Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 44 - Fiestas, ligues y confesiones

No sé qué decir, así que os dejaré el capítulo directamente

44 | Fiestas, ligues y confesiones

Olivia Audevard

Sábado, 18 de julio

La fiesta a la que vamos es en el mismo barco que la del mes pasado.

Ansel no llega tan borracho como lo hizo la última vez y me aseguro de estar con él cada una de las veces que se acerca a la barra para controlar cuánto bebe. Más de una vez, le pido que me deje beber de su vaso para quitarle un par de tragos o inclinarme cerca de una de las mesas y dejar caer parte de la mezcla en un vaso vacío. Ansel no se da cuenta del todo, y eso hace que se mantenga en un alegre punto desde que llegamos hasta medianoche.

Es ahí cuando, quitándome el vaso de la mano y todavía con una de mis manos en la suya, me da una de esas sonrisas que no auguran nada nuevo. Pone un "De nada" sobre sus labios y me echa hacia atrás. Me suelta. Un segundo después desaparece entre un grupo de personas solo para dejarme a la par de un chico castaño que estaba pasando cerca.

Uno al que conozco de la última vez que estuvimos en este mismo lugar.

Uno al que Ansel también debe de haber reconocido; Es Marcus, el chico alemán al que conocí la última vez que estuvimos aquí. Al verle, me quedo en blanco por un instante. Me pregunto si Ansel sigue intentando "solucionar" haberme arruinado el ligue y compensar porque las cosas con Jacob no hayan funcionado.

Veo a Ansel reaparecer en la barra y dudo entre si está haciendo de casamentero de nuevo o si solo intenta deshacerse del control que pongo sobre cuánto bebe.

Marcus sigue mi mirada hacia la barra antes de darme una sonrisa tirante.

—De nuevo aquí —dice con su acento alemán.

—¿Qué puedo decir? Me gustan los barcos. —Veo cómo le sirven un par de chupitos a Ansel y me tenso con eso. "Es adulto", me recuerdo. Puede tomar sus propias decisiones, no soy su madre. Aun así, miro unos segundos más antes de volver la cabeza hacia Marcus. Actuando por costumbre, también pongo una agradable sonrisa sobre mis labios—. No esperaba verte aquí.

—Lo organizan los mismos que la última vez. Tengo la... —Palpa su bolsillo hasta alcanzar su cartera. Me pide que sostenga el vaso para sacar una tarjeta con las siglas "ESN"—. Es para los de Erasmus, pero hay eventos durante todo el año.

Ansel me habló de eso. Unos conocidos suyos organizan algunas de estas fiestas y me ha pasado el enlace de los grupos de Facebook en innumerables ocasiones. Ansel lo sigue bastante para guiarse por dónde salir, al fin y al cabo, son fiestas preparadas para universitarios. ¿Cómo no iba a seguirlo?

Guarda la tarjeta de vuelta en su cartera y la desliza en su bolsillo.

—Veo que tu amigo se ha recuperado bien —añade haciendo un gesto hacia Ansel.

—Sí. Aquel día... —Aquel día tuvo un bajón, y me da miedo que se repita porque le veo pasar de un buen momento a uno malo de forma descontrolada a lo largo de los días. Lo de Colette le está afectando, y dudo que vaya a dejar de hacerlo—. Hoy ha empezado suave.

—Menos mal porque se le veía en la mierda el otro día.

El mes pasado, más bien.

Le devuelvo el vaso.

—Y tanto.

El barco está más lleno que la última vez, pero todavía tenemos un gran espacio entre el que movernos. Lo que me facilita llevar mis pies hasta su lado para poder tener un mejor punto desde el que hablar sin tener que apartar la mirada de la barra.

—Pensaba que dejabas París en un mes —comento. Eso es lo que me dijo la última vez que nos vimos y sé que ese plazo ya ha terminado—. ¿Tanto te ha gustado la ciudad que no quieres dejarla?

—Me quedan dos días todavía. Aunque con todo lo que me falta aún por hacer dudo que vaya a dormir hasta que esté en el avión. ¿Qué hay de ti?

—¿Preguntas cuánto voy a quedarme?

—Pregunto qué planes tienes para esta noche —explica.

Le miro con el ceño fruncido por la sorpresa. Sé que sus comentarios la última vez eran directos, pero no recordaba que lo fueran tanto. Mostró un sarcástico humor y nos divertimos señalando escenas que nos resultaban cómicas de la última fiesta. Era un humor compartido y pocas explicaciones mientras dejaba que mis manos recorrieran su cuerpo y sus labios los míos.

—Un poco directo, ¿no crees?

Le devuelvo una suave sonrisa para hacerle ver que no me ha molestado.

No debería sorprenderme su insinuación teniendo en cuenta que la última vez fui yo quien hizo esas insinuaciones en innumerables ocasiones durante el tiempo que pasamos en el sofá. De no ser porque Marcus quería quedarse un rato más en la fiesta y Ansel tuvo un bajón, habría terminado en su piso esa noche.

Estuve tiempo hablando con Marcus y observándole. Entró dentro de mis estándares. Su personalidad no era algo que considerar peligroso sino agradable, y sigo pensándolo. Además, me parece bastante atractivo.

Se encoge de hombros y bebe lo que le queda en el vaso antes de dejarlo en una mesa.

—Me quedan dos días aquí —justifica—, y no me quejo de cómo fue la última vez que nos vimos. Tampoco me dio la impresión de que tú sí, así que, ¿qué me dices? ¿Volvemos a ese día?

Su mentalidad se siente tan cercana a la mía que el agrado que sentí al conocerle crece y siento mi sonrisa volverse real cuando tomo su mano.

—¿Qué tal si empezamos por un baile y vamos viendo? —pregunto.

—¿Un baile? —pregunta divertido—. No soy muy bueno con eso, pero por ti puedo intentarlo.

Soy yo quien se acerca y trato de asentar mis propios pensamientos en medio de una canción. Alcanzo sus manos para llevarlas a mi cintura antes de levantar las mías. Con la sonrisa todavía sobre mis labios, dejo ir un sarcástico: "Todo un galán".

—Eso intento —devuelve—. Quizás deberías enseñarme dónde poner las manos para eso.

—Quizás.

Podría hacerlo. Podría colocar sus manos asegurándome de que mis dedos rocen su piel con suavidad. Guiándole. Podría seguirle el juego y encender las cosas con calma. Siempre he disfrutado haciendo eso.

Podría, pero no siento ganas de eso.

Sin Ansel, me quedo bailando con Marcus porque tampoco tengo mucho más que hacer. Estar con Ansel es divertido e intenso. Es cantar canciones que no conozco y hacernos con gran parte del espacio porque le encanta tener margen para moverse tranquilamente. Es verle beber en cuanto puede y empezar conversaciones cortas con toda persona que pase cerca. Es agradable, pero también agotador y, como él, a mí también me gusta alejarme pasado un rato.

Me gusta encontrar distracciones.

Paso un brazo sobre los hombros de Marcus y me estiro sobre mis tacones para apoyarme contra su hombro. Cierro los dedos sobre la tela de su camiseta con mi mirada en las personas que bailan a nuestro alrededor. Las luces brillan y se zarandean con tonos de morado y azul sobre las bombillas amarillas de los costados. Es un buen lugar, uno de los que me gustan para salir, y Marcus es más que un chico con el que pasaría las horas.

Hay algo en él que tira de mí, algo que no estaba ahí la última vez. Algo que, hace un mes, yo no era capaz de ver, o de sentir. Ahora me pregunto, estando en sus brazos, cómo sería asentarme con él en la fantasía que hay en mi cabeza. Porque Marcus es la clase del chico con el que me podría imaginar haciéndolo. Es agradable, me gusta su humor y es... suave.

En otro momento, en otra situación, sé que él habría sido alguien a quien podría haberle hecho un hueco en mi vida.

Cierro los dedos con más fuerza sobre la tela y me mantengo pegada a él. Lo hago porque no quiero mirarle a la cara, porque odio no tener ganas de besarle. Odio el manto tan frío que cae sobre mí cuando todo a su alrededor se ve tan correcto.

No me gusta saber que la razón es que no es él con quien quiero estar aquí.

Eso presiona en mi estómago y me mantiene en silencio. Mi mirada se mezcla con las personas hasta encontrar una mirada certera clavada en mí desde la distancia. Una que me hace ignorar el toque de los dedos de Marcus contra mi pelo cuando lo aparta.

Encuentro a Madeline cerca de los baños. Su cabellera roja cae en tirabuzones sobre una blusa blanca y me devuelve un frío desdén que le ha acompañado desde que la conozco. Me mira antes de girar la cabeza como hace desde las filas delanteras de la clase y volverse hacia Luanne.

Sea lo que sea que le dice, hace que Luanne mire hacia mí. Luego ambas miran en otra dirección. Lo que yo hago, es seguir su mirada. En las escaleras que llevan a la cubierta, casi vacías entre la puerta y los baños, encuentro lo que ellas buscaban. Reconozco a Sammuel en el primer escalón.

Eso me roba la atención hasta el punto de no quejarme cuando siento el roce suave y húmedo de los labios de Marcus contra el punto de mi cuello que ha dejado libre. Lo siento, como un frío escalofrío que no me termina de gustar, pero estoy tan distraída viendo a Sammuel decir algo mientras sube el primer escalón que lo ignoro. Unos escalones por encima de Sammuel, sé que está Asher. No puedo ver más que sus zapatillas, vaqueros y una camisa gris oscura, pero su postura le delata. Siempre se mueve como si el lugar le perteneciera. Se hace con el espacio con una confianza que iguala su desdén hacia el mundo.

Está aquí.

Junto a esa certeza, viene una sensación algo punzante en mi cuello que me hace echarme hacia atrás para cortarlo. Mi "un baile y ya veremos" era solo eso, y Marcus parece entenderlo en cuanto me aparto. Se humedece los labios, pero se echa hacia atrás también.

—Preferiría que no...

—No pasa nada —interrumpe antes de que yo pueda terminar la frase.

Suspiro. Nunca he sido buena con seguir las reglas, nunca he sido buena entendiendo las relaciones y apenas llevo bien las que son abiertas, pero, por una vez, creo que no quiero "joderlo". Y eso me asusta.

—Deberías echarle un ojo a tu amigo —me avisa—. Los de seguridad no dejan de mirar hacia él.

Hace una seña hacia los sofás que sigo para dar con un grupo de personas rodeando una de las mesas. Alcanzo a distinguir a Ansel de mala manera entre quienes se han reunido a su alrededor. Con movimientos exagerados, Ansel ha reunido los vasos de las mesas cercanas y está construyendo una especie de pirámide de cristal con ellos (o intentándolo).

—Será mejor que vaya antes de que rompa algo y nos echen de aquí —digo.

Ansel está perfectamente y sé que no le darán más que un aviso leve si es que el de seguridad se acerca a él. Sé que me estoy excusando y, cuando miro hacia Marcus, sospecho que él también sabe eso.

—Disfruta de tus dos últimos días aquí —digo antes de soltar su brazo.

—¿No me darás ni una despedida en condiciones? —pregunta sin perder el humor.

Sabe que no lo haré, pero mi mirada cae sobre sus labios igualmente. Me lo planteo, y en el fondo sé que quiero hacerlo. A Marcus le quedan dos días aquí y a mí un par de semanas. Él es ese rostro desconocido que dejaré atrás, como tantos otros, en cuanto desaparezca y borre mis huellas de estas ciudad. Las personas a las que he tocado me olvidarán, de nuevo.

Me iré y tendré que guardar cada recuerdo y las emociones que empiezan a aflorar para que no duela tanto. Me dejará vacía, de nuevo, y nada habrá significado algo.

Nada de lo que yo haya hecho aquí importará, ni para bien ni para mal. Nunca ha importado porque yo no importo. Solo vivo para desaparecer, y poco te importan las consecuencias cuando ese es tu estilo de vida.

Así que me acerco, apoyo una mano en su mejilla y tiro cerca.

No le debo nada a nadie y nadie debería esperar algo de mí.

Aun así, lo que beso es su mejilla.

Presiono unos segundos antes de apartarme y paso el pulgar contra la marca del pintalabios rojo. Después de haber dejado parte del carmín contra tantos vasos, es poco notoria.

—Buen viaje —me despido.

Con una última mirada y mi fantasía rota, llego a la mesa en la que está Ansel. El de seguridad parece estar acercándose poco a poco y no tardo en extender una mano hacia Ansel para asegurarme de que él no esté aquí cuando eso pase.

—Ven un segundo —pido.

Ansel mira los dos vasos que tiene en sus manos. Le he interrumpido cuando iba a colocarlos y ahora se le ve confundido sobre qué ha de hacer con ellos. Dudoso, me ofrece uno y deja otro con lentitud, como si se preguntara si es eso lo que debe hacer. Dejo el que me ha dado contra el suyo y tomo su mano para ayudarle a levantarse del sofá. Le alejo del grupo que se ha creado a su alrededor.

Agarro su brazo para ayudarle con el equilibrio una vez le saco de ahí.

—Vamos a tomar un poco el aire.

—Mejor, porque creo que voy a terminar vomitando —murmura.

El de seguridad nos mira al pasar cerca, pero no dice nada.

Llevo a Ansel, con pasos ligeramente desequilibrados, hacia la puerta. Mi idea es salir al exterior y sentarnos en el muelle un rato, pero Ansel encuentra las escaleras hacia la cubierta que hay justo junto a esa puerta y no duda en impulsarse hacia ellas. Se deshace de mi agarre en un visto y no visto. Se agarra a la barandilla y sube.

—¡Ansel!

Maldigo su nombre antes de ir detrás rogando que no se caiga.

Ansel cruza el lugar hasta llegar a la zona descubierta y se estira entre un par de mesas altas donde hay pequeños grupos charlando sin el sonido de la música de fondo. Antes de llegar a él, se pierde siguiendo las luces blancas que adornan la barandilla. Pasa una mano sobre las luces hasta encontrar un punto que le gusta. Cuando lo tiene, presiona las manos contra la parte superior de la barandilla y se impulsa hacia delante para asomarse.

Tiro de su camiseta hacia atrás en cuanto lo veo.

—No voy a caer. —Se agacha tanto fuera de la barandilla que lo pongo en duda—. Es solo agua, lo peor que pude pasar es que me dé un baño nocturno. No me irás a decir que te asusta el agua.

—Es lo que pasa cuando no sabes nadar.

—¿No sabes nadar? —pregunta tan alto que dudo que quede alguien en la cubierta que no lo haya escuchado. No sé si por bromear, pero hace un amago de saltar y yo ahogo su nombre en un grito tirando de su brazo. El corazón me late acelerado. Ha bebido y tengo miedo de que le pase algo, ¿tan difícil es para él de entender? Debe de serlo porque rompe a reír antes de palidecer—. Putain,*creo que voy a terminar vomitando de verdad.

—¿Quieres que te acompañe fuera, o al baño?

—No, solo necesito... —Se asoma, cerrando los ojos y respirando con calma—. Silencio.

Apoyo una mano sobre su espalda en un intento de calmarle. Mi mirada cae en el Sena mientras él espera a que se le pase. El agua se mueve oscura bajo una noche sin estrellas. Golpea el barco con cuidado si miras con suficiente atención. El sonido, entre las voces, puede ser incluso reconfortante.

Lentamente, también yo me apoyo contra la barandilla.

Durante unos minutos, encuentro tranquilidad. Una tranquilidad que rompe una voz que reconozco como la de Asher al instante.

—Me pides que te deje en paz con Ada, de acuerdo, lo tienes. Pero no me jodas con la mierda sobre mi vida que te ha contado Madeline. —Le oigo decir.

Miro sobre mi hombro en busca del dueño de esa voz y le encuentro acercándose a la barandilla. Sammuel le pisa los talones, con los hombros caídos y notoriamente abatido. Por un momento, he olvidado que ellos también estaban por aquí. Probablemente estuvieran en el extremo de la barra cuando hemos subido. Ahora se han abierto camino hacia esta zona tan vacía y su voz es demasiado clara como para poder ignorarlo.

—Deberíamos irnos —murmuro hacia Ansel.

—No, si me muevo vomitaré.

Vuelvo la mirada al Sena esperando no escuchar más, pero Sammuel y Asher hablan demasiado alto y están demasiado cerca como para poder evitar que sus voces lleguen hasta nosotros. Al menos, Ansel está demasiado concentrado en sus propios problemas como para notarlo.

—Si me lo contó es porque está preocupada por ti, y también yo lo estoy —oigo decir a Sammuel.

—¿Pero cómo tengo que explicarte que dejes de meterme en mi vida? ¿Con putos dibujos? —se queja Asher—. Nuestra amistad va a irse a la mierda si sigues con eso, Sammuel, y no es el primer aviso que te doy por lo mismo.

Si estaban teniendo una tregua, está agrietándose.

—No intento meterme en tu vida. Solo intento asegurarme de que no estés en la mierda. ¡No me has hablado en semanas! —devuelve Sammuel.

Asher es muy privado, y esa conversación también lo parece. Se lo dije a Sammuel, no tengo intención de saber más que lo que Asher me cuente y es lo que tengo en mente cuando intento empezar una conversación con Ansel para aislar sus voces. Ansel está tan mal que me manda callar señalando que eso le da más ganas de vomitar. Se echa hacia atrás y apoya la frente contra la barandilla mientras espera a sentirse mejor (o a vomitar).

La voz de Asher vuelve a abrirse hueco, tan calmada como afilado es su comentario.

—¿Es que ahora tenía que hablarte? ¿No soy la mala influencia de la que no quieres saber nada? Adelante, ve y cuéntale a tu novia que he salido de tu vida. Seguro que te da un premio como a los perros. Después de todo, te trata como a uno.

Miro, sorprendida y horrorizada.

¿Ese ha sido Asher? Porque recuerdo ver su impotencia cuando me contó por primera vez sobre la discusión que tuvieron y le recuerdo los últimos días. Es lo que le dije a Sammuel; Asher le aprecia. Le aprecia más de lo que Sammuel podía entender y todo esto le estaba afectando para mal. Yo insistí en que hablara con Asher, y ahora veo lo contrario a lo que Asher me enseñó.

Asher no está intentando arreglar las cosas con Sammuel, le está presionando. Le está alejando. Asher no intenta arreglar nada, intenta romperlo. Lo que no sé es por qué. No tiene ningún sentido, pero lo está haciendo, y Asher es demasiado inteligente como para hacer algo a la ligera.

—Te lo dejaré pasar esta vez porque sé que te jodió lo del otro día. Sabes que nunca quise decir que quería que te largaras de mi vida, Asher, pero entiendo que te molestara. Ahora, si quieres que no se repita, deja de meter a Ada en todo esto. No se trata de ella —responde Sammuel.

La versión que me contó Asher se agrieta ligeramente con eso. Ahí no veo a un chico que saca los trapos sucios y se los echa al otro en la cara, lo que veo es a un chico maduro intentando tomar el control de una situación mientras todo lo que Asher le devuelve son dolorosas puñaladas. Sammuel aguanta cada una de forma admirable.

Eso me atrapa.

Y hace retroceder a Asher, al menos con sus palabras.

—Madeline no intenta "joderte la vida", Asher —insiste Sammuel.

—Cruzó el límite.

—Intentaba ayudarte.

—¿Contándote mis problemas personales a ti? —se queja Asher.

—¡Soy tu mejor amigo!

—Eso no cambia nada. No es tu puto problema. ¿Es que no podéis entender eso? —Cuando Asher dice eso, Ansel murmura algo a mi lado. Le doy toda mi atención sintiéndome culpable por estar oyendo más de lo que debería. Debería haberme ido cuando he tenido oportunidad, pero es tarde para eso y tampoco podía sacar a Ansel a rastras. ¿Cómo decirle que estoy aquí si no se ha dado cuenta ya? Me avergüenza solo pensarlo—. Encima fuiste con el cuento a Olivia.

Intento desviar la conversación a un lado preguntando a Ansel qué tal sigue, pero él murmura de nuevo con su frente todavía contra la barandilla y hace silencio. Sus hombros están tensos bajo mi mano. Lo único que le doy es un suave: "Se te pasará pronto".

—Sea lo que sea que ella te ha dicho... —empieza a decir Sammuel.

—Ella te defendió —interrumpe Asher. Sammuel se queda en silencio después de eso, notoriamente sorprendido, y las palabras de Asher son más suaves tras tener unos segundos de margen para serenarse—. Madeline cruzó el límite metiéndote a ti en esto. No hagas lo mismo metiendo a alguien más. No te puedo perdonar eso así que déjala al margen.

Cuando Ansel se estira un poco, lo hace para murmurar que quiere un barco como el pequeño que pasa cerca. No, no un barco, sino una lancha blanca con cuatro personas en ella que saludan al ver luz en el barco en el que estamos. Puedo oír su música más alta que la del piso de abajo de este barco.

—¿Estás mejor? —le pregunto a Ansel.

—Algo así —murmura—. Necesito un minuto y podemos bajar.

—¿Quieres que volvamos al piso?

Tiene que pensarse mi pregunta.

—No quiero arruinarte la noche —dice.

—No vas a arruinarme nada —le tranquilizo.

Mantengo la mano todavía sobre la parte superior de su espalda. Sin contestar, él se apoya de vuelta contra la barandilla, más pálido que antes, y presiona la frente contra sus manos. De fondo, no son las voces de Asher y de Sammuel las que escucho, sino una voz femenina que llega junto al sonido de golpes duros de unos tacones en esta zona de la cubierta.

—Ya has dado suficientes explicaciones —le está recriminando Asher por algún comentario que no he escuchado—. ¿Es que quieres que te repita lo mismo que el otro día?

—Necesito ir al baño, voy a vomitar —murmura Ansel a mi lado.

Solo que, antes de responder, no puedo evitar quedarme a escuchar la respuesta de Madeline.

—¡Intento cuidar de ti! —está gritando ella, tan alto que incluso Ansel levanta la cabeza y hace un amago de mirar que corto con cuidado. Asher responde algo que no alcanzo a oír de por medio y Ansel está mirándome tan pálido que me preocupa que vomite aquí mismo cuando Madeline responde con un grito—: ¿De verdad crees que voy a estar enviándole cada detalle de tu vida a tu hermano?

—No te hagas la inocente ahora. Eso no va contigo —responde Asher.

—¡No he hablado con Jayden en años! —grita ella.

Apoyo la mano en el brazo de Ansel con un "Vamos, te acompaño al baño". Nos alejamos por el borde. Seguimos la barandilla aprovechando que el grupo de Asher está demasiado metido en esa discusión como para darse cuenta, pero Ansel para otra vez antes de llegar a la zona cubierta. Niega y se asoma por la barandilla. Estoy convencida de que va a vomitar ahí mismo, pero se queda quieto. Todo lo que puedo hacer es esperar.

—Llevas detrás de él desde que teníamos ocho años, no soy idiota —sigo oyendo a Asher. Desde aquí, su voz empieza a mezclarse con la de otras personas—. No vas a ganar más puntos con él por disimular que quieres manipularme para pensar que la razón es suya.

—No intento manipularte, sino ayudarte —se queja Madeline—. ¡Quiero lo mejor para ti!

—¿Es que tengo que repetirte lo que te dije el otro día? —pregunta Asher.

—Asher, basta —dice Sammuel más bajo.

—No. Mira si quieres saber toda la historia, adelante. Madeline lleva organizando mierdas con mi familia desde hace tiempo para llevarme por el camino que quieren. Besa el suelo que pisa mi hermano y ahora se ha hecho mejor amiga de mi madre. Gran trabajo, por cierto —dice Asher.

—Ansel —insisto en bajo sin querer tener oportunidad de oír más. Las escaleras están cerca, él solo tiene que dar un par de pasos para bajar—. Vamos hasta el baño.

Él no se mueve y, pronto, es tarde.

—¡No intento llevarte por el camino que ellos quieren! —grita Madeline—. Intento que vuelvas con ellos para que estés bien. ¿Es que no te das cuenta que no iba detrás de tu hermano, sino de ti? ¡Me importas tú!

Sus pasos no tardan en hacerse oír, directos a las escaleras y al piso inferior.

No sé qué dicen Sammuel y Asher después, pero terminan por pasar cerca unos segundos después y, ahí sí que les oigo.

—Tú lo sabías —pregunta (o afirma) Asher.

—Me lo contó cuando me explicó que habías tenido algunos problemas en casa —explica Sammuel—. Ella intentaba ayudarte, Asher, pero nunca te dejas ayudar. Siempre prefieres ver lo peor de las personas antes que escuchar.

Pasan tan cerca que me pregunto cómo darles la espalda puede ser suficiente como para que no nos distingan. Lo agradezco en realidad, pero me hace sentir mal. Asher es muy privado y, todo lo que he oído... Ha sido demasiado como para poder sentirme cómoda con eso.

Lo último que les escucho decir es un "Necesito una maldita botella" a Asher acompañado de un "Y yo" de Sammuel. Los dos se pierden en el final de la barra después de eso. Les veo ir, tan calmados como si no acabaran de discutir, como si las cosas entre ellos estuvieran bien.

Dos o tres minutos después, Ansel me dice de bajar de la cubierta.

──────༺༻ ──────

N/A: La segunda parte del capítulo la subiré mañana (sábado) ♥

¿Qué tal ha ido? ¿Intensito?

Sé que lo de Olivia estando a punto de romper la regla ha sido algo malo, pERO veamos el lado positivo; Ha admitido empezar a sentir cosas (avance) y ha dicho que hacerlo se sentía mal. Ella, que no tiene remordimientos en esos temas. Sé que no es mucho alivio, pero en ella esto es importante. Sobre todo teniendo en cuenta que es un cambio más notorio cada vez que sale. Así que...

SHIIIPPPPP

Recordad que tanto Asher como ella son algo ajenos a muchos tipos de sentimientos y eso hace que la suya no vaya a ser la relación más estable. Así que aunque el momento con Marcus haya podido ser algo de pelea para otros, para ellos... Bueno, digamos que mejor esperamos a ver cómo sigue porque...

¿Eso de pinchazo, cuello...? ¿Os imagináis que... haya pruebas?

*A Asher no le gusta esto*

Me encanta porque Ansel siempre hace que la gente se entere por accidente de cosas de las que ni él mismo se entera directamente. Excelente servicio: ⭐⭐⭐⭐⭐

Y...

No sé, siempre me gusta decir esto y es que, como con Jayden: Nadie es tan bueno ni tan malo como su versión personal o la de terceros. Hay que encontrar el punto medio.

Hablo por Sammuel, que puede que no use los mejores métodos pero aprecia a Asher.

Hablo por Madeline.

Perdón pero tengo que hacer el comentario.

Asher al enterarse de que Madeline no tenía un crush en Jayden sino en él tal que:

Y siendo Madeline también la que ha visto a Olivia con Marcus cuando ella siente algo por Asher... ¿PALOMITAS Y DRAMA TIME PARA EL PRÓXIMO CAPÍTULO ME DICEN?

CONTADME:

🔹¿Creéis que Madeline se lo contará a Asher?

#Línea para hipótesis sobre la reacción de Asher siendo buena (lol)

#Línea para hundir su acuerdo y el shipp

Llevo tiempo queriendo que llegue este capítulo, pero pensaba que se desarrollaría de otra forma. Igualmente, me ha gustado el resultado, espero que a vosotros/as también.

AHORA SÍ, ¡Un abrazo y nos leemos mañana!  ♥

— Lana🐾

pd-GRACIAS POR LOS MENSAJES DE AMOR DE AYER. VENGO A CONTAROS QUE YA PRESENTÉ LA TESIS Y QUE... ¡HE APROBADO! ES OFICIAL: ME HE GRADUADO 🎓🎓🎓🎓🎓🎓

pd2 - Podemos a agradecer a endlesscurl que no haya habido infidelidad. Estuve fangirleando con el shipp de Marcus y Olivia pero se lo conté y me dijo: LANA NO. Así que Chime es la salvadora del shipp y la queremos <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro