Capítulo 37 - Mix club [Parte 2]
Disfrutad : )
37 | Mix Club [Parte 2]
Olivia Audevard
Viernes, 10 de julio
"Mais tu es tellement belle."
Aunque mi francés no es bueno, me he esforzado lo suficiente como para entender algunas estructuras sencillas y conocer los verbos y palabras más básicas. La única palabra que se escapa a mi comprensión en esa frase es "tellement", pero eso no evita que me haga una idea general de lo que significa en su conjunto.
Lo que me hace reír.
Noto la sorpresa de Asher en el silencio y eso me hace reír todavía más. ¿Es que cree que no he estado observando hasta exprimir lo que me parece más importante de su personalidad? ¿Cree que no he guardado reacciones y he provocado otras para tener una idea general de su comportamiento? ¿Cree que no sabría que pretende algo cuando se sale de sus líneas?
Cuando se da cuenta de que puedo ver sus intenciones a través de sus palabras, apoya la espalda contra la pared, murmurando en francés antes de tirar suavemente del pasador de mi pantalón como si preguntara si quiero acercarme.
—Ese ha sido el peor intento para convencerme de irnos antes que has podido hacer —digo.
Lo sabe, ahora lo hace y eso le frustra, pero al menos devuelve ese toque áspero a su humor que he terminado por apreciar.
—Si no funciona, podemos volver a lo de insultar tu camiseta —propone. Sus dedos, que han estado presionando mi cintura con un lento compás, se agitan para enredarse en el satén—. Ya que parece que vamos a quedarnos un rato, podrías hacerle un favor al mundo y deshacerte de esto.
—¿Quieres que me deshaga de ella?
—Quiero deshacerme de ella—corrige.
Necesito unos segundos, pero hago que el vodka arda en mi garganta hasta que todo lo que queda en el vaso es hielo que no ha tenido tiempo de derretirse. Al terminar, dejo el vaso entre los vacíos de la mesa más cercana y siento el golpe en forma de un ligero mareo al volverme bruscamente hacia Asher.
—De acuerdo, entonces hazlo —digo.
—¿Qué?
—¿No querías deshacerte de la camiseta? Entonces quítamela.
Aunque cierra la mano sobre la tela, separándola por completo del pantalón y dejando mi cintura sin nada que la cubra, su mirada muestra esa vacilación que se agita sobre las capas de cansancio que las luces intensifican. El cansancio presiona contra sus ojos, apagando su brillo y deslizándose como el pelo corto que golpea su frente y que las luces oscurecen.
Hace un amago, con su mirada sosteniendo la mía a la espera de que sea yo quien lo pare primero. Sé que, como todo el mundo, tengo esos pequeños tics que pueden llegar a delatarme cuando lanzo un farol, pero, para mi suerte, la única persona que los sabe identificar no está aquí. La única persona porque ni siquiera yo sé cuáles son.
"Si dejo que lo sepas, no quedará nadie de quien no puedas esconderte, y esa es una vida solitaria para una persona que prefiere no hablar", justificó Ramírez cuando le pedí que me lo dijera.
Asher aparta la mano y la suave tela golpea mi piel de vuelta.
—Parece que te gusta más vérmela puesta de lo que decías —sonrío victoriosa.
Asher tarda, pero me regala una de las sonrisa ladeadas que las primeras noches escondía con tanto recelo. Una que se desliza, retadora, sobre sus labios. Enmarcada por la forma en la que las luces llegan, sin vida, hasta este rincón de la sala.
—Por ahora.
(...)
Conseguimos un pequeño hueco en los sofás poco después de y termino yendo a la barra a por consumiciones para ambos (pagadas a medias) porque Asher es mejor que yo para guardar el sitio por muy pocas ganas que haya tenido de quedarse ahí sentado.
Al volver, le encuentro con las piernas separadas y un brazo sobre el estrecho respaldo como si este lugar fuera solamente suyo. Le ofrezco su vaso y empujo su pierna para que me dé más espacio.
No lo hace. Vuelve la mirada hacia un grupo cercano que está cantando a todo pulmón sobre la música mientras me siento. El desagrado hacia ellos siendo más que notorio.
—No les mires así, estamos en una discoteca y es la una de la mañana, ¿qué esperabas? —pregunto.
La música resuena entre nosotros, mezclándose con el ambiente en auge del local y deslizándose por conversaciones tan altas que puedo escuchar algunas de sus palabras.
Para estar más cómoda, tomo el espacio que Asher no me da al poner mis piernas sobre las suyas y es ahí cuando reacciona, pero no como yo esperaba. Por su forma de apartar la mirada como si ocultara algo, diría que acabo de hacer justo lo que él quería.
Eso queda más claro cuando pone una mano sobre mis piernas.
—No vuelvo a dejar que hagas un plan en lo que queda de mes —dice hacia mí—. En serio, rubia, ¿cómo pueden gustarte estos sitios?
—Son buenos para conocer a personas con las que pasar el rato.
Aprieto la consumición contra mi abdomen.
—No vale la pena con este ambiente. Joder, es insoportable.
Su mirada cae sobre mi hombro y oigo, a la par que veo el gesto, una fuerte risa del grupo que tenemos detrás. No sé de qué están hablando, pero hay risas y gritos cuando hablan, algo que Asher mira con descontento.
Como en el cementerio, tengo que tirar de él para que deje de mirarles.
—Las discotecas son así, déjales ser —pido.
Inconforme, bebe.
Es ahí, en su perfil, cuando vuelvo a notarlo. En su perfil, el cansancio es más notorio todavía, ahogando su expresión y marcándose sobre sus hombros. Destaca en el brillo sin fuerzas en su mirada, expresiones y postura.
Eso no estaba ahí cuando nos hemos despedido.
Mis hombros caen junto a mi actitud.
Sin querer ahondar en el tema pero sin ser capaz de dejarlo así, alcanzo su cuello con un toque tranquilo en un torpe intento de animarle.
Asher pisa sobre su agotamiento para tirar de mis piernas más cerca de él.
—Además, tú ya tienes a alguien con quien pasar el rato —me recuerda.
Al verle más animado, subo los dedos hasta el punto que sé que le he hartado de tanto tocar. Me lo dijo varias veces el último viernes, pero eso no evita que ahora trace su mandíbula como las últimas noches que pasamos juntos.
—¿Estás seguro de eso?
Las luces, ahora azuladas, parecen intentar hacer competencia al color de sus ojos y avivan la oscuridad en ellos. Ese toque incrementa la sensación cautivadora que me envuelve cuando él no habla de más.
Con un gesto lento, aparta un mechón el pelo de mi rostro para tener camino libre al acercarse a hablar. Sostiene el mechón entre sus dedos cuando roza mi oído.
—¿Es que necesitas que te repita lo que me dijiste el viernes pasado para recordarlo? Porque recuerdo cada detalle.
No se llega a alejar del todo cuando se aparta.
En la cercanía, la intimidad que crece y cae como un dulce velo entre ambos. Su mirada me devuelve una atención que suaviza sus rasgos hasta darle un toque casi angelical, hasta que no queda rastro de la dureza que sus palabras pueden albergar y me recuerda la forma en la que la indiferencia desaparece y él pierde la noción del significado de "egoísmo" cuando estamos a solas.
La mano que tiene en mis piernas sube hasta mis muslos y encuentro un indicio de frustración en la forma en la que cierra la mano antes de apoyarla ahí. Como si estuviera conteniendo las ganas de indagar sobre mi piel al igual que ha hecho otras veces.
Bebo una última vez antes de quitarle a Asher su vaso y dejar ambos sobre la mesa para marcar que mi atención es suya y que estoy pidiendo lo mismo a cambio. Conforme, estira la mano sobre mi pierna, haciendo presión al deslizarse hasta mi cintura.
—Pensaba que estabas intentando convencerme de irnos antes —le recuerdo.
—¿Quieres que te convenza de irnos antes? —pregunta sorprendido.
Ninguno de los dos está atendiendo a las fuertes conversaciones que estallan en todas las direcciones, al cúmulo de vasos vacíos que llenan cada vez más la mesa ni a la estridente música que, por suerte, llega suavizada hasta este extremo del local.
Ha pasado una semana desde que estuvimos tan cerca, desde que supimos hasta dónde podíamos llegar y había olvidado cómo se sentía así que, lo que quiero, es recordarlo. Mi atención está en eso, y me pongo excusas para no pensar en que hay otras personas a las que conocemos en esta discoteca porque sé lo que me apetece ahora mismo y tiendo a ser impulsiva con ese tipo de cosas.
—Quiero verte intentarlo.
Disfruto del toque bajo la camiseta cuando duda.
—Tu mejor esfuerzo —añado.
Eso le saca una media sonrisa que sé que es real cuando aparta su rostro de mí para esconderla y termina con sus labios rozando la comisura de los míos.
—Esa sería una mala idea —dice—, pero siempre podemos conformarnos.
Conformarnos porque no estamos solos, y yo tomo eso cuando tan cerca como estamos, alcanzo sus labios.
Sentir la presión de sus labios es como quedarme sin aire y a ciegas, su forma de acercarme a él y profundizar el beso un instante después, es el aire fresco llenar mis pulmones después de haber estado horas bajo tierra. Es reconfortante y tan cautivador como ese atractivo que puso mis ojos sobre él al conocerle.
Mi atención se queda en la forma en la que su tacto se siente como un toque olvidado que vuelve para acomodarse como si siempre hubiera pertenecido ahí. Las sensaciones crecen y mueren restringidas por un muro que ambos mantenemos para hacer lo que yo he hecho ya decenas de veces; pasar el rato al salir.
Durante la siguiente hora, compartimos conversaciones bajas en cortas distancias, y el resto de personas pierden fuerza a nuestro alrededor. Durante el tiempo que nos quedamos en la discoteca, simplemente pasamos el rato juntos. Con la confianza que hay tras la puerta de su habitación pero sin llegar a explotarla. Nos hundimos en la cercanía e ignoramos el resto. Al menos, hasta que terminamos una de las consumiciones y decidimos volver.
Lo que nos recibe al salir de la discoteca, es frío. Un frío como el que me ha recibido horas atrás y que me tiene atando mi gabardina mientras que Asher empieza con su camino. Ha dicho algo de saber cómo volver y es eso lo que me hace seguirle a través de la calle una vez estamos fuera. Lo hago con mi móvil en la mano para despedirme de Ansel antes de olvidarme.
Sé que me habló de pedir un Uber, pero tendrá que conformarse con una mentira donde le diré que ya estoy en el piso y bien, al menos eso es en lo que estoy pensando cuando llego a su conversación. Había preferido no ir en persona para evitar que no se despegara hasta verme metida, sola, en un Uber, pero lo que no me esperaba era que él hubiera usado sus idas y venidas para indagar por los rincones de la discoteca cuando es algo que nunca hace salvo que sea para encontrar una forma de colarse en la zona VIP.
"Dónde estás???", Ansel 00:46
No es eso, sino la imagen que ha enviado justo después la que me paraliza.
La foto, aunque oscurecida por luces moradas y mezclada con las personas que se movían entre nosotros, muestra la mesa junto a la que estábamos y, tan claro que desearía que Ansel no hubiera tenido un móvil con tan buena cámara, se nos ve a Asher y a mí. Nuestro perfil, más bien, mientras nos besábamos.
"Os veo", Ansel 01:38
La siguiente imagen que ha mandado es una foto suya haciendo un gesto de aprobación.
—Rubia, es para hoy —se queja Asher en la distancia.
—Un minuto.
"Me he ido ya de la discoteca, pero todo bien. Ten cuidado. Hablamos por la mañana", envío.
Vuelvo a la primera foto y la amplío. Nos reconozco a ambos, pero yo sé que éramos nosotros los que estábamos ahí, y me quiero quedar con la idea de que quizás, habiendo bebido y no sabiendo que Asher iba a ir, Ansel simplemente haya pensado que era alguien que se le parecía. Después de todo, en la foto tengo la mano en la mejilla de Asher y la luz no era la mejor, puede que no le haya reconocido.
En cuanto me envía su respuesta, sé que he hecho bien en decirle que hablaremos por la mañana porque esa es toda respuesta que necesito para saber que sí sabe quiénes éramos los dos.
"ok😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉", Ansel 02:34
Si tan solo Ansel fuera de los que se callan las cosas...
—Rubia —llama Asher una segunda vez.
—Ya voy —me quejo.
Al guardar el móvil, siento que la noche está cayendo escalón a escalón.
—Dime que no es lo que creo —pido.
Asher ha apartado de la pared de un edificio uno de los patinetes eléctricos que hay por toda la ciudad. Está terminando de configurar algo en su móvil y ahora lo sostiene con una mano para marcar que es nuestro transporte de vuelta.
A más me acerco, más pongo en duda mis propios pasos.
—Existen los autobuses —le recuerdo.
—La parada está lejos y tú te quejas mucho cuando andas así que... —Apoya bien el patinete eléctrico como respuesta—. Venga, sube.
Ni yo misma sé por qué, pero lo hago.
Cerca del patinete, me apoyo en el brazo de Asher para quitarme los tacones porque es más rápido que explicarle la forma en la que el estrecho tacón afecta a mi equilibrio, ahogo la repulsión que me provoca pisar ese patinete descalza, y apoyo los tacones contra la parte central del manillar al subirme.
—Ya me estoy arrepintiendo de esto —murmuro.
Asher me pide que ponga mis pies todo lo alante que pueda y sube uno de los suyos mientras que mantiene el otro en el suelo por el equilibrio.
—Me doy cuenta —dice.
Contengo las ganas de cerrar los ojos como si eso fuera a evitar el golpe cuando Asher lo pone en marcha. Él presiona los brazos cerca mientras agarra los extremos del manillar y, aunque no le es del todo sencillo, consigue que el patinete tenga un equilibrio decente.
—No está mal para el primer intento —le oigo decir detrás de mí.
¿Cómo poner en palabras lo poco esperanzador que suena ese "primer intento"?
El aire golpea frío contra mi ropa en cuanto el patinete eléctrico toma algo de velocidad. Cierro lo mejor que puedo las manos sobre la parte central del manillar, con los tacones golpeando el patinete y la inestabilidad clara intensificándose cada una de las veces en las que hay que girar por una de las calles. En cuanto tiene oportunidad, Asher marca una dirección cuestionable.
—La carretera —aviso.
—Lo sé, la estoy viendo.
—Entonces no vayas directo hacia ella.
Pero lo hace. Asher aprovecha una ligera rampa en la acera para meternos en la carretera y no vuelve a salir de ella desde que lo hace. Pese a que el terreno sea más llano aquí que en la acera, la inestabilidad crece y Asher me dice que esté todo lo quieta que pueda al menos tres veces aunque no esté moviéndome en absoluto.
—Antes de que nos demos de bruces contra algo, tengo que decirte algo. —No espero una respuesta de Asher, pero la inseguridad que este patinete me crea me hace parar entre cada frase—. Ansel me ha escrito antes y dice que... —Girar en cada calle es una certeza absoluta de que vamos a caer y no sé cómo nos libramos, solo que luego viene acompañado de un zarandeo que me tiene en tensión antes de poder volver a hablar—. Me ha mandado una foto de cuando estábamos en los sofás. Lo sabe.
—Joder, rubia, ¿qué esperabas? ¿No estaba en la misma discoteca?
—Sí, pero no creía que... —De nuevo, me callo porque Asher gira hacia la izquierda y la tensión me roba las palabras—. No pensaba que fuera a verlo, estaba muy ebrio la última vez que le vi. Hablaré con él por la mañana, pero quería que lo supieras por si te hace algún comentario antes de eso, ya sabes cómo es.
—Dudo que me saque el tema.
—Aun así. Si lo hace, solo... No te comportes como un capullo, ¿vale?
—Apuntado.
—Hablo en serio, Asher.
Porque le conozco y nunca sabes en qué dirección va a salir.
Ignora por completo el comentario y, en silencio, el tramo hasta el piso, termina siendo incluso llevadero.
──────༺༻ ──────
¿Recordáis que os dije que disfrutarais de los momentos del shipp feliz, pasando tiempo juntos, etc. mientras pudierais? Pues espero que lo hayáis hecho, porque esa parte... Well, digamos que ahora nos vamos escaleras abajo.
(obra de arte de endlesscurl porque quiere que yo haga el mal, culpadla a ella)
AHORA SOBRE EL CAPÍTULO.
pd-perdonadle un poco a Asher el mal humor, sabemos que estaba teniendo un mal día: (
ANSEL Y LA PILLADA
Deja un "😉" aquí si lo sabías por el adelanto de Instagram
Deja un "😉" aquí si ha sido una sorpresa.
NFIWAFNUFNEWQ SE LIÓ
OH Y POR FAVOR EL MOMENTO PATINETE ES QUE SOY MUY FAN.
Asher: Sé que existen los autobuses nocturnos y andar, pero prefiero un patinete E IR POR LA CARRETERA PORQUE YEYYYYY
Olivia de fondo: "Me tienes tan harta que ok a todo"
El shipp, señoras y señores!
Espacios para hablar de:
# OLIVIA ASEGURÁNDOSE DE QUE ASHER NO FUERA ASHER CON ANSEL PORQUE OLIVIA&ANSEL >>> OLIVIA&ASHER (Ansel es su persona preferida de esa casa y lo sabemos JAJAJAJ)
# Ansel liándola estando ebrio de una forma u otra
# El 😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉😉 de Ansel
Bueno, a mis antiguas lectoras y lectores: Supongo que ya sabéis lo que viene ahora, ¿no? Decidles a las personas nuevas lo bonito que va a ser todo a partir de ahora por favor
(soy un angelito, ya veréis)
: )
Un abrazo y nos leemos el próximo sábado ♥
— Lana🐾
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