Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 35 - Mentiras y verdades

Mis amores, toca leer con calma, manta y palomitas que van a pasar muchas cosas ❤️ ¡Disfrutad!

35 | Mentiras y verdades

Olivia Wilson

Jueves, 9 de julio

Asher tarda más de lo esperado en contar la historia, sobre todo por las pausas que hace cada vez que alguna persona se acerca demasiado, como si no quisiera ser escuchado narrándola. Más de una vez, si tardan demasiado en irse, suelta algún suspiro cargado de molestia que notoriamente intenta que los de al lado escuchen para presionarles y que se vayan antes.

Si eso no tiene efecto y el tiempo se alarga, empieza con esas miradas molestas en su dirección que intento que deje empujando suavemente su cabeza hacia el frente en vez de hacia desconocidos. Es mi silencioso: "Ya vale". Solo que Asher tiende a hacer lo mismo cada vez que dejo la mano caer así que termino por apoyar la mano contra su cabeza todo el tiempo que alguien se queda cerca. Al final, él opta por apoyar la barbilla sobre mi hombro para ponérmelo más fácil, y sus quejas bajan un poco mientras paso los dedos por su pelo.

—Un minuto más aquí e iba a ser yo quien terminara enterrado por ahogarme contando estas tonterías —dice Asher al terminar. Marca en silencio las tumbas como lugar al que se refiere. Su rostro tan cerca cuando me vuelvo hacia él que me pregunto si es uno de esos momentos en el que debería hacer uso del tan conocido espacio personal—. ¿Ahora es cuando te quejas?

Me echo hacia atrás y le pongo sus gafas de sol. No puedo evitar sonreír al notar la forma tan infantil en la que espera a que termine con un marcado disgusto en sus facciones.

Es un dramático, pero me gusta eso.

—Ahora sí podemos irnos —digo antes de echar andar.

—En la otra dirección, rubia, por ahí está la salida.

¿Por qué no me sorprende que no sepa llegar hasta estas tumbas pero sí cómo irse una vez llega?

—No tengo muchas ganas de seguir viéndolo, te lo he dicho, no soy fan de los cementerios.

—Aunque no lo creas, tiene partes curiosas. —Por cómo lo dice, diría que hay un "turístico" implícito en esa frase—. No voy a decirlo de nuevo, si dices que nos vamos, nada de arrepentirte después, porque no pienso volver.

—Puedo vivir sin ello.

Con eso, sigo en la dirección que he elegido, deseosa de salir de aquí.

Encontrar la salida es más complicado de lo que pensábamos. Asher mira hacia los muros que rodean el cementerio como si la única forma que conociera para salir fuera siguiéndolos. El problema está en que los caminos no siguen exactamente esa dirección y le encuentro tratando de centrarse con los desvíos para intentar ir lo más cerca del muro posible. Sabe, como yo, que la forma más rápida sería por el césped.

Tal y como supongo que sabe que yo no iré por ahí una segunda vez.

—Rubia, ¿qué haces?

Distraída, he ido acercándome al borde del camino en busca de cualquier nombre grabado en las distintas tumbas con una tonta esperanza tan irreal que no sé por qué no puedo echarla a un lado. Sé que es ilógico pensar que el nombre de mi padre podría estar aquí, pero este es el único lugar además de nuestra casa donde siento su presencia como un conjunto y no tan esparcida que no puedo sentirle.

Él estuvo en París, lo visitó y lo disfrutó y, habiendo dejado su recuerdo encerrado tras las paredes de nuestro chalet al norte de Virginia, siento que mantener su recuerdo ha sido como intentar abrazar humo. En París, su presencia es más dura y lo uno con él. No puedo evitar hacerlo, aunque eso esté tirando de mí hacia recuerdos que en su día tapé.

—Nada, solo miraba —respondo.

Asher sale del camino para cruzar el estrecho césped y venir a la acera por la que yo he estado andando. Aunque a un ritmo similar, no es que hayamos ido demasiado juntos de camino a la salida.

Cuando dejo de andar, Asher lo hace también.

Como yo, apoya las manos sobre la valla de piedra. Al otro lado, hay una tumba en el suelo con una lápida más alta que nosotros donde no queda nada escrito. Sé que no debería, pero esa ausencia oprime mi pecho, recordándome que no hay flores que vayan a adornar esta lápida, que no hay nombre que marque su historia, que, quien esté aquí, hace tiempo que fue olvidado u olvidada.

A mi lado, Asher apoya el peso sobre sus manos la mirarme.

—¿A quién perdiste? —pregunta con suavidad.

—¿Cómo sabes que perdí a alguien?

—Por cómo lo miras.

Vuelve la mirada hacia la lápida y yo hago lo mismo, encontrando dolor en su vacío y una parte de mí salta emocionada pensando que podría engañarme a mí misma dándole este punto de descanso a mi padre. A veces, solo quiero un lugar donde poder llorarle, un punto en el que sentir que está.

Supongo que, por eso, cuando me escapé a los catorce, la dirección que tomé fue la del norte de Virginia.

A casa.

Me sentía perdida y confundida, había perdido mi propia identidad entre tantas e hice una tontería en busca de la ayuda que nadie estaba dándome. Fui al único lugar donde sentía que podría volver a mi pasado para intentar tirar de las cuerdas que me envolvían y que todo lo que se esparció se uniera de nuevo. Quería que todos los pedazos de mi propia persona pudieran volver a convertirse en una sola cosa y lo único que se me ocurrió para conseguirlo fue volver al lugar donde pude tenerlo todo unido en su día.

Presiono la piedra con mis manos, sintiendo cómo la arenilla que se desprende queda contra mis dedos.

Me apoyo más cerca de la valla y sé que debería mentir como hago siempre. Es solo que estoy en un punto donde me siento tan sola y perdida que todo lo que quiero es decirlo porque eso sería darle voz a la existencia de mi padre. Decirlo hará que él fuera real, y a mí me cuesta seguir siendo la única que recuerda eso.

A veces todo lo que quiero es poder decir: "Existió, esta fue su vida".

Así que eso hago.

—A mi padre.

El silencio que llega después es reconfortante. Una suave brisa golpea mi vestido y, por fin, deja de ser ese viento caliente que lleva presionándonos toda la tarde. Me relajo al sentir, me relajo al decirlo porque es extraño poder decir en voz alta que él vivió y murió.

Al mirar hacia Asher, él mantiene la mirada sobre la lápida, en silencio.

No dice ese amargo "Lo lamento", solo se queda ahí.

—Perder a alguien es una mierda —es lo que dice.

Viniendo de alguien que también ha perdido a una persona cercana como me contó sobre su prima, ese comentario llega como una apagada comprensión que me hace relajarme un poco. En mi vida, eso es lo que menos he tenido porque nadie puede entenderte si no saben por lo que has pasado, y nadie puede comprenderte si no tienen vivencias por las que guiarse hacia tu camino. Por eso Ramírez es mi mayor tesoro, él es la única persona que puede conocer todo de mí y, sin él aquí, muchas veces todo lo que siento es una profunda soledad.

Perdida en mis pensamientos, hago girar uno de mis anillos.

—¿Sabes qué es lo que más odio de perder a alguien? —pregunto.

Siempre he sabido que la comprensión es un tesoro y encuentro amargamente dulce el dolor que me provoca meter el dedo en la herida. Hundirme en mi propio dolor es lo único que me hace recordar que mi padre estuvo aquí y cuánto le amé, y ese tipo de dolor es algo que te guardas salvo con aquellos que sabes que lo entenderán.

Asher perdió a alguien, y yo solo quiero que alguien entienda.

Que, por una vez, alguien escuche.

Espera en silencio, pero me da su atención.

—Lo que más odio es que nunca se van solos. Siempre dicen que perder a alguien es perder a una persona, pero pierdes más. Es como si todos a los que hubiera tocado cambiaran y lo que echas de menos no es a alguien, no es cómo era contigo, sino cómo era todo cuando todavía estaba aquí. Echas de menos a cada persona a la que su pérdida ha cambiado. Es como si se llevara a todos consigo, y nadie vuelve de eso.

Ramírez suele decirme que las pérdidas no se superan, sino que hay que vivir con ellas y que, un día, empiezan a doler un poco menos. "Cuando se van, se quedan en ti como un tatuaje —me dijo cuando era pequeña—. Te marcan y siempre están contigo, puede que a veces pienses menos en ello o no lo veas porque la ropa lo cubre, pero sigue ahí."

Siempre he amado esa forma de verlo.

