Adrian.

La urgencia de hacerlos míos me embistió, un corrosivo deseo de besarlos, de probarlos y disfrutarlos como nunca lo hice. Eran gruesos, se antojaban suaves... dulces, como el olor a vainilla de tu shampoo. Te estabas metiendo por mis sentidos. Sólo podía pensar en aprovechar el momento, en ser ese momento extraordinario del día, de tu día.

Para mí no existía nada más, olvidé por completo la existencia de una puerta que llevaba a unas escaleras, menos recordé la fogata o a qué había ido. No me preocupé por el hecho de que no era el momento ni el lugar adecuado, estaba convencido de que nada iba a suceder, nadie nos vería. El beso se mantendría entre nosotros, entre tantas historias descansando a nuestro alrededor. Se convertiría en una más y sería perfecto. Nuestro secreto.

De saber lo equivocado que estaba, de saber que el silencio era nuestro enemigo, no nos hubiera condenado.

***

Mañana tendremos maratón de nuevo (/-\)

Uno por uno sería muerte de la sensación/emoción/etc... así que esperen el resto de la historia en estos días