Capítulo 14.2
Su hermana se levantó de un salto y salió por la puerta para pedir a Tiberio, que estaba fuera, que fuese a buscar a Maissy. No tardaría mucho puesto que la sala de investigación estaba en la misma planta en la que se encontraban ellos, solo que en otra ala. En cinco minutos llegaría, así que se quedaron en un silencio expectante.
Tardó incluso menos de lo esperado. La puerta se abrió pocos minutos después para dar paso a Maissy, una chica que aún no había cumplido los treinta años, pero con unas ojeras que le ponían más años encima. Estaba claro que estaba cansada y que tenía falta de sueño y descanso. Loira era muy consciente de que su científica se había tomado tan en serio su cometido que dormía poco más que lo justo para continuar. Y así había sido durante el último año. El estado en que la vio le hizo fruncir el ceño de nuevo. No podía consentir que cayese enferma por no dormir y que la investigación parase. Debía encontrarle un ayudante, un aprendiz que, con algo de formación, le prestase ayuda y le quitase carga.
— Maissy, toma asiento, por favor —saludó Loira indicando una de las sillas vacías alrededor de la mesa. Sabía que no era necesario presentarla. A esas alturas, todos se conocían, así que prescindió de las presentaciones y decidió ir directa al grano—. Les estaba hablando de tu actual investigación y de los avances que has tenido hasta la fecha. Están preocupados por la situación de los embarazos. Me gustaría que les explicases tú misma en qué consiste y la línea que estas siguiendo al respecto.
— Mi trabajo consiste en intentar eliminar los problemas genéticos derivados de la consanguineidad que ahora mismo tenemos —comenzó ella tras asentir a Loira. Sin embargo, se quedó de pie en lugar de sentarse y comenzó la explicación andando alrededor de la mesa, mirando a unos y otros—. En un primer momento, pensé que los cambios podría obrarlos en nosotros, seres adultos, para engendrar hijos sanos. Tras estudiar toda la información que me facilitó la Reina, abandoné esa vía al verla muy compleja de seguir. Vi ciertos estudios que se centraban en cambios en los cigotos para hacer niños a la carta en los que se podría escoger el color de los ojos y el sexo del bebé. Basándome en esos datos llegué a la conclusión de que podría usarlo para modificar las células o la base genética dañada para que el embrión no desarrollase malformaciones o problemas mentales. La mayoría de los embarazos no llegan a término porque el propio cuerpo los desecha al venir con muchos fallos genéticos. Al principio pensaba que era problema nuestro, de las mujeres, que teníamos problemas de fertilidad y no éramos capaces de retener al embrión hasta el momento del parto, pero, tras estudiar mis propios cigotos, me di cuenta de que eran ellos los que estaban tan dañados que mi cuerpo no los soportaba y los desechaba —Maissy se paró de golpe frente a Loira, en el lado opuesto de la mesa y la miró directamente. Lo siguiente que diría iría dirigido a ella específicamente—. He conseguido aislar los genes que más daño hacen, puedo repararlos. Lo he intentado, pero no tengo el material necesario. Necesito más, otro tipo de aparatos que he visto en los archivos que me has pasado y en los que me estoy basando. Sin ellos no podré hacerlo. Lo he intentado con lo que tenemos, pero los embriones resultantes son inestables y, aunque sanos, los pierdo igualmente.
— Quiero que mañana hagas una lista sobre la maquinaria que necesitas y se la lleves a Urai. Él dispone de un listado sobre toda la maquinaria de la que disponemos y puede que la tengamos. Si no, tendremos que construirla y puede que tengamos los planos —aseveró Loira seria, mirando a Maissy para darle la seguridad de que contaba con todo su apoyo y de que le facilitaría todo lo que estuviese en sus manos para lograr su cometido.
— Habla con Urai y que mire si tenemos las máquinas que necesitas —continuó Davra—. De tenerla, seguro que habrá que repararla y de eso me encargaré yo en cuanto la tengas. Y si, por el contrario, no la tenemos y hay que construirla, pásame los planos que te de Urai y ya removeré yo tierra y nieve para encontrar todos los materiales que necesite para construírtela en tiempo récord.
Loira aplaudió la reacción de Davra mentalmente. Eso era lo que le gustaba ver. A su gente unida en busca de un mismo objetivo. Su principal ingeniera era Davra. Si bien era cierto que se centraba más en temas energéticos, esa chica tenía un cerebro dotado de una inteligencia descomunal que resolvería cualquier problema que surgiera. Se estudiaría los planos y los materiales hasta crear una réplica exacta del aparato que Maissy necesitaba. Al igual que su científica, su ingeniera también se dejaría la piel en el proyecto. Había hecho bien en informarles sobre el proyecto y en traer a Maissy a la reunión. De esta manera había sido ella quien había expuesto todo, así como la problemática a la que se enfrentaba y la propia Davra había decidido colaborar. Por supuesto, no se le pasaba por alto el hecho de que era otra mujer que iba a empezar su etapa reproductiva la que se ofrecía y la que prometía darlo todo por el proyecto.
— Me parece excelente que os centréis en ello durante un tiempo, pero me gustaría saber qué va a pasar con la cúpula, tan necesaria sin duda, y con los molinos de viento a reparar. No se puede dejar de lado todo cada vez que surge algo nuevo. Hay que ir terminando lo empezado, Davra —Loira tuvo ganas de mandar matar a Tajto cuando dijo esas palabras. Para desarrollar la labor de diplomático durante años resultaba bastante poco diplomático cuando se le tocaban las cosas que le importaban. Sabía que él quería esa cúpula terminada lo antes posible para poder pasear fuera de palacio sin helarse los huesos y que los molinos eran muy importantes para mantener su persona en buena temperatura. Era irónico, con lo poco que le gustaba ir al Sol a hacer su trabajo y lo que le gustaba tener aquí el sitio caliente. Miró a su hermana, quizá sí que era el momento de jubilar a Tajto y darle el sitio de diplomática a Siena. Al menos ella mostraba entusiasmo por ir y venir y, al fin y al cabo, era una mujer. No era conveniente dejar los trabajos más importantes a los hombres porque, como se podía observar, al final no lo hacían bien.
— No será necesario dejar nada a medias, Tajto —contestó Davra con una sonrisa que no reflejaba ningún tipo de alegría. A Loira le pareció una sonrisa de suficiencia que le encantó y le hizo sonreír con cierta malicia sabiendo que nadie la observaba al estar pendientes del intercambio de palabras entre Davra y Taj—. Te recuerdo que, como ingeniera principal de la ciudad, tengo bajo mi mando una cuarta parte de la población y, si precisara de ello, podría tener a todos —dijo mirando ahora a Loira, esperando su aprobación. Al ver cómo la Reina asentía, dándole su apoyo y aún con cierta sonrisa en la boca, continuó—. La cúpula continuará en construcción una vez se terminen de revisar los molinos. Aún quedan dos que necesitamos revisar, pero tengo personal a mi cargo que son muy eficientes y no me necesitan pegados a su nuca para dirigir su trabajo. Yo puedo dedicarme a otras cosas junto con un pequeño grupo de mi elección que sé que son cualificados para proyectos más tecnológicamente novedosos. A diferencia de ti, yo tengo mucha gente a mi cargo y puedo permitirme el lujo de delegar en aquellos de mi confianza y llevar varios proyectos a la vez o centrar todos mis esfuerzos en uno solo, si así lo veo necesario.
— Nadie duda de tu capacidad, Davra —interrumpió Loira. Aunque Tajto se merecía el rapapolvo tampoco quería que la discusión se fuese de las manos y al final se dejase de lado el tema que realmente importaba—. Por ese motivo te agradezco tu ofrecimiento con la maquinaria que Maissy necesita. Sé que tú encontrarás la manera de hacerlo posible.
— Yo tengo algunas dudas sobre la investigación —dijo Vestul frunciendo el ceño. Se había limitado a escuchar hasta ahora muy serio, realmente interesado en el tema hasta el punto de que había parecido enfadarse cuando Davra y Tajto habían comenzado a discutir, saliéndose del tema—. Suponiendo que se consiga la maquinaria necesaria para ello, ¿qué probabilidades reales tenemos de empezar a engendrar hijos sanos?
— Es una gran pregunta —comenzó Maissy—. Veréis, tardaremos varias generaciones en tener hijos sanos de manera natural. Si lo que pretendo hacer funciona, no implicaría que tuviésemos hijos sanos de forma natural, solo se lograría de forma artificial. Nuestros genes están muy dañados y, aunque logre modificarlos en nuestros hijos, eso no evita que se unan con gente con la que igualmente tienen consanguineidad. Eso quiere decir que ellos tendrán el mismo problema. Y así hasta que consigamos una cantidad poblacional que elimine ese problema. Y para ello se necesitarán varias generaciones. Quizá, si llegamos a ser unos quince mil, se podría hablar de empezar a tener hijos sin necesidad de intervención genética. Lo que podemos lograr ahora mismo, con este estudio, es que salgan adelante el noventa por ciento de los embarazos y que los niños vengan sin problemas, sobrevivan, crezcan. He tenido dos abortos, dos bebes que se malograron y no llegaron a nacer. Yo ya podría tener dos hijos y podría llegar a tener cinco o seis hijos sanos en lugar de rezar porque, al menos, un par me sobrevivan a la gestación y la niñez. La población podría crecer de forma exponencial de esta manera. Actualmente, el principal problema que tenemos las mujeres, más allá de perder hijos, es el daño psicológico que supone tanta pérdida y el miedo a que nuestro cuerpo no lo resista. Eliminando esos miedos, cada una de nosotras podríamos tener muchos hijos sin problemas.
Loira miró a su alrededor encontrando señales de comprensión y aprobación. Donde no llegaba la Madre Naturaleza por sí misma, llegarían ellos. Al fin y al cabo, la Madre les había dotado de grandes capacidades para solventar sus limitaciones. Y ahí estaban ellos. Buscando y encontrando soluciones. Maissy había encontrado la solución y Davra le daría la maquinaria para hacerlo posible. En unos meses, como mucho unos años, podrían tener hijos de forma segura. Y la cúpula haría que enfermasen menos y les daría mayor calidad de vida. Además, los cazadores se habían especializado mucho por lo que hacía un par de generaciones que ya no sufrían reales periodos de escasez y hambre.
Era el momento de crecer. En cuestión de diez años esperaba tener la ciudad llena de bebés y niños sanos correteando por las calles bajo la nueva cúpula. Se avecinaban grandes progresos y todos, por supuesto, gracias a su propia iniciativa. No quitaba el mérito a sus mujeres, que eran muy buenas en lo suyo y que tenían muchos arrestos para echarse sobre sus espaldas todo el trabajo, pero ella también tenía su parte. Y al final, como siempre, resonaría su nombre por encima del de las demás.
— Maissy, espero que la ayuda de Davra te venga bien y eso te relaje un poco porque te veo con cara cansada —dijo Loira mostrando su preocupación inicial por la salud de su principal científica—. No quisiera que enfermases al tener que desarrollar todo el proyecto sola. ¿Necesitas más ayuda?
— Con los avances tecnológicos que pueda darme Davra iré más rápido —asintió Maissy—. En cuanto a necesitar más ayuda, de momento, no será necesario. Sí que es cierto que he estado exigiéndome mucho a mí misma los últimos meses, sin embargo, mis compañeros han visto la importancia de la situación y me están ayudando en las investigaciones en su tiempo libre. No podemos dejar de lado a nuestros pacientes, pero sí debo decir que, cuando terminan, me echan una mano y se están implicando casi tanto como yo. Y esa ayuda es inestimable. Me han dado otros puntos de vista y opiniones que me han hecho avanzar. Ahora estamos todos con ojeras, no solo yo —bromeó la mujer sonriendo a los presentes.
Excelente, me alegro de que finalmente te estén ayudando —dijo Loira seria. Parecía que al final, también iban a arrimar el hombro los hombres. Que parecía que el peso debía ser de ellas. Todo iba por buen camino. Cada vez se estaba implicando más gente y eso hacía que viese el objetivo mucho más cerca. Seguiría teniendo un ojo sobre el avance, pero ahora estaba más convencida de que todo iría bien. Y, por las reacciones de los demás, creía que ese sentimiento era general. Al final todo se resumía en que ahora tenían esperanza.
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