Asher me está mirando cuando miro hacia él. En silencio, pero con atención, como si estuviera esperando algo más, como si estuviera diciéndome: "Te escucho". Lo que, viniendo de él, es tener la certeza de que su atención es real y no por compromiso. Asher no es de los que hacen nada por compromiso.

—Sé que es una tontería, pero desde que mi padre murió, es como si todo se hubiera roto en casa. Mi madre cambió... Mucho. Supongo que yo también lo hice. —La muerte de mi padre se llevó gran parte de mi madre y la mayor parte de mí. Me dejó tan vacía que incluso mis emociones buscaron huyeron de mí, las positivas al menos. De no ser por el dolor, de no ser porque he llorado, pensaría que me rompió hasta el punto de llegar a un punto de no retorno—. ¿Cómo se supone que vuelves de eso?

—No vuelves —dice.

Bajo la mirada a mis anillos y pulseras, dejando que el sol dance sobre el color dorado de la bisutería cuando muevo un poco la mano en busca de algo que rompa mis pensamientos para que no me arrastren con ellos.

—No, pero todo el mundo espera que lo hagas —marco.

Mi madre quiere que yo esté bien, quiere que yo viva la vida que me dan y haga lo mejor que pueda con ella, pero todo lo que yo quiero hacer es hundirme en ese dolor que en su día enterré. Quiero volver a casa. Quiero volver a él para abrazar su recuerdo, para encontrar su esencia y poder respirar al fin porque todo lo que hago es intentar mantener conmigo partes tan esparcidas que nunca se sienten suficiente.

Mi padre no fue el único que se quedó en Virginia.

Solo quiero recuperarlo.

—Hay algo en lo que no te fui del todo sincero cuando te conté que me arrestaron —dice. Vuelve la mirada al camino al oír la conversación de un grupo de tres que hablan en inglés mientras miran sus mapas y espera a que se alejen para seguir, aun así, no me mira cuando lo hace—. No me metía en problemas porque estaba enfadado con el mundo después de que mi prima muriera, nunca me han importado tanto quienes no son cercanos a mí como para que mi molestia fuera hacia ellos.

Omito decir que eso lo he notado.

Se queda en silencio tanto después de eso que he dado por hecho que no va a decir más, pero lo hace.

—Cuando ella murió, fue como si todo se parara. En casa todo era distinto, pero luego volvió a la normalidad. —Me mira, y es como si fuera la primera vez que hay sinceridad en él por lo clara que se ve su reflejo—. Era como si todos hubieran decidido que lo mejor era fingir que ella nunca fue parte de nuestras vidas y yo no podía lidiar con eso porque para mí todo era distinto. Lo que tú has dicho de que cambia a las personas es tener suerte, cuando solo te toca a ti y ves que a tu alrededor todo sigue igual, eso es una mierda. Cuando todos vuelven de eso menos tú, de eso no se sale.

Vuelve a apoyar las manos contra la valla de piedra, apretando como si tratara de acallar sus propios pensamientos. Ahogo las ganas de apoyar una mano sobre su hombro.

—Has dicho que no me dijiste la verdad sobre lo del arresto. ¿Por qué te arrestaron entonces? —pregunto.

—Fue por agresión, pero no hacia un desconocido o hacia un civil.

—¿Qué quieres decir?

—Me encontraron dentro de una comisaría rebuscando entre sus archivos y no quise que me sacaran. Hice algunas tonterías allí, tonterías de las que no me enorgullezco, pero tenía quince y todo era una mierda. —Presiona las manos contra la piedra con más fuerza—. Peleé con el agente que quiso sacarme y yo... —Ladea un poco la cabeza, incómodo de solo recordarlo—. Le golpeé con una barra de madera que tenía cerca.

—Eso es...

—Grave, lo sé.

—Y deja marca en el expediente.

—Lo hizo, pero, como te he dicho, mi padre me ayudó con eso. Tuve que encontrar la forma de compensar lo que había hecho e hice trabajos sociales un tiempo, allí tuve un mentor que habló bien de mí meses después en una vista y, entre eso y que era menor, sellaron mi expediente.

Me pregunto si Ramírez sabrá ya eso, me pregunto si lo verá justificable o como una alarma porque, siendo sincera, esa conducta es más que una alarma independientemente del contexto. Es una mala señal, una que debería tomar y echarme a un lado hasta que terminaran mis días aquí porque esa clase de personas no me conviene tenerlas cerca.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunto.

—Te lo he dicho, cuando eres el único que se hunde todo es una mierda.

—Estar cabreado con alguien no es excusa para algo como eso.

—Lo sé, y entonces también lo sabía, pero...

No puedo juzgarle. Sin importar quién sea o qué haya hecho, es alguien con quien me he sentido comprendida por una vez, alguien en quien me he sentido identificada por la forma en la que se mueve. No es el único que ha perdido los papeles en su vida alguna vez.

Ramírez no me gritó cuando me escapé y me arrestaron.

Él vio mi grito de ayuda, vio que me ahogaba, y me dio la mano, y eso significó el mundo para mí porque, después de no tener a nadie a quien sintiera que le importo, él me hizo darme cuenta de que esa persona sí existía.

Asher no es agresivo, él es más de irse dejándote con la palabra en la boca o darte una fría respuesta que te hará querer estrangularle, pero no agresivo, no peligroso. Ese fue su grito de ayuda, uno que nadie escuchó. Así que ahora yo hago lo que desearía que hicieran por mí: le escucho.

Apoyo una mano sobre su hombro.

—¿Pero qué? —pregunto con suavidad.

Me sostiene la mirada en silencio. A mí me dieron la mano y eso significó el mundo, me pregunto si alguna vez alguien habrá hecho lo mismo por él.

—A mi prima la atropellaron y el coche se dio a la fuga —cuenta y hay algo que deja notoriamente a un lado antes de seguir, escondiéndolo aunque la impotencia que le hace sentir se vea tan clara cuando lo hace—. Mi padre es policía y yo le veía salir todos los días a trabajar sin que nunca hiciera el mínimo esfuerzo por intentar encontrar a quien la mató. Me daba igual que fuera un accidente, me daba igual que fuera un borracho, me daba igual que estuviera conduciendo hacia el hospital y que por eso la urgencia, solo quería poder mirar a esa persona a los ojos y decirle: "Has matado a una niña, no puedes simplemente vivir con ello como si nada". Pero eso era lo que pasaba con todos, que todos vivían como si nada. Todo volvió a la normalidad en casa y eso no me parecía bien. Mi hermano salía con sus amigos, mi madre seguía preparando pastelitos los domingos, y mi padre no hacía nada. Así que empecé a tener problemas con ellos.

Sin saber bien por qué, me acerco un poco más.

Me acomodo en su costado, con la mano rozando su cuello y dándole mi completa atención.

—Siempre que intentaba sacar el tema en casa, me decían que lo dejase. Siempre que yo sacaba el tema encontraban la forma de mandarme callar, de decirme que estaba siendo un maleducado o de mandarme a mi habitación porque les había levantado la voz solo porque no querían escuchar. Siempre había una razón para castigarme por ser el único que seguía insistiendo en que no podíamos hacer como si nada. —Se humedece los labios, todavía con pesadez hacia esos recuerdos—. Así que mi relación con ellos fue empeorando. Estaba cabreado con ellos, mucho, demasiado. Eso se hizo un bucle. Contestaba mal a mi madre, me castigaban, mi padre venía a hablar conmigo, le decía que no entendía por qué él no estaba esforzándose en buscar a la persona que atropelló a Tiffany, nos gritábamos y me aumentaban el castigo. Yo solo quería hacer algo porque no podía soportar que nadie hiciera nada, que ella hubiera muerto y que eso importara tan poco.

—Has dicho que fue en comisaría. ¿Esos archivos donde te encontraron...?

—Como nadie hacía nada, decidí que debía hacerlo yo —interrumpe.

—Así que fuiste para intentar saber quién le hizo eso —entiendo.

—Me escapé, robé las llaves de mi padre, y me metí allí una noche. Todo iba bien hasta que hicieron la ronda y, como esa era una comisaría pequeña, no tenía dónde esconderme. Todavía no había encontrado lo que quería y estaba tan frustrado porque estaba convencido de que, si no lo hacía yo, no lo haría nadie, tan cabreado con todos, que se me fue de las manos. Sé que no actué bien, ni siquiera sé en qué pensaba o si en algún momento pensé que eso era buena idea. Me arrepiento de todo lo relacionado con la agresión, pero no puedo arrepentirme de haber entrado allí.

Aprieto su hombro para sacarle de sus pensamientos.

