Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28 - Sin compromiso

No pienso esperar hasta el sábado para este capítulo, así que:

<3

28 | "Sin compromiso"

Olivia Audevard

Viernes, 3 de julio

Action ou vérité! —propone Ansel.

Lo dice a gritos poco después de que las botellas hayan llegado a la mesa. Las mías están en la cocina, una botella de vodka y otra de granadina que prefiero mantener en mi estante de la nevera para que nadie más las toque. En el salón tengo mi vaso, con hielo y el líquido de un brillante rojo similar al intenso tono del body bajo mi cárdigan.

Yvonne rueda los ojos y vuelve a su conversación con un pequeño grupo de amigos de Ansel a los que, por cómo les ha saludado al llegar, debía de conocerles de antes. Igual que Tony. Esta no es ni de lejos la primera vez que se ven. Ahora, Tony ignora a Ansel como hacen gran parte de sus amigos.

—Oh, vamos, será divertido —insiste Ansel.

—La última vez que jugamos terminé con un esguince —se queja el chico esbelto del rincón; Malcom. Lleva desde que ha llegado cambiando la música y tiene un carácter abierto. Le he visto tararear y bailar cada vez que iba a rellenar su vaso, compartiendo cortas conversaciones y sonrisas con cualquier persona que se cruzara en su camino. Antes de que Ansel se excuse, Malcom añade—: Me retaste a bajar las escaleras en cinco segundos y terminé volviendo a casa con muletas, no lo he olvidado.

—Tú lo aceptaste —justifica Ansel.

—¡Porque de eso se trata!

—¿Entonces de qué te quejas?

—De que los retos en este grupo son una mierda porque uno empieza, otro se pica, y se lia —dice Malcom. Más bajo, añade—. Además, mi novia me hizo prometerle que no jugaría a eso con vosotros de nuevo.

A mi lado, Jacob rompe a reír.

—¿Se lo prometiste con el meñique? —se burla otro de sus amigos.

—Cállate, Mike —se queja Malcom.

—"No, Cristina, no volveré a jugar al verdad o reto con esos tíos porque son una mala influencia" —imita otro chico al que Malcom le da una mala mirada. Se están riendo y, al final, Malcom hace lo mismo—. Venga, ahora que lo has puesto así me han entrado ganas. ¡Ansel, tienes mi voto!

—Eres una mierda —le dice Malcom a ese chico.

—También juego —dice Jacob, ganándose otra mala mirada de Malcom. Jacob está en el sofá, con un brazo sobre el respaldo desde la última vez que me he levantado y bajo el que estoy sentada desde que volví con mi segundo vaso—. ¿Qué? Tú lo has dicho, "uno se pica y otro sigue", y tú acabas de unirnos a todos diciendo que no quieres jugar.

—Eso es cierto —puntúa Ansel.

—Joder, os odio a todos —se queja Malcom.

—También tienes mi voto —dice Mike, y Malcom se rinde con eso.

Claro que no todos juegan. El pequeño grupo con el que Yvonne está hablando se queda fuera, como lo hace una de las dos chicas que han venido. Malcom se desentiende, saca el móvil y va al sofá individual del rincón. Sus amigos dejan de molestarle con el tema en cuanto Ansel saca su móvil.

—Vale, meto los nombres y empezamos. —Tecleando, me mira—. Usamos una aplicación para que sea aleatorio. Supongo que ya has jugado antes, pero tenemos un par de reglas. Todos los retos son dentro del edificio, nada que implique desnudos, no se jode la relación de ninguno del grupo y está prohibido gastar bromas a las madres.

—¿A las madres? —pregunto sin entender.

—Sí. Nada de hacer llamar a la madre de alguien del grupo diciendo que su hijo ha tenido un accidente o esas mierdas. No tienen gracia. —Al terminar, vuelve la mirada a su móvil—. Vale, os he apuntado a todos.

La chica a mi lado se pone en pie cuando Tony se acerca y él se deja caer a mi izquierda. Lo primero que hace es darme una mirada a modo de advertencia. No parece estar muy animado, apenas ha bebido y llevo viéndole algo aislado desde el principio. Se mueve entre grupos, pero no termina de meterse en conversaciones. Me pregunto si es porque sabe la que le espera tratando de ser el cuidador de Ansel cuando está con tantos amigos al mismo tiempo que no parecen ser una buena influencia al salir de fiesta.

—Elige verdad las primeras rondas —me advierte Tony—. Aquí pueden ser algo intensos, es más seguro que no vayas a los retos. Tampoco te agobies mucho por ellos, les gusta abuchear o insultar si alguien falla o elige verdad, pero no te lo tomes como algo personal.

Asiento hacia él y Jacob deja el brazo caer desde el respaldo hasta mis hombros con una silenciosa llamada de atención.

—Tony tiene razón. Tampoco aceptes nunca un reto de Isaac, nunca sabes por dónde va a salir. Él solo quiere putear a las personas cuando jugamos a esto —añade Jacob.

Le miro, encontrando esa mirada tranquila que no muestra rastro del viejo dolor del que Ansel me habló. Está lo que vi cuando le conocí, un carácter tranquilo y mirada apacible. Jacob es agradable. Es mucho más tranquilo que la mayoría de los amigos de Ansel y me ha dicho más de una vez que no tenía demasiadas ganas de salir "fuerte" hoy. Esas marcas en él bajan mis alertas y me devuelven seguridad.

—¿No aceptarías un reto suyo? —le pregunto.

—Lo hice una vez y terminé bañándome en hielo.

—¿Qué? ¿Dónde?

—Gastamos seis bolsas de hielo para llevar un poco la bañera y tuve que meterme ahí por cinco minutos. —Sonríe con incomodidad ante el recuerdo—. Todo eso mientras recitaba el abecedario con esa cancioncita de preescolar. Hay un vídeo, por si te interesa verlo.

Con una sonrisa y un tono juguetón, pregunto:

—¿De verdad me dejarías verlo?

—Claro, incluso si voy a arrepentirme de eso.

Me está dando algo personal, abriendo las puertas de una forma que reconozco. Porque eso me dice que no apunta a algo de una noche, ahí tienden a tratar de enseñarme solo lo bueno, algo llamativo de lo que presumir, no algo personal que pueda avergonzarles.

¿Qué has hecho, Ansel?

—¡Primera ronda! —grita Ansel. Levanta su móvil y lee los primeros dos nombres. El primero el de la persona a quien van a preguntar y, el segundo, de quien va a preguntar. Ansel muestra una sonrisa antes de pronunciar el primero—. Malcom, tú empiezas.

Va te faire foutre! [Que te jodan] —se queja Malcom.

Gran parte del grupo ríe.

No sabría traducir esa frase, pero sé que es un insulto porque la he oído más veces a través de la pared. Entiendo así la broma de Ansel antes de que diga que ahora sí empieza en serio y dé dos nombres reales: Michelle y Mike.

Me vuelvo hacia Jacob para seguir hablando con él mientras tanto, para ir tanteando, para saber. Intento aclarar las cosas porque me apetece algo bueno hoy, y él es bueno. Es como ese capricho que me quiero conceder por puro egoísmo, porque sé que le estaría utilizando, pero necesito más ese deje de cariño de alguien bueno de lo que me gustaría admitir. Eso es lo que falta en las relaciones de una noche, eso es por lo que siempre busco lo mejor que puedo y me refugio en mi propia burbuja.

—Ansel me contó lo de tu última relación —digo en bajo.

—Ansel es un cotilla.

—Lo es. —Siendo algo personal, equilibrio el peso—. Me vio mal una noche y por la mañana ya lo sabía medio piso. —Jacob ríe un poco con eso—. No quiero meter el dedo en la herida con lo de esa relación, solo quiero saber en qué punto estás.

—Ya, Ansel también me dejó saber ciertas cosas.

