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Haerin avanzó tan pronto como pudo al ver a su alfa. La preocupación de lo que podría haber pasado en esa conversación la tenía con los sentidos en alerta, mas al mirarla calmada y con una leve sonrisa en el rostro, la tranquilidad empezó a posarse en su organismo.
—¿Cómo estás, cariño? ¿Te hizo algo? —fueron una de las tantas preguntas que dijo Jisoo puesto que ella sí se adelantó y la omega menor decidió darles su espacio.
—Estoy bien, mamá. Ya aclaré todo lo que necesitaba —se dejó abrazar mientras Jennie llegaba a ellas y Min observaba a Haerin con ojitos de adoración.
Resulta que la pareja mayor había decidido acompañarlas. Jisoo se rehusaba a esperarlas en casa. Estar cerca de su cachorra le daba más confianza y si a ese señor se le ocurría hacer algo, ella no dudaría en enfrentarlo.
—Ya, no es como si hubiera encarado a un criminal peligroso —ironizó mientras rodaba los ojos, recibiendo un beso en la frente por su progenitora.
—Estoy muy orgullosa de ti —le susurró para que solo sea escuchada por ambas. La loba de la alfa se alzó en orgullo y ella fue ahora quien la abrazó para darle un casto beso en la sien.
—Aprendí de la mejor.
Haerin estaba maravillada con lo que acontecía frente a sus ojos, su corazón estaba en calma y no pudo reprimir que las comisuras de sus labios se alzaran sutilmente.
—Y bien... ¿a dónde vamos? —animó Minji, pasando hasta quedarse al lado de la castaña y rodeando su cintura.
—La más emocionada es ella, parece una bebé.
—Tengo planeado muchas cosas —aplaudió feliz la alfa—. Ahora es mejor ya que tu mamá andaba con los nervios al mil y nuestro lazo empezaba a picar.
Jisoo se sonrojó pues el tema de la marca ya se había dado, no obstante, aún se sentía como una joven enamorada. Todas caminaron hacia la entrada de aquel inmenso centro comercial, respectivamente con sus parejas, pero con esa misma aura de comodidad y paz.
—¿Por qué no me llamaste? —inquirió Haerin mientras balanceaba sus manos entrelazadas.
—Todo estaba yendo con normalidad —se encogió de hombros—. Pensé que escucharía mejores fundamentos de él, pero creo que lo que hizo no tiene alguna buena justificación en realidad.
La omega se detuvo en frente de Minji, aprovechando que Jisoo y Jennie se encontraban en la fila para comprar las entradas del cine.
—¿Cómo estás entonces? —habló suave, prestándole toda su atención.
—Uhm... quizás no a un cien por ciento al ser reciente. Pero no dudes que esa etapa en donde me encerraba yo misma y me negaba a sentir algo por una omega, acabó hace mucho —bromeó, abrazándola por la espalda y posando su mentón en el pequeño hombro—. Tengo a las personas que amo —unió ambas manos a la altura del abdomen de la omega y dio una leve mirada a la pareja mayor—, y son mi mayor motivación ahora. Es una felicidad compartida.
Haerin acarició la mejilla de la azabache con ternura. Ambas caminando en esa posición hasta ingresar a una de las salas. Había muchas personas alrededor que las miraban con dulzura, ellas tan solo iban perdidas en su propia burbuja.
***
—¿Se puede saber por qué escogiste esa película? ¡Odio las de terror! —exclamó Jisoo horrorizada, frunciendo el ceño al escuchar a Jennie reír—. No es gracioso.
—Fue una buena excusa para poder abrazarte. ¿Quién es la bebé ahora?
Le dio una sonrisa altiva mientras se cruzaba de brazos y la omega estuvo a nada de enfurruñar. Se vio interrumpida al ver a las más jóvenes recién salir de la sala.
—Wow. ¿Qué pasó aquí? —fingió sorpresa—. La carita de mi mamá da mucho miedo.
La alfa castaña le siguió el juego, ambas se llevaban muy bien en el tiempo que convivían.
—Nah, es solo su momento de hacer berrinche.
—¿Yo, berrinche? —se señaló con indignación.
Jennie negó con diversión, entrelazando su brazo con el de Jisoo.
—Y de ustedes dos, ¿quién se asustó?
—Haerin.
—Minji.
Respondieron al unísono, mirándose con expresión incrédula.
—No es cierto, Rin, fuiste tú la que por poco y cierra los ojos para no ver las escenas más fuertes.
Hae alzó una ceja.
—¿Estás segura de lo que dices?
—Totalmente.
—Pues no voy a tomar tu mano, ni abrazarte por el resto del paseo.
—¡Está bien, fui yo! —confesó con un puchero casi imperceptible que fue besado casta y efímeramente.
Jisoo agrandó los ojos.
—Por la Diosa Luna. ¿Pero qué es lo que veo? —sonrió—. Mi cachorra está completamente domada. Muy bien, Haerin-ah, me enorgulleces mucho más.
La castaña fue contagiado por la expresión de alegría y dejó que Minji siguiera quejándose como niña pequeña.
—Solo le estoy enseñando a no mentir. Fue ella quien casi me asfixia de tanto abrazarse a mi cuello.
—¡Estás exagerando! —Haerin se cruzó de brazos—. Bueno, quizás no tanto.
—Con esto ya sabemos quiénes son las miedosas —alegó Jennie.
Madre e hija se quejaron ante el apelativo, negando a que fuera cierto.
—Anotado, Jennie Unnie.
Después de hallar nuevamente la calma, salieron con dirección a una gran feria de juegos, dispuestas a seguir disfrutando de la tarde y noche que se les preparaba.
En cierto momento, Jisoo y Jennie tomaron otro rumbo cuando prefirieron entrar al laberinto de espejos. Minji dejó que fueran porque necesitaba aunque sea un corto tiempo junto a la omega, solo ellas dos.
—Estás loca si piensas que me subiré a esa cosa.
—Vamos, Rinnie —reforzó el agarre en la cintura de la más baja—. Será divertido.
—¡¿Divertido?! —sus ojitos se expandieron con miedo—. ¡Vamos a morir allá arriba!
—Solo es una rueda de la fortuna. Mira —la tomó de los hombros para darle media vuelta—, a mí tampoco me agrada estas alturas, pero realmente quiero ir contigo.
Haerin mordió su labio inferior, dubitativa para al fin dar un suspiro.
—¿Prometes que no me soltarás la mano?
La miró fijamente, notando como los ojos de la alfa se achinaban ante la amplia sonrisa.
—Te lo prometo.
La omega se dejó llevar, ambas apresurándose a buscar una cabina que tenga asiento doble.
—Veremos un pedazo de la ciudad en pleno atardecer.
—Eso sonó muy cursi —le replicó fingiendo asco, dando un leve salto al notar que empezaban a elevarse—. ¡¿Qué haces?!
Se alarmó al ver que Minji la soltaba para intentar sentarse a su lado.
—Vamos, Rin. Las dos juntas y no verte al frente, es mucho mejor.
La alfa la abrazó por la cintura nuevamente para que esta se sentara en su regazo. Haerin pareciendo un gatito totalmente asustado, juntó sus piernas para acomodarlas en una sola dirección y aferrarse al cuello de Minji.
—No me cabe la menor duda, estás loca.
Quiso reprocharle, obteniendo muchos besos por todo el rostro.
—¿Acaso me vas a decir que esto no es mejor? Para mí lo es, te tengo entre mis brazos y ambas podemos contemplar la salida de la luna en un par de segundos.
La omega le dio un golpe en el pecho, dejando de esconder su rostro para dejar que una de sus mejillas rozara con la de la azabache. Haerin poco a poco fue olvidando el tema de la altura. La rueda dejó de girar para que los que estuvieran en lo más alto disfrutaran del cambio del día a la noche como siempre acostumbraban.
—Tenías razón, es precioso —admitió anonada, viendo como a la lejanía del lado Este, el satélite natural hacia su aparición.
—Sí, demasiado precioso —repitió Minji en cambio, admirando el perfil de la castaña y no a la salida de la luna, reforzando el agarre en la mano contraria, pero que sentía tan suya.
Haerin ladeó su cabeza, notando la profunda mirada de la alfa en ella, avergonzándose inevitablemente.
—¿Puedo decirte algo?
El asentimiento le dio el pase. Minji acunó con su mano derecha el rostro que nunca se cansaría de apreciar por el resto de su vida.
—Te amo.
Fue el susurro profundo que salió de lo más sincero de sus sentimientos por la omega. Era esa suave ventisca en los labios ajenos que hace tanto quería soltar, demostrarle en palabras y acciones lo mucho que le encantaba tenerla a su lado. Estaba agradecida con la Diosa Luna al haberle concedido la mejor oportunidad para aprender el significado impecable de lo que era amar a su pareja destinada.
Las mejillas de Haerin se colorearon de un adorable carmín, sonriendo para terminar con la casi nula distancia. Mientras terminaban la vuelta, sus labios encajaron en un agradable compás. La omega con las manos en el cuello adverso mientras Minji se aferraba a su fina cintura.
Al separarse y al bajar de la rueda, Haerin la abrazó con fuerza, con absoluta entrega. Acarició con su nariz el cuello de su alfa, inhalando el cálido aroma de menta y canela.
—Te amo mucho más —respondió con seguridad, con ese valor y confianza que con el tiempo aprendió de las personas que más quería, de aquellos que le daban vitalidad importancia para seguir en el futuro.
Alfa y omega con un lazo trascendente en esta y todas las vidas que seguían; siendo más que la princesa y la plebeya.
Siendo un amor incondicional, reciente, pero con un valor incalculable.
Fin
[ ♡ ]
Espero les haya gustado esta historia y ojalá otros se animaran a subir contenido Catnipz, que es escaso. T__T
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