Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 50

No temo a la muerte, que me llegue es señal de haber vivido 🖤, y no podría haber tenido mejor vida que la que yo elegí vivir🖤, junto a las personas que me he encontrado a lo largo de ella y que tan feliz me han hecho.
    Si es mi hora, estoy dispuesta a entregarme a la muerte🖤.

     Gracias por haberme acompañado en los últimos días, gracias por pertenecer a mi vida. Gracia por no dejarme sola si estoy a punto de morir🖤

     Tu amiga: Julia.

—¡Jul! 

     Los que llegan hasta nosotros son Steven y todos los demás. 

     Parker ejerce la fuerza justa en mi cuello sin llegar a lastimarme, no busca eso, lo que quiere es que Steven le reviente la cabeza de un tiro, no hacerme daño.

     —Quítale tus sucias manos de encima.

     —Oblígame, Lars.

     Empezamos bien. Ninguno hará lo que el otro le pide. 

     La rabia de Steven es la que se concentra en su dedo, y si Parker no le hace caso, puede llegar a apretar el dispositivo, porque desde que lo llevé a casa la primera noche Steven ha esperado impaciente este momento y nadie se lo va a quitar. 

     Estoy segura de mi integridad, conozco la puntería de Steven y sé que es capaz de de acertarle entre los ojos. 

     Pero no es eso precisamente lo que quiero.

     No he reparado en el resto del grupo hasta ahora, todos con sus armas en alto se acercan poco a poco a nosotros. Parker retrocede conmigo a medida que mis hombres se acercan, está jugando bien sus cartas. Golpea con la espalda el cristal de seguridad. Parece sin escapatoria, es lo que quiere que crean. 

     Rivera lidera el grupo de la cara sur. Está acompañado por Whesley y Megam, y junto a ellos el par de miembros de la Élite que pertenece a nuestro Comité de Seguridad. Sonrío al ver la cara de Roxy, al fin tendrá un lugar en el que vivir el año que viene. Para que ella y su compañero estén con nosotros han debido tomar prisioneros al resto de la Cúpula. 

    Tras Steven, en el lado norte, solo están Travis y su hermano, ambos con uniforme del CAE, que se quitan en este momento los cascos.

     —Esta vez no vendrán a liberarte. Entrégate. —Rivera habla con rencor después de haber sido engatusado por Parker.

     —No me hagas reír, precisamente tú.

     La risa de Parker se eleva por encima nuestra para que la oigamos bien. Los demás no ven su cara porque la tapo con mi cabeza, pero nadie se ha perdido detalle de la carcajada que ha emitido. 

     No podré contener a tantas personas enfurecidas con Parker y evitar que le disparen. 

     Rivera se adelanta a terminar con esto, pero Steven le contiene. Lo que menos necesita es que Parker pierda el control y dispare a mi sien.

     —Estoy bien, chicos. No le hagáis nada —pido con calma.

     —Jul, tan solo mantente quieta, mi amor. Cierra los ojos.

     —No, Steven. Te digo que no vamos a hacerle nada. Lo quiero vivo para el tribunal.

     Todos los presentes me miran con cara de desconcierto. Steven no puede creer que de nuevo anteponga la Causa a nuestras vidas, y digo muestras, porque si muero a manos de Parker, él lo hace conmigo.

     Le miro a los ojos y hago que desvíe su mirada a mis manos, que vea las armas en ellas, delante de mi barriga. Soy Julia Klarence, estoy entrenada para esto y mucho más. Él lo sabe. 

     Puedo perfectamente, y sin despeinarme, echar las manos hacia atrás para clavar las armas en los costados de Parker de un solo movimiento, y descargarlas en él sin dudar. Pero muevo los ojos en una negación para decirle que no lo haré. Que tiene que confiar en mí.

     —Voy a soltarte, querida —me dice Parker al oído. Y no contento con eso me da un beso en el cuello.

     ¡No! En cuanto lo haga será masacrado por todas las armas que están apuntándonos. 

