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Capítulo 9

Ha pasado una semana, en la que no he faltado un solo día a Suburbe. 

     El momento que más gusta, aparte de  caminar bajo del sol, es el cruce de la Divisoria. Steven me agarra temiendo que me pase algo con la onda electrofilomagnética porque aún me considera una novata con ella, y es entonces cuando yo me enamoro de él un poquito más. 

     Me lleva a conocer lugares diferentes en los que se puede apreciar cualquier detalle insignificante para ellos, como el silencio de un campo, lleno de mariposas de colores, o el ruido de las olas de la playa romper en la orilla. Cosas que nosotros conocemos solo por los documentales antinguos de los Informes, puesto que en Eliturbe carecemos de todo lo relacionado con la naturaleza. De hecho, en ausencia de la radiación del sol, no tenemos naturaleza. 

     Me encabrona pensar que todo lo que alguna vez existió en Manhattan de zona natural ya no existe en el centro del núcleo que habitamos, por culpa de la onda de la Divisoria que todo lo achicharra.

     Steven y yo dedicamos parte de nuestro tiempo juntos en Suburbe a la gente que necesita una sonrisa y una mano con la que se les pueda ayudar. Él lo ha llamado en alguna ocasión: Ayuda humanitaria. Me encanta el término, soy humana y ayudo en Suburbe, no hay gratificación más grande. 

     Ahora sé que, gracias a los cruces que he hecho con Steven estos años, defiendo a Suburbe de cualquiera que lo menosprecie, incluido Parker y su política segregasionista.

     Yo permanezco en todo momento en el anonimato bajo una gorra y unos guantes, delatar mi rostro y mi tono de piel sería mi muerte. De alguna manera los suburbanos quieren tomar represalias con Eliturbe por su explotación, y atacar a una eliturbana junto a ellos, que no pertenezca al Comité del Orden Armado de Eliturbe que los domina en fuerza y armamento, es lo que  más asemeja a esa venganza.  

     Steven no quiere compartir conmigo el secreto del cruce, no se lo reprocho, sé que lo considera parte de mi seguridad.

     Puedo irme cada tarde porque Parker cree que duermo, y lo hago de tarde porque he descubierto que el sol de la mañana no me sienta bien en la piel. Ahora finjo tomarme la medicación que él me da cada día. Steven me ha confesado que cogió la primera pastilla amarilla que jamás tomé, cuando hizo el pan que tanto me gustó, y que al realizarle un análisis en Suburbe,  supo que Parker me drogaba para tenerme no solo dormida, sino también inconsciente. A mí además me queda claro que esas pastillas son las que me hacían desvariar, porque no ha vuelto a ocurrir nada parecido en mi cerebro respecto a Steven y Parker y por supuesto sé que son las que alguna vez me hicieron olvidar que conocía Suburbe.  

     Nunca más olvidaré a Steven, nunca más lo confundiré ni con Parker ni con ningún otro.

     Como cada vez que se va de casa, Parker me da la medicina, que yo guardo cuando desaparece por la puerta de la calle.  Y tras asegurarme de que no va a regresar de inmediato, llamo a Steven, con un teléfono que él me ha dado, y espero a que  entre en casa para sorprenderme con un beso. 

     No debe de extrañarme que burle el sistema de seguridad tan sofisticado que tenemos. No, si tengo en cuenta que Steven pertenece al Comité de Seguridad de Suburbe y que además de cruzar la Divisoria, nada en cuanto a programas de seguridad y técnicas informáticas se le resisten. Yo tampoco lo hago con él, no me resisto cuando quiere hacerme el amor como en este momento. 

     Me besa con impaciencia y vamos directos a mi dormitorio, no hemos vuelto a hacerlo en el de Parker. Lo que menos quiero es una nueva confusión en mi cerebro y cuanto más alejados los mantenga a ambos mejor para mi salud mental.

     Steven me besa ahora con ternura mientras comienza a quitarme la ropa. Yo me dejo hacer, me gusta sentirme deseada por él. Me extremezco al contacto de sus manos. Necesitaba tanto de este roce intenso, de sus caricias, que iba a volverme loca. No estábamos así, en la intimidad de esta casa, desde hace días, y ya empezaba a pensar que Parker sospechaba algo porque no me ha dejado a solas hasta esta noche. 

     Steven no puede dejar de besar mi boca. Le ayudo en su impaciencia y termino de quitarme yo sola el pantalón. Me gusta ahora llevarlos y no voy a volver a usar vestidos nunca más. 

