Capítulo 32 - Acercamientos
Capítulo dedicado a todas las personas que me saludáis al inicio de los capítulos, os amo mucho ♥
32 | Acercamientos
Olivia Audevard
Miércoles, 8 de julio
Como más de una noche, salgo de mi habitación porque me cuesta sentirme cómoda ahí dentro. Han pasado horas desde que vi las dos fotografías que me han devuelto una imagen clara de la sonrisa de mi padre y todavía no sé ni cómo me siento al respecto. Mis pensamientos están más nublados que mi reflejo en el espejo cuando he salido de la ducha.
Esperaba que las imágenes me envolvieran con un dulce cariño, o que me golpearan con el frío dolor de la pérdida, pero no han cambiado nada. No puedo sentir nada hacia ellas y esa es la peor parte, porque mis emociones apenas salen a flote unas horas cuando la intensidad me supera. Luego se hunden, dejándome vacía de nuevo.
Espero sentir cosas que nunca llegan y esa falta de agitación me deja con una profunda necesidad de estar bien que no sé cómo saciar. Una que nunca he podido terminar de llenar y que se mece con el idílico futuro de un apartamento en el centro de una gran ciudad.
Estoy andando por la cocina, con mi cabeza en otra parte, cuando oigo la puerta principal. Teniendo en cuenta que he visto a casi todos mis compañeros de piso en el tiempo que he estado aquí, sé que solo puede ser Asher.
Aun así, la puerta me sobresalta como lo hace cualquier pequeño sonido. Para eso, mis emociones siguen ahí, pinchándome y asustándome con sobresaltos en momentos puntuales vez de envolverme con su velo de forma constante.
La voz se traba en mi garganta antes de saludar, se pierde como me he perdido en el interior de mi cabeza durante gran parte del día. Me hace preguntarme si esa es la razón por la que me quedé sin habla por tantos meses. ¿Fue porque tenía miedo de contar algo como he creído hasta hoy? ¿O fue que el miedo me tenía tan agarrada que me cortaba la voz en cuanto intentaba hablar?
Tomo aire, conteniéndolo hasta que mis pulmones duelen al ver a Asher pasar distraído por el pasillo. Tiene el pelo empapado y una sudadera oscura colgada de su hombro. Trae la mochila de clases colgando de su mano y mueve las llaves con tanta brusquedad que esos golpes de sonidos están repercutiendo en las reacciones de mi cuerpo.
Sé que suena bajo, pero se siente demasiado estridente para mí ahora mismo.
Dejo el aire ir, cierro la mano contra el borde de la isla de la cocina en busca de un punto por el que descargar el malestar y hablo antes de que Asher termine de abrir su puerta.
Me vendría bien una charla ahora mismo, una distracción.
—Sabes que hay duchas en el piso, ¿no? —pregunto.
Asher deja la llave metida en la cerradura de su puerta, pero no llega a girarla.
Sus hombros caen junto a la mochila que deja en el suelo cuando vuelve la mirada hacia la cocina. Sus pasos son lentos hacia aquí y noto que está más empapado de lo que había pensado cuando se acerca.
Llevo oyendo la lluvia golpear el cristal desde hace un buen rato, pero no pensaba que podría mojar tanto a alguien cuando el único tramo que tiene hasta el piso desde cualquiera de las dos estaciones más cercanas es inferior a cinco minutos. Se quedaría en uno o dos de haber corrido.
—No sé si te habrás dado cuenta, pero no hace falta que uses el agua de la lluvia cuando quieras ducharte —añado.
Deja su sudadera sobre la mesa y noto el peso del agua en el golpe.
—Hilarante —dice con lentitud.
Nota mi cuaderno de francés sobre la mesa y tira de él con el ceño fruncido. Sin importar que no sea suyo, lo abre para pasar un par de páginas antes de echarlo a un lado.
No le digo que la mayoría de las palabras y frases simples que hay ahí son del libro infantil que trajo porque no quiero admitir, ante él, que esa broma ha sido más útil para aprender parte del idioma de lo que esperaba. Él tuvo razón al decir que estaba más adaptado a mis "capacidades". Su vocabulario y estructuras son simples, y me está viniendo bien.
Cuando me mira de nuevo, aún en la oscuridad de la noche porque ninguno de los dos ha parado a dar la luz, se detiene. Pasa una mano por su pelo y las gotas de agua se deslizan sobre su piel.
—¿Por qué me miras como un animal asustado? —pregunta.
Me cruzo de brazos y apoyo la espalda contra la encimera.
—Deja de exagerar.
—Hablo en serio, Olivia, tienes muy mala cara.
De no ser porque ha usado mi nombre completo, pensaría que bromea.
—Mal día —justifico.
Intento centrarme en un intento de disimular los detalles que Asher tan fácilmente sabe captar y ahí encuentro lo mismo en él. Es cierto que las noches parecen humanizar a Asher, pero hay una gran diferencia entre la forma en la que ha ocurrido hasta hoy con lo que veo ahora. Lo que hoy suaviza sus palabras no es tranquilidad o cansancio, sino abatimiento.
—Aunque podría decir lo mismo de ti —añado al notarlo.
Asher se acerca a la encimera, apoyándose de costado e incitándome a volverme hacia él.
Las gotas de lluvia se deslizan por su rostro y sus ojos dan la sensación de haber imitado la forma en la que la lluvia ha oscurecido su pelo. En su rostro, en cambio, la lluvia no ha oscurecido sus facciones, sino que las ha suavizado. Como cuando duerme, su rostro ha recuperado un toque de inocencia sobre afiladas facciones que le vuelve tan cautivador.
Eso hace que sus emociones sean más fáciles de identificar porque no está poniendo barreras de por medio.
—Mal día —repite.
Es extraña la forma en la que dos palabras y una emoción me pueden hacer sentir tan comprendida. Tanto que la tranquilidad aparta la necesidad de una vigilancia constante y acuna mis pensamientos al mismo tiempo.
Sin importar lo diferentes que puedan ser nuestras razones, por una vez, me siento comprendida por una persona y eso es nuevo. Tan nuevo que no entiendo por qué eso no me tira a buscar un desahogo en la persona sino a intentar aliviar sus demonios.
He estado en suficientes relaciones, formales e informales, como para haber aprendido que una de "solo sexo" implica más veces la necesidad de un desahogo emocional que de uno físico de lo que esperaba. Por eso es automático para mí buscar aliviar el malestar en mis parejas y ser una confidente para ellos, porque me beneficia a largo plazo, pero, por una vez, me encuentro queriendo aliviar el peso de otra persona por voluntad propia.
Levanto la mano y, con un silencioso permiso y movimientos lentos, aparto el pelo mojado de su frente como lo aparté la última mañana que desperté en su cama.
—¿Cómo de malo? —pregunto.
Él me preguntó exactamente lo mismo tiempo atrás, en este mismo lugar.
Asher desvía la mirada hacia la isla de la cocina y cambia de tema.
—¿Y ese plato? —pregunta.
—Tony ha estado cocinando antes y se ha ofrecido a prepararme algo de cenar.
"Yvonne está preocupada, dice que has estado todo el día en tu habitación —ha dicho al ofrecerme una tortilla francesa como la que preparó uno de mis primeros días en el piso—. No te voy a preguntar porque dudo que quieras que lo haga, pero deberías comer algo."
No he respondido, no tenía ganas de hacerlo.
Tony ha apoyado la mano sobre la mía unos segundos y se ha despedido diciendo que había quedado con Maia para hacer una videollamada a la hora de la cena para pasar un rato juntos de esa forma.
No he probado bocado.
—Tiene mejor pinta que los crêpes que tú preparaste —dice.
—Mis crêpes sabían a crêpe y se veían como crêpes.
—Para lo único que servían tus crêpes era para tirarlos —dice.
Por costumbre, me aparto. Es mi forma de mostrar exasperación al igual que para él es apartar la mirada. Siempre lo hace cuando un tema le cansa o cuando quiere evitar que note que le ha hecho gracia. Porque esconde ambas cosas, siempre lo hace.
Asher tira de mi brazo antes de que me aleje.
—¿Ansel te ha dicho si van a salir el viernes? —pregunta.
—Me ha hablado de salir el jueves.
—¿No el viernes?
Niego.
—Ansel tiene una presentación a la que asistir el sábado a primera hora y Tony empieza con un curso de primeros auxilios así que el viernes no saldrán. Aunque si te apetece ir a algún lado, creo que Yvonne iba a salir con los de su universidad, podrías unirte a ellos.
—¿El jueves ella sale?
—Creo.
La confusión me llega con la forma de sus palabras de hace algunas noches: "Nada de terceras personas". Me pregunto si eso es lo que está planteándose. Aunque admito que no sería una gran pérdida, siempre he preferido las relaciones abiertas.
—Vale, entonces tú y yo tenemos plan para el jueves —dice.
Ahí lo entiendo todo, su plan es que nos quedemos en el piso porque estará vacío.
—Podemos tenerlo, pero tendrá que ser después de la una o dos de la mañana. —Asher frunce el ceño al oírlo—. Le dije a Ansel que saldría con ellos. Suelo aburrirme si es toda la noche, pero me gusta salir un rato.
"Suelo aburrirme si es toda la noche y no tengo a nadie con quien distraerme", añado en mi cabeza, porque ahí sí tengo facilidad para que pase de todo menos aburrimiento.
—Ansel es mayor, puede salir solo —dice.
—Olvidas que yo también quiero salir.
Tira del elástico de mis pantalones de pijama, haciéndome dar un paso más cerca mientras asimila mis palabras con notorio descontento.
—También podrías venir con nosotros —ofrezco—. No te mataría hacer algo con nosotros alguna vez.
Asher levanta la mirada y, por extraño que parezca, no se cierra por completo ante la propuesta desde el primer momento
—Ya hago cosas contigo alguna vez.
—No hablo de ese tipo de cosas, pero eso tú ya lo sabes.
Me acomodo contra su cuerpo y cierro mis manos detrás de su nuca. Con él, la cercanía trae comodidad, como si fuera lo que encendiera la confianza entre nosotros. Es lo opuesto a la incomodidad de las veces en las que hemos salido juntos donde intentábamos conversar. No podía centrar la razón de esa incomodidad, pero sí que las pullas la suavizaban. Con la cercanía, la incomodidad se disipa, como si nos avisara de la forma correcta de hacer las cosas.
Fijándome en el cautivador color de sus ojos, añado:
—Además, ni siquiera tendrías que pagar. La discoteca a la que vamos deja entrar de forma gratuita antes de las doce. ¿Conoces Mix?
Se pega a mí y mi cuerpo reacciona en consecuencia al prever el calor del suyo completamente sobre el mío. Los recuerdos se arremolinan con la realidad sobre todo cuando se inclina hacia mí.
Sus labios rozan mi mejilla de camino a mi oído.
—Antes de aceptar ese plan, me iría con mis amigos a Duplex —es lo que dice.
—Tienes la entrada prohibida ahí.
De alguna forma, sé que hay una sonrisa sobre sus labios.
—Exacto.
Al apartarse, tira de mi barbilla hacia arriba y es llamativa la forma en la que esa sonrisa que he previsto se ha borrado pero ha dejado su esencia. Porque puedes notar fácilmente cómo su humor es agradable y suave. Se une a la forma tan angelical y engañosa que adopta cuando se relaja por completo. Cuando duerme -o se relaja tanto que pasa por dormido- la dureza de su carácter es imperceptible en su rostro.
Ahora ocurre lo mismo.
—Quizás vaya un rato, tenía planes para después pero alguien ha decidido cambiarlos.
—Decirle a alguien "Tenemos planes" no es tener planes —le recuerdo.
—Pero es eficaz.
—No, no lo es.
Si no río es por poco, pero no porque me haga especial gracia el comentario, sino porque es su modo de justificarse unido a esa forma de decirlo es lo que me divierte. Le estoy empezando a leer mejor de lo que esperaba y siento que en parte es porque es más fácil entender en otros lo que haces tú mismo. Porque conozco esa forma de esconder emociones, por eso sé distinguirlas cuando salen por poco que sea.
Me siento identificada con él en muchos sentidos, y me doy cuenta tarde de que es una de las razones por la que no podía apartarme por completo de él al conocerle por muy bruscas que fueran nuestras conversaciones. Ese tirón que me devolvía cerca era el "te recuerda a ti".
Él es el rompecabezas en el que siento que me he convertido.
Una gota de agua cae desde su pelo hasta la mano que tengo en su nuca.
—Decía en serio lo de las duchas —digo al sentirlo—. Estás hecho un desastre.
—Créeme, rubia, eso ya lo he notado.
Debe haberle hecho gracia porque la comisura de sus labios tira en una sonrisa ladeada. Apagada y cansada, dura un corto instante antes de que desaparezca. Como una estrella fugaz.
Con su mano todavía en mi barbilla, presiona el pulgar contra mi piel y tira de mis labios hacia los suyos. Como las últimas veces, incluso algo tan simple como un beso se intensifica y escala rápido entre nosotros.
Es curioso que no importe cuántas veces haya pensando que toda la tensión había quedado atrás porque la siento crecer y escalar a más tiempo pasamos juntos. Como si, en vez de apagarla al satisfacerlo, solo estuviéramos estimulándolo, dándole lo necesario para crecer en lugar de extingiéndolo.
Asher desliza las manos bajo la tela fina de mi camiseta de tirantes y no puedo contener las palabras.
—Tus manos están heladas —digo contra sus labios.
Se aparta y, entre sorprendido y divertido, murmura:
—Y luego me llamas a mí dramático.
Asher tira de mi cintura para conseguir la atención de vuelta. Presiona un beso contra mis labios antes de apartarse.
—¿Tienes prisa por irte a dormir hoy? —pregunta.
—Depende, ¿qué propones?
El cambio de tono que zigzaguea en sus ojos vuelve a ser visible y su pelo cae una vez más sobre su frente, buscando ocultar el intenso azul de su mirada.
—Iba a ver una película.
La única razón por la que no respondo sobreenteniendo que puede estar invitándome a verla con él es porque hay una alta posibilidad de que su intención sea obtener esa respuesta para luego decirme "No era una invitación" e irse dejándome con la palabra en la boca.
—Bien por ti —digo en su lugar.
Asher pasa el brazo por mi espalda. La camiseta básica está ya bastante subida y siento el roce de su brazo contra mi piel. Está tan cerca que el frío de su ropa ha humedecido un poco la mía.
—Puedes verla conmigo —añade más costosamente.
—Te das cuenta de que están todos en el piso y que no podremos hacer nada, ¿no?
—Me he dado cuenta.
Le tengo que dar un par de vueltas a esa propuesta para tener una respuesta porque repaso todas las reglas que hay en mi cabeza con ello. Hay muchos tipos de relaciones informales, y no estaba segura de cómo sería la nuestra cuando hablamos de ello. Supongo que, mientras no haya emociones de por medio, estoy conforme.
Porque me gusta la cercanía, disfruto del sexo con él y, si me apetece besarle, voy a hacerlo. Eso entra dentro de lo que sería la "relación" que entablamos. Lo de ver películas juntos, sin embargo, me deja dudando. Dudo tanto que me aseguro de recordar lo obvio.
—Mientras los dos tengamos claro que no hay nada serio entre nosotros, de acuerdo.
—Obviamente.
—Hablo en serio, Asher.
Lo que menos quiero es que el disfrutar de su compañía le dé ideas equivocadas. Sí, quizás no era "solo sexo" lo que quería expresar al decírselo, pero ambos parecemos haber pasado a la misma página con eso. Fue una forma de decir "solo físico, sin sentimientos", pero eso no quita que podamos hablar, solamente es una advertencia.
Una que me hará terminar con esto si veo que hay alguna clase de duda.
—Rubia —llama, y la pesadez carga su mirada—, he tenido decenas de relaciones y nunca se han mezclado sentimientos. Créeme, eso es de lo último que debes preocuparte conmigo.
Esas palabras me relajan.
—Me gusta como suena —admito.
La forma en la que lo dice me hace creer que es algo malo, pero yo lo recibo como una persona en el desierto recibiría un vaso de agua fría; como si fuera todo lo que he querido durante toda mi vida.
—Eso quiere decir que no tengo que ir por mi cuenta por miedo a que haya malentendidos, ¿no? —pregunto—. Quiero decir que, si un día me apetece pasar un rato contigo porque sí, eso no te creará ideas equivocadas, ¿verdad?
—Para eso primero yo tendría que aceptar que pasaras un rato conmigo, lo que es difícil porque tiendes a ser un bastante insufrible —bromea de forma apagada. En un tono más monótono, más él, añade—: Pero no, no habría malentendidos.
—Bien.
Eso abre un nuevo abanico de posibilidades.
—Espero que tampoco por tu parte —dice.
—¿A qué te refieres?
—No quiero que confundas esto —marca la forma en la que sus brazos están a mi alrededor, en cómo casi me mece pegada a él—, pasar tiempo juntos o cualquier acercamiento, por otra cosa. No soy de tener relaciones románticas, serias o como quieras llamarlas, Olivia, y quiero que eso quede muy claro.
Un "si él supiera" cruza por mis pensamientos.
"Si él supiera en cuántas relaciones he estado y lo poco que me han importando..." "Si él supiera que he perdido la capacidad de entender lo que se siente al querer a alguien..."
—Créeme, no tienes que preocuparte por eso.
No me confundiré porque no podría ser capaz de quererle en primer lugar.
Asiente, pero noto la tensión en su agarre.
—¿Película entonces? —pregunto.
—Película entonces.
Al apartarnos duda, pero termina por ofrecerme su mano. En su ofrecimiento, leo: "Lo hemos aclarado, sabemos que no habrá sentimientos de por medio, pero eso no tiene por qué borrar pequeños acercamientos". Cuando le doy la mía estoy diciéndole: "Lo entiendo y lo acepto".
(...)
Llevamos poco más de una hora de película cuando Asher empieza a dejar de prestarle atención. Lo noto porque le tengo al lado y su respiración está cada vez más cerca de mi hombro.
Al principio era porque tengo el portátil sobre mi estómago, ahora creo que está quedándose dormido.
—Ni se te ocurra quedarte dormido —advierto. Asher presiona los labios contra mi hombro antes de apartarse—. Hablo en serio, si además de elegir la película ahora te duermes voy a estar molestándote toda la noche.
—¿Toda la noche? —pregunta, su tono delatando lo que ha interpretado.
Sin mucho cuidado, le empujo para que se aleje a modo de respuesta. Le miro con atención porque son en estos momentos, donde me presiona esperando para ver cómo respondo, cuando muestra su faceta más humana. Como si fuera el modo más fácil para dejar ver lo que piensa.
—Además, la has puesto en francés.
Con subtítulos en inglés, pero en francés.
—Para ayudar, tu francés es una mierda —justifica.
Más bien creo que lo ha hecho por molestar, como hace con la mayoría de las cosas.
—Haces muy fácil no soportarte, Asher.
Ya tumbado, su única respuesta es apoyar una mano sobre mi pierna.
—Ni se te ocurra intentar algo —advierto.
—Solo me estoy acomodando para dormir.
—Tú has elegido la película —insisto.
—¿Y?
—Que es como una regla no escrita que tú la veas.
Al mirarle, encuentro esa tranquilidad que vi las últimas veces y, antes de poder pararlo, paso una mano por su pelo. Me digo que es para apartarlo de su rostro porque, no voy a mentir, me gusta apreciarle, sobre todo su perfil. Solo que no lo dejo estar en cuanto lo pongo bien y siento cómo él se va relajando más bajo esas caricias.
—Podrías soltar mi pierna al menos —digo en bajo.
No responde, pero parece hacerle gracia.
Va a dormirse, y yo debería hacer lo mismo.
En mi propia habitación.
Asher no llega a abrir del todo los ojos, pero golpea el espacio a su lado para invitarme a tumbarme.
"Solo un momento" me digo. Dejo el portátil cerrado sobre la alfombra y me recuesto frente a él. Durante unos segundos, todo lo que hay es silencio. Siento que debería ser incómodo, quiero decir, no hablar y mirarle debería serlo, pero es un silencio agradable. Uno que me hace querer cerrar los ojos y quedarme dormida aquí mismo.
Tras unos minutos, él pregunta:
—¿Por qué estabas tan mal antes?
Ramírez me enseñó a moverme por intuición, y la mía se mezcla con las emociones que me provocan los ambientes en los que me muevo. Aquí, siento tranquilidad y confianza. Ahora es lo que siento y, conociendo los límites, guía mis palabras.
—Problemas familiares. ¿Por qué ha sido un mal día para ti?
Su mano cae en mi cintura antes de darme una respuesta. Sus dedos se deslizan bajo la tela, devolviéndome un plácido cosquilleo.
—Porque mi mejor amigo es un imbécil.
—Tú también lo eres —le recuerdo.
Con esa respuesta, sus dedos dejan de moverse sobre mi piel y me devuelve la mirada.
—¿Te he dicho ya lo insoportable que puedes ser? —me pregunta.
—Muchas veces.
—Mejor, porque lo eres.
Aun así, se mueve más cerca.
La mano que tiene en mi cintura llega hasta mi espalda para acercarme a él y yo tengo que amoldarme a eso. Lo único que consigo con eso es quedar todavía más pegada a él.
Tampoco es que eso me queje.
—¿Qué le has hecho para que se moleste contigo? —pregunto.
—¿Por qué supones que ha sido cosa mía?
—Asher, he tenido más de dos conversaciones contigo, ¿cómo no voy a pensar que ha sido cosa tuya? A mí me sacas de quicio cada tres palabras.
Me mira uno, dos, tres segundos, y la frustración tira de él hacia atrás. Se aparta de mí, dejándome dudar de mis palabras al verle pasar un brazo sobre sus ojos cuando queda boca arriba sobre el colchón. Espero sin saber si irme o si quedarme.
—Aunque te sorprenda, esta vez no ha sido cosa mía.
Que el problema lo haya creado su amigo no termina de cerrarme y ya no solo porque Asher es brusco la mayoría del tiempo, sino porque dudo que algo pueda afectarle. Curiosa y entendiendo las relaciones por muy informales que sean como lo hago, me acomodo a su lado una segunda vez. Al notarlo, aparta el brazo de sus ojos para rodearme con él.
La razón por la que pregunto no es solo por costumbre, y muy en el fondo lo sé, pero ahí es donde mantengo esa certeza, apartada, escondida.
—¿Qué ha pasado entre vosotros?
—Que Sammuel es un imbécil incapaz de escuchar a nadie —da como respuesta. Al mirarme, sus palabras se suavizan y parece ser el primero que no entiende por qué sigue contándomelo—. He intentado hacerle entender que volver con su exnovia es mala idea y él ha decidido tirarme encima toda la mierda que sabe de mí desde que nos conocemos.
Noto la intensidad del ambiente y decido aliviarlo antes de que vaya a más.
—Ha debido de ser una lista muy larga si te conoce desde hace más de un mes.
Ahí está, esa media sonrisa, tan rápida en desaparecer que es casi imperceptible. Complacido de alguna forma con mi respuesta, usa el agarre para asegurarse de mostrar que no quiere que me aleje.
—Algo así —dice.
"No lo hagas", me digo, pero no me escucho a mí misma.
—Escucha, sacar trapos sucios de las personas del pasado es una mierda, nadie debería hacer eso, menos aún los amigos. Tienes razones para molestarte por eso. —La sorpresa brilla en su mirada. Sus ojos se llenan de incomprensión, de confusión y de sorpresa hasta hacerme pensar que he dicho algo más fuera de lugar de lo que pensaba. Eso me hace perder algo de fuerza—. Pero, ¿sabes qué es la única cosa que he sacado en claro de todos mis años en el instituto? Que no debía meterme en las relaciones de otros. Da igual que tus intenciones sean buenas, siempre terminarás mal porque las personas tienden a saltar a la defensiva con esos temas. No es culpa tuya.
Las líneas entre los tipos de relaciones que he tenido siempre se han mezclado, pero esta ha sido mi forma de comportarme desde que vi que desentenderme solo repercutía negativamente en mí. Aun así, por su silencio, siento que he cruzado la línea.
—Perdona, no debería haberme metido —me apresuro a añadir.
—No, no te preocupes.
Se sienta cuando yo lo hago y, aunque el silencio es algo pesado entre ambos, hay algo que llama todavía más mi atención. Durante los cortos segundos que tarda en pasar una mano por su pelo y borrar las emociones de su mirada con el gesto, no he entendido esa forma de mirar.
He visto confusión en él antes, pero no a este nivel. Por un instante, juraría que me ha mirado como si me estuviera viendo por primera vez y fuera una conocida cuyo recuerdo se ha perdido entre recuerdos. Como si le costara entender lo que veía.
Ahora, en cambio, se estira para recuperar el portátil, lo deja sobre sus piernas y levanta la pantalla. Estira un brazo hacia mí. Con un "Ven aquí" me invita a apoyarme bajo su agarre. Su brazo cae sobre mis hombros en cuanto lo hago.
—Venga, vamos a ver los dibujos animados en inglés que tanto querías —dice.
Incluso cansado, incluso con un tono más apagado de lo que he oído hasta hoy, tiene que marcar su tediosa broma hacia mí con la que ha cargado desde hace semanas.
Esta vez, no me quejo.
Me deja elegir a mí. No estoy segura de cómo, pero termina haciéndome un hueco entre sus brazos cuando cambio la película por una que me guste; "Devuélveme mi suerte". Claro que yo sí la pongo en inglés, algo de lo que Asher se burla los primeros cinco minutos de película.
Tan lento que no termino de vislumbrar el punto de no retorno, el cansancio de todos estos días va cayendo sobre mis hombros mientras la película avanza.
Pese a ser todo menos lo que pretendía, me quedo dormida junto a él.
──────༺༻ ──────
Un capítulo donde no hay drama y todo es para Asher y Olivia, qué está pasando
Compensando por los dos últimos me dicen
Línea para decir la parte favorita de su conversación
Línea para decir la mejor pulla del capítulo
Línea para el momento más *-*
Línea para el momento más : (
Espero que hayáis disfrutado del capítulo, diría que aprovechéis ahora que hay uno así, pero de aquí en adelante tendremos bastante Asher/Olivia así que: Aprovechad estas semanas ♥
Por cierto, ¿soy la única a la que le ha hecho gracia que todo iba hacia delante y de repente se han puesto a decir "Tranqui, 0 sentimientos, I got u" Así nos imagino al leerlo:
#Línea para emoción porque: OLIVIA SE HA QUEDADO DORMIDA CON ASHER
¿Creéis que se irá en cuanto que se despierte?
¿O que se despertará ya por la mañana?
Y, ADMITAMOS QUE ESE "ABANICO DE POSIBILIDADES" DEL QUE HABLA OLIVIA CUANDO DICEN QUE PUEDE HABER ACERCAMIENTOS ES MUY JUGOSO. *GUIÑO*
No os voy a poner ninguna cosa mala en la nota de autora por meter miedo porque es San Valentín y me toca ser buena por una vez así que,
Un abrazo y nos leemos el sábado ♥
— Lana🐾
Por cierto, ¿qué pensáis de ese momento "raro" de Asher cuando han hablado del tema Sammuel?
Os leo
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