Extra - Discusiones
AVISO: Esto tiene lugar entre los capítulos 46 y 47.
Lo subo ahora porque hicimos una encuesta en Instagram, ganó Ashliv y, bueno, con cómo están las cosas es un buen momento para tener algo bonito de ellos, ¿no os parece?
Extra | Discusiones
Olivia Audevard
Jueves, 23 de julio
—Voy a tener que empezar a cobrarte, usas tanto mi habitación que empieza a ser más tuya que mía.
Asher cuelga su fino abrigo sobre la silla del escritorio. Esta mañana ha roto a llover con una intensidad impropia de las últimas semanas y, lo admito, al verlo me he dejado llevar por las pocas ganas de ir a clase que tenía. Estaba cansada, había vuelto de correr, no tenía los deberes hechos y estaba lloviendo con fuerza.
Así que he vuelto aquí.
—Tú me has dicho que podía quedarme —le recuerdo.
Deja su mochila en el suelo, echa la llave y apenas se descalza antes de dejarse caer sobre las mantas. Su peso termina sobre mi cuerpo aunque solo sea por molestar, porque esto es lo que hace cada vez que estoy tranquila.
—Como he dicho, voy a empezar a cobrarte.
Se echa a un lado para no cargarme con tanto peso, pero su mirada sigue ahí, presionando a escasos centímetros de la mía.
—¿Te apetece ir a un bar esta tarde? —pregunta.
—¿Con cómo llueve? —Me hundo más entre las mantas como respuesta. Jamás pensé que me acostumbraría a estas mantas, son tan ásperas que me han dejado rojeces más de una vez, sobre todo las primeras noches, pero, últimamente, han empezado a agradarme—. ¿Por qué no comida a domicilio y una película?
—Si insistes en invitarme...
No le corrijo porque, ¿de qué serviría?
Aparta un mechón de pelo de mi rostro y deja un largo beso contra mi pómulo, probablemente esperando que me queje por el comentario. Me pregunto si no hacerlo acaba de desbaratar cualquier respuesta que él haya estado preparando.
En su lugar, le dejo una pequeña victoria y tomo la mía.
—Película en inglés.
—Nada de dibujos animados ni de comedias románticas. No me apetece que se me atragante la comida con esas ridiculeces.
—Vale, pero tampoco una de terror.
Él levanta la mirada con su ceño fruncido y presiona mi cintura.
—No te tenía por alguien que se asusta con esas películas.
—No he dicho que lo sea. —Pero he tenido suficiente terror en mi vida como para no querer añadir más cuando estoy viendo la televisión. Apoyo una mano sobre el cuello de su camiseta, primero para ponerlo bien y, luego, para acercarle—. No te tenía a ti por un fanático de las películas de terror.
—Solo de las de La Purga. —Besa la comisura de mis labios con la respuesta antes de añadir—: Y de las de Scream. —No sé con qué estoy más conforme, si con el toque de sus dedos hundiéndose bajo mi camiseta o con los pequeños detalles de su vida que está cómodo contándome—. Siento tu desacuerdo desde aquí, rubia.
—No he dicho nada.
—No ha hecho falta. —Sus labios, todavía cerca de los míos, rozan mi barbilla con un sutil roce. Esa tontería consigue que un cálido cosquilleo me recorra de la cabeza a los pies. Cierro los brazos alrededor de su cuello para mantenerle conmigo—. Al menos tienen una trama decente, deberías oír las que le gustan a mi hermano, eso sí que es para preocuparse.
Su hermano, creo que es la primera vez en la que se refiere a él sin hacerlo entre dientes o con marcado disgusto. Claro que, tenerle distraído, ayuda bastante con estas cosas. Quizás por eso estiro las manos sobre su mejilla y nuca, manteniéndole cerca con toques suaves y palabras cálidas.
—¿Cuáles le gustan a él?
—Viernes Trece, El Silencio de los Corderos, Pesadilla en Elm Street. —Cierra los brazos bajo mi ropa, acomodándose sobre mi cuerpo y devolviéndome por completo esa cómoda calidez que viene con él. Es curioso cómo algo tan cotidiano se puede sentir como un punto feliz del que no querer irte— Las clásicas donde matan a todos todo el tiempo.
—No es que en la purga se den la mano y todo sea sonrisas.
—Pero es más realista. Esa te cuenta que las personas, puestas bajo la presión adecuada, pueden ser unos malditos hijos de puta y justificarlo. —Elige ese momento para besar el punto entre mi hombro y cuello—. La naturaleza humana, el orgullo y el afán de poder, ¿qué es más realista que eso?
—Algo donde todo el mundo no decida matarse una vez al año.
—Detalles. —Como si se diera cuenta justo ahora de la conversación, se aparta para devolverme una mirada sorprendida—. ¿Puedes recordarme por qué estamos hablando de gente matando gente?
—No me mires a mí, estabas hablando de tu película favorita.
—No he dicho que sea mi favorita.
Asher tiene el descaro de desentenderse, tirar de mi barbilla y decir: "Eres algo sádica" como si la conversación hubiera sido cosa mía.
Al menos tiene la decencia de besarme de una vez después de eso. Mi queja muere contra sus labios y acepto más que encantada la forma en la que me calla. Me relajo por completo bajo su agarre y pienso, sin poder evitarlo, si así es como viven las personas. Porque me siento bien aquí, congelada en un lugar seguro donde no necesito nada más, donde el mundo exterior no tiene poder para alcanzar mis miedos.
El único lugar seguro que he podido conocer, y está en una habitación cualquiera. Entre la calidez, la confianza, y la completa confianza. Con él. Mi corazón se traba al pensarlo y lo echo atrás.
Pero, a Asher, le mantengo cerca.
Meto las manos bajo su camiseta para invitarle a quitársela y, antes de que pueda hacerlo, llaman a la puerta. Asher lo ignora la primera vez y, ¿para qué mentir? También yo. Pero insisten, y él termina apartándose con una notoria queja sobre sus labios.
—Tienes que estar jodiéndome —murmura con molestia.
Mis manos caen lejos de él y miro hacia la puerta.
Quizás, si no vuelven a llamar...
Dos golpes más, esta vez acompañados por un: "Asher sé que estás ahí, sal un momento."
Asher cierra los ojos y luego baja la mirada hacia mí. Con tanta seguridad que me preocupa lo convencido que está de sus propias palabras, dice:
—Voy a matar a Ansel.
—Solo quiere hablar un momento contigo.
—Entonces que me mande un puto mensaje.
—Para eso tendrías que desbloquearle primero.
Asher bufa. Le bloqueó porque Ansel decidió mandarle demasiados mensajes (tres) mientras estábamos en su cama una noche y no parece tener la intención de volver a desbloquearle.
Le empujo para que baje de la cama, giro sobre mi cuerpo para verle ponerse bien la camiseta y le veo pasar una mano por su pelo. Antes de que se vaya, le hago sentarse junto a mí al borde de la cama.
Ansel llama una vez más.
—¡Un puto minuto, joder! —se queja Asher de vuelta.
Aprieto la mano de Asher.
—No me mires así, sabes lo que voy a decirte.
Cansancio. Eso es lo que siento hacia esto. ¿Cuántas veces he intentado que él sea mínimamente cordial con Ansel? Todas sin avance alguno. Estoy tan cansada de esas discusiones que pierdo las fuerzas antes de empezar.
No quiero discutir con él solo para salir decepcionada de nuevo.
Así que apoyo la cabeza sobre su hombro.
Asher presiona mi pierna.
—Sabes que no digo en serio lo de matarle. —Se acerca y apoya la mano libre contra mi cabeza. Si no fuera una locura, diría que noto la presión de sus labios contra mi pelo—. Aunque las ganas no me faltan porque no deja de golpear la maldita puerta.
—Es algo intenso algunas veces —ofrezco.
—Todo el tiempo.
—Aunque no es el único.
—Tienes razón. No sabía cómo sacar el tema, pero también pienso que la compañera rubia de piso que tenemos es intensa y que me saca de quicio —bromea suavemente antes de que me aparte de su lado. Me deja ver esa sonrisa ladeada, tan apagada que brilla sobre sus labios. Ansel elige ese momento para volver a golpear la puerta y la tranquilidad desaparece—. Te pago si me dejas cambiar la cerradura del piso para que Ansel no vuelva a entrar.
Aparto su mano de mi pierna.
—Anda, ve a ver qué quiere antes de que tire la puerta abajo. —Mantengo el agarre cuando se pone en pie—. Él no se merece malas palabras.
Me sostiene la mirada unos segundos, luego la baja al agarre que tengo en su brazo.
Lo último que dice antes de ir a abrir es:
—Lo que la dueña de la habitación quiera.
Esa frase aprieta mi corazón aunque no quiera.
Empujo mis tacones bajo la cama, recojo mis anillos de la mesilla y me voy a la pared más escondida de la puerta. Sé que Asher tendrá cuidado de no abrir demasiado, pero la cama está en un punto demasiado visible como para poder sentirme cómoda, así que busco refugio en la pared.
Asher apoya la mano en la puerta, pero no llega a abrir.
"No debería tener que ser así", transmite su mirada.
Escondiéndome como si estuviéramos haciendo algo malo.
Pero esto, tan privado, tan nuestro... Es un secreto que quiero que siga ahí. Intocable. Puro. Uno que podamos mantener con nosotros sin que nadie lo pueda romper, sin que el exterior pueda tocarlo. Necesito eso.
O creo necesitarlo.
—Vuelve a golpear mi puerta y rompo la tuya —saluda Asher antes de apoyarse contra el marco—. Ahora, ¿querías algo o solo despertarme para joderme la partida?
Esa falta de cordialidad es llevadera si le conoces, pero Ansel está lejos de entender eso. Ellos están en una montaña rusa que Ansel no parece entender y, lo que más me duele, son todas las veces en las que Ansel defendió a Asher ante mí mis primeras semanas aquí. Ansel lo intenta, más que nada.
—Unos conocidos hacen una fiesta en una residencia a las afueras. Hay alcohol gratis, juegos de beber y comida. Salimos a las diez, ¿te apuntas?
Asher pone una afilada sonrisa sobre sus labios y acomoda su agarre en la puerta listo para cerrarle a Ansel en las narices como respuesta. Solo que, antes de hacerlo, parece replanteárselo y devuelve su mano libre al marco.
—¿Vais todos los del piso? —pregunta.
—Por ahora solo Yvonne y yo —responde Ansel.
—¿Y Tony? —pregunta.
—Ya tiene planes. —Asher da una corta mirada al interior de su habitación. Su mirada me centra como si quisiera preguntarme si entiendo esa información, que lo hago. Porque eso solo significa una cosa para nosotros y es que tendremos el piso vacío—. Aún le tengo que preguntar a Olivia, pero no consigo que me conteste al teléfono.
—No creo que te responda, un tío ha ido a buscarla al terminar las clases y parecían bastante... ocupados. Dudo que la veas hasta por la mañana. Ahora, si no te importa, tengo una vida.
Ansel sostiene la puerta antes de que Asher pueda cerrar.
—¿Sabes quién era? —pregunta Ansel.
—¿Debería saberlo?
—Es tu compañera de piso, está en un país del que no entiende el idioma y se ha ido con un desconocido. ¿Estás bromeando? Lo mínimo es preguntar si le conoce o que te dé su nombre.
—Claro, y si quieres la próxima le pido también su Instagram. —Asher da un paso atrás—. Repito, ¿algo más o puedo volver a mi vida?
Asher tiene la mala manía de inventarse excusas para mí cada vez que me quedo con él. El problema es que a él no le importan las repercusiones y siempre me deja a mí arreglando sus destrozos.
Muy maduro.
—De verdad que no sé de qué me sorprendo —murmura Ansel.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Que la única persona de la que te has preocupado alguna vez eres tú mismo. —Oh, tienes que estar bromeando—. Te juro que no sé por qué Olivia te ha defendido tantas veces. Como sea, olvídate de lo de la fiesta, voy a ver si consigo hablar con ella. Al menos a mí sí me importa lo que le pase.
—¿A ti? —repite Asher con humor.
—Sí, ¿algún problema con eso?
—No. Solo que no parece que lo recuerdes cada vez que salís. —Ahí vamos—. No tienes autocontrol con el alcohol, Ansel. Tienes más de veinte años y sigues pareciendo un crío de quince que está aprendiendo a beber. Y le cargas a ella con las consecuencias. Eres tú a quien ella tiene que vigilar noche tras noche porque no sabes beber, eres el que hace que vuelva al piso sola entrada la madrugada porque prefieres quedarte con sus putos amigos que acompañarla. Así que no me vengas con tus mierdas de que ella te importa porque claramente no lo hace.
Silencio, luego un claro:
—Que te jodan, Asher.
Asher cierra la puerta con dureza como respuesta.
Todo lo que puedo hacer es suspirar. Ha metido mierda, de nuevo. Se ha metido donde no le llama, incluso si es el primero en decir que no quiere que otros se metan en su vida. ¿Cree que no iba a poner una excusa yo misma si a cambio podíamos tener el piso para nosotros? ¡Estaba deseándolo!
Ahora mis ganas se van tan rápido como han venido.
Todo lo que digo antes de alcanzar su mesilla es:
—No había necesidad de eso.
Porque es cierto y él lo sabe.
Silencio mi móvil antes de que Ansel decida llamar y dejo el cargador en el cajón en el que lo he encontrado. Los pasos de Asher son lentos al acercarse. Me pregunto si está pensando en qué decir, si se ha dado cuenta de que ha hecho justo lo que no quiere que otros hagan con él: Meterse en la vida de otro.
—No he sido yo quien ha empezado —dice en bajo.
—Quizás no, pero eres quien se ha asegurado de dar el golpe más fuerte. —Guardo el móvil en el bolsillo de mi pijama y pongo bien mis anillos parando a pensar qué dejé anoche en su habitación antes de ir a la mía a por el pijama—. Si tiene o no problemas con beber de más, no es asunto tuyo.
—Lo es cuando te hace ir a ti detrás una y otra vez.
Me vuelvo hacia él.
—¿Es que no te das cuenta de que si lo hago es porque quiero hacerlo? Ansel es perfectamente capaz de lidiar consigo mismo. Lo ha hecho muchas veces. No me obliga a nada, solo quiero hacerlo porque me importa. ¿Tan difícil es de entender?
Baja la mirada como si tratara guardar su respuesta el tiempo suficiente como para asimilar mis palabras. Como si intentara entender antes de hablar. Ese gesto me obliga a hacer lo mismo. Si él lo intenta, yo también. Es lo justo.
Presiono uno de mis anillos y trato de deshacerme de la molestia. Ansel es mi amigo, el primero al que he considerado uno, y todavía estoy aprendiendo a lidiar con las emociones que eso conlleva. Todavía estoy aprendiendo pero, por mucho que intente no juzgar a Asher, eso no quiere decir que sea capaz de hacer oídos sordos cuando se trata de Ansel. No soy capaz. No me parece justo el trato que ha tenido con él desde que le conoció.
Cuando Asher levanta la mirada, hay desilusión en el apagado brillo de sus ojos.
—¿Te has fijado que siempre que discutimos es por él? —pregunta.
—No puedo ver cómo le presionas cuando no se lo merece.
No cuando Ansel me importa tanto.
No cuando me ha cuidado desde el día que llegué.
—Sabes que no voy a meterme en cómo eres con la gente. Es cosa tuya, tu vida, y puedes hacer lo que quieras —añado. Juzgarle no es mi deber, nunca lo he querido hacer, no pretendo cambiarlo—. Pero, si te metes con alguien que me importa sin necesidad, estás solo en eso.
Porque no se trata de elegir a una persona, se trata de elegir lo que me parece justo.
Aparta la mirada por un momento y, por el gesto, casi siento que acabo de golpearle, pero, ¿qué espera? Por mucho que le dijera que estábamos juntos en esto, hay límites. No le juzgo, pero tampoco puedo cerrar los ojos cuando algo no me parece correcto. Estar con él no implica apoyarle ciegamente, implica estar a su lado. Eso lo mantengo.
—Mira, no sé por qué le tienes tanto rencor desde que le conoces, pero Ansel no ha hecho nada más que intentar ser amable contigo y hacerte sentir incluído. Quizás deberías replantearte cuál es realmente el problema antes de seguir atacándole por todo.
Recojo los tacones de anoche del suelo y me pongo en pie de nuevo.
—¿Vas a irte por esto? ¿A eso hemos llegado? —pregunta.
—No estoy de humor y no quiero discutir contigo. —Acomodo los zapatos entre mis dedos para poder llevarlos sin que me molesten—. Hablamos por la mañana.
—Liv, si sales por esa puerta...
—¿Me estás amenazando? —pregunto sorprendida.
—Joder, Olivia, ¿de verdad crees que te amenazaría?
No, claro que no lo creo.
Por eso me doy cuenta de que estoy a la defensiva, pero, ¿qué quiere? Esta conversación se siente como darme con la misma pared todas las veces. No sé qué le pasa con Ansel, pero no parece tener fin ni solución. Estoy cansada de eso.
—Anda, ven. —Estira la mano hasta mis zapatos y dejo que los quite de mi mano hasta verlos caer sobre la cama. Luego saca mi móvil del bolsillo para tirarlo también ahí sin una sola queja por mi parte. No mentía al decir que no quería discutir con él, la sola idea me cierra la garganta. Asher espera unos segundos antes de añadir—: Lo que iba a decir era que, si sales por esa puerta molesta, es algo que no se te va a pasar por la mañana. Lo guardarás y te cabrearás conmigo por cualquier tontería solo porque no hemos arreglado el problema cuando tuvimos que hacerlo.
Lo que... tiene sentido en contra de lo que esperaba.
No puedo esconder la sorpresa.
—¿Estás intentando ser el mediador en todo esto? —pregunto.
—Uno de los dos tiene que serlo, ¿no? —Pero, ¿él? Presiona el pulgar contra mi frente para borrar mi ceño fruncido—. Joder, Liv, sabes que no tengo problema para discutir con todo el mundo, pero eso no quiere decir que prefiera discutir contigo a tenerte en mi cama. Se llama priorizar.
Me aparta el pelo con una atención que me advierte de que está tratando de medir mi reacción a su comentario. No cambia nada, pero eso no quiere decir que no me marque ese esfuerzo que está poniendo.
—Sabes que no me arrepiento y que no voy a retirar lo que he dicho. Él ya tiene una edad para aprender a beber y no cargarte a ti con sus mierdas todas las noches —añade—, pero eso no quiere decir que haya sido el momento o las formas. Te doy eso.
—Realmente te ha costado decirlo, ¿no?
—Oh, tais-toi [cállate] —devuelve con un toque afilado—. Haznos un favor a los dos y no te vayas cuando estés cabreada. Puede que no vaya a darte las respuestas que te gustaría escuchar, pero eso no quiere decir que no podamos hablarlo. Prometo intentar escucharte.
Eso, en él, es importante.
—Él siempre se preocupa por los demás, no es justo que le eches en cara no hacerlo —intento que entienda. Sus manos caen en mi cintura y me devuelve silencio—. Se preocupa. Mucho. Incluso por ti. Deberías probar a darle algo de margen.
—Cuando no te tenga a ti limpiando sus desastres, pensaré en dárselo.
—¿De verdad vas a volver a eso?
Asher suspira y presiona sus labios contra mi mejilla.
—Perdona —dice en contra de todo lo que hubiera esperado de él—. Sabes que no quiero discutir contigo, menos por esto.
No sé qué tiene Ansel que descoloca tanto a Asher. Quizás su personalidad, tan abierta y sociable, choca demasiado con la de Asher como para poder entenderse. Puede que tuvieran algún roce a principios de verano, o quizás alguna mala experiencia si salieron de fiesta juntos. No lo sé, pero Asher parece no poder dejarlo ir. Como si estuviera presente todo el tiempo en su subconsciente.
—Quédate —pide—, pediremos comida a domicilio y te dejaré elegir la película. —Más duramente, añade—: Incluso si es una de esas mierdas románticas.
No puedo contener la sonrisa ante su intento por arreglar las cosas.
—Estás pisando tu orgullo para ceder en eso, ¿no?
—Me estás destrozando, rubia —responde con humor—. Pero, entre mi orgullo y tú en mi cama, la elección es obvia.
De alguna forma, esa frase golpea fuerte.
—¿Cómo negarme si me lo pides así? —Encuentro su descontento al entender que ha cometido el error de aceptar ver una comedia romántica conmigo. Lo que sería divertido de no ser porque no es mi tipo de película. Más conforme con su respuesta, alcanzo el cuello de su camiseta sin poder evitar sentir la forma en la que el sutil roce de su piel contra mis dedos, tan suave y conocido, siempre me trae tranquilidad—. ¿Sabes qué? Elige tú la película, pero que sea una comedia.
—Tengo la película perfecta.
—¿Y esa es?
—Resacón en las Vegas.
—No me gusta el título.
—Y te gustará menos la película, pero es divertida. —Sus dedos rozan uno de los mechones de mi pelo y se toma su tiempo para enredarlo entre sus dedos antes de dejarlo sobre mi hombro—. Eso sí, nada de invadir mi espacio.
—Eso debería decírtelo yo, tienes la mala manía de invadir el mío todo el tiempo.
Aunque tampoco me quejo de ello.
—Siempre quejándote —devuelve Asher con humor—. Menos mal que te vas pronto de la ciudad, voy a necesitar un largo descanso después de aguantarte durante tantas semanas.
—Te aburrirás en cuanto me vaya, ¿a quién vas a sacar de quicio entonces?
—¿Aburrirme de la tranquilidad que voy a conseguir? Ya, eso no va a pasar. —Tira de mi cintura hacia él. Más suave, añade—: Hablaba en serio al decir que no quiero estar en malos términos contigo.
—No estamos en malos términos.
—No digo ahora. —Su mirada cae en mi pelo una segunda vez, como si buscara comodidad antes de hablar y no fuera a encontrarla en mi mirada—. Si algo te molesta, prefiero que hables las cosas conmigo en vez de guardarlas e irte. Cada vez que alguien ha salido de mi vida después de una discusión rara vez vuelve, no quiero eso contigo.
Me pregunto si se da cuenta de la forma en la que ese final hace que el aire se trabe en mis pulmones. Me está dando mucho más de lo que pedía. Más de su realidad, más de sus preocupaciones, y no sé cómo lidiar con eso.
Todo lo que hago es apoyar las manos sobre sus hombros y preguntarme, cuando le miro, en qué se ha convertido esto. Preguntarme, en vano, qué es lo que yo quiero que sea y recordando, con impotencia, qué es todo lo que puede ser.
Hay cosas de las que nunca podremos hablar, y eso está bien, pero yo no soy capaz de mentirle. Así que me estiro sobre mis pies y ahogo las preguntas contra sus labios. Escondo mis palabras porque ambos sabemos lo que hay y lo que no puede haber. Las escondo porque no quiero parar a pensar en lo que sus palabras implican (o podrían llegar a implicar).
Porque eso no va con nosotros.
No es quienes somos.
No es lo que somos.
Y, sin embargo, quizás sea todo lo que me gustaría ser.
──────༺༻ ──────
Nosotrs con Ashliv:
Se les echaba de menos : (
Y verles así después de lo que está pasando viene bien
Aunque el "En cuanto te vayas estaré al fin tranquilo" de Asher es como una puñalada después del último capítulo, no vamos a mentir 😭
Pausa para apreciera a Asher—discuto—con—todos—Bremen queriendo que ella sepa que siempre podrán hablar si tienen algún problema porque ella le importa más que su orgullo... Mira, yo ya no tengo más lágrimas
Repito: Nos quedan dos capítulos (y epílogo)
Lo más probable es que el 60 esté dentro de dos semanas... (sábado 12 de febrero) AUNQUE me gustaría poder subirlo la que viene porque quisiera subir el final para San Valentín. Vamos viendo!
En San Valentín para destrozar ese día un poco obviamente
Nos leemos pronto para acabar la novela 😔
Love u,
— Lana🐾
PD—Vi un comentario hace poco sobre una razón por la que Asher no terminaba de encajar con Ansel y no lo he podido encontrar de nuevo, pero, si lees esto; tenías razón.
Y
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