     Cuando me tiene desnuda y en la cama, Steven me toca con veneración, admirando cada centímetro de mi nuevo cuerpo. Sé que le gusta la nueva Jul —también  yo ahora prefiero que me llame así— que ha salido de NOVAVITA. La suavidad de mi piel, la blancura de esta y la belleza de mi rostro es algo que le vuelven loco, y a mí me gusta recibir sus caricias cuando me lo demuestra. 

     —Mañana quiero llevarte a ver las estrellas a Suburbe.

     Abro los ojos cuando le oigo. Steven me ha dicho que me fascina ver las estrellas, pero para eso tiene que ser de noche. ¡Y de noche te pueden detener en Suburbe! 

     Empiezo a agobiarme, porque si te pilla el CAE, salir de noche no es nada comparado con pillarte luego haciéndolo con una eliturbana.

     —Eso sería exponerte demasiado.

     —Sé de un sitio de escasa luz. Además no seremos los únicos. Te sorprenderá ver la cantidad de gente que necesita verlas, más de lo que en Eliturbe creen.

      El corazón se me encoge de pena, pero no voy a arriesgar a Steven de esa manera.

     —No insistas. No pueden verte acompañado de mí. ¿Cuánto crees que tardaría en delatarnos alguien?

     —En un sitio así de romántico. —Steven me besa la oreja—. Así de íntimo—. Steven me besa el cuello—. Y morboso… —Steven me besa la boca, antes de arrojarme a la cama. 

     Cuando me mira, sonríe, levanta una ceja y se sube a la cama conmigo, sobre mí. Puedo verlo encima y no deja de reír. 

     —…nadie va a fijarse en mi mujer.

     ¡Pero yo no soy su mujer! 

      Ni lo soy aquí en Eliturbe, ni lo puedo ser con esta cara en Suburbe. Me entra el pánico. Mientras siga emparejada con Parker, todos los planes que pueda hacer Steven conmigo no los llevará a cabo. 

     Necesito la ruptura cuanto antes, del físico pálido y limpio me ocuparé cuando la obtenga, que para eso soy la dueña de NOVAVITA.

     —Te quiero, Steven. —Las palabras salen de mi boca sin pensar, porque es lo que siento—. Pero no voy a arriesgarnos de esa manera.

     Le acaricio la mejilla y Steven cierra sus ojos para no dejarme ver su tristeza. Sé que le duele no poder llevarme a su mundo y mostrarme la belleza de él que tanto me gustó en su día.

     Tal vez estemos condenados a permanecer en las sombras y jamás volemos libres como mariposas.

     Tengo que compensarle de alguna manera mi negativa a ir con él por la noche a Suburbe. Le invito a dormir conmigo. 

     Después de hacer el amor, beso a Steven y le pido que se quede a dormir en mi cama, no lo hace desde la noche que nos reencontramos y si lo desea la mitad que yo, ya va siendo hora. Sé que la idea de abrazarme toda la noche no será como ir a Suburbe, pero le ha encantado cuando me devuelve el beso entre sonrisas. 

     Steven se levanta para bloquear la puerta de mi dormitorio con un código que impida que Parker entre, y no tarda un segundo en regresar a la cama conmigo. 

     Hoy soy su mujer, eso nadie puede impedirlo.

     

     El sudor empapa mi cuerpo y hace que me despierte. No he dormido bien y estoy cansada, exactamente como si me hubiese llevado toda la noche huyendo de algo o de alguien. No sé si lo he soñado, pero aún tengo el corazón acelerado. Steven sigue a mi vera, él si parece dormido y tranquilo. 

     Creo que Parker no ha llegado. Puedo levantarme y averiguar cuando lo hará, así, si dispongo de más tiempo, me gustaría intentar, porque no creo que lo consiga, hacerle el desayuno a Steven con mis propias manos, sin necesidad de recurrir a la inteligencia de mi cocina.

     Salgo de la cama sin encender la luz, no quiero que se despierte para que sea una sorpresa. 

     Ya encerrada en el baño, pido alto y claro la luz al setenta por ciento.

    ¿Qué? 

     Pego un bote cuando me veo en el espejo. Estoy totalmente vestida con ropa de deporte muy ajustada al cuerpo, si no fuera por el color negro, la malla que visto podría pasar por la malla para cirugía de NOVAVITA. No recuerdo poseer en mi armario nada parecido. 

     Me acerco a mi reflejo para asegurarme. Sí, es ropa, y he salido a la calle porque está sudada. 

     Un momento, recuerdo haber dormido desnuda. 

     Las altas temperaturas del verano y haber hecho el amor por segunda vez con Steven pueden justificar el sudor de ahora, pero, ¿y la ropa? No sé en que momento me la he puesto, ni si ha sido de veras para salir al exterior. ¿Cómo he sabido desbloquear la puerta si Steven no me ha dado el código de apertura que puso?

     Me quito la ropa negra antes de despertar a Steven con un grito o algo parecido, no quiero verla sobre mí. Entro a la ducha e intento recordar el resto de la noche desde que me dispuse a dormir. 

     Nada. No encuentro nada en mi memoria.

     Salgo del baño, igual que entré. Confusa, intranquila y desconcertada.

     Miro a Steven, que sigue dormido en mi cama. Me extraña. Un agente del CSS duerme siempre alerta, y más si lo hace en Eliturbe, jamás debe ser capturado y exponer al resto de su comité a ningún peligro. 

     Pero es que hace más de media hora que yo desperté y él no lo hace.

     —Luz al treinta por ciento —digo para evitar que se asuste. No responde—. ¡Luz al setenta por ciento! —grito esta vez. Si no lo hace la luz, que lo despierte mi voz en grito.

     Comienzo a asustarme. 

     Corro a su lado y agarro sus hombros para moverlo con fuerza, varias veces. Es peso muerto, Steven no se mueve.

     —Steven, por favor, responde. —Tengo miedo, miedo de perderlo ¿Qué nos ha pasado?—. ¡¡¡Steven!!!— grito con todas  mis fuerzas.

     De repente me quedo quieta. Controlo el llanto que está a punto de caer de mis ojos y respiro profundamente. Miro el dormitorio, buscando un indicio. 

     No ha ocurrido nada extraño, nadie ha entrado y nada ha sido movido de su lugar. Todo sigue en su sitio, la cama, el resto de muebles, la ropa en el suelo… hasta la inseparable mochila de Steven sigue junto a él a los pies de la cama.

     Abro mucho más los ojos. 

     Corro hacia la mochila, no tardo en cogerla y volcar su contenido en el mismo suelo, no tengo tiempo, solo quiero el teléfono móvil. 

     Quien sea que nos lleva a Suburbe, a través de su chivatazo sobre la hora y el lugar en los que la onda electrofilomagnética de la Divisoria es vulnerable de atravesar, tiene que ayudarme a salvar a Steven.

     Observo un instante el teléfono. No tiene que ser tan difícil que este aparato funcione, después de todo nuestro comunicador se basa en este arcaico aparato y su antigua red telefónica. Hago lo que Steven hace. Boton lateral, y el dedo pulgar por la pantalla de cristal para que se ilumine. Conociendo a Steven adivino también su código. Es mi nombre, un corazón y el suyo. Me emociono en más llanto. Pulso el botón verde, el botón universal para permitir el acceso. Y espero. 

     Esta tarde Steven cruzó la Divisoria para venir a verme, así que se ha comunicado con ese “amigo”. Espero unos segundos, los mismos que espera Steven cuando llama, y entonces, me responde una voz de hombre.

     —Necesito ayuda —le digo tal como escucho el saludo a su amigo Steven.

     —¿Julia?

     Miro el teléfono como si  pudiese tener una cámara por la que me ha visto ese hombre. Cuando me doy cuenta de que tan solo me ha reconocido la voz, me lo llevo de nuevo al oído.

     —¿Julia, eres tú? ¡No sabes cómo me alegro de oírte! ¡Y estás viva! ¿Por qué tienes el teléfono de Steven? —Me quedo completamente muda—. ¿Princesa, estás ahí?

     La familiaridad con la que ese hombre me trata, no me resulta ajena. De hecho sé que si me lo propongo, también puedo reconocerlo. Pero ya averiguaré quién es luego. 

     Ahora tengo que ponerme las pilas para ayudar a Steven.

     —Escúcheme bien. Steven está inconsciente, está en mi casa, y supongo que si me conoce, también sabrá llegar. No hay tiempo que perder, no sé cuánto lleva así. Dese prisa.

     Botón rojo y cierre de la llamada. Ha sido fácil dar la orden. 

     Y me ha gustado. 

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