Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22 - "Solo un poco más"

22 | "Solo un poco más"

Olivia Audevard:

Domingo, 21 de junio


La noche se me ha hecho pesada y corta. Ya no solo es por haberme quedado despierta hasta las cuatro sin terminar de entender de qué iba el juego porque Ansel iba improvisando sobre la marcha, sino que, la noche, llena de pesadillas que se han borrado de mi memoria nada más abrir los ojos, ha terminado usando como despertador un dolor punzante en mi vientre a primera hora de la mañana.

Claro que, ese dolor, por muy intenso que sea para mí el primer y segundo día del ciclo, viene con cierto alivio porque no termino de conseguir estar tranquila por muchas medidas que tome las noches que no paso sola.

No sé qué diría mi madre de saber el agobio que puedo llegar a sentir cuando se atrasa un día. Incluso si sé que es normal por culpa del estrés que me acompaña día sí y día también me agobia. Quizás, mi madre, se quedaría en silencio y lo dejaría pasar como hace con todo, o quizás solo me mirara como si no me conociera porque, fuera de las duras puertas de nuestra casa, ella no lo hace, no me conoce, no del todo al menos.

No me conoce porque ella no quiere conocerme, solo quiere ver a la hija que está lo suficientemente bien como para sonreír y hacer de los días algo bueno. Mi madre quiere conversaciones sobre qué tal ha ido mi día en clases, si he discutido con alguna amiga y qué chicos me gustan. Porque ella pasa de largo si oye llanto en mi habitación aunque la puerta esté abierta, ella se queda en silencio si nota mis nervios y que mis acciones son más bruscas de lo normal porque estoy en mi límite.

Ella no está ciega, pero prefiere no ver.

Puede que sea porque no sería capaz de afrontarlo, porque mentalmente no está preparada para cargar con nada más, pero yo daría tanto por algo de su consuelo que no tenerlo es un fuerte dolor en lo más profundo de mi ser.

Después de una larga ducha y una mañana sin hacer mucho, salgo de mi habitación solo para dar con Ansel e Yvonne hablando animadamente en la cocina. En cuanto salgo, su conversación -aunque en francés- para en seco, y yo también. Está ahí, en la mirada de Yvonne, en ese deje de comprensión y empatía que hace que quiera vomitar.

Ansel le ha contado lo de anoche.

Bonjour—saludo.

Mis pasos son todo lo que oigo en la cocina de camino a mi estante. No es tensión lo que hay, sino un silencio suave previo a comentarios que sé que no quiero escuchar porque, viendo la actitud de Yvonne, sé que quiere decir algo. Aunque sea con buena intención, esa clase de amabilidad es algo que no llevo bien.

Ramírez se reiría largo y tendido de saber que, lo único que puede romper mi estabilidad, es que alguien me mire con compasión. Que alguien me mire como si entendiera mi situación y eso le hiciera sentir pena, porque es difícil levantarte si te miran así. Es difícil mantenerse fuerte cuando otros te miran como si fueras a romperte en cualquier momento.

—¿Qué tal estás? —pregunta Ansel con cautela.

Tomo aire, más incómoda de lo que he estado en mucho tiempo, y voy directa a sacar mi bol del estante. No quiero ser borde con él, pero no me gusta nada la situación. Entiendo que fue mi error, que me dio un bajón y que no debí haberme quedado en la cocina, pero que me lo recuerden después, no lo sé, me incomoda y avergüenza sobremanera.

—Bien.

Echo el yogur sin azúcar y el muesli al bol.

—Sobre lo de anoch...

—Estoy bien —insisto, molesta conmigo misma por la forma en la que esa tontería me hace perder un poco el control. Me hace perderlo porque me recuerda a esa época, cuando, de pequeña, los agentes me miraban así. Cuando al mudarnos me miraban así, cuando los profesores me miraban con pena por no relacionarme e incluso mis vecinos murmuraban. Lo veía tanto que me convencieron de que yo tenía que estar mal y no quiero sentirme tan vulnerable y tan rota de nuevo.

Saco una cuchara y me vuelvo hacia ellos con una de tantas sonrisas agradables.

—¿Qué tal vuestra mañana? —pregunto.

Ansel se lo tiene que pensar un segundo y comparte una mirada con Yvonne antes de responderme.

—Bastante bien, acabamos de descubrir que Chloe está en Bali. —Frunce el ceño—. Llevaba sin verla unos días, pero no pensaba que fuera porque se había ido de vacaciones sin decirlo. Es decir, que haga lo que quiera, pero es raro.

—¿No os lo ha dicho? ¿Y cómo sabes que...

—Por su cuenta de Instagram. —Yvonne rueda los ojos al oír la palabra "Instagram" con un claro "Qué harta me tienes con eso" que entiendo sin necesidad de palabras. Algo me dijo Ansel al conocerle sobre que le gustaba esa red social, que para ella sacaba la mayoría de sus fotos—. Ha subido algo hace unas horas en un aeropuerto donde ha escrito "Bali".

—Bueno, suena a un buen sitio para viajar.

—Sí, yo mataría por ir —dice Ansel—. Lo que me recuerda que en agosto vuelven ya bastantes, no sé si te lo comenté. —Me mira a la espera de confirmación. Dijo algo de eso cuando hablamos por mensajes antes de que yo llegara a París. Les alquilan el piso a ellos y, cada uno, suele intentar realquilar su habitación esos meses que están fuera por vacaciones, algo que, por lo que me dijo, no era demasiado legal, pero al hombre que les alquila el piso no le importa mientras cada quien pague su parte—. Así que hay que aprovechar ahora que se puede con una fiesta...

Non, pas de fête!—interrumpe Yvonne.

Je n'ai pas dit: "Fête". [No he dicho "fiesta"] —responde Ansel.

—Je sais comment on dit: "fête" en anglais, Ansel. Et bien sûr que je te connais [Sé cómo se dice "fiesta" en inglés, Ansel. Y bien que te conozco]

Ansel dice algo más antes de volverse hacia mí.

—Vale, nada de fiestas en el piso. —Mira a Yvonne, diciendo algo que tiene las palabras "fête" y "non", y luego termina conmigo—. Nos quitarían la fianza de enterarse como poco, pero hay que aprovechar que el resto aún no ha vuelto para hacer algo. Sobre todo ahora que Chloe va a estar fuera unos días y que Tony también se va.

—¿Tony se va?

Mentiría de decir que no siento cierto horror. Ansel me cae bien, más o menos, pero eso no quiere decir que piense que sea fácil convivir con él. Tony es un salvavidas en este piso. Además, he visto a Ansel e Yvonne juntos suficientes veces como para saber que no hay uno más responsable que el otro ahí. Quizás Yvonne parece más racional, pero, en el fondo, ellos no son tan diferentes.

—Solo el fin de semana, irá a visitar a Maia a Londres. —Para—. A Maia no llegaste a conocerla, ¿no? —Niego y sigue—. Sí, creo que se fue uno o dos días antes de que tú llegaras. Ella vino por un intercambio de un año, así que ya no va a volver. Tony irá de visita porque es lo que tienen las relaciones a distancia.

—Ansel, deja de contar todo de todo el mundo —se queja Tony. Le oigo por el pasillo antes de verle, con una funda de ordenador en la mano y listo para salir. Balancea las llaves en su mano—. Cuidado con él, Olivia, cualquier cosa que le cuentes aparecerá hasta en sus redes sociales.

—¿Todavía me guardas rencor por eso? ¡Fue solo una vez! —se queja Ansel.

Espera, ¿qué?

Tony le responde en francés y, aunque tranquilo, no parece estar diciéndole "No pasa nada, no me lo tomé a mal, todo está bien". Creo encontrar el nombre de Yvonne entre sus palabras y, por cómo ella le devuelve un gesto con la mano, entiendo que se estaba despidiendo de ella antes de salir del piso.

—¿Qué hiciste? —pregunto en cuanto se va.

—Nada.

Le sostengo la mirada unos segundos, viendo cómo la retira algo avergonzado. Sin presionar, acomodo el agarre sobre mi bol, más tranquila.

—Si no es mucho pedir, no cuentes a más personas lo de ayer —pido.

Antes de irme, le oigo decir:

—No es algo malo.

No, llorar no es algo malo, sentirse sola no es algo malo, pero yo no sé mantenerme en pie si me recuerdan que estoy pendiendo de un hilo. Yo no sé ser fuerte si la gente me mira como si no lo fuera. Por eso, mis problemas, son míos.

—Gracias, pero mejor se queda así —termino.

Con mi bol de yogur y muesli, me quedo viendo Gossip Girl tumbada en mi cama el resto de la tarde porque no tengo demasiadas ganas de hacer nada. Me tomo mi tiempo para hacer un aburrido informe para hoy y abro al fin el correo que me mandó mi madre con la información sobre la universidad. Lo primero que hago es buscar en qué estado está la ciudad en la que tendré que vivir pronto.

El aire se va de mis pulmones junto al nombre.

—Alaska —leo.

Normal que mi madre diga que allí podré ir a la universidad, algo que requeriría demasiado tiempo con una misma identidad y en un mismo lugar, y es que está en una pequeña ciudad cuyo nombre me cuesta hasta leer. Alaska, con sus preciosos paisajes pero heladas temperaturas. Una mala broma cruza mi mente al imaginar a un hombre que asesinó a sangre fría a más de trece mujeres -por lo que se sabe- metido en gruesos abrigos, grandes botas, y andando por torpeza por un clima como el que sale en la fotografía que estoy viendo.     Psicología. Sí, quise estudiar eso cuando tenía trece o catorce años, fue justo después de... El susto. Fue la vez en la que viví el primer golpe de realidad, ese: "Esto es en serio, no puedes tomártelo a broma" al que le siguió Tennessee. Mentalmente, yo no estaba bien y todo en lo que pude pensar el siguiente año algo fue: "Quizás, si estudio psicología, encontraré una forma de estar bien". Todavía lo pienso, a veces, intento extender la mano con la esperanza de que alguien me saque de las profundidades en las que he caído, incluso si debo ser yo misma. Sin embargo, es lo que he intentado, inútilmente, hablar tantas veces con mi madre. No sé lo que quiero, pero sé que no puedo aguantar esto mucho más tiempo.

Quizás, si acepto, si nos vamos a Alaska, pueda terminar la carrera ahí. Quizás, si elijo eso, pueda quedarme allí por cuatro años, pueda tener una vida. La esperanza golpea mi pecho y dejo que me invada en busca de algo de luz en mi interior, luego la certeza de que nunca podré terminar allí una carrera me inunda. Me he hecho ilusiones más veces y nunca ha terminado bien.

Pero quiero confiar, porque eso es lo único que me mueve hacia delante, la esperanza de que un día será mejor. Porque no quiero dejar a mi madre, no puedo. Así que solo sueño con asentarme sola, idealizándolo como una realidad utópica donde tendría un pequeño piso en un alto edificio, con colores claros que llenaría de plantas y cálidas mantas.

Y un gato. Tendría un gato, uno grande al que dejaría dormir en mi cama por las noches y que estaría por el piso para darle algo de vida. Un gato atigrado como el que tenía una vieja conocida cuando estuve viviendo en Países Bajos.

Prepararía chocolate caliente cada noche en memoria de mi padre y le echaría esas nubes tan grandes que apenas cabían en la taza y que él, a veces, cortaba para poder beber más fácilmente cuando lo preparaba. Por supuesto, tendría fotografías, muchas y enmarcadas por todas partes. Me sacaría fotos con mi madre, con Ramírez para ponerlas. También enmarcaría la única foto que guardo de mi padre, esa que siempre doblo y escondo por miedo a que me la quiten y donde los pliegues han empezado a distorsionar su rostro.

La robé de una ficha de nuestro caso cuando todavía lo tenían en carpetas, antes de pasarlo a digital porque todo lo relacionado con nuestra antigua vida se quedó en Virginia. Incluidas las fotos. Sobre todo las fotos.

Aunque estoy segura de que el agente que "presenció" el momento se hizo el ciego más que otra cosa. Se compadeció, estoy convencida, convencida y tan agradecida que no podría ni ponerlo en palabras porque, esas noches donde estoy más perdida que nunca, angustiada y con miedo de no salir nunca de esta, saco la foto de entre las costuras internas de mi maleta y la miro. Esas noches busco fuerza en mi padre, lloro porque le añoro, y su rostro se desliza entre mis recuerdos y añade esas facciones algo olvidadas por el paso de los meses.

No quiero dejar a mi madre sola, irme por mi cuenta es más un sueño que otra cosa. Al menos eso me digo para sentirme menos culpable cuando respondo diciendo que prepararé las cosas para inscribirme antes del uno de agosto. Puede que, esta vez, sí consiga asentarme un tiempo. Solo tengo que seguir un poco más. Como mi madre dice siempre: "Solo será una vez más".

Cierro el portátil después de eso, molesta conmigo misma pero sin poder terminar de arrepentirme de seguir. Me hace daño, pero es algo a lo que ya estoy acostumbrada. Es un daño menor comparando con la alternativa, supongo. Mi piso lleno de plantas, fotos y con una ventana que dé a una gran ciudad desaparece de mis pensamientos, se hace añicos como tantas otras veces y su calor me abandona.

Quiero y no quiero irme por mi cuenta. Los impulsos me mueven, rogando alcanzar esa realidad tan cálida que temo no poder alcanzar a tener, impulsos que me dejaron en la calle cuando apenas tenía catorce, o quince. Mi propia edad es confusa en mis recuerdos.

Busco mi móvil al oír ese "ding" de los mensajes y tardo un instante en asimilar que Ansel, pese a seguir en el piso -o eso creo-, prefiere mandar un mensaje antes que llamar a mi puerta.

"¿Todo bien?", pregunta.

"Sí."

Apenas he bloqueado el móvil cuando la pantalla vuelve a iluminarse.

"¿Quieres salir a cenar?", Ansel 19:55.

"No me apetece."

"¿Ni siquiera si es un restaurante en Trocadero con vistas a la torre?", Ansel 19:56

Lo dejo en leído con mi "No" implícito.

No estoy de humor, no hoy.

Un minuto después está llamando a mi puerta. No me levanto de la cama para abrir, en su lugar aparto el portátil para tener más espacio y levanto la voz.

—No me apetece ir a cenar, Ansel —digo.

—No soy Ansel.

Tony.

Ahí sí que me levanto. Abro la puerta, apoyándome contra la pared para mantener el equilibrio porque estoy cansada y adolorida.

—Tienes mala cara —es lo primero que dice. Como si se diera cuenta de su error, intenta disimular aclarándose la garganta—. Ansel es un bocazas.

No tardo en entenderlo.

—Te lo ha contado, ¿no? —pregunto.

—Sí.

—Estoy bien —insisto—, no necesito que...

—Lo sé —interrumpe—. Vamos a ir a cenar a un restaurante que quería una amiga de Ansel y luego a tomar algo al Barrio Latino. Te vendría bien salir y no digo solo por lo de anoche. Salir ayuda que no sea tan duro alejarse de la familia y amigos.

—No es tan duro, ha pasado casi un mes.

—¿Y?

Es la primera vez que una respuesta me hace sentir que alguien entiende. Porque él ha dicho lo que yo pensaba, que el tiempo no afecta a ciertos tipos de dolor e inquietudes. Yo sigo llorando la pérdida de mi padre tras diez años porque sigue siendo una herida abierta que me golpea cada bastantes meses. No desaparece nunca, solo se vive con ello hasta que, un día, algo presiona de más la herida y te hace gritar. A veces es un recuerdo doloroso, y otro es uno bonito de esos que te hacen llorar por la impotencia de no volver a tenerlo.   

—La amiga que dices, ¿es Colette? —pregunto.

—Sí.

—Entonces voy. Alguien tiene que echarle un ojo si está ella. Te lo ha contado, ¿no?

—No ha hecho falta, le conozco.

Me pregunto, al oírlo, cuánto tiempo habrá estado Ansel con ese amor no correspondido por Colette porque, cuando les vi juntos por primera vez, noté algo, simplemente preferí ignorarlo porque no iba conmigo. No me interesaba. Ahora, sin embargo, ver cómo le afecta me llega a preocupar así que, por eso, me cambio de ropa y salgo con ellos.

Por eso, paso una buena noche con personas que me tratan como si fuera una más del grupo y que no tienen problema en ir cambiando de idioma porque ni yo entiendo francés ni Colette inglés.

Como ha dicho Tony: Salir me ayuda a distanciarme del resto. Como lo que busco en las noches en las que no puedo más, me distrae un rato. Aun así, van muchos días con el estrés creciendo, con la ansiedad de estar sola haciéndose más fuerte y, poco a poco, empiezo a sentir que estoy llegando a mi límite.

Un poco más, solo tengo que seguir un poco más.

Siempre es "un poco más".

Es lo único que tengo.


──────༺༻ ──────

Próximo capítulo: El jueves

Démosle mucho amor a este para celebrar porque EL DEL JUEVES Y EL DEL SÁBADO VAN EN PACK Y SÉ QUE VAN A GUSTAROS. viene intenso.

Me mata Olivia hablando de momentos traumáticos de su pasado tipo: "Sí, esa cosa fuerte que fue tan traumática como lo de Tennessee, bueno, eso, pasamos a lo siguiente".

O EL: "ROBÉ SU FOTO DE UNA FICHA POLICIAL" tipo lo suelta como si no se hubiera tenido que meter en una comisaría y en zonas que no debe para conseguirla JAJAJJA

Es peor que Asher tema problemas, solo que no lo admite lol

Ansel bocazas me hace gracia, pero eso "cuidado que lo cuelga hasta en redes sociales" ¿NO OS HA SONADO A MIEDITO? QUIERO DECIR... QUIERO DECIR : )

Y Tony yendo detrás como: Ansel la ha liado, vengo en son de paz, seamos amigos es tierno.

¿Os imagináis la que se va a liar cuando él se vaya un fin de semana?

NO SALEN CON VIDA.

#LíneaParaDecirQuéPasará (Empiezo: Queman el piso lol)

Y Chloe modo: No os hablo me voy cuando quiero ya volveré, bye... ¿No es algo raro que sea tan asocial? uhmmm

UHMMMMMMM

Olivia va a seguir con todo eso... Es triste pero dejarlo es más duro de lo que se ve desde fuera... Y AY MORÍ DE TERNURA CON LA CASITA QUE IMAGINÓ.

ELLA SOLO QUIERE PLANTAS, FOTOS, UN GATO Y CHOCOLATE CALIENTE.

*Asher alérgico a los gatos de fondo como "wtf no"

#ElGatoRomperáElShipp

Ahora sí, un abrazo y nos leemos el JUEVES ❤️

¿HAY EMOCIÓN?

PORQUE SE NOS VAN DE FIESTA

SIN TONY

MIEDO.

: )

— Lana🐾

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro