── ¿Y cómo está mi Sanake? La última vez que vine estaba trabajando en el palacio real.

La hermana de la señora Minatozaki había venido de visita, cada tres meses solía ir y tomar una taza de café para ponerse al día mientras sus hijos menores jugaban.

── Está bien, aún sigue trabajando ahí, me mandó una carta hace dos días diciéndome que pronto vendría a visitarnos.

── Que suerte tuviste de tener hijas tan buenos.── Suspiró la beta.

── Oye, Hikaru y Riki también son niños buenos.

── Con mi pequeña Hikaru no te equivocas, es muy educada y respetuosa, pero Riki... ── La mujer suspiro. ── Últimamente me hace pensar que anda en malos pasos.

── ¿Qué te hace pensar eso?

── Me han citado ya dos veces en lo que va del mes al colegio porque se ha metido con chicos menores que el en la escuela, la mayoría betas y omegas, tampoco me hace caso y a veces se va y regresa muy tarde a la casa. ── Los ojos de la beta de empezaron a llenar de lágrimas. ── No se qué he hecho mal para que sea así.

── Akari, tú lo haz criado bien.

── ¿Entonces por qué ha hecho esas cosas? Él no era así.

── Es muy probable que haga ese tipo de cosas para encajar, para sentirse digno de ser llamado alfa, los adolecentes hacen esas cosas. ── Le dijo. ── Debes hablar con él y hacerle entrar en razón, hacerle dar cuenta que lo que hace esta mal.

── Intentaré hablar con él.

La omega asintió. ── Bebe, el café de va a enfriar.

Ambas mujeres siguieron hablando mientras veían a sus niños jugar.

── ¿Está segura que no quiere que las acompañe?

── Chae, no te preocupes, Tzuyu jamás permitiría que me pase nada.

── Eso lo sé, su majestad tiene una gran habilidad en esgrima y combate físico, yo he tenido el gran privilegio de haberla visto practicar, solo que he escuchado que hay unos alfas que se la han pasado causando disturbios en el pueblo.

── Estaremos atentas, nos vemos tarde. ── Se despidió de la alfa y se dirigió hasta la entrada del castillo, donde la alfa la estaba esperando junto a sus caballos.

── ¿Ansiosa? ── Le preguntó la alfa mientras lo ayudaba a subirse a su caballo.

──¿Crees que estén de acuerdo?

── Por lo que me has contado, eres una persona querida en el pueblo.

La omega asintió, se despidieron de los guardias y salieron del castillo.

Por el camino, la omega pudo reconocer a muchas personas conocidas, por los que las saludaban, aunque éstas se quedaban sorprendidas al verla al lado de la mismísima princesa Chou. Quien también las saludaba.

── Conoces a todos aquí.

── Soy hija de la gran señora Minatozaki, ¿qué te esperas?

── Oh lo siento, no sabía que mi novia era alguien reconocida. ── Se disculpó con sarcasmo. ── Es un gran honor.

Sana le dio un empujón, Tzuyu sólo pudo reírse.

Llegaron al puesto de la señora Minatozaki, mientras Tzuyu agarraba los caballos en un lugar donde estuvieran tranquilos, Sana fue a buscar a su madre.

── ¡Mami, estoy aquí!

── ¡Hija! Que bueno que hayas- ──La señora Minatozaki se quedó estática cuando vio a su hija, llevaba un vestido que a simple vista podía ver que las telas eran de alto costo. ── venido...

── Mami, ¿por qué mejor vamos a la casa y hablamos ahí?

── Entonces... ¿Tú eres la novia de la princesa Chou?

── Sí.

── ¿Por qué no me lo habías dicho antes? Tampoco es como si me sorprendiera, ¡pero debiste decírmelo!

── ¿No te sorprende?

── Sana, ¿qué se supone que tengo que pensar cuando la princesa Chou se aparece en mi puerta en busca de mi hija quien acababa de terminar su celo? No soy estúpida.

Mientras Sana contestaba las preguntas de su mamá, Tzuyu hablaba con su cuñadita.

── ¿Eres la alfa de Sanake?

── Sí.

── ¿Tú y ella son novias?

── Sí.

── ¿Entonces se besan? ── Preguntó sorprendida, mientras se colocaba las manos en las bocas.

── Sí. ── Los ojos de la niña casi se le salen, haciendo reír a la alfa.

── Pero si tú eres una princesa, ¿significa que Sana también lo es? ── La alfa asintió, la niña se puso una mano en la gente antes de tirarse de espalda, fingiendo desmayarse.

── Tzuyu. ── Sana la llamó.

La alfa se despidió de la niña, diciéndole que pronto volverían a hablar.

── Señora Minatozaki.

── Princesa Chou.

── Tal vez su hija se lo haya dicho, pero también quiero decírselo. ── Tomó la mano de Sana, juntándola con la suya. ── Me enamoré de su hija desde la primera vean que la vi, y cada día me sigo enamorando más de ella, tanto que en un futuro quisiera formar una familia con ella, si ella me lo permite.

── Por la forma en que ves a mi hija y hablas de lo que sientes por ella me hace sentir muy segura de dejarlo en tus manos. ── Admitió. ── Sana es uno de mis dos grandes tesoros, siempre he querido que alguien la ame como tú lo haces.

── Gracias por confiar en mí, prometo hacer a su hija feliz.

La omega y la alfa se sonrieron, Sana estaba al borde del llanto.

── ¡Dejen de decir palabras lindas! Me hacen llorar. ── Se secó una lágrimas que salían de sus ojos.

La mujer y la alfa se rieron, haciendo llorar más a Sana.

── Tengan cuidado, las noches últimamente son peligrosas. ── Les advirtió la señora Minatozaki.

── Tendremos cuidado. ── Le dejó un beso a la mujer en la mejilla. ── Te amo.

── Yo igual.

Se subió a su caballo y dieron camino hacia el castillo.

── Voy a hablar con la policía. ── Habló la pelinegra luego de ya alejarse de la casa de su suegra. ── No me agrada que las personas estén inseguras de salir de noche.

La omega asintió con la cabeza, estando de acuerdo.

Cuando iban llegando al castillo, algo puso inquieto al caballo de Tzuyu.

── Hey, tranquilo. ── Intentó calamar a su caballo.

De repente, alguien derribo a Sana de su caballo, para luego tomarla por el cuello.

── Uhh, que omega tan linda...

── ¡Suéltala! ── Tzuyu se bajó rápidamente del caballo, cuando iba a hacer algo a Sana y aquel hombre fue detenido por otros dos.

── Cálmese, mujer, sólo venimos a saludar a su omega.

La capucha se cayó de la cabeza del hombre, dejando ver su cara. Sana lo miró con sorpresa.

── ¿Riki?