—¿Dieron con quien conducía? —pregunto.

Asher niega.

—Cerraron el caso por falta de pruebas.

Oh.

No aplaudo nada de lo que hizo, él mismo ha dicho que sabe que se le fue de las manos, pero sé lo que es aferrarse a alguien después de su muerte y, aunque no debería, no puedo evitar encontrar belleza en tener a alguien que defienda tanto el recuerdo de alguien como él hizo.

—Ella tenía suerte de tener a alguien a quien le importara tanto como a ti —admito.

—Se lo debía.

Al darse cuenta de lo que acaba de decir, se arrepiente.

Se aparta de la piedra y mi mano cae con el gesto.

—Por suerte, sellaron mi historial criminal —repite de forma más animada, como si intentara restarle importancia y desviar el tema. Por supuesto, le dejo hacerlo—, y me fui a estudiar fuera poco después así que eso ha quedado atrás. —Pasa sobre el césped para volver al camino y, cuando se queda ahí esperando, entiendo que quiere que vaya también por ese camino en vez de tan distanciados como antes. Lo hago—. Espero que no hayas perdido la bolsa que te he dado antes, rubia, Lucien ya quiere matarme porque está terminando su turno y aún no le he devuelto su videojuego así que, como lo hayas perdido, la hemos jodido.

—Lo sigo teniendo, no te preocupes.

—Bien.

Asher ha colgado sus gafas de sol en el cuello de su camiseta poco después de ponérselas, cosa que ha hecho que haya sido capaz de ver más verdad en él en estos minutos que en todas las conversaciones que hemos compartido hasta hoy. Me ha dejado ver un dolor que entiendo en parte.

Lo que ha sido como haber estado años nadando en la oscuridad y ver al fin la luz, porque con él me siento comprendida en cierta manera incluso si no conoce toda mi verdad. Eso es algo que jamás creí que conseguiría de alguien que no fuera Ramírez, menos todavía que vendría de quien menos esperaba.

Cuando le conocí, le puse en el saco de las personas con las que no me relacionaría. Asher se encargó bien de entrar ahí porque me equivoqué al pensar que era un rompecabezas. Asher no es un rompecabezas, él ese terreno difícil que tienes que subir sin ayuda porque él no va a dártela, uno que él llena de piedras y de arenas movedizas esperando a que caigas. Te golpea con un mal temporal con cada conversación y te empuja fuera del camino con cada mirada. Asher se presenta como un camino difícil para el que te pondrá tantas trabas que te darás de bruces hasta no querer seguir y, entonces, te dejará a un lado porque nunca le ha interesado que llegaras al final.

Eso intentó conmigo, eso hace con todos, pero esa agitación que me daba era una emoción dentro de una profunda nada y no la solté. Pasé el vendaval y, al llegar al otro lado, él ha empezado a darme la mano, a veces, para ayudarme en el camino.

He seguido, y, ahora, veo que hay algo detrás de ese duro camino. Aunque se mantiene tan agotado como su personalidad, hay un claro al final, uno que hoy piso por primera vez y me devuelve lo único que siempre he querido y nunca he podido sentir por mucho tiempo: Comprensión.

—Empezaba a pensar que nunca encontraría la salida —murmura al llegar a la puerta que hemos cruzado para entrar. Su postura ha vuelto a adoptar esa indiferencia que su mirada defiende y ese claro en el que me ha dejado se nubla, pero ahora sé que existe y eso no voy a poder olvidarlo.

Me sostiene la mirada, lo hace como si estuviera dudando.

Al final, gana su falta de emociones.

—Más te vale andar rápido, rubia, tengo prisa y no pienso esperarte —dice.

Pongo bien mi bolso y voy hacia él esperando a que gira y se vaya por su cuenta como hace tantas veces. Podría seguirle el paso fácilmente, puedo ser rápida, pero hay veces en las que solo quiero dejar de correr y perderme en los detalles. Con Asher me ocurre siempre y es que, aunque sé que Ramírez pondría el grito en el cielo de escucharlo, cuando salgo con Asher dejo de fijarme tanto en desconocidos y de mirar sobre mi hombro de forma constante.

Me confío.

—Ya te he devuelto las gafas —le recuerdo cuando estira una mano hacia mí.

—No tengo ganas de estar mirando hacia atrás porque andas muy lento, rubia.

Cuando acerco mi mano, lo hago con una mezcla de incomprensión e incomodidad. Lo acepto y Asher echa a andar rápido, marcando mis pasos con los suyos y, como ha dicho, asegurándose de que no tiene que esperarme.

El Pére-Lachaise queda atrás y, al igual que ocurre con todo lo que pasa dentro de su habitación, nuestra conversación se queda escondida tras las imponentes puertas del cementerio. Las verdades que hemos compartido hacen compañía a quienes ya no están aquí y me pregunto, ante la forma en la que el recuerdo de mi padre ha sido más intenso desde que llegué a París, si podré mantener todo escondido el tiempo suficiente como para poder irme de aquí y reponerme, o si eso es realmente lo que quiero.

Desde las catacumbas, mis pesadillas recurrentes se han ido alterando en pequeños detalles, las imágenes intrusivas han vuelto con detonantes que no puedo predecir y para frente al obelisco cuando vuelvo de correr me tiene recordando sensaciones extrañas que no puedo terminar de unir con nada.

He recordado el ritmo de la canción de aquella cajita de música. Recuerdo su eco contra las paredes y el tocadiscos del despacho de mi padre. Sé que bailábamos canciones que a él le gustaban con mis pies pisando los suyos y, aunque apenas recuerdo más que una sensación y dos palabras de la letra, sé que hay algo en esa melodía que me podría arrastrar de lleno al infierno.

He empezado a ver azul cuando miro hacia el obelisco, vuelve la sensación de mis pies descalzos tropezando escaleras arriba y una palabra: "Arriba", repitiéndose con angustia en mis pensamientos junto a esos pasos acelerados. Viene unida a una imagen difuminada que no puedo saber si es real o parte de mis pesadillas, pero, esas escaleras, eso era real, y la angustia que sentí me acompaña cada vez que salgo a correr como si estuviera huyendo de nuevo.

Las piezas de aquella noche, que siempre han estado esparcidas y trato de mantener separadas, aquí se mezclan sin sentido. Se mueven como si el tiempo se hubiera agrietado y dividido, pero están volviendo. Hay detalles invadiéndome, uno tras otro, en busca de salir en cuanto les dé la atención suficiente. Intento mantener todo lo más alejado que puedo, pero lo sé.

Esa noche está volviendo, y temo no poder pararlo antes de que arrase con todo.

──────༺༻ ──────

¡Al fin día de actualización! Contadme, ¿se os ha hecho larga una semana sin actualizar?

La verdad es que no sé por dónde empezar, pero tengo que decirlo:

Olivia y Asher hablando con sinceridad con el otro y confesando cosas que pocos saben porque se sienten escuchados y comprendidos por el otro me tiene gritando.

El "siento que he encontrado alguien que me comprende en quien menos esperaba" de Olivia me tiene muriendo de amor.

#Línea para corazones

El "Me pregunto si alguna vez alguien le habrá dado la mano cuando se está ahogando" hacia Asher y esa mirada de él modo: "¿No me vas a decir que solo hago todo mal?" me tiene llorando.

#Línea para emoji que os represente.

Hablando de Asher, ¿encontráis las similitudes entre lo que sintió con su prima y lo de Jayden? Lo que cuenta es muy similar a cómo se siente ahora y mi corazoncito ha hecho así -> 💔

Sabíamos que Asher quería mucho a Tiffany y que lo pasó mal por CDD, pero no conocíamos toda la historia y pensad que, si no la conocíamos, es porque Jayden tampoco la conocía.

Asher se fue porque no podía lidiar con la pérdida ni con la situación en casa y Jayden se lo echó en cara al volver. ¿Os dais cuenta de que realmente nadie le ha dado nunca esa mano amiga cuando está ahogándose como acaba de hacer Olivia?

Mis bebés están rotos, pero se entienden


#LÍNEA PARA (hablar de) Olivia contándole sobre su padre a Asher

#LÍNEA PARA (hablar de) Asher hablándole de la verdad sobre Tiffany y cómo se sintió a Olivia.

#LÍNEA PARA (hablar de) que Olivia al fin se siente cerca de su padre.

#LÍNEA PARA (hablar de) se va a liar porque Olivia está recordando lo que pasó noche en la que murió su padre quiera o no

Ahora sí, un abrazo y nos leemos el próximo sábado

— Lana🐾

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro