Capítulo 38 - Relaciones
HOLA, ¿ALGUIEN HA EXTRAÑADO LPDA ESTAS DOS SEMANAS?
IMPORTANTE: Cambios en el capítulo 37.2
El 37.2 ahora termina con el patinete (no en el piso)
(explicaciones al final del cap) Ahora, a leer ♥
38 | Relaciones
Olivia Audevard
Viernes, 10 de julio
Asher está completamente despierto cuando empiezo a vestirme, aunque dudo que haya llegado a dormirse en algún momento. Pese a que su respiración ha sido pesada y lenta los últimos minutos, e incluso si mantiene los ojos cerrados y el brazo bajo la almohada mientras "duerme", hay algo en su postura que le delata. Eso es lo que me digo para evitar admitir que he empezado a conocer sus detalles después de las últimas noches.
Mantiene el silencio, sus ojos cerrados y la postura relajada.
Pero está despierto.
Me ato el pantalón mientras doy una mirada a la habitación en un intento de encontrar el resto de mis cosas. Me falta el bolso, que está en la mesilla más cercana a Asher; la goma de pelo que ya he dado por perdida; la camiseta que juraría que había caído en la alfombra que estoy pisando, y los zapatos que veo bajo la cama. Mientras me estiro a por la gruesa pulsera dorada que ha terminado entre las mantas, apoyo una mano sobre la espalda descubierta de Asher para marcar más mis palabras.
—Pásame mi bolso, lo tienes en la mesilla —pido.
Aprovecho para recoger y ponerme los tacones. El dolor que había empezado durante las largas horas en pie ya no es intenso, pero sigue devolviéndome algún que otro pinchazo cuando recupero el calzado.
Al levantarme, veo que Asher no ha hecho amago alguno de ayudar.
Tiene un brazo cayendo fuera de la cama. Con solo levantarlo un poco, podría alcanzar con facilidad la mesilla y lanzar el bolso al colchón, pero no lo hace. En su lugar me encuentro rodeando su cama mientras ato mi pulsera para ir yo misma a por él.
Oigo las mantas mientras saco el móvil para revisar no tener ningún mensaje importante o llamada perdida. Sé que siempre dejo el volumen puesto, pero eso no quita la necesidad de revisar cada poco tiempo.
De reojo, veo a Asher acomodarse y, con el móvil todavía en la mano, bajo una mano para dejarla cerca. Lo hago de forma distraída mientras mi mirada vuela a la notificación de un mensaje sin abrir que no he tenido la capacidad de borrar todavía.
Mi estómago da un vuelco al releer las mismas palabras que me llegaron hace dos días cuando Lucas, mi último novio, me escribió para preguntar qué tal me iba todo. No es que termináramos mal, pero tampoco fue la mejor de las rupturas. Le dejé un mes antes de venir y él lo aceptó de buena manera, pero luego tuvimos algo dos noches antes de subir al avión y, aunque dejé claro que era solo una despedida y que no significaba nada antes de hacer cualquier cosa sé, por la corta conversación que tuvimos mientras me iba, que para él sí significó algo.
Quizás Lucas no ha sido ni es alguien importante para mí, pero desde que vine aquí he empezado a ver cosas que desearía que hubieran podido mantenerse tras mis muros. Lo que veo en el mensaje es el reflejo de mi propia imposibilidad para tener una relación estable y sana.
Esa certeza punza cada vez con más fuerza en mi interior.
Noto la mano de Asher cerrarse sobre mi muñeca y ahí me doy cuenta de que tenía la mano en su pelo. He estado apartándolo de reojo como he hecho más veces porque hay algo curioso en la forma en la que, por muy afiladas que sean sus facciones, tienen un aire casi angelical. Se mantiene incluso cuando habla, aunque nublado por la dureza de sus comentarios.
—Perdona —digo al darme cuenta de lo que he estado haciendo y de su reacción.
Se sienta en el colchón con pesadez y tira de mi muñeca para que me siente al borde de su cama. Sin devolverme la mirada, usa esa cercanía para agarrar la pulsera que tengo puesta y atarla en condiciones. Con las prisas, no la he cerrado bien y la cadena se veía tan ancha que no me explico cómo no ha caído aún.
Se asegura de corregir eso.
—Como lo pierdas aquí vendrás a molestar para buscarlo y no quiero eso —excusa.
