Tabatha.

Yo buscaba un príncipe que me rescatara de la monotonía y convirtiera mi vida en una historia romántica, plagada de empalagosos versos. Ingenua yo, pensé que lo encontraría en el primer chico que se me cruzara... Sigo sin encontrarlo, al menos, nadie me ha probado ser el príncipe que buscaba de chica, el del amor eterno. Quizá es porque ningún hombre es perfecto, ni siquiera mi Luciano, incluso él tiene miles de defectos.

Entonces, tiempo después, llegó a nuestras vidas una princesita en un bello unicornio blanco. ¿Sabes? Es perfecta. Mi corazón rebosa con saber que está viva. Ese amor de madre sí es eterno y sé que cuando me dice "mamá" lo hace con amor, los ojos se le iluminan y se tira en mis brazos.

¿Para qué quiero un príncipe cuando tengo a una princesa? Con ella soy feliz.