De fondo, oigo abucheos y me vuelvo hacia el grupo para ver cómo están dirigidos a el tal Michael. Él está jugando la siguiente partida con otro del grupo y parece que su elección de "verdad" en vez de reto no está gustando mucho.

—¿Ciertas cosas? —pregunto—. No sé si quiero saber.

—No es malo, solo me dijo que le caías bien y que no fuera un capullo contigo.

—¡Olivia! —llama Ansel. Me mira, dejándome entrever que ha dicho algo que me he perdido. Algo borracho, sonríe hacia nosotros—. Perdón por romper el momento, parejita, pero Olivia, ha salido tu nombre. Tienes que lanzarle la pregunta a Jeff.

A Jeff.

Tardo en encontrarle, no he hablado con él y lo poco que sé es que, como la mayoría del grupo, es canadiense. No sé si es porque Ansel estudia la carrera en inglés y por eso su grupo es tan internacional, o porque es cierto lo que dicen de que las personas de un mismo país se juntan fácilmente al estar juntos en otros países, pero, la mayoría aquí, son canadienses.

Incluído Jacob.

—¿Verdad o reto? —pregunto.

—Reto.

Miro hacia Jacob mientras el resto habla.

—¿Alguna idea? —le pregunto.

Su brazo cae sobre mis hombros, frotando mi brazo mientras piensa. Ante el silencio, los del grupo me presionan para que sea más rápida en decidir. He estado ignorando las últimas rondas y ni siquiera sé qué tipo de retos hacen aquí así que digo el primero que se me ocurre.

—Te reto a que te bebas tres chupitos de ron seguidos.

Las quejas y abucheos son inmediatos, confundiéndome e indignándome por igual. A mi derecha, Jacob ríe. A mi izquierda, Tony me recuerda que no es nada personal, que son así siempre que un reto les parece "suave".

Me encojo en mi lugar y Jacob me acerca a él riendo.

—Sois unos payasos —les dice a sus amigos.

Ahora le abuchean a él.

—Son unos idiotas —murmura.

—Ahora a Olivia le pregunta... —Ansel se mueve por la sala mientras habla, haciendo una pausa mientras elige la botella que quiere y llenando su vaso una vez más. Bebe, tomándose su tiempo y ganándose quejas de vuelta porque nadie aquí es paciente—. Isaac. Uh, esto va a estar jodido.

—Gracias por los ánimos —le digo.

Ansel levanta el vaso hacia mí y vuelve a beber.

Isaac es un chico de piel morena y ojos oscuros que ha estado en el grupo pequeño cerca de Yvonne todo el tiempo. Se echa hacia delante al oír su nombre y frota las manos para exagerar el reto. Su sonrisa es ladeada, y sé que su intención es divertirse con esto.

—No se la líes mucho —pide Tony.

—¿Yo? Por supuesto que no —responde Isaac—. Olivia, ¿verdad o reto?

Me han aconsejado sobre esto y no pienso ignorarlo.

—Verdad.

Es curioso que nadie me abuchee por eso, como si supieran que la verdad es fuerte cuando viene por parte de Isaac, lo que no es una buena señal. Me resulta gracioso que crean que hay algo que podría amedrentarme en un juego de verdad o reto.

—¿Tendrías sexo con Jacob esta noche? —es su pregunta.

—¡Oh, vamos! —se queja Jacob ante la falta de tacto del la pregunta.

—Isaac, ¿qué demonios? —se molesta Tony.

Incluso Ansel le mira con desaprobación.

Mientras todos se molestan con él, yo respondo.

—No lo descartaría —Eso calla las quejas y bebo para evitar dar más explicaciones. ¿Qué tiene de malo decir que tendrías sexo con alguien? Porque no puede hacer las cosas incómodas si no quieres que lo haga y bastante ha debido de soltar Ansel como para que Jacob no sepa lo suficiente.

Ansel se apresura a pasar al siguiente nombre y, cuando sale el nombre de Jacob como persona que debe preguntare a Isaac, no parece dispuesto a guardarse nada. Isaac elige reto y Jacob no tiene ni que pensárselo.

—Te reto quedarte en calzoncillos, llamar a la puerta de tres vecinos y quedarte al menos veinte segundos después de que abran la puerta hablando con ellos.

Isaac niega, poniéndose en pie.

Luego empieza a desvestirse.

Sus amigos empiezan a silbar, a lanzar frases sucias y a reírse de sus propios comentarios mientras Isaac solo se jacta de sus abdominales para recibir grandes abucheos. El ambiente está alterado y las voces son altas. Aun así, Isaac termina de quitarse todo menos los calzoncillos, se pone los zapatos y, bajo gritos de ánimo y risas, sale del piso.

No puedo creer que vaya a hacer esto.

Miro a Tony.

—¿De verdad va a hacerlo? —le pregunto.

—Isaac nunca ha rechazado un reto —cuenta—. Aquí si no haces un reto te putean durante el resto de tu vida, así que siempre se acepta. Por eso Malcom se ha quedado fuera.

Parte del grupo se asoma a la puerta, incluida Yvonne que, aunque no juega, va a curiosear. Tratan de no reír demasiado alto para poder oír algo y el alcohol les pasa factura con apagadas conversaciones que apenas pueden cortar mientras escuchan.

Me pregunto si alguno de los vecinos llamará a la policía porque un chico joven en calzoncillos ha llamado a su puerta para charlar. Espero que a Isaac se le ocurra una buena excusa porque, si no, empiezo a creer que ese "No hagas que me despierte porque la policía está llamando a la puerta" de Asher llegará antes de lo esperado.

Isaac vuelve cinco minutos después. No se viste, solo se sienta en el sofá, regocijándose en su victoria. Lanza un guiño a Yvonne cuando ella se acerca para sentarse. Yvonne niega antes de tirarle encima su ropa para que se vista.

Las rondas siguen, marcando un nivel alto que se llena con los piques de los que Malcom ha hablado. Mike se queda haciendo abdominales porque debe llegar a cuatrocientos. Valeria bebe media botella de ginebra en tres minutos. Ansel admite que quien peor le cae de sus amigos es Jeff y un tal Jeremy le canta un villancico navideño al señor Chevalier -a petición de Ansel-.

Sobra decir que todos nos escondemos en el piso después de eso.

El ambiente es casi agradable, está lleno de música, voces y confianza entre ellos. Es acogedor. Por eso nos damos cuenta tarde de que hace tiempo que deberíamos haber salido del piso y recoger todo se vuelve un contrarreloj.

Algunos salen hacia la estación, otros van al baño. Un par se pone a recoger y, entre tanto movimiento, yo voy a mi habitación a por mi bolso y a cambiar el cárdigan por una gabardina negra que he dejado preparada.

Ya estoy maquillada y peinada, he usado ese tiempo en el que el resto preparaba sus mezclas para hacerlo. Lo único que me quedaba por hacer era quitarme el cárdigan porque no me sentía del todo cómoda con el body todavía. Es más atrevido de lo que acostumbro a llevar, con una espalda abierta, más transparencias que el resto y un encaje que apenas cubre lo justo. Se nota mucho que es lencería, y ya ni hablar de la intensidad de su color.

Es precioso, aunque más adaptado para la privacidad de una pareja.

Sin embargo, vamos al Moulin Rouge, y yo quería un capricho.

Dejo la gabardina sin atar, me pongo unos tacones altos y tiro del pelo hacia delante. Noto cómo muchos de mis tirabuzones se han ido deshaciendo durante las últimas horas.

Al salir busco a la persona que tengo más cerca para que sostenga mi bolso y poder cerrar con llave mi habitación. Al recoger mi bolso, veo a Asher a un pie de distancia. Detrás de él, el piso ha empezado a vaciarse. Apenas quedan cinco personas terminando de recoger, y no veo a Yvonne ni a Ansel por ningún lado.

Seguro que están ya en la estación.

—¿Has salido para asegurarte de que todo el mundo se va del piso? —pregunto.

Le pido su brazo para tener sujeción al poner bien mi tacón. Ahogo el gracias porque sé lo poco que le gusta escucharlo y le suelto en cuanto termino.

—En parte, también quería avisarte.

—¿Avisarme de qué?

—Olivia, ¿vienes? —pregunta Jacob desde la cocina. El resto ya está yendo hacia la puerta y Jacob se queda para esperarme, lo que es reconfortante y me crea un nudo en el estómago al mismo tiempo.

—Claro, dame un minuto —le respondo.

Jacob asiente y va al salón para esperar allí. Asher mira en esa dirección, quedándose con la puerta que han dejado abierta y la única persona además de nosotros que queda en el piso. Le sostiene la mirada unos segundos.

Como siempre, no se calla nada.

—Perdona, ¿tienes algún problema para encontrar la puerta?

—Solo estoy esperando —responde Jacob.

—¿A que te señalen la puerta?

Aunque es mucho pedir, intento un "Sé amable" entredientes. Asher tiene la manía de decir cualquier cosa que le pase por la cabeza sin filtro alguno y, aunque los que pasamos más tiempo a su alrededor no tenemos problema porque sabemos que no va con malas intenciones. Los nuevos no saben eso, Jacob no sabe que no es por él, sino que Asher sacaría a patadas a cualquier persona que le quite su apreciada tranquilidad.

Asher me mira, asimilando el "sé amable" antes de volverse hacia Jacob.

—Cuatro pasos al frente y dos a la derecha. Cierra al salir, gracias.

Ya ni siquiera me sorprende.

Miro hacia Jacob.

—Ignora a Asher, está de mal humor porque le han matado en un videojuego. —justifico con molestia—. Espérame abajo, ¿vale? Voy en dos minutos.

Acompaño mis palabras con una sonrisa y, con un último "Cierra al salir" de Asher, Jacob se va. Por supuesto; cierra la puerta. Demasiado bueno, Jacob es demasiado bueno.

Esa certeza llega con su característica pesadez que ahora acompaña mis palabras.

—¿Qué quieres? —pregunto.

Cambia el peso de su cuerpo, delatando la sinceridad antes de volver a hablar. Lo sé porque parece incomodarle, y solo lo que pueda ser considerado como bueno le hace reaccionar así. Actúa como si el mínimo resquicio de bondad fuera tóxico.

Y yo me pregunto qué ha ocurrido en su vida para llegar a ese punto.

—El ambiente en La Machine no es del todo juvenil. No te separes mucho del grupo, no te haría gracia que un tío de la edad de tu padre no te deje en paz —avisa. Más bajo, añade—. Y no vuelvas sola, el camino hacia la estación es algo... curioso. Puede acercar a personas con las que no quieres cerca a esas horas.

Me advierte como hizo con Duplex.

Lo que se siente como Ansel quedándose despierto para asegurarse de que llegue bien al piso, una muestra escondida de preocupación. Aunque más que por mí es porque Asher tiene su versión del mundo clara. Él tiene su versión de lo que es justo y de lo que no, lo que está bien y lo que está mal. Sus opiniones son duras y cortantes porque son claras.

Ya lo dijo al contarme por qué le prohibieron la entrada a Duplex; no le gustan las injusticias. Puede aparentar todo lo que quiera, pero bajo toda esa apatía, se preocupa. Se preocupa por lo que cree que es justo y no es de los que se quedan al margen.

—Lo tendré en mente.

Tras solo dos pasos, Asher tira de mi brazo.

—No bromeo, Olivia.

—No he dicho que lo estés haciendo. —Me sostiene la mirada, yo bajo la mía a su mano como indirecta para que me suelte. Al ver que no lo hace, lo pongo en palabras—. Ya puedes soltarme. No sé si te has dado cuenta, pero soy la última y no quiero tener que ir sola.

Me da una retadora media sonrisa, oscurecida incluso bajo tanta luz.

—Sabemos que no irás sola.

—Lo que es algo que agradecer, como tú has dicho; "El camino entre la estación y el local no es del todo agradable", ¿no? —pregunto con inocencia, una broma apagada que no termina de cuajar—. Todavía estás a tiempo de venir.

—Te lo dije, odio las discotecas.

—A veces no es el lugar, es la compañía —puntúo.

Porque me gustaría que viniera, no voy a negarlo. Admito que disfruto de su compañía, admito que me gusta más de lo que debería y que me tiene actuando sin una lógica clara como por la que me he estado guiando todos estos años. Descoloca mis planes, sobre todo desde la semana pasada.

Hay un problema del que siempre he sido consciente, y es que hay barreras físicas que, una vez caen, no vuelven a ponerse en pie. Por eso he visto a conocidos volver a tener algo con sus exparejas, porque es más fácil caer con alguien con quien has estado que con alguien nuevo. Como dicen, donde hubo fuego, quedan cenizas, incluso si es solo físico.

Nunca supe cuánto puede confundirte eso hasta que lo he vivido en mi propia piel, porque estaba en lo cierto al pensar que en convivencia traería complicaciones, sobre todo si es alguien que me atraía de antes, por su físico y por su juego. Solo que erré en la forma en la que esas consecuencias llegarían.

Llegan a modo de una imaginación que ha tirado de largo, de un deseo que crece con la frustración y negativas que yo misma me impongo. Su imagen demasiado presente para ignorarlo, nuestras conversaciones demasiado constantes como para pasar a otra cosa, porque no hay cierre, y eso me está carcomiendo.

Hace que, en lo que a él respecta, no deje de contradecirme, y ahora arrastro sus consecuencias.

Asher tira de mi brazo una vez más, esta vez acercándome para dar una mirada nada recatada al body rojo. Le dejo mirar, y ese es parte del problema, que estoy planteándome ver si pasa algo con Jacob esta noche o, si sus intenciones me echan hacia atrás, buscar a una tercera persona, y, sin embargo, mis emociones se agitan ante la sonrisa ladeada de Asher.

Su mirada me llama, me hace querer buscarla de formas que no conocía. Tira de mí con una atracción y agitación para la que no estaba preparada, una que no quiere dejarme ir aunque me esfuerce en hacerlo.

Me suelta y pasa una mano sobre sus labios, llevándose consigo esa sonrisa que ha conseguido tanta agitación con su sola presencia. Su mirada vuelve a mis ojos.

—Si te hartas del grupo, sabes dónde encontrarme.

Salgo del piso sin darle una respuesta, repitiendo que esta será una buena noche aun cuando ni siquiera consigo recordar por qué lo necesitaba tanto. Quiero algo bueno, a alguien bueno. Quiero ser egoísta y resguardarme en ese "¿Y si?" Quiero a alguien bueno aunque solo sea por una noche. A alguien que me haga pensar que mi vida es otra, que me acoja en su vida por unas horas.

Termino de bajar las escaleras, parando frente a la puerta azul del edificio para atarme la gabardina antes de salir.

Quiero algo fácil, una mentira cálida. Mis manos tiemblan al atar los botones, recordando las palabras de Ansel, recordando la mirada de Michael. Cuando encuentro la sonrisa amable de Jacob al salir, algo estruja mi corazón. Por una vez, esa culpa que sé que debería sentir y que a veces me roza, oprime mi pecho.

—Ya ha llegado, podemos irnos —dice Malcom.

Malcom, Tony y Valentina estaban esperándome también.

Vamos a salir, me distraeré, será una buena noche.

—Vamos, están ya en la estación —me avisa Jacob.

—Claro. —Mato las manos en los bolsillos de mi abrigo, cerrándolas en su interior y le miro—. Perdona lo de antes, Asher es bastante borde con todo el mundo.

—No te preocupes.

Lo dice con suavidad, sin preguntas, sin quejas, sin siquiera criticar a Asher aunque cualquiera con dos dedos de frente lo haría. Porque incluso sé que Yvonne le ha dicho cosas desagradables más de una vez, lo noto en su tono y en las malas miradas. Claro que, otras veces, les encuentro desayunando tan tranquilos. No tienen una mala relación, simplemente Asher tiene sus momentos donde nadie es capaz de soportarle.

Que son muchos.

—¿Tienes frío? —me pregunta Jacob, mis pensamientos dispersos.

—¿Qué?

—Estás temblando.

Saco mis manos, viendo lo que él antes de volver a guardarlas. Cuando veo su amago de dejarme su abrigo con un "Ten" sin tener que planteárselo, dejo de andar. Dejo de andar porque mis pensamientos están demasiado altos y no dejo de pensar "Eres egoísta y él es bueno", porque he pasado por eso ya una vez y no sé si seré capaz de hacerlo una segunda.

En París siempre siento que me estoy ahogando y no quiero seguir llevándome a personas conmigo cuando lo hago.

Solo por una vez, quiero hacerlo bien, porque ahora tengo esa opción.

O puede que esa sea solo otra de tantas excusas que me pongo para ceder ante mis impulsos. Porque encuentro reconfortante una idea demasiado clara que me devuelve incomodidad al pensar en una larga noche fuera hoy independientemente de cómo termine.

—Siento haberos hecho esperar, pero creo que mejor me quedo.

—¿Qué?

—Lo siento. —Vuelvo la mirada hacia el resto, que van un par de pasos por delante—. ¡Tony! —Cuando me mira, sigo—. Me voy a quedar, no tengo muchas ganas de salir, ¿se lo dices tú a Ansel?

Asiente, pero se acerca igualmente.

Le dice algo en francés a Jacob.

—Iré yendo entonces —murmura Jacob incómodo—, ¿te veo otro día?

¿Para qué mentirle diciéndole que sí cuando lo dudo?

—Quizás.

En cuanto se aleja un poco, Tony se vuelve hacia mí.

—¿Todo bien? —me pregunta.

—Sí, no te preocupes.

—¿Seguro?

—Seguro. —Le doy una sonrisa para asegurárselo—. Vigila a Ansel por mí, ¿vale?

—Conociéndole, estará ya en la discoteca así que no puedo prometerte nada —bromea—. ¿Tienes llaves?

—Sí, no te preocupes.

Deja el aire ir y, casi como un viejo amigo, toma mis manos unos segundos a modo de despedida. Luego me suelta y vuelve con el grupo, corriendo un poco para alcanzarles. Me quedo mirando hasta que giran la calle y luego vuelvo al piso.

Ramírez siempre dice que las cosas están mejor claras, que, si sientes que las versiones se enredan, que tus pensamientos se dispersan, es que estás haciendo algo mal. Dice que tienes que echar atrás, y tirar de los hilos hasta ver qué enredó las cosas. Tienes que buscarlo, como si se tratara de una piedra que cayó en tu camino y se enganchó entre los hilos. Una puerta que olvidaste cerrar.

Retrocedo porque yo dejé algo abierto que ha enredado todo.

Retrocedo porque ahora lo que una vez mecanicé es confuso y no consigo llevarlo a cabo. Lo hago para tener una dirección recta porque no tengo tiempo ni capacidad para hacerlo de otra manera.

Me gustó la noche que compartí con Asher, la forma en la que todo era tan fácil con él. Tan intenso como su personalidad, tan ardiente como sus respuestas, y con ese deje de suavidad que algunas noches roza su mirada. Fue fácil y solo fue eso; sexo.

Fue todo lo que quería que fuera, pero mejor.

Me queda un mes aquí, lo que me hace pensar que no importa si es mi compañero de piso porque no habría tiempo físico para que cometa un error tan fuerte que pueda delatarme en tan poco tiempo. De comenterlo, ni siquiera sería grave porque me estaría despidiendo de todas formas en fechas similares así que, ¿qué más da?

Porque sí, que sea mi compañero de piso está complicando las cosas, pero no como yo esperaba. Lo complica porque me atrae y, que no muestre intención de buscar cualquier clase de compromiso, hace todo demasiado tentador.

Por eso vuelvo al piso.

Le encuentro en la cocina, con la espalda apoyada contra la encimera y un bol de cereales en su mano.

No me hubiera devuelto el beso de no haber sentido el mismo impulso, no habría pasado de largo si buscase compromiso. Antes de que él pueda soltar cualquier comentario, llego a la isla de la cocina y soy todo lo directa que puedo para decidir si esta piedra se irá sola de mi camino o si deberé rodearla y tirar de otro hilo.

—¿Qué piensas del sexo sin compromiso? —pregunto.

Me sostiene la mirada, tomándose su tiempo para responder.

Su mirada sobre mi cuerpo no falla, completa, dejándome notarlo como parte de su respuesta.

—Que es algo de lo que estoy muy a favor.

—Eso es bueno, porque no soy fan de las relaciones.

Deja el bol sobre la encimera, sus palabras más cautelosas al hablar. Hay cierta intriga en su mirada, oscureciéndola incluso con tanta luz.

—Algo que tenemos en común —dice. Espera, analizándolo, sacando su respuesta y vacilándome cuando la tiene—. ¿Quieres algo más o puedo irme a seguir con ese videojuego donde has dicho que me han matado?

¿Quiere que sea más directa? Porque puedo serlo, y mucho.

—Sí, quiero saber si te interesaría que tuviéramos una relación sin compromiso o si vuelvo con el grupo. Porque estoy segura de que aún me daría tiempo a llegar a la estación.

—Directa —deja ir apartándose de la encimera.

—Es más rápido.

—Definitivamente.

Tira de mi cintura, sus manos sobre la tela del body que le saca la misma sonrisa ladeada de antes, una que parece recorrer mi piel con solo verla. No es simple atracción física, es atracción por cada una de sus reacciones y por la constante agitación de sus respuestas. Puede que no para bien, pero Asher agita mis emociones y cualquier cosa que me haga sentir algo, es una hoguera en medio del hielo.

—¿Cuáles serían tus condiciones? —pregunta.

—Solo dos: La primera es que sea solo sexo.

—Obviamente.

Aunque estuviera implícito, necesitaba remarcarlo para asegurarme.

—La segunda es que nadie del piso lo sepa.

Ansel haría las cosas incómodas porque no sabe callarse nada y dudo que sea agradable soportar sus comentarios. Además, prefiero que nadie se pregunte qué hacemos tras puertas cerradas o cuando nos quedamos solos en el piso, es más cómodo así.

Asiente.

—¿Las tuyas? —pregunto.

—Una; nada de terceras personas.

—De acuerdo. ¿Algo más?

Tira de mí hacia él, su sonrisa ladeada volviendo y marcando un ligero pliege al costado de su comisura. No por ser genuina, sino por lo que esconde, por lo que prevé, porque sabe que le gusta.

A mí también.

—Solo que te pongas más veces ese body rojo.

Esta vez, es Asher quien me besa a mí primero.

Tan intenso como la primera vez, como si la intención de ahogar esa necesidad una vez solo la hubiera avivado. Porque lo ha hecho. Ahora roza una necesidad que los días han agitado y saber que tenemos tiempo no cambia las cosas.

Es algo físico, y ninguno de los dos está pidiendo florituras.

Solo somos él, yo, y el mes que nos queda en París.

Sin esperar más.

Un gran alivio en todos los sentidos.

──────༺༻ ──────

"relación sin compromiso" 🌝


ahora sí, hasta el sábado

love u

— Lana🐾

Pausa para recordar el "No sé por qué el señor Chevalier nos odia" de Ansel y el "Ansel retó a Jeremy a ir a cantarle villancicos a su puerta sin explicación en cuanto tuvo oportunidad" lol Soy fan.

Capítulo dedicado a mis amores del grupo de Telegram de LPDA porque, después de armaros tantos líos y sustos, quería daros una sorpresa. Y a Jazz (tortuguuita ) , espero que esto te anime

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro