Espero que tengáis helado a mano : )
59 | Cosas de hermanos [Parte 2]
Asher Bremen
Jueves, 19 de agosto
Olivia se olvidó uno de sus anillos en mi habitación.
Pensé que, de dejarse algo, sería esa pulsera floja cuyo cierre se suelta todo el tiempo. He perdido la cuenta de cuántas veces se la he atado y de cuántas otras ella la ha puesto en mi muñeca cada vez que se cedía.
Sin embargo, ha sido uno de sus anillos.
Apareció tirado bajo la mesilla de noche el día que iba a romper el billete de avión que mi madre mandó por correo a Nantes. Ella debía saber que yo tenía pocas posibilidades de comprarlo por mi cuenta y decidió que lo mejor era mandárselo a mi abuela. Al fin y al cabo, mi abuela siempre ha sido capaz de conseguir lo que quiere con esa actitud autoritaria. Ella me presionaría para volver, sobre todo al no conocer todo el contexto porque mi madre siempre ha llevado mal que mi abuela intentara "educarnos" a Jayden y a mí de niños.
Por eso me sorprendió un poco que le mandara el billete de avión a ella aunque, conociéndonos, era su mejor opción. Me pregunto si por eso exageró la rotura de cadera por teléfono. La tuvo, pero hace meses, y eso dudo que mi madre no lo supiera.
Excusas. Malditas excusas.
Empujo la maleta cerca de uno de los taxis frente al aeropuerto y golpeo suavemente la ventanilla. Dentro, el taxista levanta la mirada de su móvil, se toma unos segundos y luego sale del coche.
—¿A dónde? —pregunta.
—Al centro.
Arrastro la maleta hacia el maletero.Es curioso, cuando recogí mis cosas pensé que necesitaría mucho más que una maleta grande y una bolsa de deporte. Sabía que no había comprado adornos ni tonterías, pero esa habitación se sentía demasiado llena como para poder caber en un espacio tan pequeño.
Pero saqué todas mis cosas y no necesité más que lo que traje. Aun así no puedo evitar sentir que gran parte sigue allí, presionando las paredes de la habitación de ese piso compartido.
—¿Tienes la dirección exacta? —pregunta el taxista.
Tiro la bolsa de deporte dentro del maletero.
Oigo mi nombre. Lo he ignorado las primera veces, quizás porque dudo que se refieran a mí, o puede que porque una parte de mí está intentando escabullirse como siempre hago. Me repito que lo estoy imaginando, pero vuelve, tan reconocible que no me quedan dudas.
—Tienes que estar jodiéndome —murmuro entre dientes.
El taxista me devuelve una mirada que me hace darme cuenta de que ha entendido mis palabras como algo hacia él. Parece molesto y ofendido, con su rostro enrojecido en un notorio descontento. No tengo tiempo ni ganas de aclarar que no va para él, en su lugar mi mirada vaga por la salida del aeropuerto. Recorro el exterior y sigo hasta la calle para terminar sobre los coches. Entre personas con maletas, taxis y coches, hay un Prius blanco aparcado a poca distancia.
Reconocería ese coche en cualquier lugar.
El coche de mi hermano.
¿Cómo no pensé, ni por un momento, que él haría algo así? Me ha escrito hasta quedarse sin opciones, ha usado a mis amigos para llegar hasta mí, maldita sea, incluso se creó cuentas falsas en redes para intentar que leyera sus mensajes. Era de esperar que aparecería como lo ha hecho y, sin embargo, no paré a pensar en ello.
La molestia me hace cerrar las manos con fuerza.
Jayden siempre teniendo que forzar las cosas, incluso si no estoy preparado para sus mierdas. Incluso si estoy exhausto por el viaje, los exámenes y unas semanas que me han desestabilizado por completo.
La molestia me hace tragar en seco y evita que note que se ha abierto la puerta del copiloto hasta que mi hermana se pone a saludar enérgicamente desde allí. Lily alisa el vestido que le regalé años atrás y sus labios tiran en una amplia sonrisa en cuanto nota que la he visto.
Deja las manos caer, espera a que no pasen coches, y echa a correr hacia mí.
Todas las veces que he vuelto a casa, ella ha esperado junto a una de las ventanas. Siempre alcanzo a ver movimiento en las cortinas antes de tener tiempo de cruzar el jardín. Lily nunca espera a que llame a la puerta, ella sale siempre antes, descalza o en pijama, lista para saltar a mis brazos y ser la primera en recibirme. Hoy hace lo mismo, y yo la recibo con los brazos abiertos.
Me abraza con fuerza como respuesta. Sus brazos se cierran alrededor de mi cuello y esconde las palabras incluso de mí.
—También te he echado mucho de menos, Lils.
—Y yo a ti —murmura con un hilo de voz.
¿Hace cuánto que no la veía en persona?
Estuve aquí en Nochebuena, pero me fui en menos de dos días porque sabía que no aguantaría más tiempo con ellos. No sin empeorar las cosas y yo no quería arruinarle las navidades a Lily, así que preferí irme. Antes de eso, en verano, no aparecí. Me fui cuando Jayden cruzó la línea en mayo y no fui capaz de pisar esa casa de nuevo hasta navidad.
Al deja a Lily en el suelo, su altura me golpea.
Ha crecido, pero sus ojos claros siguen igual de inocentes. Unos ojos sinceros que me miran con una admiración que no merezco. Queriendo borrarla, paso una mano por su cabeza para despeinarla en un intento de ganarme una queja. No dice nada. Todo lo que hace, es cerrar las manos sobre la tela del vestido que le regalé.
Si soy sincero, no creo que le guste demasiado. Ella lo usa cada vez que vengo de visita y eso me hace pensar que solo lo usa para hacerme creer que le encanta y que yo no me sienta mal.
Claro que eso tampoco pasaría, pese a querer hacerle un buen regalo, no elegí yo ese vestido sino Eliana. Aproveché nuestra relación para pedirle que me ayudara a encontrar un regalo de cumpleaños para mi hermana pequeña. Eliana lo hizo encantada. Pasó una tarde entera recorriendo tiendas hasta que dio con el adecuado. Lo envolvió con sumo cuidado y yo se lo di a mi hermana fingiendo que había sido solo cosa mía.
Lily alcanza mi mano.
—Ven, Jayden ha traído el coche.
—Lo he visto, Lils. —La sola idea de meterme en un coche con mi hermano durante todo el camino de vuelta me hace querer vomitar. Llevo doce horas metido en un avión, ayer estaba terminando un examen a esta hora, apenas he dormido en días y, ¿quiere que me suba a un coche con él?—. Pero ya he pedido un taxi.
Solo que el taxista está terminando de sacar mis cosas del maletero.
Es imposible no notar su molestia cuando tira la bolsa sobre mi maleta. Mantengo a mi hermana cerca cuando me vuelvo hacia él. Todavía no sé si piensa que el insulto era para él o si simplemente le ha molestado entender que le he hecho salir para nada. Sea como sea, sus acciones son un claro: "No me hagas perder más el tiempo."
Cierra el maletero con dureza y una pareja se acerca a él en cuanto lo ven.
Probablemente, sus próximos clientes.
—¿Vienes con nosotros? —pregunta Lily.
Es una idea terrible, pero Lily pone esa dichosa mirada que haría que incluso el más frío de los corazones se hiciera añicos. Esa con la que siempre nos ha convencido a todos de hacer lo que ella quisiera. Cierro los ojos por un instante y me echo la bolsa al hombro antes de agarrar mi maleta.
Presiono su mano como respuesta.
Quiera o no, termino junto al Prius en el que mi hermano espera apoyado.
Lo que sería un gesto corriente de no ser porque, en él, se ve como si intentara sostenerse en el coche. ¿Cuántas veces le he visto así? Con ropa cómoda; sudaderas y pantalones raídos, y sin fuerzas para sostenerse por mucho tiempo. Consumido por el dolor, la frustración e impotencia. Le veía así en el hospital y cada día hasta que me fui. Hundido en una rehabilitación que no avanzaba tan rápido como él quería y consumido en todos los sentidos.
Sé que las cosas han cambiado y que ese gesto viene de algún mal golpe que se ha llevado jugando al hockey. Danielle, su novia, me ha mandado más de un vídeo donde Jayden terminaba siendo golpeado, pero eso no evita que los recuerdos presionen con dureza contra mis pensamientos y me cierren la garganta.
—Lily ha insistido en venir a recogerte. Ella quería ser la primera en saludarte.
Su forma de excusar su presencia me devuelve una punzante decepción. Una que me tiene presionando la pulsera que adorna mi muñeca para mantener todo en su lugar.
—Eres tú el que me ha dicho de venir —corrige Lily.
Silencio.
Luego Jayden se aparta del coche.
—Ya, gracias por el dato, Lily. —Jayden rodea el coche y encuentro más notorio el agotamiento (o dolor) en sus pasos. Lo he visto demasiadas veces como para no notarlo. Aun así, él se acerca hasta mi maleta y apoya una mano contra ella—. Trae, dejaré esto en el maletero.
—¿Hockey?
Jayden se ve sorprendido ante la pregunta.
Luego presiona su costado al entenderlo.
—Un imbécil que no entiende lo que es un "amistoso".
Odio preguntar porque odio que me importe, pero lo hace.
Siempre lo ha hecho.
Suelto la maleta para que él pueda llevársela. Me prometí que lo intentaría, pero eso no quiere decir que sea fácil.
En busca de una distracción, levanto a mi hermana pequeña del suelo y la meto en el asiento de atrás del coche. No lo he hecho en años, ella esa demasiado mayor para esas tonterías. Tiro mi bolsa en el asiento a su lado y le ato el cinturón.
"No soy una niña —suele quejarse cuando lo hago—, sé atarme el cinturón, Asher."
Ahora no se queja, solo me da una de sus sonrisas cuando me aseguro de que el cinturón no va a soltarse. Justo como lo hice decenas de veces antes con ella. Como lo hacía con Tiffany.
—Está bien puesto.
—Lo sé, Lils. —Me echo hacia atrás y la observo. Agradecido de que ella esté aquí, orgulloso de ver la chica en la que se está convirtiendo aunque solo me deje ver detalles—. Me alegro mucho de verte.
—¿Tanto como para ver películas conmigo esta noche?
No lo dudo.
—Todas las que quieras.
—También podemos ir a los recreativos un rato —propone con más lentitud—. Así podrías conocer a mis amigos.
Omito decir que eso suena todavía peor que un viaje de más de cuarenta minutos en coche con mi hermano. ¿Quién querría meterse en una ruidosa sala con críos de los que solo soporto a mi hermana? Pero, de nuevo, ¿quién podría decirle que no a Lily?
—Peut... Quizás.
Me corrijo cuando se me cierra la garganta y tengo que empujar mis pensamientos lejos.
Por suerte, Jayden elige ese momento para cerrar el maletero y el golpe me devuelve al presente. Se mete al coche y debe haber estado escuchando porque no pierde el hilo antes de decir:
—Cuidado con el tema películas. Ella está en la fase de ver solo PIXAR. Me hizo ver tres veces "Buscando a Nemo" el mes pasado. Creía que no saldría cuerdo de esa.
—¡Eh! —se queja Lily—. Esa película es muy buena.
—Vamos, Lily, lo único bueno de esa película era el pez sin memoria huyendo del otro pez. —Lily patea el asiento de Jayden como respuesta. Él, por supuesto, vacila de vuelta—. Vale, lo capto, no más quejas sobre películas infantiles.
Otra patada.
Les dejo discutiendo.
Miro una última vez a mi hermana antes de cerrar la puerta y sentarme en el asiento delantero. Solo espero que Jayden se dé cuenta de que, la única razón por la que me siento delante con él porque nunca he llevado bien los viajes largos por carretera en los asientos de atrás. Además, me prometí intentarlo.
O quizás se lo prometí a ella.
Echo el asiento hacia atrás para estar más cómodo.
—También deberías saber que Lily está pasando por otra fase además de la de las películas de PIXAR —añade Jayden mientras conecta la música. Echa un brazo sobre el asiento para asegurarse de no tener coches detrás mientras saca el suyo—. Ahora no importa lo que tú quieras oír porque ella solo escucha música de Olivia Rodrigo. Me ha tenido todo el viaje con sus canciones.
El nombre llega como una puñalada.
Tiene que ser una maldita broma.
—Y la vuelta —marca Lily.
—Y la vuelta, por supuesto. —Jayden tira el móvil entre nuestros asientos y doy por hecho que la canción que empieza a sonar es de la cantante que le gusta a nuestra hermana. Él aprovecha el primer paso de cebra para acomodar el espejo central y atarse el cinturón—. Si quieres cambiar la música, tendrás que convencerla a ella. Buena suerte con eso.
Lily ignora el comentario y tira del cinturón para poder acercarse a nuestros asientos. Nos mira por largos segundos y alcanzo a ver su sonrisa cuando se apoya entre ambos los asientos. Está feliz, más de lo que la he visto en mucho tiempo.
—Hace mucho que no vamos los tres solos en coche —es lo que dice.
—Porque Asher ya no estaba aquí cuando me saqué el carnet.
Tiene que estar jodiéndome.
Bajo la mirada a la pulsera que llevo puesta.
Paciencia. Puta paciencia.
—Pero vino después de eso. Estuvimos en la bolera juntos. ¿Verdad que sí, Asher?
"No te posiciones", querría decirle, porque eso es lo que Lily está haciendo sin darse cuenta. Me defiende de las palabras de Jayden, le corrige, y no quiero que lo haga. Así que me vuelvo hacia ella y alcanzo el único tema hacia el que poder ir desde allí.
—Sí, y también recuerdo que tú estabas coladita por uno de tus amigos por ese entonces.
Lily se echa hacia atrás y se cruza los brazos casi ofendida.
Jayden acomoda el espejo para centrarla.
—No lo estaba —se queja Lily.
—Ese tono suena falso —canturreo.
—¡No lo estaba! —insiste.
Subo el volumen de la canción.
—No te oigo, Lils.
Lo hago, pero todo sea por dejarle con la palabra en la boca.
Ella suspira molesta y se echa de nuevo hacia atrás.
Oh, dulce victoria.
—Lo sigue estando, Arthur suele llamar muchas veces —añade Jayden.
—¿Arthur? —repito—. Así que ahora tenemos nombre.
Lily grita, literalmente, esperando que eso nos haga callar.
—No hace falta que te enfurruñes, Lily, a tu edad esas cosas son normales —insiste Jayden.
—Te odio —murmura ella.
Aunque solo lo dice por el momento y ambos sabemos que Lily quiere a Jayden con todo su corazón, esas dos palabras hacen que la sonrisa sobre los labios de mi hermano vacile. Él vuelve la mirada por completo a la carretera y acomoda su agarre sobre el volante.
—¿Qué hay de ti? —me pregunta él de forma desinteresada—. ¿Sigues en tu misma línea de mantener a tu familia completamente al margen de tu vida amorosa?
Antes de que pueda responderle que eso no le importa, Lily se me adelanta.
—Él llevó a una chica a casa de los abuelos.
—Maldita sea, Lils —murmuro.
Presiono las manos contra mi rostro porque Jayden es un perro con un hueso cuando quiere y, en esto, sé que va a serlo. Le he puteado media vida con el tema de sus relaciones y él estaba deseando poder hacer lo mismo conmigo. Incluso si llevamos meses sin hablarnos.
Pero, por supuesto, él tiende a olvidar ese último detalle.
Olvida que no todos pasamos página e ignoramos los problemas como hace él.
—¿Mi hermano pequeño presentando a una chica a la familia? —pregunta saboreando cada palabra. Ahí vamos. Presiono con fuerza el anillo que la novia de Harvey selló en mi pulsera—. No pensé que viviría para presenciar esto.
—Ya, casi no lo haces.
Lo único que se oye después de esa respuesta, es la canción que le gusta a mi hermana.
Mal comentario, lo sé, pero, ¿qué esperaba? Es él quien ha hecho una mala referencia primero y yo estoy cansado. Estoy malditamente exhausto, no solo por él.
Mi mirada cae en el disimulado brillo del anillo que presiona mi muñeca.
Cuando Olivia se fue lo hizo dejándome un claro mensaje. En el momento en el que recogí la copia de la llave del estante y entré a mi habitación lo entendí. Ella lo dejó todo ahí. Cualquier resquicio de lo que habíamos construído en la intimidad quedó dentro de mi habitación de ese piso. Encerrado como si no tuviera cabida en el exterior.
Porque no la tenía.
Eso era algo que siempre supimos pero que cometí el error de olvidar.
Me centré tanto en mis propias limitaciones que no paré a pensar en las de ella. Me advirtió innumerables veces y yo pensé, como un maldito orgulloso, que ella solo imitaba mis palabras para sentirse más cómoda. Así que, cuando vi esa horrenda sudadera en la calle que gritaba "turista", no pude evitar comprarla para ella. Joder, incluso añadí esa pequeña broma privada con permanente.
Al verlo en mi cama, junto a todo, tuve que tragar.
Me sentí un completo idiota e hice lo que ella; me deshice de todo.
Incluso de ese usuario que escribió en mi móvil.
Porque ella siempre había dejado las cosas claras, pero yo fui el idiota que cayó por la chica que nunca podría tener.
Este anillo es lo único que mantengo y únicamente porque llegó semanas después que ella se fuera. Apareció cuando estaba listo para destrozar mi oportunidad de volver a casa. Llegó cuando más lo necesitaba y lo he mantenido conmigo desde entonces. Como un recordatorio de los consejos que Olivia me dio y de mi intento por cumplirlos.
"He venido, lo estoy intentando —marco en el gesto—. Como me pediste que hiciera."
(...)
Nuestros padres siguen en el trabajo cuando llegamos.
Lo que me da algo de margen para no sentirme sobrecargado cuando entro a una casa que hace tanto dejó de sentirse como mía. El que una vez fue un lugar cálido y acogedor, ahora se siente frío y apagado. Al menos para mí, porque Lily no tarda en descalzarse y tirar de mi mano para llevarme hasta la cocina completamente emocionada.
—Mamá ha dejado estos para ti. —Se estira hacia la bandeja que hay en la encimera. Está llena de pastelitos de limón, justo como los que me mandaba al internado el primer domingo de cada mes porque sabía que eran mis favoritos. Eso presiona mi garganta con dureza—. Me ha dicho que no podía probar ninguno hasta que tú llegaras pero, ahora que estás aquí... ¿Te importa si me como uno?
—Todos los que quieras.
Ella apenas ha estirado las manos hacia uno de ellos cuando Jayden baja de vuelta las escaleras y se apoya contra el marco de la puerta.
—Lily —llama. Como si hubiera hecho algo malo, ella lleva las manos a su espalda antes de mirar hacia él y ladea ligeramente la cabeza con inocencia—. ¿Por qué no subes unos pastelitos arriba y ves una de tus películas?
Todo en lo que pienso al oírlo es "muy pronto", pero, ¿no es por eso por lo que vine aquí en primer lugar? ¿Para hacer las paces con mi hermano, o intentarlo? ¿Para escucharle como ella me pidió que hiciera? Porque todavía puedo oír sus palabras, tan claras como si estuviera a mi lado.
"Te ciegas muchas veces —me dijo Olivia antes de irse—. A veces hay que ceder un poco por las personas que te importan. Incluso si te han hecho daño."
Que lo haya aceptado no quiere decir que resulte más fácil.
—He dejado tus cosas en tu habitación —añade Jayden hacia mí. Lentamente, me enseña lo que tiene en sus manos: Dos mandos de la PlayStation—. También he bajado estos.
—Dijiste que verías películas conmigo —me dice Lily con suavidad.
"Espero que arregles las cosas con tu hermano, sé cuánto te importa."
Tarde o temprano, tendré que dar un paso hacia él y ceder como ella me advirtió, porque es la única forma, incluso si todo lo que me provoca es querer salir de aquí para no volver. Paso una mano sobre el pelo de mi hermana y suspiro.
—Echo una partida y luego te llevo a los recreativos, ¿trato?
Ella me sonríe.
—Trato, pero me llevo algunos pastelitos.
—Hecho.
Lily se queda feliz con eso.
Yo estoy todo menos conforme. El problema es que puedo sentir la presión del anillo contra mi piel como un recordatorio. Tenerlo es sentir su mirada de vuelta, su presencia, su forma de pedirme paciencia. Un empujón en la dirección correcta.
Cruzo la puerta hacia el salón en silencio y mi hermano toma esa señal como una respuesta afirmativa. Puede que odie esto, puede que se me cierre la garganta y sienta un incómodo cosquilleo en mi nuca como si la presión de las palabras que quiero dar estuviera clavándose contra mi piel, pero he venido para intentarlo.
Lo estoy intentando.
Jayden tira un mando sobre el sofá mientras conecta la Play y, por costumbre, me siento rn rl duelo con la espalda contra el sofá. ¿Cuántas veces hemos jugado aquí? Es curioso, nunca sabes cuándo será la última vez en la que harás algo, quizás, de haberlo sabido, hubiera alargado más la última partida. Cuando todo aguantaba todavía estable entre nosotros.
—¿Has seguido jugando? —pregunta Jayden.
No le respondo.
Jayden toma el silencio, se descalza, y se sube al respaldo del sofá para jugar desde ahí. Nos sentamos lejos del otro por costumbre, porque aprendimos que estar cerca, con lo competitivos que somos incluso jugando en el mismo equipo, solo terminaba en peleas y brazos rotos.
La tensión crece cuando empieza la partida. Sé que él también ha oído a Lily subir las escaleras, pero ninguno ha dicho lo obvio todavía. Lo que no ayuda a la incomodidad que hay entre ambos. Eso me mantiene tan tenso, tan ajeno a la partida, que doy más vergüenza que Ansel en este puto juego.
—Apestas —murmura Jayden.
Cuando me matan una segunda vez, él insiste:
—Hablo en serio. Te dejo desatendido por unos meses y ahora te has convertido en alguien que no sabe ni sobrevivir dos minutos en el Battlefield.
—Ya, al menos a mí solo me pasa en un puto videojuego.
"Cuando vuelvas, porque sé que lo harás, tendrás que tenerles paciencia."
No me queda de esa mierda.
—Nunca vas a dejar eso ir, ¿eh? —Todo lo que le devuelvo, es silencio—. Hablé con maman hace unas semanas. ¿Sabes que nunca antes había hablado de ese tema con ella? Ni siquiera pensé que debía hasta después de hablar contigo por teléfono.
—Ni siquiera te importó porque no veías más allá de ti mismo —corrijo.
"Tendrás que tenerles paciencia", pidió Olivia.
Pero estoy tan cansado, de todo.
Y tan cabreado con el mundo.
Tan frustrado, no solo por Jayden.
—¿Y qué quieres que te diga, Asher? ¿Que tienes razón? —pregunta con sequedad—. ¿Que no paré a pensar en que hubiera algo más porque solo pensaba en recuperarme rápido y olvidar lo que había pasado? Porque tienes razón, no lo hice, pero eso no es suficiente como para que me culpes como lo haces. No soy el único que cometió errores.
Esta vez, a quien matan primero en el juego, es a él.
—Al menos yo admito mis errores.
—¿Cuándo? —estalla dejando su mando a un lado—. Porque todavía no te he oído decir ni una sola vez que tú nos dejaste primero. Te largaste, Asher, y eso fue hace mucho más que dos años. Si quieres culparme por cómo actué, al menos admite tu parte de culpa al desaparecer de la familia.
—¿Al desaparecer de la familia? —pregunto sorprendido.
Tiene que estar jodiéndome.
Paso una mano por mi pelo completamente frustrado.
Olivia me diría que no respondiera sin pensar, me repetiría que es normal que esté dolido pero que ellos me importa, y que debo dar un poco el brazo a torcer con la gente que me importa. Ella sabría qué decir, ella sabría cómo suavizar las cosas, pero ella no está aquí.
Otra de las cosas que tiran de mi molestia.
—¿Te refieres a que hice justo lo que me dijiste?
—No, no me vas a venir con eso de nuevo. Si yo acepto mis errores tú aceptas también los tuyos. Te fuiste mucho antes de las discusiones que tuvimos. Años antes.
—Sabes por qué me fui y no es justo que me eches mierda por eso.
—No, Asher, una cosa es necesitar espacio y otra desaparecer como tú lo hiciste. Tú fuiste el que se fue, tú fuiste el que dejó de llamar, el que dejó de responder mensajes, el que nunca venía a casa. Eso fue antes de que yo terminara en el hospital. Mucho antes.
—¿Y crees que eso fue fácil?
Nunca se lo he dicho, ni a él, ni a mi madre, ni a nadie, pero esa época fue una mierda por muchas razones. Yo respondía, cuando podía, cuando tenía ganas de hacerlo. Los meses después de la muerte de Tiffany me sentía tan hundido que no era capaz de hacer el mínimo esfuerzo a lo largo del día. Responder mensajes estaba lejos de mis posibilidades muchos días, no tenía energía para eso, no tenía capacidad, y había aprendido que no habría nadie que quisiera escucharlo, porque, ¿quién lo haría si ni siquiera mi familia lo había hecho?
—¿Crees que me fui para pasar el maldito duelo? —pregunto con rabia—. Nadie aquí hablaba de ella, Jayden. Tiffany murió y todos actuabais como si nada hubiera pasado. ¡Ni siquiera podía sacar el tema sin que me dijerais que me callara para no hacer más daño! ¿Cómo demonios quieres que supere algo si vuestra forma de superarlo es fingir que no ha pasado? ¡Joder!
—¿Crees que no solo te afectó a ti? ¿Que no nos dolió? ¿Crees que no nos destrozó también a los demás? —pregunta.
"Tendrás que tenerles paciencia", repito en mi cabeza, pero esa frase ha perdido el sentido. Si ella hubiera querido que tuviera paciencia, que hubiera estado aquí porque joder si quisiera que lo estuviera.
—¿Cómo de sincero quieres que sea con esa respuesta? —pregunto de vuelta.
No, no creo que les destrozara.
Porque no entiendo cómo alguien puede actuar de forma tan indiferente de haberlo hecho.
—Sé que era tu ahijada y que siempre fuisteis muy cercanos, pero también era mi prima. No fuiste el único que pasó por eso. ¿Paraste a pensar en lo que fue para nosotros? ¿Para sus padres? ¿Para Dominic? ¡Él estaba allí! Él fue quien salió del coche detrás de ella, él fue quien no pudo alcanzarla.
—¡Pero él no fue quien hizo que pasara!
Las palabras salen demasiado rápido como para poder contenerlas, demasiado firmes como para ser capaz de retirarlas. Jayden frunce el ceño y, más suave, pregunta:
—¿De qué hablas?
—Ella iba a quedarse en casa esa tarde. —¿Cómo puede haberlo olvidado?—. Iba a quedarse aquí, conmigo, pero decidí seguirte al cumpleaños de uno de tus amigos porque quería ser parte de tu grupo. Porque contigo siempre se ha tratado de seguirte o que nos dejes atrás. —Paso una mano por mi pelo—. Si yo no hubiera querido seguir tus pasos, ella nunca se hubiera subido a ese coche.
Ella no habría vuelto a casa con sus padres.
No habría salido a la carretera al llegar a su casa.
Y ese coche, tan rápido como para parar a tiempo, no la hubiera alcanzado.
Si yo hubiera elegido quedarme con ella como me pidió, Tiffany seguiría viva.
—Ella quería quedarse y no la escuché. La metí en ese coche —añado.
Eso me atormenta, tanto como su forma de agarrar mi brazo cuando le até el cinturón. Tanto como sus ojos claros mirándome con tristeza porque ella quería quedarse. Tanto como mis palabras vacías cuando le prometí que todo estaría bien. Ella era una de las personas que más me importaban y todo lo que hice fue decepcionarla.
Daría lo que fuera por cambiar ese día.
—No podías saberlo.
—Salió rápido porque estaba cabreada conmigo.
—No fue tu culpa —insiste.
—Que no lo sea no quiere decir que me carcoma menos.
Jayden, presiona el pulgar contra la comisura de sus labios y termina por levantarse del sofá y bajar hasta la alfombra. Baja la mirada hacia el mando que he dejado en el sofá antes de devolvérmela.
—Nunca me lo dijiste —es lo que dice.
—No eres de los que escuchan.
Y yo no soy de los que hablan.
—Eras un crío cuando pasó y nosotros hablábamos de todo por ese entonces. Maldita sea, Asher, eres mi hermano pequeño. ¿Cómo pudiste pensar que no te escucharía? ¿Crees que te habría dejado cargar solo con eso?
—No hubiera cambiado nada.
—Lo hubiera cambiado todo —se miente a sí mismo—. Debiste haber dicho algo, al menos a mí.
—Irónico que seas tú quien dice eso cuando tampoco le contaste a nadie lo que harías aquella nochevieja. —Sinceridad, puta sinceridad. ¿No era eso lo que él quería?—. Sabía que mentiste aquella noche. Saliste con la excusa de ir a comprar refrescos pero yo sabía que había suficientes en la nevera. No dije nada porque pensaba que habías quedado con Mackenzie y que no querías decirlo porque sabías que Lily se molestaría. ¿Sabes cuántas veces me pregunté si, de haberte prestado más atención, habría notado algo antes? ¿Cuántas me culpé por distanciarme pensando que, si hubiéramos sido más cercanos, podrías haber confiado en mí para eso?
—Nunca te habría metido en eso.
—No, pero debiste haberlo hecho.
—¿Eso es lo que querías? ¿Terminar de mierda hasta el cuello?
—Lo que quería era que mi hermano no muriera cuando podría haber hecho algo para evitarlo. ¡Joder, ¿es que no te entra en la cabeza que no podía soportar la idea de perderte también a ti?! —Perderle como a Tiffany, sin poder hacer nada y, a la vez, notando que el tiempo me habría dado una opción de haber sabido verla.
Sentía tanta culpa, tanto ahogo, tanto peso.
Sin nadie que estuviera ahí para mí.
Sin poder cargar con ello a terceros porque no era justo.
Alcanzo el móvil que he dejado cerca y lo guardo en mi bolsillo.
—¿Qué haces? —pregunta.
—Largarme antes de perder la puta cabeza.
Alejarme antes de estallar.
Joder, Olivia se sentiría malditamente orgullosa de mí ahora mismo.
La aparto de mi cabeza también a ella.
—Maman me lo contó —presiona siguiendo mis pasos—. Me contó lo de quedarte en el hospital todas las noches, que dormías en el pasillo cuando volví, que te encargaste de Lily cuando ella no era capaz de hacerlo, que fuiste al juicio para que el hermano de Nielle tuviera a alguien de confianza con él, que apenas te sacaste el curso porque pasabas aquí todo el tiempo para acompañarme a rehabilitación y que ni siquiera tenías tiempo para dormir.
No, ni en broma.
No pienso pasar por eso, no ahora, no de nuevo.
Es mucho, y yo estoy al borde.
Abro la puerta de casa.
—Intento decirte que lo siento.
Esa frase me paraliza. De todo lo que Jayden podría haber dicho, eso es todo lo que jamás hubiera esperado. Al menos no de forma tan libre de sarcasmo. Presiono la puerta, me doy un momento, y me vuelvo hacia él.
—No por lo que pasó, no hubiera cambiado nada de poder volver atrás y eso no es algo de lo que vaya a arrepentirme —añade. Mete las manos en sus bolsillos con notoria incomodidad—. Pero siento no haberme dado cuenta de que tú también tuviste que hacer un esfuerzo cuando pasó. —Dudo, por primera vez desde que le he visto en el aeropuerto, que ese cansancio de su mirada sea solo físico—. Y siento haber tardado tanto en darme cuenta.
—Ese es el problema, Jayden, que has tardado dos años en darte cuenta.
Jayden pasa el pulgar por su barbilla con dejadez.
—No importa cuánto lo intente ¿no? Nunca vas a perdonarme —dice.
—Te lo dije cuando hablamos; no soy como vosotros. No puedo hacer como si nada. No puedes darme una disculpa y esperar que todo lo dijiste se vaya. No puedes pretender que olvide que me hiciste sentir un mal hermano, un mal hijo, y que no era parte de esta familia. No puedes hacerme olvidar todos los comentarios que has hecho sobre ese tema durante todo este tiempo.
—No intentaba hacerte daño, solo quería que abrieras los ojos.
—¿Me estás jodiendo? —Miro la hora antes de guardar el móvil de vuelta. No sé a qué hora volveré, solo que no quiero estar aquí—. El día que volví al internado no fue porque quisiera preparar mis exámenes, fue porque la noche anterior me dijiste que no sabías lo que hacía aquí cuando hacía años que había dejado de ser parte de la familia. Palabra por palabra. ¿Y eso no era hacer daño?
Esa frase se ha quedado conmigo, tanto como su molestia al decírmelo. Fue aquí, al borde de las escaleras. Justo antes de que él las subiera y se olvidara de todo como si jamás lo hubiera dicho. Como si no acabara de cerrarme la puerta de esta vida en las narices de forma desgarradora.
—Me fui porque no podía vivir aquí sabiendo que le fallé a Tiffany y tú te esforzarse en recordarme cada día que ya no era bienvenido con cada uno de tus comentario —añado—. Pero, después de que despertaras, lo llevaste a otro nivel. Cruzaste la línea muchas veces, no puedes culparme por hartarme de que me patearas.
—Cortaste por completo el contacto después de lo de Tiffany, nos dejaste fuera —justifica.
—¡Ni siquiera podía levantarme de la puta cama por las mañanas cuando ella murió, ¿y pretendes que te respondiera todas las llamadas?! —Mi vida se convirtió en un infierno para el que no encontré refugio, lo que menos quería era hablar con las personas que tan fácil olvidaron la pérdida de mi prima. No podía ser como ellos—. Pudiste haberme dado algo de margen, pero preferiste demostrarme que, por haber intentado mantener la cordura, había perdido mi puesto en la familia.
A lo lejos, veo a Lily asomarse a las escaleras. Justo lo que no quería; que ella nos escuchara.
—¿Crees que eso era lo que quería? ¿Echarte?
—Lo dejaste muy claro, tanto que me quitaste las ganas de volver.
—Nos sacaste de tu vida sin explicaciones. La perdimos a ella y luego tú desapareciste. Eso dolió. ¿Crees que quería que te fueras? Maldita sea, solo quería que abrieras los ojos y volvieras. ¿Es que no puedes entender que estaba dolido y que te echaba de menos?
—Bonita forma de demostrarlo —ironizo.
—La jodí, ¿de acuerdo? La jodí. Sé que me pasé con los comentarios, pero estaba dolido. —Pasa una mano por su nuca—. No puedo más, ¿vale? No sé qué más hacer y sé que me estoy quedando sin tiempo porque tú desaparecerás en cuanto empieces la universidad. Estoy cansado de todo esto, solo quiero recuperar a mi hermano pequeño.
Hermano pequeño, siempre marcándolo como si fuéramos niños. Como si él siguiera siendo el hermano al que admiraba y seguía ciegamente. Hace años que dejó de serlo, él se distanció primero. Socializó, intentó abarcar más, y me dejó atrás. ¿Y ahora me culpa a mí por distanciarme? ¿Cree que no me sentí dolido cuando él me dio de lado primero?
Pero, eso, él no lo verá.
No es un incidente, no son sus palabras, es su comportamiento a lo largo de los años. Es un cúmulo de decisiones que nos ha ido apartando. Yo le seguía ciegamente, pero me fui quedando atrás. Jayden no lo vio, no le importó suficiente. Para él con hablar un par de veces ya estaba manteniendo la relación, pero yo necesitaba más.
En mis amistades, con mis más cercanos, siempre he necesitado más.
Porque es como soy yo con ellos.
Supongo que eso es lo que nos diferencia. Él abarca cuanto puede y yo soy un todo o nada. Siempre yendo detrás para mantenerle en mi vida, y él dolido porque yo no estaba ahí cuando decidió darse la vuelta para mirar hacia lo que había dejado atrás. Él abarca todo lo que puede, pero no puedes dar lo suficiente a todos cuando cubres a tanta gente.
Me siento dolido, todavía, y decepcionado. Con él. Conmigo.
No sé lo que quiero decir y no hace falta porque abren la puerta antes de que pueda planteármelo. Espero a nuestra madre y sé que usaré esa oportunidad para irme porque no pienso lidiar con más ahora, pero no es ella la que viene, sino una chica rubia que estira los brazos al cruzar la puerta y canturrea:
—¡Cariño, estoy en casa!
Ella sube las gafas de sol que trae puestas a su cabeza y para junto al espejo del pasillo para asegurarse de tener bien puesto el flequillo. Es ahí, a través del reflejo, que debe de notar mi mirada sorprendida porque la sostiene antes de volverse.
—A ti no te conozco —entrecierra ligeramente los ojos mientras piensa, luego me da una de esas sonrisas que hace que mi hermano bufe cerca. La chica rueda los ojos al volverse hacia él—. Oh, cállate, que bastante contenta me tienes ya.
—Entonces deja de ponerle ojitos a mi hermano —responde él.
—Tu hermano —eso le confunde, pero no desanima.
Ella murmura un "mhmm" y se vuelve hacia mí. Una sonrisa cargada de insinuación (probablemente más notoria porque sabe que le molestará a Jayden) vuelve a mí. Al verlo, Jayden tira del brazo de ella para conseguir su atención.
—Hermano pequeño —puntúa Jayden.
—Define: "hermano pequeño". En edad.
Paso una mano sobre mis labios y me echo a un lado.
—Diecisiete. —No tengo ganas de meterme con nadie con cómo están las cosas en mi cabeza ahora incluso si ella es una chica a la que considero atractiva y me llama la atención lo directa que es—. Un problema siendo de Virginia.
Ella chasquea la lengua hacia el último comentario.
Luego se vuelve hacia Jayden.
—¿Qué haces aquí, Charlie? ¿Y de dónde has sacado una copia de las llaves?
—Dani me las dio. —Mueve el pomposo llavero para marcarlo—. Me dijo que ibas a olvidarte de que me prometiste ayuda con la mudanza y que nunca contestas al móvil así que me dejó esto para, y son sus palabras no mías, "sacarte a patadas de tu habitación".
Mi hermano estira una mano hacia el llavero, pero ella lo aparta de su alcance.
—Se las devolveré cuando quede con ella el sábado, ahora ponte los zapatos, vienes conmigo y tu hermano también puede venir si quiere. No me quejo de tener buenas vistas mientras tomo el sol en la piscina. —Me da una sonrisa que hace que mi hermano se queje de nuevo—. ¿Qué? Mirar no es ilegal.
—Ahora entiendo por qué Rob no quiere ayudarte con esto.
—Rob estaría encantado de ayudarme si no estuviera en los Alpes con su familia. Así que ahora, por desgracia, tengo que conformarme con el novio de mi mejor amiga para meter todo en cajas antes de irme a la universidad.
—Podrías hacerlo tú sola.
Ella abre la boca con horror y apoya una mano contra su corazón.
—Jayden Lorcan Bremen, ¿por qué quieres hacerme daño?
—No puedo creer que ella te dijera mi segundo nombre.
—Le encanta usarlo cuando está cabreada contigo —sonríe Charlie—. ¿Entonces qué? ¿Vas a venir o tengo que ir llorándole a Dani para decirle que te estás portando fatal con su mejor amiga? Qué digo mejor amiga, prácticamente su hermana. Le dolería tanto que nosotros no nos llevemos bien...
Jayden deja ir una queja.
—Dame cinco minutos —pide.
—Bien. —Charlie sonríe, mete las llaves en su bolso y estira los brazos mientras se mete en casa—. ¿Está Lily en casa? Adoro a ese angelito.
—Está arriba, en su habitación.
Omito decir que ella estaba en las escaleras hace poco. No sé cuándo, pero ha debido irse porque ya no está ahí cuando miro. Charlie para junto a la puerta de la cocina y debe de notar que hay pastelitos porque no duda en entrar y agarrar uno de ellos antes de volver a salir.
—Amo cómo cocina vuestra madre —deja ir.
—Arriba —insiste Jayden—. Lily está arriba.
—Lo sé, lo sé, ¿por qué las prisas? Eres muy irrespetuoso, Jayden Lorcan Bremen. —Vuelve su mirada hacia mí—. Entonces tú eres el que estuvo estudiando fuera, ¿no? Lily no para de hablar de ti. El francesito. —Prueba un bocado del pastelito de limón sin entender que la parte interior no es tan dura como la de fuera y hace un desastre con el primer bocado. Presiona la mano contra su barbilla para deshacerlo—. Pareces mayor para tu edad. ¿Cuándo has dicho que era tu cumpleaños?
Jayden echa la cabeza hacia atrás.
—Charlie, maldita sea...
—¿Qué? Solo era por hablar de algo. —Ella muerde el pastelito una segunda vez y me devuelve la mirada—. Podrías ayudar a Jayden a cargar mis cosas en el coche. Tengo una piscina, eres bienvenido para usarla. Tú eliges cuánto llevar puesto. —Jayden se queja una vez más y ella le da una mirada descontenta—. De verdad que no sé cómo Dani te soporta, eres un gruñón.
Esta vez, Jayden la alcanza y empuja suavemente hacia las escaleras.
—¿Puedes hacerme el favor de dejarme cinco minutos con mi hermano? —pregunta haciendo que ella pise el primer escalón—. Estábamos hablando de algo importante cuando has interrumpido.
Eso sí parece entenderlo porque no opone más resistencia. Se agarra a la barandilla y da dos pasos más hacia arriba antes de mirarnos sobre su hombro.
—Vale, pero más vale que os portéis bien —dice—. He crecido con tres hermanos mayores y cuatro primos, no me hagáis bajar porque os estáis portando como críos, que ya tenéis una edad.
Jayden se tensa y sé que ha debido de contarle que hay ciertos problemas entre nosotros a su novia. Claro que lo ha hecho, ella me llamó porque estaba preocupada y, esa preocupación, también ha debido llevarle a contar algo a su amiga.
Malditamente fantástico.
Charlie señala sus ojos, luego a nosotros, y finalmente sube las escaleras con gran emoción en su voz cuando dice: "Lily, ¿dónde estás, preciosa? Te he traído una falda que te va a encantar."
—¿Esa es...?
—No preguntes —me interrumpe Jayden todavía frustrado—. Créeme, mejor no saber. —Luego mete las manos en los bolsillos—. ¿En serio le has dicho que eras menor?
—¿En serio has dejado que te manipule como lo ha hecho por ser amiga de tu novia?
—Prácticamente su hermana —imita con amargo humor las palabras de la chica antes de murmurar—: Touché.
Esa chica se ha llevado parte de la tensión, la suficiente como permitirme unos segundos para suavizar mis pensamientos, para aclararlos. Un golpe de agua fría cuando más lo necesitaba. Aun así la tensión de la conversación sigue aquí, meciéndose entre mi hermano y yo sin llegar a terminar.
Ahí me doy cuenta de que nunca va a hacerlo. No avanzamos. Incluso si lo hablamos. Pase el tiempo que pase, es algo que seguirá ahí, un resentimiento que no podrá terminar de sanar. Somos diferentes, nos molestan cosas diferentes, nos duelen cosas diferentes, y no nos entendemos.
Dudo que alguna vez vayamos a hacerlo.
No puedo creer estar haciendo esto, pero ahogo todo para extender una mano hacia mi hermano. Porque lo es, sin importar lo que pase. Porque me importa, aunque no quiera que lo haga. Porque da igual cuánto corra, no importa cuánto me aleje, nunca será suficiente.
Jayden baja la mirada hacia el gesto.
—Te equivocaste cuando me dijiste que tuviera cuidado porque ser tan rencoroso haría que me pareciera a Dominic. Ya me parezco a él. Quizás por eso nunca nos llevamos del todo bien, porque somos demasiado parecidos. —Mi mano vacila, pero sé que él va a devolverme el gesto, es mi tregua, solo tiene que aceptarla—. Puede que él sea un completo capullo, pero siempre ha tenido claro dónde se levanta y, por mucho que no le soporte, admiro eso de él. Igual que siempre admiré cómo cuidaba de Lily hasta que decidió alejarse, porque él siempre tenía claras sus ideas y se regía por ellas. Tú intentas abarcar tanto que pierdes de vista lo que importa.
Frunce el ceño.
—No lo digo para atacarte, solo para explicarte lo que he tardado tiempo en entender; no nos parecemos, y nunca vamos a actuar como el otro quiere que lo hagamos —añado—. No puedo prometerte que vayamos a ser cercanos, pero puedo intentar no desaparecer de tu vida de nuevo si tú aceptas que no tendrás conmigo una relación estrecha porque no va contigo centrarte en pocas personas y yo no puedo tirar solo con eso.
Eso es todo lo que puedo ofrecer.
Intentarlo.
—No es lo que esperaba —dice.
—Es todo lo que puedo ofrecer.
Jayden se tensa, pero termina alcanzando mi mano. Sella el "acuerdo" y, en cuanto lo hace, aprieta el agarre. Hablo antes de que tenga oportunidad.
—Ni se te ocurra —advierto.
Porque le conozco y odio los putos abrazos.
Jayden me da una apagada sonrisa ladeada como respuesta.
—Puedo intentar conformarme con eso —devuelve al fin—. Tendríamos que haber tenido esta charla hace años. —Suelta mi mano y mete las suyas en los bolsillos de su sudadera—. Te he echado de menos.
—No presiones.
Eso es todo lo que puedo decir. No esperaba llegar a esto y no sé cómo enfrentarlo. Por eso abro la puerta una segunda vez, no para huir, sino porque necesito que me dé el maldito aire.
No sé si esto puede considerarse hacer las paces, pero es un inicio.
Es un intento.
Presiono la pulsera con mis dedos.
Olivia se sentiría malditamente orgullosa de mí por esto.
Con eso en mente, salgo de casa y, las siguientes horas, las paso andando solo por la ciudad en la que me crié.
(...)
Es pasada medianoche cuando veo a mi madre salir de su habitación. Apenas hemos hablado porque no estaba en mi mejor humor cuando ella ha vuelto y Lily ha insistido en ver películas conmigo hasta que se ha quedado dormida. En cuanto lo ha hecho, la he arropado y he vuelto aquí.
Al pasillo.
Miro con curiosidad hacia mi madre mientras ella revisa la habitación de mi hermana. Una vez se asegura de que está ahí, pasa hacia la mía, pero, antes de hacerlo, me encuentra. No sé si es dolor o compasión lo que veo cuando se acerca.
—Todavía revisas las habitaciones —digo en bajo.
—Y tú todavía no puedes dormir si no es frente a la puerta de tu hermano. —Se sienta a mi lado como hacía aquellas noches. En silencio, solo para no dejarme solo con mis pensamientos. Había olvidado ese detalle. Me da una mirada suave—. ¿Quieres que hablemos?
Presiono la mano contra mi frente y niego.
No tengo ganas de discutir con ella porque hay todavía mucho entre nosotros que no se ha arreglado. No le mentí a Jayden al decir que no me es fácil olvidar, no puedo hacerlo y, mi madre, con sus acciones o con su falta de ellas, ha rasgado por completo gran parte de mí a su paso. Pero después de lo de Jayden me siento drenado que no digo nada cuando ella apoya una mano sobre mi hombro.
—Me ha contado que habéis estado solucionando vuestros roces. Deberías haberle visto al volver de casa de Charlie, hacía mucho que no le veía tan feliz, y todo por ti. —Presiona mi hombro con suavidad—. Él te ha echado mucho de menos, igual que tu padre, igual que tu hermana, igual que yo.
—Lo he notado, te aseguraste de que viniera por todos los medios. Incluso le mandaste el billete de avión a la abuela para que insistiera. —Presiono mi frente intentando deshacerme de todo—. Sé que tienes buenas intenciones, pero no es el momento.
Ella mantiene el agarre en mi hombro mientras guarda silencio.
Y de golpe volvemos allí, a aquellas noches sin poder dormir frente a la puerta de Jayden. A aquellas tardes en el hospital donde solo mirábamos esa cama esperando que él despertara. Tan solitario, tan silencioso y, al mismo tiempo, tan ruidoso que se hace incluso con la totalidad de tus sentidos. Con todos tus pensamientos.
—Tu abuela se alegró de que fueras a verla —añade tras unos minutos.
Eso me golpea junto a lo que me ha desvelado esta noche. La pulsera roza mi rostro mientras intento ahogar la impotencia que me arrastra al despertar en busca de algo y no poder dar con ello.
Al no poder dar con ella.
Su ausencia me golpea en cuanto me quedo solo con mis pensamientos, en cuanto algo me preocupa y sé que tendré que ahogarlo porque su toque no vendrá para llevarse las preocupaciones. En cuanto despierto durante la noche y ella no está para que el reconfortante aroma a almendra me devuelva la tranquilidad suficiente como para poder dormir.
Las semanas después de que ella dejara París fueron largas. No pensé que no tener a alguien con quien hablar fuera a afectarme tanto. No pensé que ella se hubiera convertido en alguien tan importante en mi vida, pero lo era.
Sin ella, los días se hicieron largos y pesados.
Empecé a tener más tiempo para mí del que me gustaría. Mi habitación se volvió demasiado grande, el silencio demasiado pesado, y yo solo quería hacerlo callar. Así que empecé a tirar de conocidos para poder salir casi todas las noches. Perdí el control de mi vida antes de tenerlo y, de las veces que salí, pocas las pasé solo.
No podía, no quería.
Y me sentía malditamente frustrado en cuanto me iba por la mañana sintiéndome culpable aunque no tenía razón para sentirme así. Esa sensación de ausencia no se iba sin importar cuánto intentara llenarlo. Solo había impotencia y anhelo ahogándome más a cada día que pasaba.
—También me dijo que llevaste a alguien —añade.
Eso me hace apartar su mano de mi hombro y ponerme en pie.
—No vamos a tener esa conversación.
—Cariño —llama con suavidad.
—No. Solo... No.
—¿Sabes? Tu padre nunca ha sabido entenderos a tu hermano y a ti. Él siempre ha pensado que Jayden era el que sentía las cosas de forma más intensa porque era el que las hablaba con nosotros, y tú nunca has aceptado la ayuda de nadie. —Mi madre se pone en pie también, compasión en su mirada—. Pero siempre has sido tú, no él, aunque siempre has sido demasiado independiente y cerrado como para dejarlo ver.
—¿A dónde demonios quieres llegar con esto?
Ella suspira.
—Siempre usando malas palabras —murmura. Luego alcanza mi mejilla para ganarse mi atención como hacía cuando yo era un niño y, tras meterme en algún lío, rehuía su mirada para no tener que confesar—. Tu abuela me contó sobre ella.
Quito su mano.
—Asher, cariño, tienes que parar.
—No sé qué se te ha metido en la cabeza pero...
—Asher —llama con dureza—. Te quiero con todo mi corazón, y quiero entenderte, por eso he dejado que te alejes tantas veces, porque es lo que haces cuando algo te duele. Así que te he dejado ir, una y otra vez, pero eres mi hijo y veo cuándo algo te duele. —Deja la mano caer—. Tu abuela me dijo que parecías otro cuando fuiste a verla. Tan risueño como cuando eras un niño.
Aparto la mirada.
—También me dijo que te cerraste en cuanto esa chica se fue —añade.
—Putain, je ne vais... [Joder, no voy a...]
—Cariño —interrumpe con cansancio—. Te quiero y quiero que seas feliz. Por eso tienes que parar de alejarte cuando algo te duele. ¿No te das cuenta de que estás perdiendo tu vida? —Esa es una gran tontería—. Sabes que siempre he pensado que todo pasa por algo, incluso las cosas más dolorosas.
Nos contó, años atrás, que incluso lo que no sabemos que nos está guiando es un empujón en la dirección que debemos tomar. Nos contaba cómo la muerte de su hermana hizo que, a los dieciséis, ella decidiera aceptar la beca para bailar en París. Buscó trabajo, un familiar que le supervisara, y se fue. Ella dijo que perder a su hermana le hizo necesitar arriesgarse porque "de eso se trata la vida, de vivir el tiempo que te da con la mayor intensidad porque es efímera".
"Por ella fui a bailar a París, por ella me uní a la academia, por ella fui a un recital a Nueva York, y por ella conocí a vuestro padre —nos contó—. Fue el peor momento de mi vida el que os trajo a mi vida."
Ella pensaba que era el destino.
Yo que es una forma para lidiar con la pérdida.
—Todas las experiencias que nos marcan nos guían. Sé que ahora no lo ves y que es complicado, pero estoy segura de que, en algún momento, todo esto tendrá sentido para ti. Pero eso no pasará si sigues alejándote de todo. Cariño, tienes que parar.
"Ella no sabe nada, no lo entiende", excuso en mi cabeza.
—Tienes que parar —insiste en bajo antes de dejarme ir—. Al menos piensa en ello, solo un poco. E intenta dormir, tienes mala cara.
En cuanto se va, apoyo la espalda contra la pared y, una vez más, miro hacia la puerta de mi hermano. Cerrada y con él perfectamente a salvo dentro. No, no creo en estas cosas, los mayores males no te traen nada bueno, solo te hunden. Más cada día.
Te ahogan hasta que no puedes más.
Te hacen esconderte, rehuir, alejarte, buscar una salida que no existe. Te hacen resguardarte hasta de quienes te rodean, te aisla. Te hace irte de casa hasta que ya no te quieren ahí, discutir con tu hermano hasta que buscas refugio en otro país para poder sobrevivir. Te roba la posibilidad de que otros te importen porque no quieres decepcionarles.
Y traen a alguien a tu vida que encaja con cada una de tus heridas solo para quitártela de vuelta.
Te destroza y te lo quita todo.
Por mucho que no quieras.
──────༺༻ ──────
Primero de todo, buenos días : )
ANTES DE LA LLORERÍA, OS TRAIGO NOTICIAS. En diciembre hicimos una encuesta en Instagram para ver si había extra de JDP o de Ashliv y ganó Ashliv... Lo tengo ya escrito y lo publicaré aquí este sábado (aviso, es un extra de cuando seguían en el piso♥) #PorqueAñoramosAshlivMásQueAsher
Lo que me recuerda que...
Él realmente la echa de menos, ¿eh?
Así nos imagino al leer que él tiró todo lo que le recordaba a ella porque le dolía...
Cuando nos dimos cuenta de que ya no habrá videollamada...
Cuando vimos a Asher quedarse el anillo de ella para intentar hacer las cosas bien...
Al ver cuánto él la echa de menos...
Oh, pero cuando Charlie ligaba con Asher mientras regañaba a Jayden lol
Y Lily poniendo a Olivia Rodrigo todo el viaje modo el karma golpeando a Asher
perdón ya paro
Sobre Jayden... A veces las cosas no son fáciles. A veces no se pueden solucionar. A veces hay que vivir con ello. Por mucho que nos hubiera gustado que terminaran como bff ya vimos desde CDD que Jayden estaba dolido con Asher. Como Asher ha dicho: ha sido un cúmulo de cosas y sus personalidades son muy diferentes. Se hacen daño aunque no quieran, pero al menos han decidido ser maduros al respecto...
AVISO: Quedan dos capítulos (o uno si me da por hacerlo largo, pero apostaría más por dos) y el epílogo! ♥
¡Nos leemos con el extra mañana!
Love u,
— Lana🐾
Pd—Asher corrigiéndose porque Peut-être es lo que siempre le decía a Olivia... lloro
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