34
Tabatha.
Era obvio que no podías fijarte en mí, que no te gustaba. Era la hija de la mejor amiga de tu madre, la niña molestosa que te hacía pretender que eras cierto personaje y ella una princesa que soñaba con la llegada de cosas extraordinarias, unicornios blancos.
Fue un momento de calentura y lo aprovechaste.
¿Disfrutaste a la niña virgen? Seguro eso buscabas... todos las prefieren. Me sentí asqueada, con ganas de sacarme las caricias y besos de encima. Te di todo, lo tomaste y te fuiste. Me quedaba recolectar la poca dignidad que me quedaba y regresar a mi casa, no la de mi madre, esa ya era tuya, sino la de mi padre. Esa torre de cristal destinada a protegerme, quería a mis perros guardianes para que te mantuvieran lejos de mí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro