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Capítulo 25 - Peleas entre hermanos

Aviso: El capítulo contiene spoilers de "Compañeros de Delitos". Ambas son novelas independientes, pero siendo Jayden [CDD] y Asher [LPDA] hermanos, lo que pasó allí le afectó a Asher y se refleja aquí.

Asher nos contará todo lo necesario, no se requiere haber leído CDD, pero, si teníais pensado leerla, os recomiendo hacerlo antes que seguir con este capítulo por spoilers ❤️

Asher + mucha info = Palomitas y a darle mucho amor ; )

25 | Peleas entre hermanos

Asher Bremen

Jueves, 2 de julio

—¿No crees, Asher?

"Ignórala y se callará", me digo y sigo haciendo pedazos la servilleta entre mis dedos. La destrozo como he destrozado tres más desde que me he sentado en esta mesa del restaurante porque compartir tiempo con Madeline es peor que echarle sal a una herida. Por desgracia, ella estaba en la puerta del edificio cuando Sammuel y yo hemos bajado y, en cuanto nos ha dicho que iba a ir a comer a Vapiano con una amiga suya, Sammuel ha golpeado mi espalda y ha dicho: "Justo íbamos hacia ahí".

Hay dos problemas con eso, el primero es que, por mucho que quiera, no puedo ser más cortante de lo "cortésmente adecuado" con Madeline porque ella se lo diría a mi madre y no tengo ganas de que mi madre -o mi tío- me devuelvan a Estados Unidos a patadas. Mi madre sería más que capaz de eso si empieza a pensar que estoy siguiendo los pasos de mi primo Dominic y sé que, para ella, estoy moviéndome por una fina cuerda con mis respuestas y comportamiento.

Así que, con Madeline, debo tener cierto cuidado, uno que me hace morderme la lengua con rabia con cada una de sus respuestas porque tiene la manía de actuar como si tuviera derecho a juzgarme. Eso hace siempre; juzgarme. Mirarla es ver una crítica constante en su mirada y encontrar molestia en sus ojos verdes con cada uno de mis comentarios. Su "Deberías ser más como tu hermano" está implícito en cada reacción y, a veces, explícito sobre sus labios.

Sammuel sabe eso, sabe que hay una razón por la que, cuando Madeline vino a Le Nouvel Institut con una amiga suya y se unió a nuestra mesa, mi "Voy a por otra cerveza" seguido de escaparme del bar tenía una razón. No preguntó, nunca lo hace porque sabe que no obtendrá respuesta, pero lo supo. El segundo problema, y que viene con Sammuel, es que ahora está disfrutando viendo cómo me revuelvo en silencio porque me la tiene guardada desde que, el lunes, tiré su móvil a la fuente de la explanada al salir de clase y ver que estaba respondiendo los mensajes de su ex-novia.

Le hice un favor, él no quiere verlo así.

Así que esta ha sido su forma de devolvérmelo.

—Te estoy hablando —se queja Madeline, añadiendo por lo bajo un: "¿Puedes creerlo?" hacia su amiga. Los rizos pelirrojos de Madeline golpean su rostro al moverse pero ni siquiera eso puede ocultar su forma de rodar los ojos.

Me yergo en mi asiento, listo para saltarle a la yugular y destrozarla en menos de dos frases, listo para mandar todo a la mierda dándole donde más le duele; en lo poco que ella le importa a mi hermano. Porque si algo sé es observar, y habría que estar ciego para no saber que Madeline sigue tan colgada por Jayden como lo estuvo en la niñez.

Antes de poder decir nada, Sammuel me empuja de nuevo contra el asiento. Un "cállate y compórtate" que me devuelve el control con brusquedad.

Bajo la mirada a los campanelle*con salsa carbonara que siempre pido al menos tres veces cuando paso por la ciudad, eso que ahora son todo menos apetecibles.

Me estiro para dejar los trozos de servilleta sobre la mesa de madera y lo cambio por unas hojas de albahaca que hay en una de las dos plantas del centro de la mesa. Madeline frunce el ceño al verme echarlo a mi plato.

Como con todo lo que hago: Lo desaprueba.

—Iugh —dice.

—No son de adorno —responde Sammuel por mí señalando las dos macetas—. Albahaca y romero, es para echar al plato, como la sal —añade levantando el bote transparente de sal—, la pimienta o el aceite.

Madeline arruga la nariz con disgusto.

—A saber cuánta gente ha toqueteado eso —dice ella.

—Pues no te lo comas, no es tan difícil —digo.

Su mirada vuelve hacia mí con ese desagrado de siempre. Puedo leerlo tan claro como el agua, esa repulsión hacia cada uno de mis comentarios que, aunque admito que nunca van con buenas intenciones, tengo mis razones. Lo intenté, por mi madre más que nada, el intentar llevarme bien con ella, pero no fui capaz. Esa forma de mirar como si me recriminara algo a cada paso y el no poder ser directo con ella me tienen en una jaula de la que voy a saltar en cualquier momento. No soy de mentir, no soy de aparentar, no soy de fingir, y estar a su alrededor es como envenenarme.

—Ya —murmura, a punto de volverse hacia su amiga -que se ha presentado unas tres veces y de quien no sé el nombre todavía- cuando recuerda algo y se vuelve hacia mí—. ¿Has hablado con tu hermano últimamente?

Tomo aire, conteniéndolo antes de dejarlo ir con una lentitud que me libra de darle una respuesta que tendría a mi tío en mi puerta una hora después, obligándome a hacer las maletas para volver a casa.

—No —respondo, aunque no es como si ella no lo supiera.

—Deberías, va a hacer las pruebas para los Coyotes de Ariz...

—Me da igual —interrumpo.

A Sammuel parece que no.

—Espera, ¿los Coyotes de Arizona? ¿Como el equipo de hockey? —pregunta Sammuel.

—Ese mismo —responde Madeline.

Sammuel se vuelve hacia mí sorprendido, sí, eso es algo de lo que no hablamos mientras veíamos los partidos de hockey importantes en el internado. Tampoco es que fuera importante. Mi hermano jugaba al hockey en el instituto, le ofrecieron becas antes siquiera de llegar a último curso porque era bueno, muy bueno, pero él solo jodió sus oportunidades dos veces. La primera, cuando le prohibieron jugar en partidos por "temas personales" que nunca me explicó (pero que no tuvo que explicarlo para saber que se lo buscó él solo) y, la segunda, cuando se rompió tantos huesos que poco más y no sale con vida de esa.

No sabía que había vuelto a jugar, tampoco es que me importe.

—¿Tu hermano va a entrar en...

—No, Sammuel —interrumpo.

—Va a hacer una prueba para el eq...

Me pongo en pie tan bruscamente que Madeline se calla antes de terminar la frase. No lo aguanto, no soporto ver cómo habla de mi familia como si ella tuviera cabida ahí. Habla con mi madre todos los días y estoy seguro de que también habla con mi hermano porque Jayden siempre ha ido a mis espaldas con eso. Él se pone en contacto con mis amigos para unirse a algunas partidas de la play -o intentarlo- y me juego el cuello a que también habla con Madeline para mantenerse al día. Lo sé porque él es así y porque Madeline, de pequeños, siempre iba detrás de mi hermano con un amor ciego que le haría hacer lo que fuera por él. No tengo dudas, si puede conseguir una forma de seguir hablando con Jayden, aunque sea utilizándome como excusa, lo hará.

Ahora eso le ha creado una falsa ilusión de ser parte de la familia, o de tener el derecho de juzgar, porque eso es lo que hace. Por eso no la soporto, porque ella no es nadie para mirarme como si me hubiera salido de las líneas y tuviera que volver a ponerme en ellas. Lo intenté, la invité a salidas las primeras semanas, pero luego todo se volvió demasiado. Tomó una confianza que no le pertenecía.

El problema es que, como siempre, no tengo fuerzas ni ganas de explicar por qué reacciono como lo hago, pero el desahogo que siento cuando le digo: "Que te jodan", es el mismo aunque nadie más entienda por qué.

Saco la tarjeta del restaurante que me han dado al entrar y voy a pagar para poder irme de aquí. Mis nervios están a flor de piel cuando lo hago, con la rabia carcomiéndome y la certeza de que no pienso volver a clases. Aunque quiera, es tarde para apartar sus palabras de mi cabeza.

Los Coyotes de Arizona, Jayden va a hacer una prueba para entrar a los Coyotes de Arizona. Mis sentimientos son encontrados al respecto. Hay mucho en nuestra historia que hace que la rabia me golpee de solo pensar en él, pero, aun así, no olvido. Recuerdo los posters en su pared y su admiración por el capitán del equipo. Nunca se saltaba uno de sus partidos y esa es la razón por la que yo no he podido volver a verlos desde que nuestra relación se hizo añicos.

No soy idiota, sé que él no va a entrar, ya no solo porque un año no es suficiente como para volver a estar en forma después de despertar del coma, o por haber perdido otro año desde que le echaron del equipo del instituto, sino porque él entra a la universidad este año. Claro que tiene un sin fin de recomendaciones a sus espaldas sobre el hockey, pero dudo que vaya a hacer las pruebas esperando ocupar el hueco que haya quedado, él va para que su nombre les suene porque, este año no va a ser, pero sé que volverá a intentarlo más adelante, porque él es así de testarudo.

Así que sí, mis sentimientos se mezclan al respecto porque puedo sentir mucho rencor y odio hacia Jayden, pero eso no quita que siga siendo mi hermano. Eso no quita que haya un deje de "Joder, lo está haciendo" que me guardo para mí con un apagado orgullo. Uno que se rompe un poco más al recordar las frases envenenadas que me tuvieron en el aeropuerto una hora después con la certeza de que no pisaría mi casa de nuevo.

No fue la tensión la que me hizo irme definitivamente, no fue el intento de normalidad de mi madre, la ausencia de nuestro padre porque le ascendieron después de todos los despidos tras destapar tanta corrupción por parte del cuerpo policial de nuestra ciudad, fue Jayden. Fue la forma en la que mi hermano, de quien todo lo que pedía era un: "He hecho mal, lo acepto y lo siento", abrió un cajón de mierda que había ido llenando durante años y me lo tiró encima con rabia.

Hace dos años, Jayden pisó en falso, dejó que su orgullo le ganara -porque siempre ha querido ganarse la aprobación de nuestro padre como si él no hubiera sido siempre su favorito- y, en cuanto una ola de crímenes azotó la ciudad, decidió que era su momento para jugar. Se puso la chapa de "investigador" e hizo silencio.

Un silencio que siguió, mientras niños eran secuestrados.

No dijo nada, no habló con nuestro padre, policía, ni conmigo siquiera. Intentó ir por su cuenta, como un imbécil mientras todo se caía a su alrededor. Como un idiota ciego ante el peligro que investigar por su cuenta podía desatar porque, si alguien se enteraba, ¿a por quién irían, a por un chico de diecisiete años, o a por su hermana, más vulnerable y que en ese entonces tenía apenas once años?

Jayden supo durante meses algo sobre quiénes eran los que estaban detrás de todas esas desapariciones que dejaron nuestra ciudad sumida en el miedo y nunca habló.

Lo supo por meses y no paró hasta que fueron a por él, hasta que su "intento por terminar con los malos" terminó con él en el hospital, con los médicos diciéndonos que nos despidiéramos cada noche y sorprendiéndose de cada hora que pasaba con él todavía con vida. Su orgullo, su silencio, su "querer demostrar" hizo que yo viera a mi madre llorar día sí y día también durante semanas, hizo que nuestra hermana dejara de dormir, comer y hablar. Joder, si incluso hizo que nuestro primo Dominic se pasara por el hospital y tuviera una conversación decente conmigo aun cuando la última interacción que habíamos tenido antes de eso fue esa pelea en Acción de Gracias porque no nos llevamos bien.

Pese a todo, cuando Jayden despertó yo olvidé las consecuencias externas de sus actos. En cuanto despertó el alivio me invadió y me dieron igual los niños que sufrieron las consecuencias de su silencio, los que quizás podrían haberse salvado de haber hecho las cosas de forma diferente, me dio igual y traté de entender, todo lo que pedía era una disculpa. Quería que él viera al menos el daño que nos hizo a nosotros.

Quería que abriera los ojos y viera que su hermana pequeña no era capaz ni de mirarle, que viera la rojez constante en los ojos de mamá de tantas lágrimas y que viera que me tenía contra las cuerdas porque ya perdimos a Tiffany y yo no era capaz pasar por algo así de nuevo.

Pero no lo hizo. Jayden bromeó sobre esa caída que casi se lo lleva por delante y fingió que nada había sido para tanto. Preguntó por el desenlace, por su novia, y, para nosotros, solo un "Estoy bien, no es para tanto" que no engañó ni a Lily.

Le di tiempo, dejé que se recuperara. Volví a casa en autobuses nocturnos que me tenían durmiendo todos los viernes y domingos en incómodos asientos porque no podía permitirme ir en avión todas las semanas, y pasé por el despacho del director del internado muchas veces tratando de justificar una o dos semanas libres cada poco tiempo haciéndome responsable de llevar los deberes al día y de aprobar todos los exámenes. Le conté la situación y me permitió algo de manga ancha.

