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La princesa y la sirvienta (6)

Nayeon no podía dormir, el recuerdo de la tarde no la dejaba estar tranquila.

¿Fue un sueño? Porque le parecía muy irreal que la mismísima Chou Tzuyu le haya dicho que la quiere.

Aún recordaba la mirada que le dio cuando se lo dijo, sus ojos mostraban sinceridad, no contenían ningún tipo de diversión ni nada por el estilo.

Pataleó una vez más y se tapó la cara, haciendo que Jihyo le lance una almohada.

— ¿Acaso se subió un insecto a tu cama o por qué estas así?

— Lo siento.

— Mjum, tírame mi almohada por favor.

La omega se la lanzó, se dio la vuelta y cerró los ojos.

Esperaba que mañana se le pasara.

“Su madre la busca, dijo que necesita hablar algo importante con usted” Le había dicho Momo, ahora se encontraba yendo hasta la oficina de su madre.

No sabía qué podía ser ese algo importante.

Tocó la puerta cuando estuvo enfrente de la oficina, obteniendo un “adelante” por parte de la alfa.

Vio a su madre revisando unos papeles, cerró la puerta y se acercó al escritorio, haciendo una reverencia.

— Madre, me informaron que quería hablar sobre algo importante conmigo.

— Tzuyu. — La mujer se quitó los lentes de lectura. — ¿Por qué rechazaste a la princesa Mina?

— La princesa Myoui jamás me ha llamado la atención en forma romántica, siempre la vi como una amiga y nada más, sólo se lo dejé en claro. No depende de mí cómo se lo haya tomado.

— ¿Quién es?

Tzuyu pestañeó confundida.

— ¿Quién es quién?

— La Omega con la que te andas viendo. Momo me ha comentado que te ha visto con una omega sirvienta, que vas a verla en tus ratos libres y que te quedas con ella hablando, hasta la ayudas en sus tareas.

Maldita chismosa. Pensó Tzuyu, después hablaría seriamente con Momo.

— La conocí hace más de un mes, me llamó la atención y hemos estado hablando, de vez en cuando la ayudo en sus tareas porque no me deja y… Me gusta.

La reina Chou la miró incrédula, cómo si esas palabras fueran extrañas.

— Nunca pensé que te escucharía decir eso, al menos no estando viva.

— ¿No te molesta? Ya sabes, que ella no sea…

— ¿Una noble o de la realeza? No me importa, siempre y cuando ella te respete y tú a ella, yo estoy bien.

La pálida sonrió, era un alivio sentir que su madre la apoyara.

— Deberías invitarla a almorzar contigo mañana, sería como una cita. — Sugirió

— Gracias por la idea, madre. — Le dio una reverencia y salió de la habitación.

Ya tenía una nueva idea.

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