     Steven no puede ver cómo me habla Parker en susurros, está deseando acabar con él, y esta intimidad conmigo le está volviendo loco. No puedo permitir que Parker se salga con la suya mientras enerva de esa manera a Steven.

     Dejo caer mis armas al suelo. Todos las miran cuando impactan en el mármol acristalado. Me estoy poniendo en manos de Parker y es algo que no entienden. 

     Pero Steven sí. 

    Mi amor me mira a los ojos, me sonríe y dice para que todos le oigan:

     —Te quiero, Jul. Confío en ti. 

     Steven se agacha, y deposita su arma y sus cuchillos, uno por uno en el suelo. Whesley se pone a su lado en un segundo. Está irritado, si pudiera revelarse contra la decisión de Steven, lo haría.

     —¿Qué haces Steven? —pregunta Whesley al otro lado. 

     —Es lo que quiere la Princesa, que depongamos armas.

     —No, no es lo que quiere, está loca. —Parker interviene y saca la cabeza mucho más de su escondite—. ¿Verdad, Gael? Ella después de todo, no es Julia, ¿recuerdas? Su cabeza no puede coordinar bien. ¿Qué querría Amy en todo esto? Luchar hasta el final, ¿no es así?

     Rivera me mira. No comprende qué he hecho, ni por qué he pedido al comisionado del CSS que entregue sus armas. Yo soy la primera que quiero acabar con todo, que no tenga dudas. Cierro los ojos. Y sé que al abrirlos de nuevo a la que ve Rivera es a Amy, porque me sonríe y me dice:

     —Te echaré de menos, mi amor.

     Y sin que nadie se lo pueda impedir, Rivera también deja, como gesto de rendición, sus armas en el suelo. 

     —¿Os habéis vuelto locos, joder? 

     Whesley agarra a Rivera del uniforme a la altura de su pecho y lo zarandea varias veces. Va a pagar con él lo que no puede hacerle a Steven por su rango. 

     —Coge tu puta arma y apunta a la cabeza del enemigo. 

     Rivera le ignora y agacha la mirada. Steven se interpone entre ambos. Whesley desiste de pelear con ellos, y me mira. Yo sonrío cuando lo hace. Y sin necesidad de palabras, el grandullón deja el  arma y arroja su mochila de explosivos a más de quince metros de cualquiera de nosotros.

     —Gracias, tío. 

     —¡A la mierda, Julia, vas a pagarme esto! —dice, enfadado. 

     —No, tú no, Whesley. —Parker sigue saliendo de detrás de mí, poco verán de él, pero lo suficiente para un tiro en la frente—. ¿Sabes? Julia ya conoce toda la verdad, sabe que organizaste nuestra pareja con su padre, no querrás que te lo recuerde a diario con una sola de sus miradas, ¿verdad?

     Whesley retrocede unos pasos hasta ponerse junto a Steven y Rivera. Sabe que jamás le reprocharé nada. 

     —¡Imbécil! —grita Parker. Nadie le oye ya. 

     El resto no da problemas. Lo he conseguido. Travis y su hermano imitan a sus superiores, en cuanto a dejar sus cosas en el suelo. Los miembros de la Élite no tienen armas, pero de igual manera se posicionan junto a ellos. 

     Solo queda Megam.

     Mi amiga duda. Mira a Parker y me mira a mí. 

     No sé cómo de certera es su puntería, por eso no me arriesgo. ¡Qué ella sabe que estoy embarazada, coño! 

     —Vamos, Megam, solo faltas tú —le digo para que desista de seguir apuntando a Parker.

     —Si, muñeca, atrévete —le reta Parker.

     Steven se ve tenso, Megam aún no ha soltado el arma, y no quiere que un mal movimiento de ella me perjudique. Todos están desarmados y no pueden cubrirnos a las dos. 

     No sé qué pensar, si en algún momento Megam se decide por disparar a Parker, espero que acierte de veras, porque ya demora demasiado.

     No puedo creer que mantenga la calma frente a Parker, esto es demasiada incertidumbre. 

     —No puedo hacerlo. —Megam baja lentamente los brazos y con ellos su arma. Rivera corre hacia ella para cubrirla con su cuerpo después de llamarla inconsciente, descerebrados y no sé cuántas cosas más, porque en este momento extraño Parker aprovecha para reír en mi oído y decirme con sorna:

     —A ti jamás te haría nada, pero nunca hablé de Lars. Nunca serás de él. 

     Mi corazón se para, presiente lo peor después de esas palabras de Parker.

     Parker me arroja al suelo y caigo de lado sobre mi hombro izquierdo. En esta posición lo veo todo muy claro. Una bala ácida del arma de Parker alcanza a Steven, que viene corriendo hacia mí. En ausencia de impacto directo, la bala inteligente se proyecta sobre el cuerpo humano que esté en movimiento. En este caso es el de Steven, el resto está paralizado mirando la escena. 

     ¡No ha servido de nada su nuevo uniforme!

     Nadie se mueve a socorrerlo, y no los culpo, temen que las malditas balas de Parker les alcancen. Solo yo dispongo de ese privilegio que Parker me concede, la vida que no va a quitarme. 

     No puede estar pasando esto, no me lo creo. No se trata de un sueño o un desmayo, esta vez sé que estoy despierta. Steven está herido de muerte. 

     Me arrastro por el suelo hasta llegar a él que ha caído de espaldas. ¡Si al menos hubiese tenido uno de sus cuchillos en las manos! No tendré vida bastante para lamentar haberle dejado sin ellos.

     Yo y la maldita Causa.

     ¡Que me importaba  a mí que mataran a Parker! Ha demostrado no ser humano, para qué defender su vida. 

     Con las manos en sus mejillas obligo a Steven a levantar la cabeza. 

     —Mi amor, mírame, mantente con vida, por favor. Hazlo por mí. ¡¡Steven!! —grito cuando veo que no abre los ojos. 

     Ha tenido que ser el corazón. El maldito órgano fulminado ha tenido que ser el corazón, porque el mío se muere con él. Se rompe, se apaga su latido. 

    Un único aplauso me hace mirar hacia arriba, detrás de mí. Tengo que apartar las lágrimas para ello, pero lo miro. 

     Parker ha guardado su arma, para celebrar la muerte de Steven con palmas lentas y sonoras. La sangre, que hasta hace un segundo creí parada en mi interior, circula a gran velocidad, provocando que el corazón me lata desbocado ahora. Rabioso y dolorido, pero aún vivo. Tanta energía va a reventar en mi propia cabeza. 

     Él se ríe ahora de mi derrota, de mi pena, pero lo que más me duele es que lo haga por haberle quitado la vida a Steven. 

     No, no me duele. Me desquicia, y va a lamentarlo.

     Junto al cuerpo de Steven, hay uno de sus cuchillos. No lo pienso. Le he visto miles de veces entrenar este movimiento. Tras cogerlo, me revuelvo de rodillas y gateo hacia él, para clavárselo en la entrepierna. En la femoral. Parker ya no se ríe. Este único pinchazo no sé si lo matará, pero tengo que luchar conmigo misma  para no sacar el cuchillo y agujerear el resto de su cuerpo como él se merece.

     Parker cae de rodillas, frente a mí. Tiene gracia. Acabo de postrar a Eliturbe a la altura de Suburbe. 

     Whesley y Rivera corren hacia nosotros. Toman a Steven por debajo de los brazos y lo apartan de lo que pueda pasar ahora que tengo ensartado a Parker. 

     Aún tengo el cuchillo dentro de él. Me mira a los ojos.

     —Hazlo de una vez, Julia, acaba con esto —me pide Parker en un susurro. 

    Elevo un poco más la hoja y siento cómo penetra más en su interior, rasgando tejidos y músculos. He llegado a hundir parte de la empuñadura. La sangre cae por mi brazo, sin parar. 

     Pero no me importa. Vuelvo a hundirlo más, llego a rotar el filo también. 

    —Acaba de una vez con todo.

     Parker apoya la frente en mi hombro después de pedir que lo mate. Si continúo, no habrá juicio para él. ¡Que se joda! ¡Me ha quitado a Steven! Una lágrima más cae de mis ojos. Es justo que yo le quite la vida, ¿no? 

     —Jul.

     La voz de Steven permanece en mi recuerdo, la oigo por encima de las demás. Sigue tan bonita como el primer día que crucé con él la Divisoria y me dijo que no se movería si yo se lo pedía de esa manera tan dulce. Ya me amaba por entonces.

     Otra lágrima cae. Luego otra. Y otra. 

     Se lo debo a Steven. A él, a Amy, a mis padres. A cada persona que murió bajo el mandato de Parker. Demasiadas vidas para no arrebatarle la suya. Hundo de nuevo el cuchillo, mientras lo giro, y lo giro, y lo... 

     —Jul, no lo hagas.

     No es un recuerdo. Oigo a Steven llamarme.

     Me giro y ahí lo veo. Sentado en el suelo mientras Whesley le mantiene firme la espalda. Me limpio la cara de llanto con la mano libre. No suelto a Parker, le tengo atrapado por la ingle y sé que se desangrará si lo hago. 

     Los ojos no me traicionan, es él, es Steven quién me pide que lo deje vivir.

     —Si lo haces, no serás diferente a él.

    Sorbo mis lágrimas en lo que es una sonrisa. Hasta en eso Steven ha demostrado ser mejor que yo, mejor persona. 

     ¿Cómo lo hago?, ¿cómo corro a besar a Steven sin que Parker se desangre? Porque va a vivir, este cerdo va a pagar delante de un tribunal Urbano Unido todo lo que le ha hecho a la humanidad.

     Megam se arrodilla a mi lado.

     —Yo te sustituyo, ve junto a Steven. Vivian no tarda en llegar.

     Retiro la mano cuando la de Megam entra en contacto conmigo para hacerse cargo del cuchillo. Beso a mi amiga en la mejilla y corro a reunirme con Steven. Me echo en sus brazos para besarle, para que me sienta a su lado, para sentirlo yo. 

     Necesito decirle cuánto le amo, que tiene que vivir por mí y por su hijo y que no vuelva a darme jamás un susto semejante.

     —Para, para, por favor, Jul.

     Algo le duele a Steven más allá de lo soportable si pide que pare de besarle. No puede ser que esto haya sido solo una demora de lo inevitable. Me aparto para observarle. Su uniforme está intacto. Nada lo ha perforado, o al menos, nada que haga que Steven sangre. 

     Miro a Whesley para que me explique. 

     —No me mires así, tú tienes la culpa.

     No sé si se trata de una de las bromas de Whesley, pero no le he entendido. ¿Mi culpa? 

     Rivera, de pie ya a nuestro lado, me muestra un pegote de metal. No acierto a saber de qué se trata, ni de qué material está hecho. Lo tomo en mis manos. Quema, pero puedo aguantar el calor pasándolo de una mano a otra. 

     Miro a Rivera desde mi altura.

     —Titanio —me dice. 

     Está bien, me resuelve una de las dudas, pero ¿y el resto?, ¿de dónde ha salido ese pegote de titanio caliente?

     —Mi insignia, la que me has devuelto esta mañana.

     Desvío mi mirada a Steven. Me sonríe. Creo que no se ha alegrado tanto nunca de nada, como de haberme entregado su rango ayer.

     Pero no es posible, yo no la he visto en su pecho en ningún momento. 

     Steven, en un enorme esfuerzo, se abre la parte superior del uniforme. Tiene una herida a la altura del corazón. La sangre empieza a salir de ella y se concentra en un moratón, de manera que se intuye en él la forma que previamente tenía la insignia. Es la abrasión que le ha dejado el titanio fundido. 

     —¿En el interior? —pregunto sin querer sonreír.

     —Acababas de tenerla tú en tu piel y pensé…

     —¡Oh, no! No quiero oír esto —Whesley mete los dedos índices en sus oídos y consigue arrancarme la sonrisa que estaba luchando por guardar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro