Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 45 - "¿Cómo sabes que alguien te importa?"

Hola de nuevo. ¡Manta y palomitas que viene largo y SHIIIPPPPPP!

Sé que es raro que haya actualizado 3 veces en una semana. Si creéis que es una señal de que tengo problemas y vais a avisar a alguien recordad decid que la culpa es de una tal c a n d e. Me tiene amenazada : (

45 | "¿Cómo sabes que alguien te importa?"

Olivia Audevard

Sábado, 18 de julio

Espero apoyada contra la pared más cercana a los baños. A mi derecha, las escaleras están siendo utilizadas por personas que dejan la pista de baile para subir a cubierta. Otros, salen al exterior directamente. La sala empieza a vaciarse a la una de la mañana. Como la última vez.

El pasillo que lleva a los baños, a mi izquierda, está guardado por uno de los de seguridad que controla cuántas personas pasan cada vez. Ansel lleva un rato ahí dentro y todo lo que quiero es que vomite para poder irnos.

Mientras hago tiempo, encuentro a Marcus en la barra. Está hablando con una chica a la que le sirven un chupito por el que él está pagando. Ella toca su brazo cuando ríen y yo ladeo la cabeza al verlo. Me pregunto cómo hubiera sido todo si, el mes pasado, Ansel no hubiera terminado por los suelos. O cómo habría sido si Marcus no hubiera dicho de quedarnos más tiempo por la fiesta antes de irnos. Lo más seguro es que me hubiera ido con él. Pudiendo entendernos en inglés y con lo agradable que resulta su presencia, también le habría pedido su número para seguir en contacto.

Como él ha dicho; habríamos aprovechado los días que nos quedaban aquí.

La idea es tan agradable como lejana.

—¿Liv?

Me vuelvo hacia las escaleras que bajan desde cubierta. Asher está a dos escalones del suelo, notoriamente sorprendido de verme aquí. Se vuelve hacia Sammuel (dos escalones por encima de él) y le da su vaso con un "Sujeta esto" antes de terminar de bajar.

—¿Qué haces aquí? —me pregunta.

—Te dije que iba a salir. ¿Qué haces tú aquí?

—Tenía la entrada desde hace tiempo por...

Mira hacia Sammuel como parte de su explicación. Sammuel, con un vaso en cada mano, abre un poco los dedos para intentar saludar.

—Veo que habéis hecho las paces —comento.

Mantengo la mirada en Sammuel. Lo hago porque estoy esperando que él delate que no están en buenos términos. Es lo único que tendría sentido. He oído los comentarios de Asher, la dureza en ellos, y me resulta incomprensible que ahora estén actuando de forma tan cercana.

Siento curiosidad, y confusión.

Asher se pone en medio para recuperar mi atención.

—¿No ibas a salir con Ansel? —pregunta.

—Lo he hecho.

Espera en silencio antes antes de volverse hacia Sammuel y decirle algo en francés. De lo que Sammuel responde, solo identifico la parte de "D'accord" (de acuerdo), el resto se pierde a mi entendimiento. Sin despedirse, Sammuel se aleja con ambas consumiciones hasta llegar a una de las mesas más cercanas a la barra del fondo. Veo a Luanne y a otro chico de la versión francesa del curso allí.

—¿Te ha vuelto a dejar tirada? —pregunta Asher.

—Lo preguntas como si tú no lo hicieras todo el tiempo.

—Nunca te he dejado sin saber cómo volver o en plena noche.

—Tampoco él. —Su mirada roza la incredulidad.

—Liv... —presiona.

—Está en el baño. Estoy esperando a que salga. Ha mezclado mucho y tiene ganas de vomitar.

Con eso, Asher se queda algo más tranquilo pero la falta de sorpresa hacia cómo ha terminado Ansel es también notoria en su rostro. Un implícito "cómo no" que le hace apoyar su costado contra la pared, un paso más cerca. Mis pensamientos caen en palabras que Asher ha pronunciado poco tiempo atrás. No porque quiera hablarle de ello, sino porque me siento avergonzada de haberlo escuchado.

Me siento todavía peor por no haber dicho nada todavía.

No puedo no contarle eso.

—Oye... —No me he dado cuenta del momento en el que él ha decidido que las diminutas flores de mi vestido corto le parecían curiosas. Eso hace que me sorprenda ligeramente verle pasar los dedos por una de ellas, con su atención puesta en el color pálido del vestido y trazando una línea poco clara sobre los enredos de esas flores hacia mis costillas—. Estaba en cubierta con Ansel antes. Él necesitaba tomar el aire porque tenía ganas de vomitar y le he acompañado.

Asher sigue las diminutas flores bordadas sobre la falda ceñida. Está demasiado distraído como para notar la preocupación adornando mi tono. Desliza los dedos sobre mi costado para trazar una de las transparencias que terminan en un escote recto. Las flores, apenas perceptibles en la distancia, se enredan para cubrir solo lo suficiente de la parte superior. Eso hace todo menos desagradarle. Levanta la mirada cuando termina de examinar la tela.

—Si tanto querías que saliera con vosotros alguna vez, podrías haberme dicho que esto es lo que llevarías puesto —dice. Sus ojos se clavan en los míos, ajeno a lo que estoy intentando decirle. Como algunas noches que pasa por la cocina (con la oscuridad cayendo sobre él y mezclándose con las sombras bajo su capucha), hay detalles que presionan y afilan sus rasgos—. Me hubieras convencido rápido.

Siguiendo sus palabras, tira de mí hacia él, inclinándose para besarme.

—He oído tu discusión con Sammuel y Madelinne —corto.

Se queda a escasos centímetros de mis labios y siento el frío entre nosotros.

—¿Qué? —pregunta con lentitud.

—Estaba fuera cuidando de Ansel cuando habéis salido.

Le va a sentar igual diga lo que diga, así que omito añadir que no tenía intención de escuchar. Asher es fácilmente la persona más privada (sin contarme a mí) que he conocido, ¿cómo no esperar que vaya a sentarle mal? Se echa ligeramente hacia atrás, con emociones mezcladas sobre sus ojos azules antes de tensar la mandíbula.

—De acuerdo —es lo que dice.

—¿"De acuerdo"?

—¿Y qué quieres que te diga, Liv? —devuelve. Sus ojos se ven más claros con cada golpe de las luces que se balancean cerca—. Ha pasado, no hay mucho más que hacer ahí.

Si lo de Sammuel me ha confundido, esto lo hace todavía más.

Empezaba a pensar que le entendía, pero ahora siento que alguien acaba de abrir la puerta de la habitación en la que yo estaba solo para enseñarme que el mundo es todavía más grande y complejo. Asher lo es. Me doy cuenta de lo poco que le conozco, de lo poco que me he esforzado en conocerle.

—Le estabas intentando alejar de ti, Asher —marco.

Me mira sin entender, pero tarda poco en adivinar que hablo de Sammuel porque encuentro su aburrimiento abrirse camino. No le gusta ese tema y decide que es más entretenido recuperar un mechón de mi pelo por el que deslizar sus dedos. Para un instante antes de dejarlo detrás de mi hombro.

Antes de poder decir más, Ansel sale del baño.

Me aparto de la pared al verlo.

—Eh, ¿estás mejor? —pregunto.

Ansel está secando las manos contra su camisa a rayas, tan en su mundo que ni siquiera se da cuenta de que Asher está a mi lado.

—Me siento como si me hubieran metido una batidora en el estómago —murmura. Levanta la mirada, pero solo me mira a mí—. Mira, no quiero arruinaros el... Eso una segunda vez así que pediré un Uber para volver. —Es ahí cuando se fija mejor en que no es Marcus sino Asher quien está a mi lado—. Oh, putain, te he confundido con ese alemán, perdona.

—Te acompaño de vuelta —aviso.

—No hace falta. Como te he dicho, no quiero fastidiarte la noche.

—No lo estás haciendo —le recuerdo por segunda vez.

Saco mi móvil del bolsillo avisando de que puedo pedir yo el Uber (si es que hay uno por la zona a estas horas). No creo que meter a Ansel en un autobús nocturno, que da tantas vueltas, sea conveniente. Ir andando tampoco se me pasa por la cabeza pese a que no estaremos a más de media hora del piso. Así que abro la aplicación y, antes de marcar nada, vuelvo la mirada hacia Asher esperando a que me diga qué hará él. Quizás entendiendo mal, agarra mi móvil y selecciona él el Uber antes de devolvérmelo.

—Llega en veinte minutos —avisa—. No tengo mucho más que hacer aquí de todas formas.

Asiento y, puede que porque necesito algo que hacer, voy a la taquilla a por mi abrigo y bolso. Al volver con ellos, dejo la gabardina en manos de Asher y doy por obvio que mantendrá un ojo sobre Ansel mientras paso por el baño. Lo que oigo al alejarme es un seco: "Más te vale no vomitarme encima" de Asher.

No tengo que esperar mucho hasta poder meterme al baño de mujeres y voy directa a uno de los espejos para apartarme el pelo y asegurarme de que Marcus no ha tenido tiempo de hacer nada. Como esperaba, no es nada notorio. Apenas puede distinguirse una zona más enrojecida. No es mucho, ni siquiera durará más de unas horas. No le ha dado tiempo a nada, no he dejado que le diera, pero está ahí.

Cerca, oigo una risa apagada.

En el lavabo del fondo, veo a Madeline. Ella se ha echado sus tirabuzones hacia atrás y tiene un trozo húmedo de papel en su mano. Su rostro está lleno de marcas de máscara de pestañas que no ha terminado de quitarse con éxito y hay zonas de su piel más enrojecidas o claras por la forma en la que intentar limpiarlo está llevándose consigo la base de maquillaje.

Ha estado llorando. Mucho.

—Eso no se te va a ir tan fácil —me dice con una mezcla de disgusto y superioridad.

Vuelvo la mirada hacia el espejo. Madeline lleva devolviéndome desdén desde el día en el que la conocí. No le caigo bien y no me voy a esforzar en solucionarlo. No me interesa hacerlo. Pero ella ha estado llorando y está sola. Le veo intentar quitarse el rastro de puntos negros de su piel con impotencia.

Abro mi bolso sin pensar bien lo que estoy haciendo cuando saco un pañuelo de papel, pongo jabón y agua, y se lo ofrezco. El trozo de papel que ella tiene está destrozado y esta es mi pequeña ofrenda de paz. Una que ella rechaza apartando la mirada. Elige volver a uno de los cubículos a por más papel antes de volver a humedecerlo y seguir a lo suyo.

No le pregunto si está bien porque conozco la respuesta.

Les he oído hablar. Madeline prácticamente le ha gritado a Asher que siente algo por él solo para irse con las manos vacías. No sé si es tan fuerte como para sentir que le han roto el corazón, pero definitivamente parece doloroso. Ella ahoga más lágrimas mientras intenta quitarse la máscara de pestañas corrida de sus mejillas.

En lugar de irme, dejo el bolso junto al lavabo más cercano al suyo.

—Si vienes a reírte de mí o a humillarme, puedes irte. —Me mira a través del espejo con auténtica rabia en sus ojos verdes mientras lo dice—. Sé que estáis juntos. No te preocupes, no tienes que venir a amenazarme como una perra para que no me meta.

—No vengo a nada de eso —digo con suavidad.

Ella bufa, incrédula.

En silencio, busco la pequeña caja que traigo siempre en el bolso para momentos como este. Más de una vez, duermo fuera, lo que quiere decir que me viene bien tener ciertos detalles de maquillaje para esos días largos. No me llevo mucho, solo una máscara de pestañas de viaje que apenas ocupa espacio y una caja plana con una pequeña esponja para usar la base de maquillaje en crema que viene dentro. Madeline es más pálida que yo, pero ahora mismo los colores se mueven por su rostro de forma desigual. La base de maquillaje que traía tiene espacios y la rojez se ha abierto hueco por cada rincón de sus mejillas. Esto, al menos, servirá para solucionarlo. Para que no parezca que su maquillaje se ha corrido por llorar.

Muevo la caja en mi mano y deslizo el dedo sobre el logo de la marca que hay grabado en su tapa.

—Te ayudará a disimular que has llorado —ofrezco.

Madeline clava sus ojos verdes en la caja, luego en mí, y finalmente tira el trozo de papel contra el lavabo para llevar las manos a sus caderas cuando se vuelve hacia mí. El desdén es más notario que nunca y se intensifica tras el rechazo que le han echado en cara minutos atrás.

—No eres mi amiga —dice.

—No intento serlo.

Mira hacia la caja de nuevo.

A desgana, me la quita de la mano y la abre. No me da las gracias cuando se vuelve hacia el espejo para corregir su base de maquillaje, pero noto el alivio suavizar la tensión sobre sus hombros a más consigue que la base encaje con su tono de piel.

—Deberías ir con más cuidado con Asher —digo.

Abre la boca, sorprendida cuando me mira a través del espejo.

—¿Me estás amenazando? —pregunta—. ¿Tú?

—Te estoy dando un consejo. —Claro que no es una amenaza, ¿por quién me toma?—. Asher puede ser directo y hacer mucho daño cuando quiere, pero eso no quiere decir que no haya cosas que le duelan. Si quieres tener una mejor relación con él, deja que sea él quien te cuente las cosas.

Presiona las manos contra el lavabo con rabia.

—¡Tú no le conoces! —grita.

Un par de chicas que acaban de entrar cortan su conversación al oír el grito. Ellas paran en el espejo para sacarse un par de fotos antes de salir murmurando en francés. Eso molesta todavía más a Madeline.

—Yo conozco a Asher desde que teníamos siete años —sigue contando—. Estuve ahí cuando se rompió el brazo, dormí en su casa decenas de veces, he estado en sus cumpleaños y él en los míos. ¡Le conozco! No tengas la cara de venir dándome "consejitos" para llevarme bien con él cuando le conoces desde hace dos días. ¡Dos!

Si no respondo no es porque ella tenga razón con su rabia o por bajar la cabeza. Me quedo en silencio porque me compadezco del dolor que siente. No me afecta nada de lo que dice, pero Madeline necesita ese desahogo y se lo permito. No por mí, no por ella, sino por lo que quiero decirle después.

—¿Crees que no conozco a las personas como tú? —pregunta—. Apareciste en una salida nuestra con unos tacones y pintas de haber salido y no haber dormido en tu casa. ¿Crees que no nos dimos cuenta de que Asher solo te trajo a las Catacumbas porque folló contigo?

Una chica que acaba de salir del baño se mueve incómoda hasta el lavabo más alejado para lavarse las manos intentando hacer el mínimo ruido posible. Madeline no espera a que la chica se vaya para seguir. Empieza a moverse por el baño, con sus tacones sonando contra el suelo a cada paso.

—En clase siempre estás hablando con el chico junto al que te sientas. Le haces ojitos y vas detrás de él. Veo cómo vistes, cómo hablas, cómo actúas. ¡Te he visto encima de ese tío en la pista hace diez minutos! —Su voz se corta un poco con su siguiente frase—. ¡A ti te da igual Asher! Solo quieres a alguien con quien follar, o a uno de tantos, y has ido a por él. ¡Eres mala para él! Todo lo que haces es ocupar su tiempo. Él debería estar centrándose en sí mismo y en su familia. Debería estar con ellos arreglando las cosas, no contigo. ¡Quiero que esté bien y tú solo estás complicado las cosas! ¿Por qué no puedes dejarle en paz?

Espero en silencio. Ignoro las pequeñas pausas que hace hasta que vuelve a apoyarse contra el lavabo para recuperar las fuerzas. Hay verdad en sus palabras, verdad e incomprensión. Sí, me da igual Asher en muchos sentidos y, sí, solo quería a alguien con quien tener sexo, pero eso también es lo que Asher quería. Madeline ni siquiera se ha planteado esa opción. No soy yo quien está en medio de la "solución a sus problemas", y creo que, de no ser por su forma tan amarga de verme, Madeline también se habría dado cuenta de eso.

Podría decírselo, podría decirle muchas cosas que le dañarían si siente algo por Asher. Podría explicarle cómo es la relación que tenemos. Podría decirle que es cierto que le conoce, pero que es a mí a quien ha empezado a contarle de forma voluntaria detalles más privados de su vida. Podría ser fría con esto, hacerle daño o simplemente ser cruel, lo he hecho más veces. Podría hacer tantas cosas que guardo...

Recojo la cajita con la base de maquillaje y la meto de vuelta en mi bolso.

—Sé que tienes las mejores intenciones con Asher. —Madeline se cruza de brazos al escucharme. No levantarle la voz parece confundirla. No tengo ganas de dejarme la garganta en esto. Ni siquiera me he sentido atacada. Además, tiene razón en demasiadas cosas—. Tus intenciones son buenas y deberías seguir intentándolo, pero no de esta manera. Sé que tú le conoces mejor que yo y no intento decir lo contrario. Pero necesito que entiendas que Asher se cierra si se siente atacado. Él no quiere más enemigos, Madeline, no te conviertas en una para él.

Ella tiene razón, yo no le conozco tanto. No conozco su vida, no conozco sus gustos o aficiones, pero entiendo gran parte de sus reacciones. No sus motivos como he descubierto con lo de Sammuel hace unos minutos, pero sí una parte profunda que ha empezado a dejarme ver. Una que ni siquiera el paso de los años ha abierto para Madeline, y eso se siente más importante al entenderlo.

Asher me ha dejado entrar. A su manera, con sus barreras todavía puestas, pero lo ha hecho.

—No le acuses, no le ataques y no le eches nada en cara. ¿Crees que él no sabe lo que vas a decirle? Es listo, claro que lo sabe —añado—. Él no necesita eso. No tienes que ponerte de su parte si no crees que tenga la razón, pero estate de su lado y déjale marcar el tiempo a él. Solo eso.

Me iré y no quedará rastro de mí, pero me gustaría dejar algo bueno por una vez.

Por eso he parado a hablar. No por Madeline, no por mí, sino por Asher.

Agarro mi bolso de camino a la puerta. Antes de irme, paro y miro sobre mi hombro. Madeline se ve sorprendida todavía. Ella ha suavizado ese enfado y me mira sin entender. Lo último que pido no paro ni a pensarlo, se escapa de mis labios al abrir la puerta.

—Ten paciencia con él.

Porque ella se preocupa, porque Asher necesita a alguien que se preocupe.

Salgo del baño sin esperar una respuesta.

Siento un nudo en el estómago al cruzar el pasillo y paro en seco al notar la ausencia de Asher y Ansel donde les había dejado. Pienso lo peor, que viene a ser que les han echado de aquí porque uno de los dos (o los dos) han hecho algo en los pocos minutos que se han quedado solos. Los dos tienen experiencia con esas cosas así que, ¿cómo no planteármelo? ¿Y cómo no pensar que también pueden estar por alguna de las barras con una consumición en sus manos?

Estoy yendo hacia las escaleras cuando siento un tirón en mi brazo.

—Asher, maldita sea, no hagas eso. —Maldigo el verle frente a mí. Nos ha metido entre la gente y, pese a mantener mi gabardina con él, falta lo obvio—. Dime que no has dejado a Ansel en la barra solo.

—Está fuera. Le he dejado sentado en unas escaleras para que le dé el aire.

—¿Está...

—Está bien —interrumpe—. Ya es mayor como para saber cuidarse y está en condiciones para hacerlo. No tienes por qué estar todo el tiempo detrás de él.

Lo sé, pero no me importa estarlo.

Asher desliza su brazo por mi cintura y presiona mi espalda para acercarme a él. La música nos envuelve entre una colorida multitud donde las luces, azules y violetas, nos abrazan entre canciones sin letra que no me hace falta conocer. Asher tiene razón, Ansel puede quedarse solo unos minutos.

Paso las manos (y el bolso) sobre sus hombros.

Al notarlo, Asher usa su mano libre para tirar de mi barbilla hacia él.

—Ansel me ha hablado del tío ese con el que has estado antes —comenta. Conociendo a Ansel y su historial en lo que respecta a cualquier cosa que implique un cotilleo, no dudo que ha sido Ansel quien ha abierto la boca sin necesidad de que le preguntasen—. Parecía bastante convencido de que te estaba haciendo un favor dejándote con él.

—Lo sé. —Apoyo mejor las manos para poder sostener el bolso con una mientras rozo su nuca con la otra—. El mes pasado tuvimos que volver pronto porque él tuvo un bajón y yo estaba con Marcus cuando pasó. Al verle de nuevo aquí ha intentado "compensar" haber interrumpido.

—Marcus —repite con humor.

Frunzo el ceño sin entender por qué le hace tanta gracia.

—¿Qué pasa con eso? —pregunto.

—Marcus es mi segundo nombre, rubia.

—¿Bromeas?

—Ojalá. Siempre he odiado ese nombre. Aunque el segundo nombre de mi hermano es todavía peor.

Presiona mi barbilla de nuevo, tirando hacia a él pero sin llegar a acortar por completo la distancia que hay entre nuestros labios. Cuando le conocí, vi un atractivo que me gustó. Ese suele ser mi primer punto de atención antes de empezar a atender a otros detalles. Es lo que hago cuando salgo. Sin embargo, eso que vi el primer día ha ido alterándose a medida que le he empezado a conocer. Lo noto más cuando está tranquilo en su cama, o en esas noches donde se pasea tan relajado. Su actitud y su personalidad parecen deslizarse sobre su piel como si ejercieran una presión real. A día de hoy, ese atractivo que noté en un inicio se mezcla con su tono afilado, con su tranquilidad, con su calor, y con sus dichosos comentarios. Esa es la mezcla que vuelve mirarle desgarrador algunas veces. Es conocerle, es verle por completo.

Eso es lo que veo ahora.

Siento que le conozco pese a que realmente no lo hago.

Y me gusta lo que veo.

—Sé que lo has visto —me adelanto a decir. Asher puede parecer distraído cuando quiere, pero no lo es. Es astuto y se da cuenta de cada detalle, como ha hecho antes con el ligero parón antes de seguir apartándome el pelo. Sabe que había algo en mi cuello por muy disimulado que fuera, pero ha preferido no preguntar—. La regla de que no haya terceras personas sigue en pie por mi parte.

—Me habría dado cuenta de no ser así.

Presiona el pulgar sobre mis labios para luego enseñarme lo obvio; el color rojo de mi pintalabios que ha quedado grabado en su piel. Recuerda mejor de lo que pensaba el último incidente que tuvimos con ese pintalabios y eso me saca una pequeña sonrisa.

Sí, llevando ese color no habría sido difícil darse cuenta de si he besado a alguien más.

—Deberías salir más con nosotros —comento. Envuelvo mis manos tras su nuca, perdida en un baile al que ninguno de los dos le está prestando demasiada atención. Sus ojos azules ganan en profundidad y agitación con las luces de esta zona y reflejan su astucia mientras su pelo roza su frente al inclinarse—. Las noches pueden volverse bastante entretenidas con...

Me besa.

Incluso con el carmín que tanto le disgusta y que sé que ensuciará sus labios hasta volver notorio lo que acaba de pasar, me besa. Claro que, una vez se lanza, ya está hecho. La marca quedará igual. Al menos eso es lo que me digo para convencerme de que seguirle el beso es buena idea. Porque lo sigo, claro que lo sigo.

Asher cierra el brazo alrededor de mi cintura y tengo que sostenerme de su hombro cuando la presión me hace dar un paso atrás. No he notado la ausencia de este nivel de complicidad entre nosotros en los últimos días, pero, en cuanto lo tengo de vuelta, siento que me estoy ahogando contra sus labios. Mi corazón se agita cuando lo corta por unos instantes.

—Odio tu maldito pintalabios —dice contra mis labios.

Pero alcanza mis labios de vuelta.

Marca un beso más lento de los que acostumbra a darme. Profundo y tranquilo frente a los agitados besos con los que me roba el aliento en el piso. Sus manos se deslizan sobre mi vestido y buscan cualquier rastro de piel que pueda encontrar para acomodarse. Bajo la música y entre la gente, me acerco por completo a su cuerpo, estirándome sobre mis pies para acomodarme y dejando que el calor de sus dedos presione cada fibra de mi ser cuando me echa el pelo a un lado y la yema de sus dedos rozan mi nuca.

No somos los únicos que se están besando dentro de la fiesta, ni creo que vayamos a ser los últimos. Aun así, que la gente haya empezado a irse borra un poco la privacidad que hay y eso me hace decidir llevar esto a los sofás. A los rincones. Me digo que serán solo dos minutos, que al Uber todavía le quedaba bastante tiempo y que podremos llegar a tiempo, pero la verdad es que no estoy segura de eso.

Ni siquiera paro a mirar la aplicación.

En el hueco de los sofás más grande que encontramos, entre abrigos y vasos vacíos, Asher se sienta. Apoya la espalda por completo contra el respaldo para hacerme un hueco cuando me siento sobre sus piernas. Está besándome antes de terminar de sentarme, tirándome por completo hacia él. Hace tanto que no estábamos juntos de esta forma que casi me había olvidado de la suavidad con la que siempre presiona la zona superior de mi espalda, nuca, hombros y clavícula. Siempre tiene una mano o sus labios ahí. ¿Cómo he podido olvidar ese detalle?

Siento la presión de su mano cerca de mi cuello como si estuviera limpiando la zona. Sé que no hará nada sin que se le dé el permiso de forma directa, pero noto hacia dónde tiran sus intenciones. No es que no me gusten los chupetones, en realidad me parecen agradables, pero siempre he tenido cuidado para que mi madre no pudiera verlos. Además, así era más fácil moverme entre relaciones sin dar explicaciones por la velocidad que llevaba. Si le dije a Asher que no quería, era por costumbre, porque aprendí a que no me gustaran, pero lo pongo en duda al apartar mis labios de los suyos.

Paso el pulgar sobre sus labios.

—Ya estás hecho un desastre de nuevo —comento pese a que él ya lo sabe.

—¿Y de quién es la culpa?

Aunque no vaya a cambiar nada, froto el pulgar contra la comisura de sus labios para "limpiar" un poco. Se deja, pero hay una notoria queja en su forma de mirarme. Apoya una mano en la parte baja de mi espalda para que no me caiga al apartarme tanto.

—No te quejes tanto —digo. Presiona los dedos contra mi cuello de nuevo, mirando la zona con una emoción que no consigo leer y no sé por qué, pero termino diciendo—: Si me lo propones en condiciones, puedes hacerlo una vez.

Me mira, primero sin entender, y luego comprendiéndolo.

—Trocadero, este viernes, sin que se te olvide —pido a cambio.

No es mucho y él lo sabe. Le pido algo que me debía de todas formas porque quiero que acepte. Debe de saberlo, pero dramatiza igualmente volviendo a apoyarse por completo contra el respaldo y dejando ir un exagerado desagrado.

—Joder, rubia, siempre arrastrándome a tus salidas turísticas —se queja.

Solo le he visto con camisas al salir a algún lado por las noches, pero admito que me agrada en sobremanera. Casi más que las sudaderas cuando las remanga. Desabrocho uno de los botones con aburrimiento.

—¿Eso es un no? —pregunto.

Aparta mi mano porque todavía le cuesta ver mis faroles. ¿De verdad cree que voy a intentar llevar las cosas más lejos en una fiesta? Como en la última discoteca a la que fuimos, disfruto viendo que es él quien vacila primero. Quizás para que pare quieta, aparta mi bolso para dejarlo a su lado y se sienta para acercarse una segunda vez. Desde un punto ligeramente más alto por estar sentada, de lado, sobre sus piernas, dejo caer mis brazos sobre sus hombros.

—Sabes que es un sí —dice.

Claro que lo sé.

Asher presiona mi cintura como un aviso de que tenemos que irnos y me levanto a desgana. Agarra mi mano de camino a la salida y, con mi gabardina todavía cargada por él y el bolso en mi mano libre, ignoro lo notoria que es la rojez alrededor de los labios de Asher y que también estará en los míos.

No es que vaya a decirlo directamente, pero, por una vez, deja de importarme que más personas se den cuenta. Incluso si es Ansel.

──────༺༻ ──────

Well, solo comentaré tres cosas esta vez...

1. Conversación de Madeline/Olivia: ¿Os esperabais que fuera así o esperabais golpes?

Solo diré que el título viene relacionado con esa parte del capítulo... : )

2. Asher notando esa pequeña marquita en el cuello de Olivia cortesía de su tocayo. Y NO DICIENDO NADA JAJAJAJ Él confía en cuánto delatan los pintalabios de Olivia (aprendió la lección lol y sabemos que seguro que Ansel le ha señalado quien era Marcus mientras estaban solos JAJAJ)

Asher sabiendo que besar a Olivia con ese pintalabios era mala idea y haciéndolo igualmente... ¿No será para que alguien lo viera, no? ¿Qué creéis? 🌚

🔹Deja aquí si crees que ha habido celos y un "espero que esté mirando"

🔹Deja aquí si crees que no

🔹Deja aquí si saber el segundo nombre de Asher ha sido el mejor momento:

🔹Deja aquí el segundo nombre de Jayden (Su hermano) si lo recuerdas:

Asher modo: "le vi con un chupetón cuando fuimos a las catacumbas y casi deja que otro el haga uno y a mí nunca me deja: 😪" Le he imaginado así mientras esperaba una respuesta, no voy a mentir:

*ojitos de cachorrito modo on*

3. ESTÁN EN MODO: QUE SE ENTERE QUIEN QUIERA. REPITO: ESTÁN EN MODO QUE SE ENTERE QUIEN QUIERA, NO ES UN SIMULACRO #¿SE ENTERARÁN TODOS EN MENOS DE UN DÍA?

¡Un abrazo y nos leemos el próximo sábado! 

— Lana🐾

pd-Asher es fan de la ropa de Olivia que tenga transparencia o encaje y lo sabemos

pd2-Me hace mucha gracia que nunca salgan juntos de fiesta pero que últimamente siempre terminen juntos ahí JAJAJAA

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro