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La princesa y la sirvienta (3)

Desde aquel día Tzuyu siempre iba a ver a Nayeon.

Al principio la omega ponía resistencia, pues seguía con la insistencia de que la alfa tenía cosas más importantes que hacer; sin embargo, la compañía de la alfa empezó a ser divertida y ya no le decía nada.

— ¿Le gritaste? — Dijo sorprendida la alfa, sin poder imaginarse eso.

— Sí, mi mamá siempre me dijo que ninguna persona tiene derecho a sobrepasarse conmigo, no importa si fuera un omega, beta o alfa, no debo dejar pisotearme por nadie. — Explicó. — Ella creía que porque yo era una omega no le podía meter sus buenos insultos, casi me vuela la cara por la cachetada que me dio, pero no me arrepiento.

— ¿Te dio una cachetada?

— Sí, le dolió tanto que no me quedé callada que tuvo que darme una cachetada sabiendo que era más débil que ella, pero afortunadamente apareció una amiga que es alfa y me saco de allí, no sabes cuanto me habría gustado devolverle el golpe.

— Eres bastante contestona, más para ser omega.

— Y no has escuchado nada — Rió. — Aquí no puedo hacerlo si no quiero que me corten la lengua, pero fuera de aquí suelo contestarle a todo el mundo.

— Te metes en peleas, eres contestona y cuando tienes confianza un poco descarada. Eres un caso Im Nayeon.

— Así soy yo, espero encontrar a alguien que me quiera así.

“Yo podría ser ese alguien” Quiso decir, sin embargo no dijo nada, no la quería asustar.

— Pero ya, tengo que ir con la señora Lia. — Quiso levantarse pero Tzuyu tomó su mano.

— No, quédate, me gusta escucharte.

Ok, Nayeon mentiría si eso no emocionó a su omega, ya eran dos veces en las que las palabras de la princesa la ponían como un cachorro.

— ¡Alteza!

A Tzuyu le empezaba a molestar que justamente cuando estaba la omega, alguien (Para no decir nombre) llegara a interrumpir sus momentos con Nayeon.

— Nos vemos, Alteza. — Se despidió Nayeon.

Vio como la omega se iba y Momo se acercaba.

— Alteza, la profesora Lee ya llegó para sus clases de piano.

Tzuyu asintió y siguió a la alfa, pero por dentro maldecía hasta a las hormigas.

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