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Capítulo 12


-Bien. La idea es mojar la tierra lo más que se pueda, luego lanzar los granos de arroz a esta.- dijo el alto hacia la joven. -¿Seguro quieres hacerlo?

-Claro, he de admitir que es alucinante esto.- el mayor sonrío enternecido. La cara de felicidad que mostraba la joven princesa por algo como eso lo hacía suspirar.

Humedecieron la tierra como se suponía debía hacerse, al momento de lanzar el arroz esta pidió hacerlo.

-Lo siento- dijo con pena, había desperdiciado el primer puño de este. No le molestó al más alto, más bien le pareció tierno.

-Descuida, le muestro- este lo hizo y al final de la mañana habían terminado con su trabajo. -¿Tengo algo en la cara?- preguntó divertido, pues la fémina no paraba de reír.

-De echo, si.- ocultó para él esa linda sonrisa que poseía.

Ambos se enfrascaron en una cómoda conversación hasta recorrer el tramo desde el invernadero hasta la hermosa casa.

Estaban llenos de barro así que decidieron ir a cambiarse de ropa antes de preparar ambos el almuerzo.

-Recuerdo cuando mis días consistían en esperar porque llevara mi alimento a mi cuarto- dijo esta.

-Se aburría, lo lamento.

-Descuide, se por que lo hacía. Ahora me gusta más, me siento útil- dijo con emoción.

Colocaron el arroz en un bol y por encontrarse distraídos entre sutiles miradas el alto confundió la sal con el azúcar.

Ahora tenía arroz dulce cociéndose en el caldero sin siquiera saberlo.

Tomaron dos huevos, (este poseía un gallo y una gallina cuales usaba para tomar sus huevos) y los frieron para luego picarles ajíes y cebolla del huerto generando estos un aroma exquisito.

Endulzaron un poco de jugo de limón con miel y cuando el arroz estuvo cocido ambos se sirvieron sin antes probarlos.

Vaya sorpresa se llevaron al encontrarse este con un sabor dulce que los hizo reír por minutos y metros.

Acabaron por comerlo, porque en efecto. Mirian de hambre y no esperarían a cocer más, así que lo comieron y malo en realidad no estaba.

-¿Terminó el libro que leía?- esta afirmó -¿Pero como?- no era posible pues lo había comenzado la noche anterior

-Luego de iniciar mi lectura no pude detenerme.- se excusó, pues no había dormido mucho

Ambos estaban en la biblioteca buscando que leer cuando esta fue llamada prácticamente por la envoltura de un libro.

"El mundo de los Dragones"

Lo tomó y abrió encontrando una hermosa letra en el. El mayor se encontraba entretenido con lo que leía y no notaba lo que tenía en sus manos, así que esta tomó asiento y comenzó con su lectura.

Contaba la historia de un mundo donde los dragones eran los encargados de llevar a la luz los espíritus en pena. Estos que habían muerto sin antes cumplir su propósito de vida. Según decía estos debían hacerles compañía en su realidad deseada, servirles de compañeros hasta el momento en que estén listos para partir hacia el nuevo mundo que los acogerá.

Esta se estremeció completa pues detallaba muchas cosas que ella notaba como comunes, dentro de esa casa así era.

Este decía que los dragones eran de un color resplandeciente, y recordó el azul que tornaban lo ojos de aquel caballero que leía más retirado de ella.

Decía que en compañía de este sentirías en paz y protegido, justo como ella lo hacía con el.

Tomó la última parte encontrando un árbol genealógico, donde estaba escrito el nombre de este, al final como último hijo.

Namso

Volvió a su lectura y decía que estos poseían la magia para hacer que sus protegidos se sientan cómodos con su entorno, podían combinar su cuerpo al de un humano o animal distinto, podían cambiar donde vivían siendo del agrado de quien habitaba, y conseguir lo que sea que agrade a este. Recordó que todo lo que esté preparaba era de su agrado, el jabón, el té, las galletas, la comida. La casa era maravillosa y lo más sorprendente, no parecía preocuparle el que venga alguien más por ella.

Es como si estuvieran en otro lugar y no en las montañas tan próximas a su pueblo.

Sacudió su cabeza creyendo la idea descabellada, pues ¿como sería posible?

Pero algo que le hizo caer en conciencia fue el hecho de aquellas raras auroras que alcanzaba a ver al amanecer.

Eran azules totalmente

Volvió al final del libro, una hoja antes del árbol genealógico yacía detallado y bajo cada nombre de estos.

Al último

Nanso: último hijo y último encargado de ayudar a las almas. Su linaje muere con el. Escamas en azul brillante y ojos del mismo color, humano imposibilitando de ocultar sus ojos de dragón cuales muestra con alguna emoción fuerte, contextura gruesa y fuerte tanto en humano como en dragón, labios carnosos y piel oscura, amante de la lectura y la creación de recetas. Imposibilitado en el arte de fuego.

Sobre este

Siono: hermoso en vista y corazón, su humano posee labios gruesos y pomposos, piel tersa y juvenil, hombros anchos y contextura delgada y piel clara, dragón con escamas rosa brillante, actualmente encontró su camino en otro mundo.

-¿Extraña mucho a Siono señor?- pronunció esta morándolo concentrado en lo suyo.

-Mucho- dijo con añoranza, luego lo entendió.

Nunca mencionó su nombre frente a ella. Entonces...

¿Como lo sabía?

Sus ojos fueron al libro que tenía entre las manos.

<No podía ser> pensó el más alto.

-¿Que día morí?- dijo calma.

-Señorita

-¿Sufrí?

-Joven Diana, por favor- este se había puesto de pie para tratar de tomar el libro, ella no puso resistencia, solo cedió.

-¿Tardé mucho en agonía?- preguntó con ojos llorosos. -No responda, creo que no necesito saberlo.- suspiró para evitar llorar -Cuando comienzo al fin a amar mi vida resulta que estoy muerta- dijo con poca gracia mientras sus ojos dejaban desbordar una que otra lágrima.

-Lo siento

-No es su culpa

-Pero mi deber era proteger esta verdad- negó

-Eso no me devolverá a la vida.





No me disculparé por esto, 😬
Ya saben como soy 😋


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