Apenas dormí en meses porque no tenía tiempo, mi espalda terminó doliendo tanto que sentía que había envejecido cincuenta años de golpe por tantos viajes, pero estuve ahí, en casa, llevando y trayendo a mi hermano de rehabilitación todos los días que estaba en la ciudad. Me esforcé, le di tiempo, pero, a más tiempo pasaba, más dejaba Jayden todo ir.

Un día no pude aguantar esa fachada, presioné de más, y Jayden saltó de vuelta.

Porque Jayden sabe cómo hacer daño y esa imagen de chico carismático y agradable cae con dureza cuando se siente atacado. Jayden guarda mierda de la que no habla y te la suelta tiempo después. Porque él, que nunca criticó que yo no supiera lidiar con la muerte de nuestra prima hasta el punto de necesitar irme lejos, de estudiar fuera, me lo echó en cara una tarde con una frialdad que incluso nuestro primo Dominic envidiaría.

"No me hables de cuidar de Lily cuando tú te fuiste primero —dijo—. No digas que te preocupas por ella cuando ni siquiera pareces parte de esta familia"

No fue la tensión, no fue el roce, su silencio, ni la forma de mamá de justificarle, fue esa tarde, fue ese comentario. Él cruzó una línea que los hermanos no deben cruzar y yo callé porque la sorpresa fue demasiada,

Recuerdo que pensé todo lo que podría decirle: "Estudio por las noches porque paso el día contigo para hacerte compañía y no tengo horas en el día para llevar todo al día" o "Viajo más de diez horas cada viernes y domingo para pasar el fin de semana en casa, con paradas que me despiertan y durmiendo en asientos de autobús por ti" o incluso "No me he perdido ningún día de tu rehabilitación porque quiero estar ahí para que no lo hagas solo porque sé cuánto te frustra ver avances tan lentos. Soy yo quien va contigo, soy yo quien bromea para animarte cuando te caes, soy yo quien aguanta tu frustración."

Tenía mucho que podía decir, pero la decepción me hizo callar, porque dolió, joder si dolió. Volví en cuanto me necesitó porque, ante todo, es mi hermano. Y él dejó claro que, para él, yo no formaba parte de nuestra familia desde hacía tiempo.

¿Qué pensó que ocurriría después de eso? ¿Es que creyó que yo diría "Sí, tranquilo, todo está bien, ¿quieres ir al KFC?" cuando me escribiera como si nada horas después?

Las cosas no funcionan así.

Salgo de Vapiano y entro al centro comercial, bajo las escaleras mecánicas y atravieso largos pasillos en busca de la entrada a la estación de La Défense. Esa frase nunca la olvidaré, el sentimiento de que me quitaran el suelo de mis pies, de pedir poco, dar mucho, y que él no lo viera. Pedí una disculpa y me golpeó donde sabía que dolería porque con Jayden ya hablé de cuál era la razón por la que me fui al internado. Jayden sabía perfectamente que estar en casa era recordar a Tiffany correr por la casa cada sábado, quedarse a cenar los lunes y miércoles porque iba con Lily a ballet y que me costaba asimilar eso.

"Lo entiendo —me dijo en su día, con una mano sobre mi hombro y una sonrisa pesada cuando yo tenía catorce—, y, si eso te ayudará, adelante, pero no te olvides de nuestras partidas de la play. Todos los domingos, sin falta."

Lo cumplimos y, aun así, años después eso terminó en un: "Ni siquiera pareces parte de esta familia"

A día de hoy todavía puedo oír la frialdad en su voz, la forma en la que ese golpe se sintió como el último momento de paciencia que tuve con alguien, porque me confié y él me pateó de vuelta.

Nuestra madre piensa que es solo mi rencor hacia él por no haber contado nada lo que me hizo tomar distancia. Cree que solo es la presión de sus actitudes lo que me tiene lejos, que lo hace, pero la verdad es que Jayden rompió algo con esas palabras, algo que no se ha podido volver a arreglar desde entonces.

Que yo fuera el único que intentara hablarlo con él y nadie más se pusiera de mi parte, solo fue un recordatorio de que las palabras de Jayden no estaban tan desencaminadas, lo que fue el último impulso que necesité para irme. De no ser por Lily, a saber si todavía quedaría algo que nos mantuviera unidos.

Nuestra familia se cae a pedazos porque nadie habla, porque Jayden se pone a la defensiva si lo intentas en vez de asumir su parte de culpa, porque nuestra madre finge que todo está bien y porque nuestro padre está a lo suyo en vez de tomar partido. Yo lo intenté, solo, y el golpe por el esfuerzo no mereció la pena. Lo único que me preocupa ahora es que Lily intente seguir mis pasos, porque sé que ella piensa como yo y he perdido la cuenta del número de veces que le he pedido que lo deje estar. No quiero que ella termine herida por nosotros. Nunca he querido eso.

Cuando llego al piso lo hago con una parada de por medio para comprar algo de comer. La rabia sigue presente, más con los recuerdos que me tienen en otro continente como si, un día, pudiera poner distancia suficiente para sentirme bien de nuevo. Nunca es suficiente. Sin embargo, París ha sido mi ciudad favorita desde que empecé a venir una quincena al año con mi tío Bastian al cumplir los doce y, en medio de todo, es ese "lugar feliz al que volver" para mí.

Llegar al piso y que me golpee el alboroto no ayuda.

Tiro de la capucha de mi sudadera para ignorar los gritos en el salón de Ansel y sus amigos mientras ven un partido de fútbol europeo. Les oigo cantar, quejarse y gritar mientras animan con banderines y bufandas. Tienen la mesa del salón llena de cajas y latas, el suelo hecho un desastre por tanta comida tirada y les da igual.

Dejo mi bolsa del McDonalds en la encimera, escondido tras el punto ciego que el mueble pequeño del costado de la cocina crea entre el salón y la cocina. Por el bien de Ansel, espero que el salón esté recogido en una hora.

—¡Eh! —Reconozco a Ansel por su emoción y, sin ganas de recibirla, cierro la bolsa de papel para irme de ahí—. Hay partido, ¿te apetece unirte?

Está junto a la isla de la cocina, llenando unos vasos con la botella de refresco grande que han dejado ahí mientras habla. Tiene la cara pintada y frunzo el ceño al ver esa emoción tan propia de un partido que se ve en un estadio más que en un piso.

—No gracias, prefiero morirme.

Presiono una mano contra mi nuca, sin saber si quiero gritar a sus amigos para que se callen o si lo que necesito es ir al gimnasio para quemar la rabia antes de desahogarme contra quien no debo.

—Si cambias de idea, sabes dónde encontrarnos. —Ansel recoge los vasos—. Por cierto, vamos a salir a celebrar la victoria -esperemos- de nuestro equipo después supongo que no quieres... —El "¿Bromeas?" en mi mirada le deja clara la respuesta—. Bueno, si estás por el piso y ves a Olivia, dile de mi parte que los planes para mañana son salir a La Machine du Moulin Rouge*y que irá Jacob. No le llegan los mensajes y lleva desaparecida desde esta mañana. —Para—. Dile mejor que va el de los hoyuelos, dudo que se sepa su nombre todavía.

"Dile que va el de los hoyuelos".

La rabia de antes se disipa.

—¿Intentas emparejarla con alguien? —pregunto.

—Algo así, le debo una después de arruinarle el ligue por estar por los suelos hace un par de noches y a ella le gusta un amigo mío .—No hay incomodidad ante el recuerdo, pero esa información queda grabada en mi memoria con curiosidad—. Si la ves antes que yo, pásale el mensaje.

—Claro. —Tiro de la bolsa fuera de la encimera—. Disfruta del partido.

Sin esperar una respuesta, voy a mi habitación.

Dejo la bolsa de comida sobre la alfombra, me quito los zapatos y me siento ahí, con la espalda contra la cama. Sin poder evitarlo, echo una mirada a las mantas, el recuerdo de hace unas noches todavía en mi memoria sin querer desaparecer.

Quizás, las primeras semanas, sí lo hubiera visto venir. Porque ahí sabía lo que estaba haciendo, porque ahí eso era lo que yo quería. Encontraba atrayente la indignación que cruzaba sus facciones cada vez que yo le robaba la última palabra, la astucia en esos comentarios que alimentaban mi entretenimiento. Ahí yo movía ficha mediante incómodas preguntas -e indirectas- como las del Yo Nunca porque, desde que la vi, pensé: "Joder, que no esté con nadie ahora mismo".

El "Solo una vez" sobre sus labios fue lo que yo había pensado el primer día que la vi.

Admito que siempre he sido simple para eso, si me atrae y da algo de juego; voy directo. Con ella lo hice, forzando esa rabia que tan dulce se sentía en busca de su límite, prendiendo una llama que terminaría por consumirnos. Tenía mis pasos medidos, pero la dirección se difuminó con las noches en las que la encontré en la cocina. Ver sus hombros caídos, su figura empequeñecida cuando se sentaba a comer algo al volver de fiesta o esa mirada perdida en la ventana como si hubiera algo en hace tiempo perdió y no ha logrado recuperar, lo difuminaron. El vacile los primeros días e indirectas se quedaron en mi garganta como si ya no tuvieran cabida entre nosotros.

Lo que le dio un toque de incomodidad a nuestras conversaciones porque, sin una dirección clara y sintiendo esa atracción, no estaba seguro con dónde estaban los límites. Quizás, por eso, me sorprendió tanto su forma de actuar la otra noche, porque yo había dejado ya esa idea a un lado y había seguido en otra dirección.

Sin embargo, no puedo decir que me arrepienta.

Pensé que había sido cosa mía, que perdí el interés, pero me equivoqué. Ese interés del principio se avivó con su cercanía en el sofá, agitándose con el roce de su piel y pidiéndome que presionara sus límites para saber cuánto estaba dispuesta a darme porque, en cuanto tuve un poco de margen, dejó de sentirse suficiente.

Cierro la mano sobre la manta, recordando despertar cuando sus pies tocaron la alfombra porque mi sueño es ligero, oír el movimiento de su ropa y esperar a que se fuera para mirar la hora. El silencio de estos días no ha hecho más que tirar de una cuerda hasta tensarla por segunda vez, porque eso es lo que pasa cuando rompes cierto tipo de barreras y descubres que te gusta cómo se siente hacerlo. Las rompes una vez y el tiempo te quema con su recuerdo, con la posibilidad de que no sea solo eso.

Cayeron las barreras y apareció una confianza que parecía haber estado esperando que le abriéramos la puerta, deslizándose como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar.

Fue como ver una película y conocer todas las escenas y diálogos, conocerla tan bien que sabes cada respuesta y reacción. Irónico teniendo en cuenta lo poco que encajamos durante el día, pero, como esas noches donde la encuentro en la cocina, hay algo en la oscuridad que nos tira cerca, esa forma de entendernos que nos acompañó hasta la cama.

Si algo tengo claro es que, esa noche que se sintió como un cierre en muchos sentidos, no fue uno.

No, una noche como esa nunca es un cierre.

──────༺༻ ──────

Prioridades: A todas las personas que odiasteis a Asher por hablar mal de su hermano, dadle amor que hemos visto todo lo que se esforzó... Puede que él no sea mucho de palabras, pero estuvo ahí para Jayden pese a no aprobar lo que hizo. Estuvo ahí.

#Asher >>>

Y, bueno, ahora ya sabemos por qué Asher dijo que Jayden no era realmente "carismático y agradable", la verdad es que alto golpe se llevó... </3

#JAYDENALAHOGUERA

Es broma es broma jajaaj, ni siquiera Asher quiere eso, él sigue teniéndole cariño a Jayden, como ha dicho "Después de todo, es su hermano" ♥

OS DIJE QUE ERA UN CHICO RACIONAL, ÉL SABE, SEAMOS TEAM ASHER

Dejémoslo en que: su relación es complicada y tienen que arreglar muchas cosas.

Pd- PAUSA PARA RECORDAR EL:

No sé si recordáis pero en CDD Jayden habló con su padre cuando él le encontró en el coche y pensó algo del tipo: "Le demostraré lo que puedo conseguir"... Asher le conoce, pero ese "Es el favorito" dolió tipo. ¿Soy yo o Asher deja ver que todo el mundo elige siempre a Asher?

#SiPrefieresAJaydenPonEmojiAquí

#SiPrefieresAAsherPonEmojiAquí

Me ha dado penita eso : (

Y, JAYDEN VUELVE CON LO DE LOS COYOTES DE ARIZONA, TESTARUDO EL NIÑO COMO CON LO DE QUERER UNA RELACIÓN CON DANIELLE JAJAJA

vaaaaale, vamos al final

Asher es nosotras con lo de "no será solo una noche" lol

ASHER SABE LO QUE ANSEL PLANEA

ASHER SABE CUÁNDO ES LA SALIDA

ASHER ES EL RESPONSABLE DE PASAR EL MENSAJE

#Línea para decir qué creéis que pase

jejeje

JEJEJEJEJEJEJEEJEJEJ

Un abrazo y nos leemos el próximo sábado...

O antes :')

— Lana🐾

Pd-La mención de Dominic teniendo una conversación "cordial" con Asher ha sido la cumbre del capítulo, yo lo sé jajaja

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