Ahí es cuando levanta la mirada y encuentro esa suavidad que solo algunas noches le regalan. Una engañosa en la que sería demasiado fácil confiar.
—Veo que estás trabajando en lo que te dije de ser más agradable. Esa frase ha sonado mucho mejor que el "lárgate y no vuelvas" que significa.
—Adornar las cosas es una pérdida de tiempo, si quisiera haber dicho "lárgate y no vuelvas", hubiera usado justamente esas palabras, rubia.
Apoyo la mano sobre mis pantalones en cuanto Asher la deja ir.
Antes de poder responderle (aunque dudo saber qué responder a eso), oigo la puerta principal. "Tiene que ser una broma", pienso. Solo necesitaba un minuto más para estar fuera y ahora me encuentro aquí sentada, esperando en silencio a oír los pasos de quien sea meterse en su habitación para poder irme.
Por lo que se oye, sea quien sea ha decidido que las cuatro de la mañana es la hora perfecta para prepararse algo de cenar y mis hombros caen con impotencia al darme cuenta de que la persona va a quedarse por las zonas comunes un buen rato todavía.
Lo siguiente que oigo son golpes de paquetes cayendo al suelo de la cocina. Al final, hay un apagado y sorprendido: "Megde".
Ansel.
Teniendo en cuenta que es él y que su rutina es bastante impredecible estando borracho, decido hacer algo.
—Déjame una camiseta, preferiblemente la más larga que tengas —pido.
Me deshago de mis zapatos y de mis pantalones una segunda vez.
Los doblo y dejo a un lado solo para dar con que Asher no parece haber hecho caso a lo que le he dicho. Me mira, sin quejarse como ha hecho antes por el color verde de mi ropa interior. No sé qué tiene en contra de ese color pero, como con la camiseta, ha decidido que mostrar su desagrado por ello era algo que quería hacer nada más hemos vuelto al piso.
—Asher —insisto.
—¿Qué?
No, no estaba haciéndome caso cuando he hablado antes.
—Déjame una camiseta —repito.
Sea lo que sea que está pensando, no parece ser del todo inocente, pero al menos le hace decantarse por colaborar. Me abrazo a mí misma para protegerme un poco del frío y le quito de las manos la camiseta blanca nada más la saca de su armario.
—Vale, ahora vístete, necesito tu ayuda.
—Alto ahí, rubia, esto empieza a dejar de hacerme gracia —dice.
—Ansel está en la cocina, probablemente borracho, y dudo que se vaya a ir pronto.
—¿Y eso me importa porque...?
Me pongo su camiseta sobre la ropa interior y encuentro una apagada decepción en la mirada de Asher cuando termino.
—¿Quieres que Ansel se vaya a dormir o prefieres que se quede despierto, deambulando, y despertar con Neige en la cocina y policías en la puerta de nuevo?
Le oigo murmurar en francés, probablemente maldiciones. Aunque está notoriamente poco dispuesto a colaborar, se pone unos pantalones de chándal.
—Le quitamos su llave y le encerramos en su habitación hasta mañana —propone Asher. Tiro de su brazo antes de que llegue a la puerta porque sé que, con la convicción con la que lo ha dicho, va a hacer justo eso en cuanto salga—. ¿Qué?
—¿Podemos intentar la forma más civilizada primero?
—Eso es civilizado.
—No, no lo es. —Suelto su brazo—. Sal tú primero. Acércate a él y dile que se vaya a dormir. Sin ser un cretino si no es mucho pedir.
El "Haz que no mire hacia aquí para que yo pueda salir" es obvio. No sé qué recuerda de esta noche o cuanto se ha fijado aunque, por desgracia, sé que las probabilidades no están a mi favor, pero eso no quita que vaya a seguir teniendo cuidado mientras tanto por si acaso.
—Rubia, yo nunca soy un cretino.
Asher aparta la mirada como si se preguntara por qué está accediendo a esto y haciéndome sentir que le parece una tontería. Aun así, sale de su habitación, dejando la puerta algo abierta.
—Deja eso en su sitio, Ansel, y vete a tu puta cama —dice Asher en cuanto cruza la puerta.
"Rubia, yo nunca soy un cretino", repito en mi cabeza al encontrar la contradicción.
Tiro de la camiseta que me ha prestado para que cubra mejor mis muslos. Al menos, esto, puedo hacerlo pasar por algo que usaría para dormir. Me convenzo de que es viable antes de asomarme. Espero a que Ansel no esté mirando y salgo porque no me fio de dejar a Asher a cargo.
Asher es efectivo, pero demasiado brusco. Cuando me asomo le encuentro empujando a Ansel hacia su habitación mientras balancea unas llaves que antes no tenía en su mano. Realmente planea encerrarle.
Ansel tiene un paquete de magdalenas y una caja de cereales en sus brazos mientras anda, torpemente, hacia su cuarto. Aunque Ansel ha demostrado ser escurridizo antes, verle dar un giro y escaparse del agarre de Asher para volver a la cocina tan rápido que ni siquiera Asher sabe cómo ha pasado, es otro nivel. Ansel va directo a la nevera para sacar un batido grande de chocolate que hace que las bolsas que lleva se caigan a sus pies.
Las deja ahí olvidadas.
—Maldita sea, Ansel —dice Asher entredientes.
Se lleva a Ansel de la camiseta de vuelta hacia su habitación. Ignora mi "Con cuidado" y Ansel se deshace de ese agarre una segunda vez solo para tropezar con sus propios pies y caer. El batido que ha abierto mientras Asher se lo llevaba se esparce por el suelo del pasillo.
Oigo a Ansel reír, probablemente de su propia caída.
—Joder, te juro que como me hagas levantarte te dejo durmiendo en las escaleras —amenaza Asher.
Antes de que lo cumpla, esquivo como puedo el chocolate que ahora inunda el suelo alrededor de Ansel y, descalza, llego a su lado. Me echo el pelo hacia atrás, intento encontrar un hueco para acuclillarme, y, con una mirada, trato de trasladar a Asher un "Yo me encargo ahora".
Ansel me mira y sonríe abiertamente. No sé ni cómo ha llegado hasta el piso en este estado, pero me alegra ver que al menos se lo está pasando bien incluso después de ese golpe.
—Te conozco —señala alegremente.
—Sí, y yo te conozco a ti. —Levanta una mano que tiene llena de batido de chocolate hacia mi pelo y la sujeto antes de que lo toque—. Sé que te lo has pasado muy bien esta noche, pero es hora de que te vayas a descansar, ¿vale? —Frunce el ceño y me pregunto si necesitaré escribir a Tony para que me aconseje sobre cómo tratar con Ansel ebrio—. Venga, vamos a ayudarte a llegar a tu habitación.
Con eso, me pongo en pie, pero él no da señales de querer hacer lo mismo.
—Ansel —se queja Asher—, arriba, ahora.
Le ofrezco mi mano aun sabiendo que va a mancharme entera.
Ansel levanta la mano, todavía tumbado en el suelo y, antes de poder sentir alivio por el avance, Asher me echa a un lado con cuidado para tirar él de Ansel.
—Yo me encargo —dice.
Lo primero que pienso es que quiere levantarle para luego dejarle caer, pero escucho sus insultos en francés hacia Ansel cuando él hace el mínimo esfuerzo y me doy cuenta de que quizás, lo que Asher ha visto, no era la oportunidad de que Ansel se diera otro golpe, sino de que yo fuera a ir de bruces contra el suelo porque no tengo tanta fuerza como para levantar a Ansel si no colabora.
Miro hacia Asher al pensar en ello y prefiero no preguntar, prefiero no tener una certeza.
Ansel unta sus pies en el batido en cuanto se pone en pie y, tras quejarse por mojar sus zapatos, intenta deslizarse con ellos por el suelo. Si a Asher le quedaba algo de paciencia, la pierde ahí.
—Ansel, déjate de mierdas o te tiro a un puto contenedor.
—¿Dónde ha quedado el no ser un cretino? —pregunto al oírlo.
Asher me pasa las llaves porque no puede controlar a Ansel y abrir, pero su mirada lo dice todo. El no ser un cretino ha desaparecido con la falta de colaboración de Ansel, eso si ha existido en algún momento antes de eso.
Meto la llave, pero la puerta ya está abierta y me hace falta poco más que empujarla para abrir.
—Joder, Ansel —murmua Asher al verlo—. Usa las llaves, que para algo están.
Mientras él empuja a Ansel hacia su cama, meto la llave en la cerradura interior de la puerta para que Ansel pueda encontrarla al despertar. Antes de poder decirle a Asher que espere para que Ansel se cambie de ropa y no manche su cama, Asher le deja caer sobre las mantas.
—Ahora dame las llaves, pienso encerrarle aquí —me dice Asher.
—No vamos a encerrarle.
—¿Prefieres que esté correteando por el piso? Porque, sin supervisión, él podría hacer de este piso un zoo antes del amanecer.
Ansel ríe al oírlo y eso no ayuda.
—Le he visto más veces al volver de fiesta, cae dormido en cuanto se tumba, solo hay que darle unos minutos.
—No pienso quedarme unos minutos —dice Asher.
—No te he pedido que lo hagas. —Si no uso un tono desagradable, si no lo digo como algo negativo, ¿por qué esas palabras se sienten tan mal y me devuelven ese desagrado en la mirada de Asher?—. Gracias por esto, me quedaré un rato y luego limpio el desastre de la cocina. Lo único, si puedes dejar sin llave... —Omito añadir "Tu habitación" por Ansel— para recoger esas cosas...
—Olivia, él es mayor, sabe cuidarse solo —me recuerda.
—Lo sé.
Lo sé, pero quiero hacer esto. Ya no es porque Ansel se haya preocupado por mí otras veces y sienta que se lo deba, sino porque estoy absorbiendo parte de esa dinámica de grupo que tienen aquí. Se cuidan. Incluso si no es necesario, se cuidan, y yo me siento cómoda con ello, me siento útil.
Asher me mira unos segundos antes de salir.
—Como sea, pero si veo un solo animal cuando despierte, se queda en la calle. Y el bicho también —murmura antes de irse.
Miro hacia la puerta entrecerrada largos segundos después de eso, con una leve opresión en mi pecho, una que intento borrar al volverme hacia Ansel. Estoy haciendo las cosas bien, entonces, ¿por qué me siento mal por eso?
Cuando Ansel y yo estamos solos, bajo el tono para compartir esa preocupación que he sentido desde que me he dado cuenta de que ha sido él quien ha vuelto a esta hora. Es demasiado temprano para él, ha bebido mucho como para volver a esta hora.
Lo he visto antes y tengo mis propias hipótesis al respecto.
—No finjas conmigo, sé que no estás bien.
Espera unos segundos, pero su sonrisa cae del todo.
—¿Quieres contarme qué ha pasado? —pregunto suavemente.
—Nada.
Tomo eso por un "No" que respeto. Así que, en vez de forzarlo, me levanto para quitarle los zapatos y que pueda tumbarse por completo en su cama. Le doy un "Intenta dormir" y tiro de los bordes de la manta que tiene sobre la cama para que esa cubra todo y sea la única que él manche de batido de chocolate. Todavía estoy metiendo los bordes bajo el colchón para que no se suelten cuando le oigo hablar.
—Se van a mudar juntos.
—¿Quién? —Su silencio es tan largo que pienso que se ha quedado dormido, pero me da una mirada cuando me siento en el suelo, cerca de él. Eso es todo lo que necesito—. ¿Colette y su novio?
Ansel hunde la cara en la almohada.
Le dejo quedarse con su silencio mientras lo necesita, espero a que la tensión de su cuerpo se vaya un poco mientras simplemente le hago compañía. Me quedo sentada cerca de su cama, deseando que las cosas pudieran ir bien para él.
Sé que ha conocido a una chica al entrar a Mix y que ha estado con el grupo de ella un buen rato. Les he visto más de una vez durante la noche y él se veía eufórico. Como otras noches, como otras veces. Supongo que a veces olvido que una cosa no quita la otra. A veces olvido que no soy la única a la que un simple mensaje puede drenarle por completo y arruinar su día.
Eso, por desgracia, es algo más común de lo que creí en su día.
—¿Debería decirle algo? —pregunta.
Aunque noto que sus palabras no son demasiado claras y su mirada está algo perdida, se le ve mucho más despejado que antes. O quizás en ningún momento ha estado tan ebrio como ha mostrado y solo quería forzar estarlo para que no le preguntáramos por el bajón que había detrás.
Estiro una mano para que me dé la suya.
Lo hace y la aprieto a modo de apoyo.
—Eso es algo que tienes que decidir tú —digo.
—¿Pero debería?
—Es tu decisión —insisto—. Mira, sé que ahora mismo todo lo que quieres es que alguien te señale el camino, pero esa es solo una forma de poner el peso que no quieres llevar en otra persona. Hay decisiones importantes y esas debes tomarlas solo.
Como yo debo hacer pese a que eso me tenga moviéndome confundida entre seguir y no seguir con mi madre, o sobre lo de ir a la universidad. Puedo desear con todas mis fuerzas que Ramírez me señale un camino, pero, en el fondo, entiendo por qué no lo hace. Las decisiones importantes se toman solos.
—No sé qué más hacer. Intento olvidarla, pero cada vez que lo hago veo algo suyo y yo solo... —Hunde la cabeza en la almohada de nuevo—. Sé que está con alguien y no quiero meterme, pero esperar es horrible.
Hace bastantes semanas, me uní a una cena porque Tony me dijo que Colette iría con ellos. No fue nada fuera de lo normal, al menos si no cuentas que ella tenía reserva en un restaurante bajo la plaza de Trocadero con unas vistas preciosas a los jardines y la torre. El punto es que allí no supe cómo sentirme hacia ellos mientras les observaba tratando de sacar algo en claro.
Ya conocía a Colette por la sesión de fotos a la que Ansel me invitó uno de mis primeros días aquí, sabía que eran cercanos y vi su dinámica, la suavidad con la que se comprendían. En el restaurante vi lo mismo y fue extraño. Ansel siempre ha sido animado, pero verle allí era otra forma de llenarse de vida solo que no de forma tan caótica, sino manteniendo un deje de madurez que suele evitar. Se le veía más adulto, más feliz, y ella estaba igual. Era como ver a dos personas que más que encajar, se compenetraban.
Su confianza era casi palpable, y recuerdo que me pregunté, al ver que ella nunca dudaba sobre el contacto físico (le tocaba el brazo, hombro o mano a Ansel todo el tiempo) si lo hacía sin darse cuenta o por ilusionarle.
Me pregunté si ella sabía lo que él sentía, con miedo de que le estuviera manipulando y utilizando, o si ella solo era demasiado inocente como para ver las consecuencias de lo que hacía. El problema de ser una persona que ve lo que otros quieren para manipularles, es que empiezas a pensar que todo el mundo hace lo mismo cuando encuentras pequeños gestos que tú utilizarías.
Por eso sería fácil para mí pensar lo peor de Colette.
—¿Esperar a qué? —pregunto—. ¿A que ella se dé cuenta? ¿A que rompa con su pareja? Ansel... —Dejo el aire ir tratando de hablar sobre ellos sin usar mi propio juicio, pero es complicado—. Esperar no es una buena solución.
—¿Y qué hago entonces?
"Ser directo y ver lo que pasa", pero me doy cuenta de que esa tampoco tiene por qué ser la mejor solución y bajo la cabeza arrepentida. Suelto su mano.
—No lo sé —admito.
—¿Qué harías tú? ¿Qué harías si estuvieras en una relación desde hace tres años, te vas a mudar con esa persona y alguien te dice: "Me he enamorado de ti aunque sabía que estabas con alguien desde que te conozco"? ¿Y qué haces cuando quieres a una persona y sabes que podríais tener una relación mejor que la que tiene porque su novio se pasa la mayoría del tiempo fuera por trabajo y ella siempre lo pasa mal porque no le contesta las llamadas y...? —Se tumba boca arriba, presionando las manos contra su rostro con impotencia—. Solo quiero que sea feliz, pero no puedo... No puedo olvidarme y no puedo no olvidarme, ni siquiera sé si eso tiene sentido.
—Ansel...
—Si espero, ¿se dará cuenta? —me pregunta.
La esperanza en su mirada es como una vela encendida en la oscuridad, una pequeña esperanza que trata de mantener y que el tiempo ha ido volviendo más pequeña. Pero yo no quiero mentir, ya lo hice por demasiado tiempo.
—No sé si lo hará, pero sé que la situación te seguirá haciendo daño si lo haces.
—¿Y qué más me queda? ¿Tú no esperarías por alguien a quien quieres? ¿Podrías dejarlo ir? Yo... Lo he intentado. No puedo. —Presiona más las manos contra su rostro y noto su voz perder fuerza.
¿Yo pasaría por eso por alguien?
No puedo ni imaginarlo, pero por desgracia es porque dudo poder sentir lo que Ansel siente por otra persona. Me jodieron, mucho. Lo hicieron cuando yo era demasiado joven y demasiado inocente y no he podido volver desde entonces.
Los primeros chicos que pusieron un pie en mi vida se aseguraron de quemar esos puentes. Ahora lo que siento es impotencia por no ser capaz de ayudar a Ansel al no ser capaz de ponerme en su lugar para verlo. Por muy analítica que me hayan enseñado a ser, eso no sirve de nada si eres demasiado fría como para entender las implicaciones de cierto tipo de emociones.
Quiero poder aconsejarle, y quiero poder sentir algo, pero no está ahí, no está en mí.
Trato de forzarlo para poder serle de ayuda, pero eso solo me hunde más en mi propia desesperanza y soledad, así que me siento con la espalda contra su cama y lo último que digo es:
—Me quedaré hasta que te duermas.
"Lo siento. —Es lo que quiero decir en realidad—. Siento no saber cómo lidiar con estos temas".
Ni él ni yo volvemos a hablar de nuevo.
Me quedo aquí sentada, recordando cuántas veces he estado en el otro extremo de esta situación y sintiendo desagrado hacia ello. He oído antes las palabras que Ansel ha querido expresar, pero no en busca de consuelo, sino directas hacia mí. Quizás, por eso, no puedo evitar sentir algo de rencor hacia lo que Colette está haciendo incluso si no es con mala intención, porque sé que yo he hecho ese daño antes y, una parte de mí, ve mi reflejo en ella.
Siento rencor hacia ella porque lo siento hacia mí misma.
Sé cómo me comporto en las relaciones y, si me hubiera atrevido a darle un consejo completamente sincero a Ansel, habría sido que se olvide de ella, porque es lo que yo le aconsejaría a cualquier persona que se acercara a mí con ese tipo de esperanza.
No vale la pena.
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Explicación de los cambios: Si todavía os sale la parte del piso, sacad la novela de vuestra biblioteca y cargar así el capítulo. También he retocado la parte del patinete, pero eso es mínimo, lo importante es que el final del capítulo 37.2 ahora es cuando vuelven al piso. He tenido muchos problemas para sacar en claro la trama con cómo lo dejé y no me he sentido conforme hasta no tener esta versión, y para ello necesitaba que fuera la misma noche. ❤
AHORA SOBRE EL CAPÍTULO
Asher y Olivia de niñeros de Ansel >>>>>> Tony de niñero.
VOTEMOS: ¿Cuál es mejor niñero?
☆ Vota por Asher con su: "ANSEL COLABORA O TE TIRO POR LA VENTANA" aquí.
☆ Vota por Olivia que prácticamente le ha arropado aquí.
☆ Vota por Tony que le deja hacer lo que quiera mientras no se hiera aquí.
mientras nosotros con Ansel tal que:
☆ Vota por quienes les leemos porque protegemos a Ansel aquí
AHORA, DOS TEMAS. UNO, TEMA ASHLIV (LES AÑORABA, PAR DE DRAMÁTICOS QUE SON)
#Asher no pasando el bolso porque para qué colaborar
(#Asher molesto porque Ansel no colabora dos minutos después)
# Asher... ¿preocupado de que Olivia se hiciera daño si intentaba levantar a Ansel? ¿O no?
#Ehm... ¿Han sido celos eso del final?
OLIVIA MIRANDO LA PUERTA CUANDO ASHER SE VA COMO SI QUISIERA QUE SE QUEDARA...???? BUENA O MALA SEÑAL???
Porque iba a decir buena pero luego me he acordado de lo que pasa al final y... : )
Olivia estaba así y duele por el shipp:
Traducción: ¿No puedes verlo? Soy veneno
TEMA DOS: ANSEL BEBÉ LINDO Y SU CORAZÓN ROTO : (
☆ (Vota aquí si) #ANSEL Y COLETTE TIENEN QUE ACABAR JUNTOS
☆ (Vota aquí si) #No confías en Colette
✨ La canción de multimedia ✨
Un abrazo y nos leemos el próximo sábado (ahora sí) ♥
— Lana🐾
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