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Despertar


Todos estaban angustiado, sin saber que este era un plan del enemigo, ellos sólo se desesperaban al no saber que hacer. Nadie podía hacerlo volver en si.

Alguien observaba desde lejos, con una sonrisa en su rostro, estaba en en techo de un edificio cercano de aquel parque, reía de la cara de angustia de todos, en su mano izquierda tria un báculo mágico color dorado en la punta de este tenia la medís luna y en medio de esta una estrella, su cabello era de color negro largo atado en una coleta, sus ojos de color azul griseo, con un traje chino color verde. Todo al rededor de él era oscuro, con un movimiento de su báculo hizo que el sol saliera y que las tinieblas se fueran, que la gente cayera desmayada, aunque sabia que aquel grupito no se daría cuenta de su presencia, se giro para retirarse formando con el báculo un circulo frente a él, camino hacia aquel hoyo negro que apareció por aquel movimiento y con una ultima mirada de nostalgia se retiró del lugar.

Por otra parte ninguno de ellos sintió la magia de aquel individuo. Valería estaba temerosa de lo que estaba pasando, si seguía así debía... No, no podría hacer eso aunque lo deseara, ella es completamente débil. Larry ideaba un plan para calmarle pero no podía hacer nada, él no era lo suficiente poderoso.

Aquella oscuridad se empezó a dispar, dejando ver al joven mago, valería y Larry buscaron ver el color de los ojos de Raúl y lo que vieron fue los ojos grises y no negros del mago, eso los tranquilizo.

—El juego ha comenzado —. Susurro él mago viendo a su princesa, la cual era abrazada por valeria.

—Deberiamos sellarte —. Bufo Larry molesto, mirando a lydia quien estaba inconsciente.

Valería se mantuvo calmada, deshaciendo aquel escudo que ella había puesto para proteger a su amiga, se dieron cuenta que los demás yacían inconscientes y que el sol había salido.

Él mago sonrió como si algo le divirtiera.

—Vamos antes que despierten—. Ordeno.

Decidieron marcharse del lugar, pero había algo que no encajaba, y eso lo sabia Raúl, pero no diría nada hasta que su objetivo se cumpla, valería recostó a su amiga en el pavimento, para que ella despertara igual que la demás gente. Larry y Raúl se fueron cada quien por su camino.

Al salir del parque un coche lo esperaba, sonrió y subió al coche negro, y quien lo esperaba no era nada más ni nada menos que Meital, no se dirigieron la palabra bajo ninguna circunstancia, observó por la ventana el parque y como se iban alejando del lugar. Recordó aquel momento donde tuvo que buscar en sus recuerdos y la que lo salvo fue su princesa, aquello que jamás había olvidado y que la duda lo carcomía por dentro, pero jamas se atrevió a preguntar.

¿Quién es en verdad Liliana y Roselia? Él solo conoció a una de ellas y según los rumores solo una maga había salvado al mundo.

—¿Quién es realmente la princesa? —. Se pregunto en voz alta, rápidamente Meital lo miro con culpa.

—Ella... Es la peor persona que puedes imaginar —. Le contestó Meital, sabia que él mago se enfadaría pero lo dijo. Maldita sea la hora en que ella mencionó aquellas palabras.

—¿Qué dices? ¿¡Acaso no has visto lo buena que es ella!?—. Le cuestiono molesto en aquel coche.

—Tú no entiendes Raúl —. Le respondió con un nudo en la garganta. Sin dejar de mirar él camino y cuanto faltaba para llegar.

La joven quería hacerle que él viera más allá de la princesa, que no solo la mirara con ojos de amor, que mirara la verdad detrás de ella y él acto egoísta que hizo aquella joven. Pero era imposible que entrara en razón alguien enamorado. Si tan solo ella le pudiera transmitir sus recuerdos a él, pero Raúl diría que dichos recuerdos eran distorsionados y no le creería.

Raúl solo miraba molesto la ventana quería en aquel momento saber que pensaba Meital, mientras miraban por la ventana, miro algo que lo sorprendió realmente. Cerca de una empresa estaba un joven de estatura 1.80 él cabello negro y corto, vestía de traje, parecía joven de unos 18 años de edad, estaba platicando con personas de aquella empresa, perecía ser que aquel joven trabajaba allí. No le sorprendió ver a un hombre tan joven trabajar, lo que realmente le sorprendió es que este se pareciera a él, pero no pudo verle los ojos.

En aquel momento se sintió frustrado y confundido.

“Realmente me preguntó ¿Quién era la princesa? No se la razón, pero ella debe saber que es lo que provoco su muerte y la razón por la que me siento tan confundido cada vez que pienso en su muerte...”

Nadie absolutamente nadie esperaba que sus vidas cambiaran por completo.

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