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Capítulo 2


La pobre chica no pudo siquiera limpiar su boca cuando su estómago ya se encontraba revuelto nuevamente.

Escuchó la puerta de su cuarto ser abierta y se tensó, cuando escuchó la voz de su hermano pedir a su doncella el retirarse se puso aún más nerviosa pues la relación con su hermano era inexistente.

-Nos iremos esta noche, ahora- salió como un susurro cuando se aproximó a la chica. -Apenas nos avisen nos iremos.

-¿A donde?

-Donde sea, el reino de Sarlon me acogerá, nos acogerá si lo pido. No permitiré que pase nuevamente esto.- esta abrió mucho los ojos pues no sabía a lo que se refería. -Madre no murió cuando te dio a luz. Nuestro padre la entregó al tío a cambio de armas.

Se veía claro enojo en el rostro del hombre frente a ella. -Luego se mató para no permitir que consiguiera algo de ella.- la chica estaba helada.

A lo lejos se escuchó un pitido avisándole al príncipe heredero que era tiempo de partir. -¿Confías en mi?- está asintió, pues a nadie más tenía.

Tampoco quería quedarse y despertar para unirse a su tío. Le pidió quitarse el tull de su frondoso vestido dejando así la tela caer contra su piel.

Una cuerda con un gancho cayó contra su ventana y luego de su hermano asegurarla con esta la hizo bajar hasta el suelo donde se encontraba uno de los guardias el palacio.

Su hermano bajó por esta con una rapidez increíble y aflojó el agarre de la cuerda contra la cintura de la princesa pues el guardia no tenía permitido tocarla.

-La carroza está a 5 kilómetros- avisó mientras corrían, pues no podía dejarla más cerca ya que el ruido podía alertar a quienes se encontraban en el palacio.

La joven se obligó a correr más rápido de lo que para su débil y mal alimentado cuerpo le era posible y al cuando por fin vieron a lo lejos la poca luz que un candelabro situado para dejar ver su transporte le permitió ver a los guardias de su tío y a este mismo al lado
de lo que sería su escape.

Detuvieron su andar, el soldado sacó su espada y la encajó en el primer hombre que se abalanzó contra ellos, lo despojó de su arma y la lanzó hasta que fue atrapada por las manos del príncipe heredero.

-Lo lamento pequeña. Lamento no poder protegerte.- dijo posando su vista en el cuerpo de la chica para luego volver a mirar a quienes le dieron caza. -Toma esto- le entregó una daga de oro  -Corre, corre todo lo que puedas. No mires atrás sin importar lo que escuches.- para ese punto las lágrimas de la chica empapaban la parte superior de su vestido. -Si te atrapan no dejes que mancillen tu cuerpo, se valiente como mamá- dijo y esta entendió a que se refería su hermano.

Le pedía matarse antes que fuera presa. Besó su frente como el primer gesto de cariño que le daba y la obligó a irse y dejarlo allí con solo un soldado a su favor y cinco hombres contra ellos.

Corrió

No se detuvo cuando escuchó las espadas chocar, no se detuvo cuando escuchó a su hermano gritar de rabia o cuando pensó que el grito de dolor que escuchó fue el de su hermano.

No sabía siquiera a donde iba, la poca luz que le proporcionaba la luna no le permitía siquiera evitar las ramas de los árboles golpear sus extremidades o la piel delicada de su rostro.

Tampoco le impedía caer de rodillas y comenzar a manchar el vestido con su sangre.

No se detuvo

Ya no escuchaba los quejidos de dolor o las espadas golpearse pero no era momento para detenerse, vio luces blancas posarse en su mirada, estaba al borde el desmayo y aún así corrió un poco más.

Siguió corriendo con la fuerza que le dio el sacrificio de su hermano, no se permitiría morir si él dio la vida por ella, porque de algo estaba segura y era que él no acabaría con vida de eso.

Había perdido al único familiar que le demostró cariño en la misma noche en que lo hizo, la ironía de su vida.

Se odio a sí misma por haber amado a su primo, al hijo del monstruo que ahora sabía era el culpable del deceso de su progenitora.

En qué burbuja vivió metida esos 20 años que apenas ahora sabía lo pasado, quizás por eso todos la veían con pena en el palacio.

¿Tan débil era su padre para permitir eso?

¿Tan ciego estaba por el poder?

Con cada paso se creía morir pero se obligaba a sí misma a dar uno más, luego otro y otro.

El camino se sintió aún más intransitable, el terreno comenzó a inclinarse hacia arriba y entendió que estaba subiendo a las montañas, que más da si algún animal acababa comiendo su carne, si eso garantizaba que su cuerpo no será tomado por el nefasto ser que la perseguía lo permitiría.

Se serviría en bandeja de plata ante lo que sea que se encontrara en los espesos bosques a los que se dirigía.

Perdió un zapato

Ni siquiera miró atrás para recuperarlo, no le importó

Tampoco le importó cuando sintió el ahora descubierto dedo gordo chocar contra una piedra y comenzar a sangrar.

Se obligaba a sí misma no emitir sonido alguno más que sus pisadas en el poco despejado suelo.

Escuchó el ruid de un animal y se paralizó. ¿Sería esa su muerte?, porque si así era la tomaría con toda la gratitud pues no se creía capaz de arrebatarse a si misma algo tan preciado para ella como su vida.

Ella no era valiente, no era valiente como su madre, no era valiente como su hermano, era una cobarde que se  permitió correr mientras mataban a su hermano mayor.

Giró su cuerpo hasta donde percibió unos ojos amarillos y animales observarla. Empuñó la daga entre su mano y cerró los ojos, no porque le aterraba mirar al enorme puma que se acercaba a ella de manera amenazante, sino porque su cuerpo al fin cedió y la hizo desmayar y golpear su cabeza contra una roca.





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