El guardián perdido
Zoe corrió hacia la entrada de su salón. Todo lo que escuchó de Dante le era difícil de procesar.
No quería verlo envuelto en ese rollo, lo apreciaba... mucho, para que ahorita también estuviera involucrado con el asunto de los brujos.
—¡Hey! ¿Qué tienes? —Zoe brincó al tiempo que Alex le tomaba del hombro.
—¡Ay, me asustaste! —la chica lo llevó a un rincón en donde no pudieran escucharlos, aunque el salón estaba técnicamente vacío—. Tengo que decirte algo...
—¿Algo de eso?
—Sí, pero no estoy segura, o no sé si sólo estoy de paranoica —Zoe y Alex se giraron y observaron cómo Luzmaría y su pequeño grupo llegaban al salón—. Necesitamos ver al abuelo de tu amiga —le dijo en el oído al rizado y caminaron a sus mesas.
Luzmaría, Jazmín y Michelle acomodaron sus mochilas y salieron. Lalo y Ricardo permanecieron en el salón hablando mientras los demás compañeros llegaban para tener la última clase del día. De un momento Richie le dedicó una mirada y una sonrisa a Alex, quién se puso rojo y desvió su mirada a otro lado, tratando de que Zoe no se diera cuenta.
—¿Y Aris?
—No vino hoy, se sintió un poco mal —exclamó el chico tratando de recomponerse.
—Envíale un mensaje para avisar que vamos a su casa, tal vez el señor ese nos diga qué hacer.
Alex tomó su celular y empezó a teclear, después de un minuto lo volvió a guardar, justo cuando el profesor llegaba. No mencionaron nada de ese asunto por el resto de la mañana.
******
Aris se encontraba en la Gran Biblioteca del Aquelarre, la sala que su abuelo le había mostrado hace unos días. Se paseaba alrededor de los libreros y muebles para observar.
—Puedes tomarlos, después de todo son tuyos —habló un Gerardo muy tranquilo quién llegaba a la biblioteca.
—Gracias. Y hablando de esto, los chicos quieren verte, dicen que tienen que hablar contigo —respondió la chica mientras se ponía frente a él.
—¿Conmigo? ¿Sobre qué?
—No lo sé, puede que por el asunto de... —señaló con sus brazos abiertos toda la sala.
—Tal vez. Pero dime, ¿qué tal te parece el instituto? No me has contado nada sobre eso —dijo el abuelo al mismo tiempo en que los dos se sentaban para platicar.
—Bien, me ha parecido genial. Es muy grande y bonito.
—¿Has hablado con alguien? —interrogó su abuelo.
—Con los chicos solamente y... —y de nuevo estaba Dante en su mente. Hoy no lo vio, pero deseaba mucho hacerlo otra vez—, nada, sólo eso.
—Me alegra, espero que de verdad te guste, y que puedas ayudarte con los chicos. Ah, por cierto, la directora me llamó y dijo que en dos semanas harás el examen para acreditar las materias de primero y así iniciar el año entrante con segundo semestre y que no pierdas más tiempo.
—¿De verdad? Vaya, entonces empezaré a estudiar —dijo asombrada la castaña en el momento que su madre entraba a la biblioteca. Aris le dedicó una sonrisa tierna y un pequeño beso en la mejilla.
El timbre de la casa sonó. Uno de los guardias avisó que eran el hijo del comandante Montorfani y una chica rubia. El abuelo dio órdenes para dejarlos entrar y que los llevaran a ese lugar, acto seguido el guardia se marchó.
Al cabo de un minuto, los dos se encontraban en las puertas del lugar. Los chicos se sorprendieron al ver ese extraño y hermoso sitio.
—Pasen, bienvenidos —exclamó el mayor.
—¡Es precioso! —dijo la rubia mientras entraba al recinto y miraba todo a detalle.
—Me han avisado que necesitaban hablar conmigo —habló Gerardo mientras se acercaba a ellos dos.
—Sí, claro. Vamos, dile lo que escuchaste —el chico instruyó a su amiga que lo miró con un poco de temor.
—Es algo un poco delicado —Zoe tuvo un poco de nervios ante la imponente figura del mayor—. Sobre el guardián que falta.
Al escucharla, Aimeé también se acercó con un semblante de preocupación. Gerardo sin embargo se tornó completamente serio. Arisbeth se mostró un poco temerosa a la escena y saludó a los chicos con evidente nerviosismo. Los otros dos correspondieron el mismo.
—¿Estás segura? Es algo que no debe de tomarse a la ligera —reprendio el abuelo con gran seriedad a la joven.
—No estoy segura del todo, pero es demasiado extraño pero tiene lógica sabiendo lo que nos pasó —se defendió Zoe.
—Bien, entonces habla.
Y así comenzó. Zoe contó con lujo de detalle la información que Dante le había dicho, claro, omitiendo su nombre y siempre refiriéndose a él como "un compañero". Cuando hubo terminado, Gerardo se dirigió a uno de los muebles que guardaban botellas y frascos. Tomó una pequeña botellita que contenía un extraño polvo de color verde y volvió a donde se hallaban los demás.
—Puede que tengas razón, pero también puede que se trate de alguien ajeno a nuestra cofradía. Tal vez sí sea un pequeño brujo que recién obtuvo sus poderes, ha pasado anteriormente sobre seres mágicos que obtienen sus poderes a una edad más avanzada, ya que con el eclipse se desataron muchas fuerzas. Tomen esto —dijo al tiempo que le daba la botella al chico y a la rubia—, cuando estén cerca de él, de manera cautelosa, tiren un poco de estos polvos a los pies del joven, pensando en querer revelar lo que desean, así sabrán si es el chico aquél a quien buscamos.
Zoe la tomó y miró su contenido.
—¿Y qué es? —preguntó curiosa.
—Una de las tantas creaciones de su abuela —dijo en torno a Alex—. Y por cierto, no nos has dicho su nombre, si no te molesta.
Zoe se puso nerviosa. En parte no quería enredar en vano a su amigo a esa locura, pero si de verdad era él, no tendría otra opción.
—Bueno él... Se llama Dante García.
Aimeé quedó pensativa. Ese era el nombre de uno de sus alumnos de primer semestre. Si era verdad entonces los elegidos restantes sí estaban más cerca de lo que creía, tal y como lo dijo Margarita.
Mientras tanto, Arisbeth tenía una revolución de sentimientos.
Él. No podría ser él, ¿o sí?, pensó la castaña mientras su corazón latía fuerte. El mismo chico que se encontró por primera vez en el instituto. El que casi la descubre las dos veces usando su magia. El que rápidamente llamó su atención con esa actitud tan única e hipnotizante. Dante. No podría serlo.
—¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? —dijo Alex que notó la sorpresa de su amiga.
—¿Eh? Nada. Por cierto, ¿no tienes una foto de él para reconocerlo? —respondió Aris evadiendo a su amigo.
La chica acertó y sacó su teléfono, frunciendo el ceño cuando miraba que éste se encontraba totalmente descargado.
—Lo siento, ha muerto por ahora —la rubia guardó de nuevo su teléfono.
—No importa, lo único que hay que hacer por ahora es averiguar si el chico es el faltante. No hay que perder más tiempo —finalizó el abuelo.
******
El único día libre de exámenes para los alumnos de semestres avanzados del instituto, quiénes ya estaban a punto de concluir sus últimos parciales para egresar de su educación preparatoria. Los chicos de cuarto, quinto y sexto semestre no se encontraban en el lugar, lo que hacía el ambiente más tranquilo.
Los chicos de segundo y tercer semestre sólo asistieron a dos exámenes a las siete y nueve de la mañana, respectivamente, y se retiraron.
Sólo quedaban los chicos de primer semestre para hacer el examen de Prevención de las Adicciones. Como era de esperarse, los quince grupos del turno matutino se encontraban dispersos en toda la escuela esperando para realizar la prueba, algunos ya afuera de las aulas de cómputo.
—Yo no estudié, ahí será lo que el de arriba quiera.
Los chicos esperaban afuera de una de las aulas virtuales para contestar el examen en línea. Casi el mediodia y aún faltaban muchos grupos.
—Con uno de calificación en ese examen paso y hasta con ocho. Mejor me debí haber quedado en casa —Zoe soltó un pequeño bostezo.
—¿De verdad es muy fácil? —preguntó Aris que les hizo compañía en la espera del examen.
—Es una materia casi que regalada, la neta. Además tu mami nos impartió la mitad del semestre. Si tuvimos diez en el primer parcial y la mitad del segundo fue gracias a ella —sonrió Michael mientras decía eso a la castaña.
—¿Es buena profesora? Tengo un poco de curiosidad de saber cómo es ella —inquirió la castaña.
—Atención, grupo 104, en dos filas para pasar al aula con tira de materias en mano —un profesor daba las indicaciones desde la entrada del salón.
Los chicos se despidieron de la castaña y ella les susurró un débil "éxito" mientras entraban. Sin querer, se cruzó con Luzmaría que le sonrió de manera hipócrita. Arisbeth sintió un escalofrío. Ya sin nadie con quién hablar, se marchó a la cafetería que se encontraba a unos metros del lugar para almorzar algo.
Compró unas enchiladas suizas y se sentó a comer. Mientras comía, pensaba en que muy pronto estaría ahí, tomando clases con sus nuevos compañeros y los nuevos amigos que hiciera. La sola idea de empezar a vivir su vida "normal" la hacia sentirse más animada.
Aris siguió disfrutando su comida hasta que terminó. Sin que se diera cuenta, manchó un poco su vestido y trató de limpiarlo. Cuando lo hacía, no se percató de que alguien se había sentado en su mesa y fue hasta que alzó la mirada cuando vio al intruso de su lugar.
—Hola, señorita —esa voz...— ¿Cómo estás?
El corazón de la chica empezó a palpitar muy fuerte. Dante era quién ocasionaba esas repentinas taquicardias y pensaba en que en algún momento le iba a explotar el corazón.
—Hola, ¿qué haces aquí? —preguntó la chica arrepintiéndose mentalmente. Obvio que a hacer su examen tonta, ¿a qué más? se repitió en sus pensamientos.
—Hoy es mi examen de prevención. Me toca en el aula cuatro. Por cierto, ¿ya te dije que tu mamá es mi profesora? Es mi favorita del semestre, y no te lo digo porque eres su hija, pero de verdad me cae muy bien, ella es muy atenta y muy dinámica y muy linda persona —Dante quiso seguir hablando con ella lo más que pudiese.
—Sí. Algo me habías mencionado —la chica sonrió torpemente—. Mis amigos también fueron sus alumnos.
—¿De verdad? ¿En qué grupo van tus amigos? Tal vez los conozca, aquí la mayoría nos conocemos aunque vayamos en otros grupos, yo tengo amigos en el cuatro y en el doce —la curiosidad y las palabras de Dante no se retacaban si de la chica se trataba.
—Ellos son del... —la chica fue interrumpida por los pasos sonoros de Zoe, que se acercaba con prisa hacia allí.
—¡Acabé! Pinche examen estaba bien fácil... —Zoe se detuvo al ver que su amigo estaba sentado junto a la castaña— Dante, ¿qué haces aquí?
Arisbeth se quedó sin habla. Dante en cambio se puso de pie y miró a la rubia con timidez. Zoe estaba un poco confundida en por qué estaban sentados ellos dos juntos. Quiso pensar que solamente lo había hecho por amabilidad de éste y se había presentado.
Aris miró a Dante y recordó lo que dijo la chica sobre su dichoso amigo. Fue ahí cuando comprendió que él era ese "Dante García", el mismo chico que hace días atrás casi la descubre y ahora puede que sea el guardián faltante.
—Eh, hola ¿qué onda Zoe? —exclamó el chico tratando de tartamudear—. Yo vine aquí para estudiar y me la encontré, nos conocimos hace unos días y bueno, ella es... —pero la chica no le hizo caso.
Hacía unos meses, casi un año que conocía a Dante y al pasar el tiempo fue gustando de él. Quiso decirle, pero su falta de confianza en sí misma se lo impidió. Aunque no era más que amigos, la verdad era que Zoe se ponía celosa cuando alguna chica se acercaba a él. No comprendía por qué, pero le molestaba.
—Sí, yo la conozco. Em, ¿me la permites tantito? —sin más, la chica arrastró a Aris hacia afuera de la cafetería.
—¡Oye! —la castaña se soltó de su agarre.
—¡Él es de quién les hablaba ayer! ¡Es mi amigo, el tal Dante! —susurró Zoe para que no la oyesen—. ¿Cómo es que lo conoces?
—Él fue quién casi me descubre haciendo magia, estábamos en la fuente y... —Aris sintió un bajón de presión y de repente el collar azul de Aris emitió un pequeño destello. La chica lo tapó rápido evitando que lo vieran—. ¿Qué carajos?
En un par de segundos, las nubes pequeñas y blancas se empezaron a juntar para crear una grande y oscura nube de tormenta, y casi al instante una fuerte lluvia azotó ahí mismo. Las chicas entraron para evitar mojarse y cuando lo hicieron, la energía eléctrica se cortó de golpe. La lluvia azotaba fuerte en el exterior y oscureció por dentro del lugar. Rayos caían estrepitosamente e iluminaban por un milisegundo el interior.
—¿Qué chingados pasó? Está cayéndose el cielo —exclamó el chico viendo hacia afuera.
Zoe miró a Dante y recordó el frasco de Gerardo. Lo tomó de su mochila sin hacer mucho ruido y lo destapó. Aris y la chica asintieron y sin que él lo notara, lanzaron un pequeño puñado a los pies de Dante.
Al hacerlo, empezó a iluminarse de un color verde, y pareciese que varias plantas crecían a su alrededor. Las dos chicas quedaron impresionadas y boquiabiertas ante ese evento y parecía que nadie más, ni siquiera el propio chico se daba cuenta.
Esa fue la confirmación de que Dante García, ese chico curioso y un poco despistado pero noble y muy sensato, era el Guardián de la Tierra, el último de los seis.
—Dios mío.
La lluvia se calmó muy rápido hasta desaparecer por completo. La corriente eléctrica volvió y al mismo tiempo, las dos chicas vieron cómo Dante dejaba de emitir ese extraño brillo verde. Cuando todo regresó a la normalidad, empezaron los murmullos y eso alarmó a las chicas.
—Eso fue raro, no se veía que iba a llover. Espero no se haya mojado mi ropa que dejé tendida. Ya ni pedo, si sí la voy a tener que volver a lavar o se va a oler a humedad —exclamó el chico más para sí mismo—. Por cierto, Zoe, perdón si lo que te dije ayer te pareció una pendejada, es que yo...
—Saqué siete, ¿lo pueden creer? Y eso que si medio repasé la guía me va de la verga. Oigan, ¿qué pedo con la tormenta? —Alex se detuvo al ver a sus amigas con evidente cara de espanto—. Ah, ¿sucede algo? ¿Hola?
—No —respondió Zoe de manera abrupta—. Dante, él es Alessandro, mi mejor amigo —giró hacia el rizado haciendo una mueca extraña sin que lo notara el otro chico—. Alex, él es mi amigo Dante.
Alex entendió la indirecta.
—Hola, un gusto —dijo al tiempo que el castaño estrechaba su mano.
—El gusto es mío, compa. —Dante se mostró sonriente—. Oye, ¿y qué viene en el examen? ¿Sí está muy de la verga?
—¿Me acompañas rapidito a mi casillero? Ándale —dijo Zoe al momento en qué jalaba a Alex hacia afuera en contra de su voluntad.
—¡Oye! ¿Qué te pasa? —Alex se zafaba de la chica.
—¡Es el sexto guardián! —Zoe exclamó por lo bajo mientras veía a su alrededor y se aseguraba de no tener intrusos escuchando.
—¿Estás segura?
—¡Sí! Usé el polvo ese que me dio el abuelo de Aris. ¡Dante es el sexto guardián!
—¿Usaste esto enfrente de todos? ¡¿Zoe, te volviste loca?! ¡¿Cómo chingados se te ocurre hacer eso en la cafetería y con toda esa gente alrededor suyo?! —el enojo del chico fue un poco exagerado, pero tratándose de ese asunto mágico puede que tuviera justificación.
—Nadie nos vio, cálmate, nadie lo notó, sólo nosotras.
—Bueno, ¿y ahora qué? —el rizado se calmó un poco.
—Habla con don Gerardo o con tu papá, necesitamos decirles.
Alex sacó su teléfono y marcó rápidamente a su padre. Andrea y Michael se acercaban sonrientes al mismo tiempo. El chico guardó su celular y colgó la llamada. La pelirroja y el azabache llegaron quejándose de su mala nota en el examen y los otros dos trataron de seguirles la corriente.
Después de unos momentos los dos se despidieron y se fueron ya que no tenían clase después. Alex aprovechó y marcó al celular de su padre de nuevo, esperando contar lo ocurrido.
******
—Alex, hijo, estoy ocupado, ya te dije que no podré ir por ti... —al escuchar lo que el pequeño decía, su humor cambió radicalmente—. ¿Qué? Alessandro, ¿estás seguro? —El comandante se llevó la mano a la frente y frotó sus ojos ámbar—. Está bien, iré en cuanto me desocupe. Habla con don Gerardo y dile lo que ocurrió. También te quiero —y colgó.
Lucas era el menos animado en torno a la situación de los Guardianes Solares, y era de expresarlo de una manera u otra. No quería ver a Alex involucrado en asuntos de ese tipo porque sabía que podía pasarle algo malo, aunque eso ya era inevitable porque sus poderes habían despertado otra vez y no había vuelta atrás en esta ocasión, sin Margarita o alguien que supiera atar su magia.
Por lo tanto, sólo le quedó tomar su chaqueta e ir hacia afuera a despejarse un poco. Tenía mucho trabajo y el asunto mágico lo distraía un poco.
Al salir de la comisaría, en la acera de enfrente, un hombre mayor de unos sesenta y algo lo miraba de manera fija. Lucas sintió los ojos del hombre sobre él y le causó un poco de incomodidad. Al pasar un camión a velocidad rápida, de un momento a otro el hombre desapareció.
Lucas se sorprendió un poco, pero pensó que podía ser producto del estrés y lo dejó pasar de largo.
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—¿De qué hablas?
A pesar de haber dejado ese tema por cerrado, Luzmaría se topó con algo que no podía dejar pasar, y no tenía más remedio que contárselo a Ricardo. El moreno no comprendió porqué el interés de su novia era insistente cuando días atrás lo tachaba de locura.
—Ya te lo dije. Vi a esas dos en la cafetería con ese chico. Cuando empezó la tormenta, y me metí a biblioteca. Después ese tipo brillaba de manera extraña, en un color verde.
Los dos estaban en la fuente. Sin gente a su alrededor eran libres para hablar. La chica le contaba todo a su novio mientras se aseguraba que no hubiera oyentes alrededor. Detestaba a Aris y Zoe le daba igual, pero lo que vio la dejó sorprendida. El mismo joven con quién había chocado junto a ellas y en esas circunstancias.
—¿Crees que ese chico estaba haciendo magia?
—No sé, pero estaban esas dos y eso ya es extraño. No me queda otra opción más que pensar en esa pendejada —exclamó Luzmaría en pose de diva.
—¿Y alrededor qué hacían? ¿Los miraban o qué? —cuestionó su novio con una mueca.
—Es lo raro, nadie más lo notaba. No lo sé, es extraño. Sí Arisbeth y Zoe estaban enfrente de ese chico entonces sólo puedo pensar en que hay algo de ese asunto involucrado.
Ricardo muy en el fondo nunca dejó ese tema de lado. No era ignorante acerca del mundo del ocultismo, pues siempre tuvo contacto con él, por su abuela chamana, pero eso que vivió hace unos días no era nada cercano a lo que se acostumbró a escuchar en casa.
Hablaban de magia de verdad. Por otro lado, no lo creía del todo, pues su lado lógico era más fuerte.
—¿Piensas que es el sexto?
—A estas alturas los otros tres ya deben de andar más adelantados que nosotros, mi tía y mi abuelo ya pudieron lavarles bien el cerebro —respondió la chica viendo su celular—. Mira, hablando del rey de Roma —mostró su teléfono al chico y miró la pantalla.
"Hola Luzmaría, soy tu abuelo, este es mi número. Necesito que estés en la mansión con el chico Ricardo cuanto antes posible. Te quiero."
—¿El chico Ricardo? —el moreno chasqueó la lengua y soltó un bufido.
—Supongo que le caes mal por ser mi pareja, el tipo es bien celoso —soltó Luzma mientras empezó a caminar hacia la entrada—. Apúrate, no hay que desesperar al señor impaciente.
—¿No vamos a esperar a los chicos? —Ricardo se detuvo un momento.
—Que se consigan una vida, no somos sus pinches niñeras —dijo ella por último sin mirar atrás.
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—No entiendo nada, ¿a dónde dicen que vamos? —el pobre Dante en realidad sí que no entendía nada.
Después de hablar con Gerardo, los chicos secuestraron, literalmente, al joven cuando salió de hacer su examen e hicieron que fueran con él a la mansión Solares, aunque claro, no le dijeron nada de nada y sólo subieron al castaño al auto que había mandado el abuelo y se dispusieron a distraerlo mientras llegaban.
—Créeme, no querrás saber —Alex quiso hacerse el gracioso, pero sólo se ganó una mirada de "ojos rodantes" por parte de Zoe.
—¿Por qué? —sin poder hablar, fue Aris quien lo calló.
—Porque es una sorpresa —dijo Aris en voz alta—. Bueno, ya eres nuestro amigo de los tres, así que te invitamos un rato a venir a casa.
—Yo se los agradezco pero tengo que ir a...
—Ya no preguntes, ¿sí? —la rubia lo silenció de golpe.
Nadie hizo comentario alguno durante el resto del trayecto. Cuando llegaron, todos salieron del carro y estiraron los brazos y pies. Sin embargo, Dante miró la fachada de esa casa y quedó atónito.
—Esto es una broma ¿cierto? —exclamó sin dejar de ver la excéntrica Mansión Solares—. ¿Me trajeron a una iglesia?
—No es una iglesia, es mi casa. —Dante y Arisbeth cruzaron miradas, sonriéndose entre sí. Zoe al ver eso, sintió una pequeña chispa de rabia.
—Sí, sí, caminen, no hay que perder tiempo —interrumpió la rubia el instante entre los otros dos. Alex ahogó una pequeña risa de burla.
Los cuatro chicos caminaron hacia la entrada de la mansión mientras el auto se guardaba en la cochera. Los grandes portones se abrieron y entraron hacia la sala. Dante quedó maravillado aún más con el interior de la casa.
Todo aquello que nunca había visto, un lugar muy grande y lleno de lujos que nunca imaginó tener. Los chicos esperaron un minuto hasta que la figura del abuelo se hizo presente.
—Bienvenidos, chicos —saludó amablemente a los tres conocidos recibiendo una tímida respuesta de todos. El hombre observó a Dante y le estiró la mano para estrecharla—. Gerardo Hernández. Mucho gusto, hijo.
—Dante García, señor. El gusto es mío —el castaño juntó su mano con la del mayor en un saludo un tanto cálido—. Em, me va a disculpar pero no sé por qué estoy aquí en realidad. Además, tengo trabajo en la tarde y...
—Al contrario, hijo. Eres más que requerido aquí —lo interrumpió Gerardo con una sonrisa—. Eres alguien que hemos buscado desde hace bastante tiempo.
Dante no comprendía nada. ¿Qué carajos hacía ahí? ¿Qué significaba eso de que era "alguien que hemos estado buscando"? Nunca había visto a ese hombre ni mucho menos lo había tratado. Lo peor es que al parecer su amiga también estaba involucrada con ellos.
—¿A mí? ¿Por qué? —el temor de Dante se hizo notorio.
Gerardo sonrió de lado y sacó la frase que estallaría la bomba final.
—Porque tú eres el último guardián Solares.
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NOTA 2025
Bueno, ya vengo con la actualización mensual sjjsjs ando algo ocupado con el trabajo y apenas me acordé de esta cosa.
En fin, creo que le cambié muchas cosas a este capítulo, empezando por el título jsjs, espero les guste. 🖤
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