Epílogo
Todo el amor que tengáis por Ashliv y esta novela, soltadlo en este capítulo. Esta será la última vez, así que hagamos que cuente ❤️
Epílogo
Georgia, Estados Unidos
Asher Bremen
(Cinco años después)
Cuando llamo a la puerta de la casa de mis padres dos días después de la boda de mi hermano, lo hago con un nudo en la garganta tan fuerte que me cuesta incluso respirar. Uno que me fuerza a dar un paso atrás y meter las manos en los bolsillos para acallar la incomodidad.
Mi madre abre la puerta y se queda ahí unos segundos. Esperaba la molestia que recibo, sobre todo después de que me fuera de la boda de mi hermano sin nada más que una corta despedida. No importa que me marchara entrada la noche, mi madre me siguió y me dio una decepcionada mirada cuando no paré a explicarme.
No podía, no era el momento.
Tampoco paré a explicarle por qué ayer no vine a casa a comer con ellos como habíamos quedado. Desde que me mudé a Francia de forma definitiva (desde que me fui a estudiar allí, más bien) apenas paso tiempo con mi familia y cancelar la visita uno de los pocos días que estoy aquí ha sido una bofetada para mi madre.
Incluso Jayden me llamó para hablar conmigo después de eso.
"Sé que con todo lo de la boda las emociones de maman han estado a flor de piel, pero ella me ha llamado llorando, Asher —me contó—. Está preocupada por ti. Piensa que vas a volver a alejarte y no sabe qué hacer. Está muy preocupada por ti."
—Maman —saludo en bajo.
—¿Es Asher? —oigo a Lily de fondo.
Sus pasos se apresuran escaleras abajo y es ella quien abre la puerta del todo. Como si no nos hubiéramos visto en la boda de Jayden, sus ojos se llenan de emoción antes de acercarse. Me abraza con fuerza y con una amplia sonrisa sobre sus labios.
Algo en el gesto me recuerda que no importa cuánto crezca Lily, no importa que tenga dieciocho ni que ya esté mirando universidades. Ella es, y siempre será, mi hermanita pequeña. Eso nada va a cambiarlo.
Ni para ella ni para mí.
—Pensaba que ya no vendrías antes de volver a Francia —dice.
—¿Y no ver a mi hermana favorita antes de irme? Eso nunca.
—Lily, cariño —interrumpe nuestra madre—, ¿puedes dejarme hablar con tu hermano un momento? Luego os ponéis al día, pero ahora necesito un momento con él.
Lily no es tonta, ella sabe que nuestra madre tiende a ser menos severa conmigo o con Jayden cuando ella está presente y parece estar preguntándome en silencio si necesito esa ayuda ahora mismo. Niego para que entienda que no es necesario y, sin ponerlo en duda, besa mi mejilla.
—Recuérdame que te lleve a dar una vuelta en coche, tienes que ver cómo conduzco —se despide. Me da una sonrisa más antes de entrar en casa—. Más te vale seguir de una pieza.
Eso lo dice por nuestra madre.
En cuanto Lily entra en casa, mi madre cierra la puerta. Al contrario que Lily, mi madre es todo menos alegría. Ella se mueve por el porche como si estuviera preparándose para darme la larga y pesada charla de la que Jayden ya me advirtió por teléfono.
—Quería hablar contigo a solas porque estoy preocupada por ti —empieza.
—Maman...
—No, no me interrumpas. —Se vuelve hacia mí con un dolor en sus ojos que no había visto en años. La culpa me oprime el pecho al verlo—. Quiero entenderte, Asher, de verdad que no hay nada que desee más que entenderte y darte lo que necesitas, pero no me dejas hacerlo. Estás distante, te escabulles todo el tiempo y ya no sé nada de ti. Entiendo que puedes estar pasando por un mal momento, pero no puedes hacer esto de nuevo. —Con un hilo de voz, añade—: No podemos perderte de nuevo.
—No me estáis perdiendo.
—¿No? —El acento francés roza su pregunta antes de que empiece a hablar por completo en francés, su lengua materna—. Cuando viniste en Navidad ni siquiera parecías tú. No veía a mi hijo al mirarte, veía a un chico que no estaba realmente ahí.
"Sabemos que algo va mal desde Navidad —me dijo mi hermano cuando me quedé a "su cargo" unos minutos antes de su boda. Estábamos pasándonos la caja de los anillos para entretenernos y él decidió que ese era el mejor momento para sacar el tema—. Estabas distraído, no parecías enterarte de nada y saltabas a la defensiva cada vez que te preguntábamos por qué Olivia no había venido como otros años. Supimos desde el mismo día en el que llegaste, solo y de ese humor, que habíais tenido algún problema. No tenías ganas de nada, ni siquiera respondías con energía a Lily. No parecías tú."
—No me estoy alejando de vosotros —intento tranquilizar a mi madre.
Lo he hecho, pero no de la forma en la que ella cree.
Mi madre, por supuesto, no lo entiende, ¿cómo hacerlo?
—Maman, si me dejas explicarme...
—Estoy preocupada por ti, Asher, todos lo estamos —interrumpe una vez más.
Lo que menos quiero es hacerla llorar, pero me empieza a preocupar que esa vaya a ser la única forma en la que va a terminar todo esto. Le he hecho daño, y mi madre está intentando explicarme que le duele. Por eso cierro la boca y dejo que siga, porque lo necesita más que yo.
Igual que lo necesitó mi hermano.
"No estuve ahí cuando me necesitaste después de lo de Tiffany y aún no he podido perdonarme no haberme dado cuenta de que pasaste por ese infierno solo —insistió Jayden el otro día—. No voy a cometer el mismo error una segunda vez, Asher. Primero fue Navidad, luego la forma en la que no dejabas de cambiar el "iré solo" e "iré acompañado" de mi boda. ¡Incluso rechazaste ser mi padrino porque ni siquiera estabas seguro de si vendrías!"
"No, te dije que eligieras a otro porque viviendo en Francia no podría ayudarte con nada. Además, tienes amigos más cercanos de lo que soy yo, y no es por hacer un comentario hiriente, solo son hechos", corregí.
Jayden apretó la caja de los anillos.
"Sé que está pasando algo y sé que no estás pasando por un buen momento —siguió mi hermano—. También sé que quieres a Olivia tanto como para que te haga un daño irreparable si termina mal."
—Solo queremos ayudarte, pero no nos dejas hacerlo —insiste mi madre con una mano en el corazón—. Tu hermano me dijo que habló contigo en su boda y que intentó aclarar las cosas, ofrecerte su ayuda. Cariño, déjanos ayudarte.
—No lo necesito.
—¿Es qué no ves el daño que te estás haciendo y que nos estás haciendo? —devuelve con impotencia.
"Déjalo", le pedí a Jayden.
"¿Que lo deje? Ya cometí el error de no presionar suficiente una vez y los dos sabemos cómo terminó eso así que, ahora, vamos a hablar. Porque no pienso volver a dejarte pasar solo por algo que te está afectando tanto —dijo de vuelta—. Ha sido eso, ¿no? ¿Una mala ruptura? —No respondí—. Soy tu hermano. Estoy aquí. Habla conmigo, Asher."
—No intento hacer daño a nadie —insisto hacia mi madre.
De golpe, siento que acabo de retroceder siete años.
Cierro los ojos para contener viejas emociones, porque siguen ahí, siempre lo hacen. Eso es lo que he tenido que aprender con el tiempo, que el pasado nunca se queda atrás. En mayor o menor medida, siempre está presente. En todos nosotros.
En mi madre estoy viendo eso mismo en este momento, tal y como lo vi en Jayden minutos antes de su boda. Lo que pasó no solo me afectó a mí. Ese distanciamiento también les tocó a ellos. Lo veo cada vez que no hablamos en un tiempo y me escriben preocupados de que esté alejándome de nuevo. Lo veo ahora, en el temor en los ojos de mi madre, en el casi pánico con el que crea sus hipótesis por un miedo a perderme como pasó en su día. Eso es lo que pasa cuando sabes que algo es posible, que tienes una razón para temer.
Son las consecuencias de una vida.
Siempre presentes, siempre constantes.
—Maman —insisto—, estoy bien.
—No saber nada de ti y que cuando vengas parezca que no estés realmente aquí no es estar bien.
"No se trata de eso, Jayden", le respondí a mi hermano en su momento.
"¿Estás seguro de eso? Porque no creo que haya otra cosa que en este momento pueda hacerte tanto daño como una mala ruptura —insistió. Con más suavidad, añadió—: Ella no vino en Navidad, no ha venido a la boda, no quieres ni mencionarla..."
"Jayden, basta."
"Lo has hecho de nuevo. Saltas a la defensiva cada vez que la mencionamos."
El dolor en los ojos de mi madre me tiene acercándome a ella. Entiendo su preocupación porque sé de donde viene y sé que no merece ese malestar. Así que, en vez de justificarme o intentar deshacer sus palabras, solo la envuelvo entre mis brazos. Durante largos segundos, le doy ese consuelo para intentar que entienda que no me estoy alejando de ellos, que no me están perdiendo.
—Te prometo que estoy bien —le aseguro en bajo—. Lo último que quería era preocuparos, désolé [Lo siento]. Han sido unos meses complicados y hay cosas que se me han ido de las manos, pero prometo que no me estoy alejando de vosotros. Siempre voy a estar aquí. ¿De acuerdo?
—Me preocupas —insiste en bajo.
—Lo sé y te doy las gracias por preocuparte, pero ya soy un adulto, maman. Puedo lidiar con mis propios problemas. —Me aparto de ella para dar con inquietud—. No me estáis perdiendo. No vais a perderme.
Espero a que ella asimile del todo (y crea) mis palabras antes de terminar de apartarme.
Entiendo su preocupación, por eso la valoro, pero no es necesario. No le he mentido al decir que las cosas están bien para mí, mejor que eso aunque nadie parezca creerme. Claro que, por lo que me fue soltando Jayden, diría que es merecido.
Una vez mi madre se relaja, mira hacia la puerta.
—Deberíamos entrar —vuelve a hablar en inglés.
—No aún, hay alguien a quien quiero presentarte.
"¡No se trata de mi relación con Olivia!", le grité ayer a mi hermano.
"¿Entonces de qué se trata? —devolvió dándole un toque brusco a los pases que seguíamos haciendo con la caja de los anillos. Jayden estaba cansado, también yo, y su insistencia me estaba sobrepasando—. Estás en otro mundo cada vez que nos vemos, no bromeas, no estás centrado, y no hablas de ella. Nunca."
"Jayden..."
"Las rupturas son una mierda, ¿vale? —preguntó con impotencia—. Rupturas, darse un tiempo, como sea que le hayáis llamado. Son una auténtica mierda cuando quieres a la otra persona. No tienes que pasar por eso solo. No tienes que alejarte de todos para lidiar con ello."
Abrí la caja de los anillos con frustración.
Dentro, encontré el brillo que reflejaban con la luz que entraba por la ventana y me di un momento para decidir qué hacer. Todo lo que pude hacer fue murmurar un "No quería que fuera así" cargado de impotencia cuando volví a cerrar la caja. No iba a contarlo ahí, no en la boda de mi hermano. Ese era su día y no quería estropearlo de ninguna forma. No quería ninguna clase de atención, pero, ¿qué otra cosa me quedaba que contarle la verdad si no quería que mi hermano presionara hasta hacerme estallar frente a mucha más gente?
Jayden tenía que saberlo.
"Olivia tenía sus razones para no haber ido en Navidad y yo tengo mis razones para estar distraído estos días. —Jayden empezó a negar, incrédulo porque yo seguía negando lo que para él parecía evidente—. Si Olivia no está aquí hoy es porque uno de los dos tenía que quedarsse con la niña."
Jayden hizo la pregunta obvia: "¿Qué niña?"
Cometí el error de pasarle la caja cuando respondí:
"Con nuestra hija."
La sorpresa le paralizó y no alcanzó a atrapar el pase. Lo siguiente que supe era que tenía a mi hermano gritándome y que la caja de los anillos se había caído por la ventana. Gritamos tanto que no sé cómo no se enteraron todos los invitados de que yo había sido padre, pero, por suerte, no lo hicieron. Esa no habría sido la mejor forma de que se enteraran.
Olivia y yo ya lo habíamos hablado, ese era un día para mi hermano y su mujer. no queríamos opacarlo de ninguna forma y, llevar a nuestra hija cuando aún no sabían de su existencia todavía, era impensable.
—Tu hermano pensaba que era porque habías roto con tu novia —oigo decir a mi madre—. Es eso, ¿no? Has conocido a alguien más —intenta unir hacia mis palabras—. Cariño, si quieres hablar...
—Maman, por una vez, deja que yo hable primero.
Deja que te cuente las cosas, tendría que haber dicho. Aun así, tiene el mismo efecto porque ella se calla y me acompaña lejos de su jardín. Olivia quería darme algo de margen para dar la noticia, ella me dijo que llevar a nuestra hija al llamar al timbre podría ser "una sorpresa demasiado grande", y sé que tenía razón, después de todo, no dimos ningún aviso.
Queríamos hacerlo. Nuestra intención era anunciarlo cuando Olivia estuviera de cuatro meses (para estar seguros), pero pensamos que en una llamada sería demasiado frío y quisimos esperar a conocer el sexo del bebé para mandarles una carta o algo más formal que les pudiera hacer ilusión. Quizás incluso una ecografía.
Pero lo seguimos atrasando. No era el momento, estábamos cansados para llamarles, nos parecía muy frío... Se fue alargando hasta que llegó la Navidad y Olivia estaba de nueve meses. ¿Cómo iba a ir ella estando de nueve meses? Quiso quedarse y, cuando insistí en hacer lo mismo, ella negó hasta hastiarse de repetirme que yo no podía faltar.
"Es tu familia y apenas les ves más que una o dos veces al año, no quiero quitarles eso —me dijo—. Por favor, no me hagas sentir que les estoy quitando eso cuando llevo años sintiendo que te estoy manteniendo lejos de ellos por habernos quedado en Francia".
Claro que, en cuanto a Francia, fue más decisión mía que suya, pero Olivia es buena sabiendo qué decir para conseguir lo que quiere. Lo que es útil teniendo en cuenta que es parte de su trabajo. Ella es coach y, aunque se especializa en el entorno laboral (trabajando generalmente con quien quiere ascender y no sabe cómo) y da algunas clases en universidades privadas sobre emprendimiento y "trucos" en el entorno laboral, también es buena en todo lo demás. Sabe leer a las personas, sabe entender el entorno y sabe qué hacer con ello.
Así que sí, sabía qué decir para hacerme ir a ver a mis padres.
Lo que resultó en unas Navidades donde no era capaz de despegarme del móvil, porque ella había salido de cuentas mientras yo estaba en otro continente. Tenía con el corazón en un puño por miedo a que hubiera cualquier clase de complicación. Quería estar allí, con ella, y no iba a dar la noticia sin ella, no cuando habíamos llegado hasta ese momento sin decir nada.
—Asher...
Pero mis pensamientos están lejos cuando mi madre habla, porque la veo.
Las veo.
A la chica que le dio a mi vida un hogar al que querer volver y a la niña que llegó a nuestras vidas este enero. A la niña que entró en nuestras vidas como una desconocida hace cuatro meses y que se llevó el corazón de Olivia a un lugar al que ni siquiera parecía posible porque, si una vez creí que sabía lo que era verla feliz, descubrí después de que nuestra hija naciera que me había equivocado.
No fue inmediato, no fue el primer día, ni siquiera la primera semana. Olivia solía quedarse de pie mientras nuestra hija dormía, mirando con el ceño algo fruncido. Cada vez que yo le preguntaba qué hacía ella solo le quitaba importancia y me preguntaba: "¿No es raro? Es nuestra hija, pero se siente como si acabáramos de meter a una desconocida en casa. No sabemos lo que le gusta. No conocemos su carácter. No sabemos nada de ella."
Pero, un día, Olivia estaba sentada en el sofá con la niña en brazos mientras veíamos una película y lo vi, esa sonrisa que nunca había visto en Olivia antes. Tan abierta como sus sonrisas genuinas pero con un distinto toque de cariño al que me había acostumbrado. Miraba a nuestra hija como si la adorara, y lo hacía, y lo hace.
Como si todo su amor fuera para ella.
Esa es la sonrisa que veo ahora en sus labios.
Olivia está tocando las flores de uno de los cerezos de nuestros vecinos. Ella tira suavemente de la rama más baja para que la diminuta mano que copia su gesto pueda llegar a tocarla y, en cuanto roza el tono rosado, la pequeña mano se aparta cuando nuestra hija se sobresalta. Olivia la mira, y sonríe.
Sonríe como si hubiera descubierto cómo guardar todo el cariño que siente, envolverlo, y ponerlo en una sonrisa. Sonríe como si tuviera la felicidad en sus manos, y, para ella, la tiene. Sé que lo hace y no puedo evitar mirar tan cautivado como las primeras veces. No sé si en algún momento se pasará esa forma en la que mi corazón se encoge al mirarlas, cómo su sonrisa me llena como si acabaran de abrirme las puertas a una realidad de la que nunca querré salir pero, si pasa, habrá sido después de descubrir lo que es un tipo de felicidad que me hace cuestionarme cómo algo así puede ser real.
Sin pararme a revisar si mi madre ha seguido mi mirada, digo:
—Se llama Evelyne y es tu nieta.
—Mi...
Mi madre me mira, sus ojos presionan mi perfil, pero no soy capaz de dejar de mirar hacia el cerezo, hacia mis chicas. Hacia la forma en la que la larga melena rubia de Olivia roza un vestido verde claro del tejido que siempre me ha gustado en su ropa y en cómo vuelve a bajar la rama complacida con la sorpresa de Evelyne antes de que su sonrisa aumente cuando Evelyne repite lo que ha hecho antes solo para reír después.
Las quiero, muchísimo, más que a nada.
—Mi nieta —termina por asimilar mi madre.
—Tu nieta —repito aún cautivado por ellas.
Todavía hay muchas veces en las que algo tan simple como que sean mi familia me sigue sorprendiendo. Son los pequeños gestos. Es dormir junto a Olivia, es hablar de todo con ella, incluso de lo que pensé que jamás hablaría con nadie. Es ver cómo mira a Evelyne, es sentir que puedo empezar a notar nuestro eco en pequeñas reacciones de nuestra hija. Es verlas, en la distancia cuando salimos a andar, y simplemente poder verlas.
Olivia no lo ha entendido y dudo que alguna vez lo haga, pero son escenas como esta, es conocerla, es saber que esta es nuestra vida, lo que me hace parar y dar gracias. Gracias por haber insistido el día que nos reencontramos porque, a día de hoy, siento que todo lo demás ha perdido importancia, pero, ¿ellas?
Ellas son mi vida.
Y, en muchos sentidos, mi felicidad.
—¿Cuándo? —pregunta mi madre en bajo.
—El dos de enero, por eso tuve que adelantar el vuelo y salir rápido. —Miro hacia mi madre por primera vez y me doy cuenta de que no era el único cautivado por la escena—. Estaba distraído en Navidad porque me preocupaba que Olivia diera a luz sin estar yo allí.
Lo que pasó.
Todavía siento esa espinita por no haber estado con Olivia cuando Evelyne nació.
"Maman te va a matar cuando se entere", me advirtió Jayden mientras, antes de su boda, buscábamos la caja con los anillos por el jardín del hotel. Pensé que tenía razón, y eso era lo que me aterraba al venir, pero, ahora, al mirar hacia mi madre, me doy cuenta de lo equivocado que habíamos estado Jayden y yo. No hay rastro de enfado, solo profunda admiración.
Profundo cariño en sus ojos.
—¿Puedo verla? —pregunta.
Sonrío, estaba deseándolo.
—Liv —llamo.
Olivia se da cuenta de nuestra presencia por primera vez al oírme llamarla. Es curioso, tan atenta para algunas cosas pero tan distraída cuando está con Evelyne. Ella me encuentra y, al ver a mi madre al lado, me devuelve una mirada inquisitiva. Debe de obtener lo que quiere de mi reacción porque acomoda a la niña entre sus brazos, pone una sonrisa sobre su labios, y no duda en acercarse.
—Me alegra mucho verte, Corinne —saluda Olivia.
Usa ese toque dulce en su voz que pone cada vez que visitamos a mi familia. No importa cuántas veces le he dicho que no tiene que actuar con ellos, Olivia no es capaz de dejar ir esa exagerada amabilidad que guarda para ellos. Cada vez que le digo que puede ser tan brusca como quiera con ellos, ella me responde lo mismo: "Son tu familia, son importantes para ti, no quiero hacer nada que pueda incomodarles."
Aunque, si soy sincero, creo que lo que le preocupa es sentirse rechazada por ellos. Sabe que mi relación con ellos es importante, más después de todos los altibajos que tuvimos y cuyas consecuencias todavía delimitan bastante nuestra relación, y le preocupa cometer cualquier error con ellos.
Casi río al pensarlo. No, Olivia no podría ser odiada por mi familia ni aunque le prendiera fuego a la casa, pero, eso, ella no lo ve. Se ciega y repite que son importantes para mí, que prefiere tener cuidado.
—Esta pequeñaja también se alegra de verte, ¿verdad, Eve?
Olivia sonríe hacia nuestra hija con la pregunta, pero Evelyne no suele prestar demasiada atención a las personas. En realidad le gustan más los detalles y, cuando le veo estirar una mano diminuta hacia mi madre, aparto un poco a mi madre antes de que tenga que pedir disculpas.
—Ha visto tus pendientes, quitatelos si no quieres que intente arrancártelos —aviso—. Tiene más fuerza de la que parece y le encanta todo lo que brilla.
—Oh —murmura mi madre.
Sin pararse a cuestionárselo, se quita los pendientes y los guarda en sus bolsillos.
Olivia pone otra sonrisa hacia mi madre cuando ve que termina con los pendientes y noto la tensión crecer sobre los hombros de Olivia hasta casi hundirla cuando mi madre hace la única pregunta que Olivia no quería escuchar:
—¿Puedo?
La sonrisa de Olivia vacila, pero asiente igualmente.
Lo siguiente que hace mi madre, es agarrar a Evelyne y quitársela de los brazos a Olivia.
Deslizo una mano sobre la espalda de Olivia para intentar tranquilizarla. Lo hago porque sé que tiene ciertos problemas de separación con Evelyne.
"Es como si mi mente y cuerpo fueran por separado —intentó explicarme una vez—. Puedo pensar con claridad y sé que no hay peligro. Sé que podemos dejarla sola en la habitación o en brazos de otra persona. Lo entiendo, pero, aun así, siento que me ahogo si la pierdo de vista o si me la quitan de las manos."
Muevo la mano sobre su espalda para darle algo con lo que distraerse.
—Es preciosa —murmura mi madre—. Y parece muy atenta para ser tan pequeña.
—Lo ha sacado a su madre —dejo ir sin pararme a pensarlo.
Olivia ni siquiera está escuchándome.
Ella solo mantiene una sonrisa tensa y los brazos cruzados para ponerse una barrera física que evite que se lance para recuperar a la niña. Puede no parecerlo, pero este está siendo un gran paso para ella. Lo está pasando mal, lo sé tal y como sé, cada tarde en la que dejamos a Evelyne echando la siesta lejos, que sufre por no poder mantenerla a su alcance.
Hago más fuerza en los círculos que estoy trazando en su espalda.
—Es preciosa. Veréis cuando Lily la conozca, no va a querer que volváis a Francia. Sería una sorpresa que no aparezca allí el próximo mes para pasar unas semanas con vosotros.
—Ella siempre es bienvenida si quiere hacernos una visita —dice Olivia.
Sin prestarnos mucha atención, mi madre acuna con suavidad a su primera nieta mientras Evelyne usa el impulso para dar esas pequeñas patadas con las que parece intentar andar aun cuando todavía no sabe hacerlo. Mi madre sonríe, con cariño, con incredulidad, con dulzura, y Olivia sigue cada uno de sus gestos con inquietud.
Se me encoge el corazón al notarlo. No porque parezca desconfiar de mi madre, sé que no lo hace, sino porque conozco lo suficiente de ella como para odiar con fuerza lo que le ha llevado a esto. Nunca le ha gustado demasiado contarme los detalles de su vida antes de conocernos, y yo tampoco he preguntado más allá de lo básico o pequeños vislumbres que algunas conversaciones me dan, pero sé un par de cosas.
Sé que su padre murió de forma violenta cuando ella era muy pequeña. Sé que ella estuvo presente. Sé que fue en su casa. Sé que entraron en su casa, dos veces. Así que sí, entiendo que ese intenso miedo a perder a sus seres queridos le viene de malas experiencias. Entiendo que no puede perder a nuestra hija de vista porque tiene miedo a que alguien vaya a hacerle daño en cuanto se descuide. Lo entiendo porque lo hemos hablado y ella rompió a llorar pidiendo disculpas por no poder pararlo.
Está yendo al psicólogo para que le ayuden a lidiar con eso y está esforzándose todos los días. Se fuerza a dejar a la niña en otra habitación (con un monitor para sentirse más tranquila), pero, siendo honesto, ver cómo eso repercute de forma tan negativa en ella, ese dolor, ese pánico, me tiene yendo a buscar a Evelyne para llevarla a los brazos de Olivia más de una vez.
No puedo soportarlo.
La quiero demasiado como para verla sufrir.
Todas las veces, ella me pide disculpas y me dice: "Lo intento, te prometo que lo estoy intentando" como si de alguna forma fuera su culpa. Ella perdió a su padre muy joven, entraron en su casa más de una vez y no tiene una relación cercana con su madre. Ni siquiera sé que haya hablado con ella más de dos o tres veces en todos estos años y yo nunca la he conocido. Sé que su miedo de perder a Evelyne viene de algo mucho más grande, y quiero todo menos que se disculpe.
Pero se frustra, y me pide disculpas cuando realmente se lo está diciendo a ella misma.
—¿Tu hermano lo sabe? —pregunta mi madre.
—Sí, se enteró mientras discutíamos. Cuando lo de los anillos y la ventana...
Lo dejo ahí porque lo que menos quiero es haberme librado de una reprimenda para caer en otra. No importa que yo ya tenga casi veintiséis, un trabajo, una casa, una hija... Para mi madre siempre seré un hijo al que regañar si hace algo "mal". Olivia sonríe ante mi vacilación y, de no ser porque eso le está distrayendo, le diría que se fuera a la mierda por estar disfrutando de cómo me encojo ante la idea de una reprimenda de mi madre.
Mi madre puede ser muy agresiva cuando quiere. Quizás por eso mi tío Bastian me pidió dejarle al margen al dar la noticia. Él sabe de Evelyne, es quien se queda con ella los fines de semana que Olivia y yo subimos a París a pasar un fin de semana. La única persona de mi familia con quien Olivia es ella misma y el único (además de mí) a quien puede dejar a la niña sin sentir que se le cae el mundo encima.
—Oh —murmura mi madre sin poder apartar la mirada de Evelyne, de sus mejillas llenas, coloradas mejillas y ojos grises con los que mira con atención tontos detalles que no tienen mucho sentido para nosotros. Mira al mundo como si lo viera y no pudiera hacerlo al mismo tiempo y, a veces, sonríe sin razón.
Eveline sigue siendo un misterio hasta para nosotros, es demasiado pequeña aún, pero ha necesitado poco para ganarse nuestros corazones por completo. Incluído el de mi madre.
—No le digas nada a Danielle, Jayden me pidió que no le dijera nada a ella hasta después de la luna de miel. Tiene la teoría de que ella cancelaría el viaje e iría directa a Toulouse para conocer a su sobrina —digo.
—No dudo ni por un solo momento de que lo haría. ¿A qué sí, preciosa? —pregunta a Evelyne—. ¿Tienes ganas de conocer a tus tíos? ¿Quieres conocer a tu tío Jayden y a tu tía Evangeline?
Olivia agarra mi abrazo al ver que Evelyne se revuelve en los brazos de mi madre. Nuestra hija empieza a patear con más fuerza, mueve los brazos y tuerce el ceño. Antes de que la incomodidad de Evelyne le fuerce a Olivia a actuar, me adelanto. Estiro los brazos y me acerco para agarrar a mi hija en brazos.
—No le gusta estar mucho tiempo en brazos de alguien que no seamos nosotros —justifico—, la tenemos muy mimada en ese sentido.
Como si quisiera negar mis palabras, Evelyne rompe a llorar en cuanto está en mis brazos.
—La tiene muy mimada —corrijo.
Juego con esa broma privada que tenemos Olivia y yo sobre cómo Evelyne la prefiere a ella. Cada vez que estira sus brazos hacia su madre porque se cansa de que yo la tenga en brazos, Olivia sonríe victoriosa y me vacila con lo mismo:
"Eres tú quien le ha inculcado odiar a todo el mundo, no yo. Estas son las consecuencias."
Ahora, en cambio, ignora el comentario porque está tensa. Ella estaba nerviosa con cómo se tomarían mis padres la noticia, apenas ha dormido estos días, ayer estuvimos agobiados por las décimas... Olivia reacciona en cuanto oye a Evelyne llorar. Estira sus brazos hacia la niña y la lleva a sus brazos. Sin pensarlo, empieza a mecerla mientras la lleva de vuelta hacia los cerezos para distraerla con el color de sus flores.
En cuanto se aleja, mi madre se acerca a mí.
—Te lo tenías bien callado —me dice.
—Queríamos decíroslo, pero queríamos hacerlo en persona y, no lo sé, nunca era el momento. —En contra de todo lo que esperaba, mi madre se ve relajada—. Lo siento, lo atrasamos demasiado.
En vez de enfadarse, ella solo me mira con cariño.
—No puedo creer que ya seas padre. —Su sonrisa se rompe de emoción—. Jayden se casa, tú eres padre, Lily se va a ir a la universidad... ¿Cuándo habéis crecido tanto?
—Créeme, me he hecho esa misma pregunta demasiadas veces.
En cuanto Evelyne deja de llorar, Olivia la trae de vuelta y, sin parar a preguntar, la deja en mis brazos por costumbre. Pone bien su trajecito azul, roza la mejilla de Evelyne hasta sacarle una sonrisa y me da una corta mirada. Puedo identificar lo que piensa porque es lo mismo que sigo pensando yo cada vez que salimos con Evelyne a cualquier lado. Es un "¿Puedes creerlo?" porque es difícil asimilarlo, es difícil saber qué hacer con esos sentimientos.
—No podemos quedarnos mucho —avisa Olivia hacia mi madre—. Evelyne ha estado con décimas estos días y es mejor volver pronto para que descanse, pero podemos volver mañana. Vamos a quedarnos unos días más antes de volver a Francia.
—Eso sería perfecto —responde mi madre.
Décimas. Lo que ahora Olivia dice como si no tuviera importancia fue lo que me sacó de la boda con el corazón acelerado. Evelyne nunca había enfermado en lo más mínimo desde que nació y ni Olivia ni yo sabíamos cómo llevarlo. Así que, en cuanto tuvo un poco de fiebre, Olivia me llamó y volví sin pensarlo. La llevamos al hospital directamente porque preferíamos prevenir. No era nada, solo décimas, pero eso no nos quitó el susto.
Por eso no vine ayer, porque no dejábamos de mirar hacia nuestra hija, en la habitación del hotel que alquilamos para esta semana, tomándole la temperatura cada media hora mientras esperábamos en silencio porque ninguno de los dos sabía bien cómo lidiar con ello. Todo lo que sabíamos era que, a la mínima, iríamos directos al hospital de nuevo.
Con Evelyne más calmada y en mis brazos, seguimos a mi madre de vuelta a su casa.
—Deberíamos ir al coche a por su bolsa —me dice Olivia en bajo.
—En cuanto la dejemos en casa voy yo a por ella.
Roza el cuello del body de Evelyne y sonríe de nuevo al mirarla.
"Es preciosa", suele decir muchas veces sin darse cuenta. Tan perdida en su mundo que tampoco suele ser capaz de entender que mi respuesta siempre será la misma; como su madre.
—Veréis cuando Lily la vea, va a volverse loca de emoción —está diciendo mi madre. Luego mira sobre su hombro y nota que Olivia mira hacia Evelyne mientras anda—. Va a seguir así por un tiempo muy largo.
—¿El qué? —pregunta Olivia sin entender.
—Cómo la miras. Han pasado muchos años pero todavía recuerdo lo que es ser madre primeriza. Una mezcla entre tener miedo por todo y sorprendente por todo. —Le resta importancia con un gesto de la mano—. Se vuelve más fácil con el segundo.
—Maman —me quejo.
Lo que menos quiero es que ahora que tienen una nieta empiece a insistir en tener más. Olivia y yo hablamos de este tema muchas veces en los últimos años. Ella parecía decidida al principio de nuestra relación, pintaba una línea que parecía alejarnos más de lo que nos acercaba y, luego, casi dos años después de volver a encontrarnos y mientras ella estudiaba en París y yo en Lyon, algo cambió.
De un día para otro, ella ignoraba el tema cuando le preguntaba si se sentía cómoda en la relación. Se acomodó. Se dejó llevar sin volver a poner trabas como si hubieran desaparecido de su cabeza. Me di cuenta tarde de que la razón no era que ella hubiera cambiado de idea como pensé en su día, sino que llegó el momento en el que Olivia tuvo que elegir.
Una relación conmigo o la familia que ella quería.
Tuvo que elegir y me eligió a mí.
Después de mudarnos juntos cuando yo terminé la carrera y ella consiguiera un contrato de trabajo en Francia, empezamos a hablar del tema de nuevo. Yo sabía que, en su día, eso había sido importante para ella y, aunque mis amigos aún estaban en un momento de su vida donde salían tres veces por semana y no tenían compromisos, yo no pude evitar empezar a querer esa vida que había empezado a imaginar con Olivia en medio de nuestras rutinas.
Quería más.
Estaba listo.
Quería que hiciéramos de ese apartamento un hogar en todos los sentidos. Decorarlo a nuestro gusto y darle vida. En cuanto nos establecimos, nos aseguramos de tener trabajos estables y habíamos visto que no habíamos tenido altibajos preocupantes en nuestra relación decidimos intentarlo. Algo que tardé minutos en explicarle a Jayden porque él seguía pensando que Olivia había terminado conmigo y no terminaba de unir mi "Sí, Jayden, eres tío" con el "Sí, Jayden, ha sido deseado".
Claro que tener un hijo es una cosa, pero, ¿dos? Eso no nos lo planteamos por ahora ni creo que lo hagamos por mucho tiempo. No al menos hasta que Evelyne crezca y no nos den veinte ataques cada vez que no quiere comer o tose. Mi madre tiene razón en lo que le ha dicho a Olivia y es que, siendo primerizos, la mayor parte del tiempo todo nos asusta porque no hemos lidiado con eso antes.
—Maman —llamo antes de llegar a casa—. ¿Por qué no llevas a Evelyne dentro y rompes la noticia con Lily y papá? Nosotros vamos detrás.
—¿Estás seguro de que no quieres decírselo tú?
—Prefiero mantener mis tímpanos cuando pase —respondo.
Con las manos de Olivia cerrándose sobre mi brazo para no intervenir, le doy la niña a mi madre. Le digo que será un momento y ella se aleja conforme con eso. Entonces, antes de seguirla, alcanzo los brazos de Olivia y hago que le dé la espalda a mi madre (y a Evelyne). Hago que me mire a mí. Solo a mí.
—Va a estar bien. Si mi madre ha podido criar a tres niños siendo yo uno de ellos, no tenemos nada de lo que preocuparnos —intento tranquilizarla antes de entrar. Con suavidad, presiono el pulgar contra la comisura de sus labios intentando recuperar su sonrisa real—. Va a ir bien. Mi madre ya la adora, y te adora a ti.
—Asher...
—No, quiero decírtelo. Sé cómo eres con esto y sé que siempre dices que son mi familia e importantes para mí. Pero también son tu familia ahora. Lo son desde hace tiempo. Deja que lo sean.
Olivia suspira y beso la comisura de sus labios como respuesta.
Hay algo en las familias que sigue incomodándole, no solo con la mía.
No sé qué es, nunca me lo ha dicho pero sé que, con Evelyne, las cosas van a ser diferentes. Porque los dos sabemos que haremos siempre lo mejor para ella. Que la querremos tanto o más como hacemos ahora. Eso nadie va a quitárnoslo.
Besos los labios de Olivia, una vez, una segunda, y dejo que su calor me envuelva mientras espero a sentir la tensión desaparecer un poco de sus hombros. Quiero que se relaje antes de entrar, que sepa que no tiene nada que temer. Que es aceptada. Que es más que "parte de mi vida".
Mucho más.
—Te quiero —le recuerdo.
Antes de poder decir más, oigo un grito en nuestra casa.
Olivia vuelve la mirada, pero los dos sabemos quién ha sido; Lily.
Todavía rozando la mejilla de Olivia, digo en bajo:
—¿Qué te apuestas a que sale corriendo para buscarnos y gritarnos por no habérselo contado antes?
—Una cena.
—En Vapiano —elijo.
—Hecho.
Es ahí, en el momento en el que con completa naturalidad deslizo un brazo sobre la cintura de Olivia para ir hacia la casa de mis padres, cuando vamos allí para presentarles a nuestra hija, que me doy cuenta. Es un leve toque de esas palabras de mi madre hacia las que siempre hice oídos sordos las que ahora danzan a mi alrededor porque, por un instante, lo siento, esa sensación tan plena.
Una que me recuerda que estoy en un punto de mi vida que no cambiaría por nada. Soy feliz. Con ella. Con ellas. Incluso con mi relación con mi familia. Quizás no seamos tan cercanos como podríamos haber sido, pero están ahí. Estoy ahí para ellos.
Mi madre solía decirnos que ella siempre pensó que fue el peor momento de su vida (la muerte de su hermana) la que le llevó hasta nosotros. Yo pensé, durante toda mi vida, que verlo de esa forma era un modo de superar su pérdida, de darle un sentido, pero mi madre no. Ella siempre trazaba la misma línea; perder a su hermana, entender que la vida es demasiado corta como para no arriesgarse, irse a bailar a París, terminar en Nueva York con su compañía de baile, conocer a nuestro padre, que naciéramos nosotros.
Aprieto la cintura de Olivia ganándome una corta mirada por su parte mientras andamos.
—No le des más vueltas, Eve no podría estar en mejores manos —le recuerdo.
—¿Tengo que recordarte que son las mismas manos que criaron a un quejica dramático que no se lleva bien con prácticamente nadie que respire?
Sonrío ante la pulla.
—Bueno, también crió a Lily —le recuerdo.
—Eso sí me relaja más.
Mi sonrisa crece.
La quiero, más de lo que creía posible.
La quiero por las mismas razones por las que creí que mi vida se convertiría en un infierno tantos años atrás. Es eso lo que entiendo al volver a la casa en la que me crié. Entiendo que insistí en intentarlo después de que mi madre me dijera que me arriesgara, después de que la ausencia de Olivia durante un año me hiciera entender que lo que había en nuestra relación no podría conseguirlo en otro lado, que no era "algo más" o común.
Entiendo que todo lo que nos unió era lo mismo que se había roto en mí tanto tiempo atrás que no podía ver ni las piezas. Fue haber querido alejarme de casa lo que me condujo a Francia. Fue el miedo a perder a alguien que me importara lo que destrozó mis relaciones hasta hacer que me moviera por la misma línea en la que se movía Olivia. Y fue cómo me sentía hacia mi familia, esa forma constante de ser juzgado y criticado, lo que me hizo sentirme tan contrariado cuando Olivia no lo hizo. Fue la forma en la que mi vida se había destrozado lo que hizo que encajara tan bien con Olivia.
Como hizo mi madre, dibujo las líneas hacia atrás en busca de un sentido. Yo no me di de bruces con la certeza de lo corta que era la vida cuando perdí a Tiffany, sino que caí en una profunda culpa que lo moldeó todo.
No fue perder a mi prima, fue prometerle que estaría bien y no poder cumplirlo. Esa promesa rota me destrozó por dentro. Me consumió. Me hizo añicos y arrastró su filo hacia todo lo que me rodeaba. Tocó mi relación con mi familia hasta casi aniquilarla. Me llevó lejos de ellos, al internado, a parejas que el miedo a perder no me dejaba mantener, a un profundo sentimiento de soledad que nada llenaba, a ser siempre el segundo porque, en mi mundo, siempre era Jayden el que ganaba.
Todo lo que me hizo ser quien soy, todo lo que me hizo ser quien era cuando conocí a Olivia e hizo que nos entendiéramos como lo hacíamos, que encajáramos con las heridas que el pasado había dejado en el otro empezó allí.
Empezó en ese coche.
Empezó con esa promesa rota.
Y me llevó hasta Olivia.
Me dio a Evelyne.
Quizás, después de todo, mi madre no se equivocaba cuando me contó la historia sobre perder a su hermana tantos años atrás. Cuando intentó hacerme ver que incluso los días más oscuros pueden tener una razón. Darte un sentido. Porque, para mí, fue el peor momento de mi vida el que me ha dado esto.
Fue esa promesa rota, que una vez se convirtió en mi infierno, la que me ha traído hasta aquí. De una forma enrevesada, fue el momento más doloroso de mi vida el que ha traído mi felicidad.
Y, si algo tengo claro, es que no pienso soltarla.
──────༺༻ ──────
no sé qué siento, pero estoy llorando
Sobre el capítulo:
1. No, no ha habido boda
1.1. PERO HA HABIDO BEBÉ
1.2. HAN SIDO PADRES (LO REPITO PORQUE LA EMOCIÓN LOL)
1.3. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Ahora, sobre el capítulo TENEMOS MUCHO DE LO QUE HABLAR
Empecemos por lo obvio: Asher no contándole nada a su familia del embarazo de Olivia y yendo a decírselo después de que su hija naciera JAJAJAJAJA POR FAVOR QUE ALGUIEN LE HAGA REACCIONAR
#Like por Jayden sin agarrar los anillos cuando Asher le dio la noticia
# # Like por Jayden modo: soy tu hermano y quiero ayudarte porque ya aprendí la lección
# # 🥺🥺🥺🥺🥺🥺🥺
# Corazón por Olivia diciendo: no importa si no tengo la vida que quería, le quiero a él
# Corazón por Asher diciendo: Ella es la vida que quería y quiero más
Un minuto de silencio por cuánto Lily va a gritarle a Asher cuando se entere de que ha sido tía y que nadie le había avisado JAJJAAJ F POR ASHER
#SUPER LIKE POR ASHLIV COMO PADRES (En serio, ¿no son tiernos?
Verles con su hija me tiene así:
Aunque que Olivia tenga más consecuencias de su pasado me ha roto un poquito el corazón 🥺
# Like Asher apoyándola y entendiéndola como siempre lo ha hecho
# Like porque nos hemos dado cuenta de que Evelyne tendrá a un tío (Bastian) que le va a consentir TODO, y otro tío (Ansel) que va a perderla en Disneyland en cuanto tenga permiso para llevarla allí ❤️
(Velitas para que no dejen nunca a Ansel como niñero)
Ahora sí, espero, de todo corazón, que hayáis disfrutado de esta novela tanto como yo. Nunca pensé que fuera a enamorarme tanto de unos personajes como me ha pasado con Asher y Olivia, y sé que eso me ha dado muchos bloqueos porque quería que todo fuera perfecto y nada me parecía suficiente así que no paraba de rehacerlo, pero siento que ha valido la pena ❤️
Ashliv ha valido la pena #NuestroShipp
Hoy nos despedimos de ellos, pero siempre vamos a tener su historia para poder volver a ellos cuando lo necesitemos. Además, no daré fecha porque no creo que sea pronto, pero quiero subir algunos extras (coffff los crêpes que Asher le preparó a Olivia en nantes coooff) así que no saquéis la novela de vuestras bibliotecas todavía ;)
Gracias por la paciencia a quienes me habéis acompañado en esto (porque habéis vivido mis bloqueos) y a quienes habéis llegado después. Agradezco cada mensaje, comentario y like. Todo el amor que habéis dejado hacia el shipp. Ha sido una experiencia muy bonita que vivir a vuestro lado ❤️
A quienes habéis estado en el grupo de Telegram: Habéis aguantado mis "spoilers", las tumbas de personajes, el sufrimiento porque ahí amamos el drama y el spoiler accidental cuando ya éramos más lágrimas que personas y nadie creyó que eso pudiera ser real. A vosotras sobre todo os doy las gracias por el inmenso apoyo y os mando todo mi amor. He adorado poder vivir esto con vosotras.
Os deseo lo mejor y espero haber estado a la altura,
#AmamosAshliv
#Y a Ansel
Un abrazo enorme,
— Lana🐾
Anécdota time: programé un mensaje que decía "encontré a Asher como padre" en el grupo de Tellegram de la novela y se envió antes del final porque me olvidé de programarlo. Total que spoileé todo pero nadie me creyó LOL
🥺❤️
Pd2—Sí, llevo sabiendo desde el epílogo de CDD que Olivia no fue a la boda por tema bebé y aun así he estado dejando ver que podría ser porque falleció pero, eh, hay que saber guardar secretos jEJEJEJEJEJE
Pd3— Nos damos cuenta que como su hija saque los problemas para dormir de sus padres, estos serán ellos?:
*asher: seguro que si finjo dormir se duerme también* *evelyne cinco horas después: no entiendo este juego de estar despierta pero creo que he ganado*
Love u y ojalá volvamos a encontrarnos,
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro