella.
-Hola, Aranza -dijo Nicolás sonriendo, aún con los ojos llenos de lágrimas.
-Hola, Nicolás -dijo Aranza sonriendo-. ¿Por qué estás llorando, bro?
-Es que no sé por dónde empezar, Aranza. Te juro que se me hace un nudo en la garganta al decirte esto, pero aprovechando que posiblemente te despidas de nosotros, es momento de que sepas lo que te tengo que decir. Me he guardado durante años, y ya es hora que lo sepas.
-¿De qué se trata, hermanito?
Nicolás respiró profundamente antes de hablar. Sabía que era su única oportunidad para decirle a Aranza lo que tenía que decirle.
-Aranza, yo sé que he sido un mal hermano durante todos estos años... -susurró con los ojos llenos de lágrimas-. Siempre te molesté, te tuve envidia, te hice sentir mal y te hice a un lado. Y hoy estoy muy arrepentido por todo lo que te he hecho a lo largo de mi vida. Por favor hermanita, quiero que me perdones, por lo mal que me he portado durante todos estos años.
Nicolás se sentía muy triste por todo lo que le había hecho a su hermanita. Estaba muy arrepentido y esperaba su perdón.
-Sí, hermanito. Claro que te perdono... -susurró Aranza con los ojos llenos de lágrimas.
Sin pensarlo dos veces, Aranza le dio un tierno abrazo a Nicolás, dando a entender que lo perdonaba de todo corazón. Esto conmovió a su mamá, y también a su papá, quien estaba entrando a la habitación. Los padres estaban sumamente conmovidos por aquel gesto de Nicolás.
***
Horas más tarde...
Miami Beach.
South Pointe Beach.
Aranza y su familia estaban en la playa. Y no venían solos, sino que también estaban acompañados de Salomón y Jaime, amigos de Aranza. Entre los tres estaban corriendo felices en la playa, disfrutando cada momento.
Después de un rato, los tres construyeron castillos de arena, divirtiéndose. Aranza vivía cada momento al máximo junto a sus seres queridos. Jaime y Salomón también se divertían en la playa, disfrutando de la calurosa tarde.
Tiempo después, todos se reunieron para ver el atardecer. Todos se ponían tristes y nostálgicos, debido a que la hora de la despedida se acercaba, y era completamente inevitable. Poco a poco, todos se preparaban para la partida definitiva de Aranza.
Aranza se sentó junto a su familia y amigos. Todos disfrutaban del atardecer. Veían como el sol se metía muy lentamente. La chica veo con alegría y nostalgia, aquella puesta de sol, a la par de que empezaba a recordar los buenos momentos que había vivido junto a su familia y amigos.
-Mamá, papá, Nicolás, Jaime, Salomón... -susurró-. Quiero decirles que sin dudas, esta ha sido la mejor tarde de mi vida. Hoy me doy cuenta de que he cumplido muchos sueños. Pero uno de mis más grandes sueños es conocer el mar. Ver el atardecer, ver cómo se ponía el sol... No cambiaría estos recuerdos por nada. Los quiero mucho a todos.
-Nosotros a ti, hija -dijo la mamá.
-Te amamos, Aranza -dijo el papá.
-A pesar de todo, eres la mejor hermana del mundo, Aranza -dijo Nicolás con los ojos llenos de lágrimas-. Porque a pesar de todo lo que pasó, siempre estuviste conmigo en las buenas y en las malas, siempre me dabas ánimos para seguir adelante y nunca darme por vencido. Eres la mejor, Aranza. Sin duda.
-Gracias, familia. Los amo... -susurró Aranza.
-Si bien nunca tuve trato contigo desde que éramos niños, eres la mejor amiga que he tenido en mi vida, Aranza -dijo Nicolás-. Viví grandes momentos junto a ti. Y eso me hace muy feliz. Gracias por ser mi amiga.
-No por nada eres mi amiga de la infancia, Aranza -dijo Jaime-. Siempre estuviste conmigo en las buenas en las malas, y a pesar de que dejamos de vernos, nunca te olvidaste de nestra amistad, y siempre te esforzaste al máximo para cumplir tus sueños. Y le diste luz a mi vida, me hiciste saber que siempre hay una luz al final del túnel, y me enseñaste a nunca darme por vencido. Me enseñaste a luchar por mis sueños. Nunca olvidaré los buenos momentos que pasé junto a ti. Aranza. Sin dudas, eres la mejor amiga que he tenido en mi vida.
-Muchas gracias a todos por sus palabras. Son lo mejor que me ha pasado en la vida -susurró Aranza tranquilamente-. Los quiero mucho, familia. Muchas gracias por los buenos momentos que vivimos. Muchas gracias por estar junto a mí, en las buenas y en las malas. Muchas gracias por su amor, ternura, comprensión y felicidad. Muchas gracias por todo.
Después de todas esas palabras emotivas, Aranza contempló el atardecer junto a su familia, y rodeada de su familia y amigos, se acostó al lado de sus papás y hermano, y soltó un último suspiro. Poco después, dejo de existir.
Desde el momento en que Aranza dejó de existir, todo se llenó de tristeza. Todos lloraban por la triste muerte de la joven. Estaban sumamente tristes por lo ocurrido, pero al menos habían hecho de sus últimas horas las mejores de su vida.
***
Dias después...
21 de octubre de 2019.
Miami.
El cielo estaba nublado. Y el clima estaba fresco. La lluvia era ligera, pero no cesaba. Habían pasado 15 días desde la muerte de Aranza. Todos sus familiares y amigos se encontraban muy tristes, y le dieron una buena despedida. Sabían que era un gran ser humano. y querían recordarla como tal.
Jaime estaba en su habitación, llorando. Estaba portando una playera blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos. Tenía una mochila gris en su cama, y se levantó de su cama para ponérsela ,pero no sabía si quería ir a la escuela, de tan triste que estaba. Parecía no poder superar la muerte de Aranza, a pesar de que ya habían pasado 15 días desde su muerte.
La mama del chico entró a su habitación y se preocupó mucho por él.
-Hijo, sé muy bien cómo te sientes. Ya han pasado más de dos semanas, y veo que aún estás muy mal... -dijo sumamente preocupada.
Jaime no pudo pronunciar palabra alguna, sólo se limito a acercarse a su madre y darle un fuerte abrazo. La mamá no hacía más que abrazarlo, mientras el chico lloraba y lloraba. El pobre Jaime no podía superar la muerte de Aranza.
-¡La quería mucho, mamá! -sollozó el chico-. ¡Quería mucho a Aranza, ella no merecía morir...!
-Tranquilo, hijo. Aquí estoy... -dijo la mamá mientras se separaba de su hijo-. Aranza esta descansando arriba. No encuentro las palabras para consolarte, pero sí puedo decirte que no debes olvidar todas las enseñanzas que te dejó esa chica, después de todo el tiempo que pasaron juntos.
Jaime se secó sus lágrimas mientras escuchaba a su mamá.
-Entiendo... -susurró.
-Hijo, esa chica te enseño que no debes vivir en el pasado -dijo la mamá-. Siempre tienes que mirar al presente, para asegurar un mejor futuro. También te enseñó que debes vivir tu vida al máximo, y aprovecharla con los que amas. Siempre recuerda sonreír, mantener una actitud positiva ante la vida, luchar por tus sueños y nunca darte por vencido.
-Muchas gracias, mamá...
Aquellas palabras que le había dicho su mamá, habían mitigado su tristeza. Y lo hacían entender que, a pesar de todo, debía siempre mantener fija su mirada hacia el presente, con tal de asegurar un mejor futuro.
***
Momentos después...
Escuela Secundaria Coral Park.
A pesar de que el cielo estaba nublado y llovía, muchos jóvenes estaban caminando hacia la escuela, con tal de comenzar un nuevo día. Estaban empezando un nuevo día de clases.
Y ahí estaba Jaime. El chico caminaba hacia la escuela con la frente en alto. Aún con el dolor de haber perdido a Aranza, estaba decidido a mantener una actitud positiva ante la vida y siempre luchar por sus sueños.
-Bueno, aquí vamos... -dijo tranquilamente-. Empecemos un nuevo día y mantengamos una actitud positiva.
Entró a la escuela con tal de empezar un nuevo día, recordando las enseñanzas que le había dado Aranza. Estaba más que decidido a luchar por sus sueños y vivir la vida al máximo, como si no hubiera un mañana.
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