
Capítulo 46
Dicen que la verdadera familia es la que uno elige🖤, si además estás dispuesto a morir por cada miembro de ella, eso te hace el doble de responsable. Conservar tu vida para no hacerlos sufrir, conservar la de cada uno de ellos para no sufrir tú🖤.
Mi familia hoy está conmigo, y no puedo sentirme más orgulloso de luchar junto a ellos🖤
🖤Mi lucha está por finalizar, mi familia por encontrar:
Steven Lars. (Comisionado de Suburbe)
Todavía no amanece, pero no tenemos tiempo que perder. Las revueltas están consiguiendo que el CAE incremente su defensa. El Comité no quiere esperar más. Sé que esto no es lo que en un principio pensé que ocurriría, la sangre no debía de correr en mi Urbe, pero con Parker desaparecido no voy a dar con el Presidente, y detener a la Suburbe entera es demasiado hasta para mí.
Beso a Steven cuando llama a la puerta, hay una cosa que hará por mí antes de incorporarnos a la lucha por la Unión de Urbes.
Megam nos recibe con una sonrisa. Un par de días antes hubiera pensado que lo hacía al Steven guapo y atractivo, pero después de lo que me ha ocurrido junto a ella, sé que es por vernos juntos.
Pasamos al interior de su casa tras el saludo de buenos días. Tengo que golpear el brazo de Steven para que se decida a hablar, parece intimidado.
—Quiero ver a Rivera.
Con un movimiento de ojos le digo a Megam que sí, que Steven quiere verlo en son de paz. Vaya, se ha tomado muy en serio sus cuidados.
Megam nos indica la habitación en la que sigue convaleciente Gael, y hablo por su boca al llamarlo Gael. Me gusta. Ese trato que le dispensa Megam hasta ahora solo lo tenía Amy, y entonces no sé si me alegro yo, o lo hace ella por ver que alguien está dispuesto a querer a Rivera como se merece.
Entramos en la habitación y Rivera se asusta de vernos. Creo que es Steven quién le intimida más. Yo le golpeo de nuevo el brazo, para que deje de mirarlo como a un miembro de CAE al que quiere asesinar y le sonría para que deje de encogerse.
—Siento todo lo que te hice ayer. Ahora sé que no estabas en plenas facultades.
No. No suena sincero, pero, ¿qué más quiero? Steven lo está haciendo solo y exclusivamente por mí y por Amy.
Me separo de él y avanzo hacia la cama donde está Rivera. Me siento a su lado.
Rivera no se asusta de mí, todo lo contrario, me sonríe, y siento un cálido aleteo en mi corazón. El que fue de Amy.
Es un buen hombre, sensible y comprometido, aunque debe controlar ese carácter amargado, que no le dejará ser feliz, y no lo digo porque Amy lo adorase como ese hermano que no tuvo, está opinión es mía. De Julia. La Princesa, por supuesto, no hubiera llegado a ningún sitio sin su lealtad y valentía.
—Entiendes que Amy ya no está con nosotros, ¿verdad?
Cierra los ojos en una afirmación muda.
—Lo sé, pero eras tan real… —Rivera intenta echar mano a mi cara, pero un gruñido de Steven a mi espalda le hace desistir.
—Parker se encargó de que así lo pareciera, las drogas que te suministró ha debido de hacerlo —trago saliva, necesito ganar esos segundos para que la Princesa actúe—. Ahora, Rivera, me tienes que explicar en que momento Parker te convenció.
Parece pensarlo, pero se decide por la mejor opción. Decirnos la verdad.
—No dejé de interesarme por Amy aunque estuviese aquí en Eliturbe.
Me hace sonreír. Esa cualidad protectora parece ser que la tienen todos los suburbanos.
—¿Cruzabas para verla? —le pregunta Steven, y sé que eso le hace identificarse con él. ¡Si tiene su propia casa junto a mí!
—Cada día que la onda me lo permitía. Tenía que asegurarme de que todo le iba bien en su nueva vida —Rivera mira serio a Steven, espero que no le culpe por eso, después de todo ella decidió cambiar de vida cuando él la dejó por mí—. Por eso me pareció muy extraño no saber de ella desde la anterior cena de la Presidencia, el día de tu accidente.
¡Y dale con mi accidente!
En cuanto todo termine comunicaré al Comité en pleno que jamás tuve un accidente, que mi falta de memoria se debía a… bueno, a la ocupación del cuerpo de Amy.
—Al grano, Rivera, necesitamos saber de Parker.
La nueva intervención de Steven hace que esta vez Rivera se incorpore en la cama. No está dispuesto a que Steven le diga lo que tiene que hacer o decir, solo hará caso a su Princesa. Le retengo del brazo para que me mire, que sepa que soy yo quien quiere saber y que le escucho.
—Sí, aproveché la oportunidad cuando vi a Parker en Suburbe y Julia me pidió que lo cruzara —le dice a Steven con ira—. Tenía que preguntarle por ella. Él más que nadie tenía las respuestas de la desaparición de Amy. Eran… —Rivera siente rabia por lo que está a punto de decir, su expresión se ha vuelto fría y seca— …pareja.
¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?
No lo hubiese imaginado nunca. ¿Parker y Amy? Esto se complica demasiado. ¿Por qué Parker lo haría, odiando tanto a Suburbe?
Amy, en mi interior, me pide que espere, que no me precipite y piense. Que recapacite en mis encuentros con Parker desde que desperté tras ocupar su cuerpo. Por eso la doble confusión.
Lo hago.
Me concentro eliminando cada sonido, olor o visión al alrededor de mí.
Amy es la que me mandaba imágenes de Parker cuando se trataba de Steven, no quería que dejase de verlo a él, de tenerlo presente para que recordase quién era yo y mi misión en la Causa de Urbes. Fue su manera de mandarme una señal a mi falta de memoria. ¿Y qué mas señal necesitaba, que la conversación que supuso su muerte?
Esa a la que hoy le puedo poner final.
—Señor Presidente, ¿qué será de nosotros si no consigue que funcione?
—Os garantizo que funcionará. Todo está listo para el primer trasplante, y nadie va a impedir que ocupemos los cuerpos. Esos animales tendrán su merecido antes de que intenten atravesar si quiera la Divisoria.
Siento, cómo Amy enmudece al reconocer la voz de Parker, cómo no es capaz de salir corriendo y él la descubre tras el grupo de eliturbanos con los que hablaba, ¿Raimond I entre ellos?
De nada le sirvió negar que oyese tal conversación, él nunca la creyó.
Las risas de Parker que escucho a continuación me sacan de mi ilusión.
¡Mierda! ¡No puede ser! ¡Yo le mostré que cruzamos la Divisoria! Yo he desencadenado todo esto cuando lo llevé a Suburbe y supo de nuestras intenciones, y luego, cuando no quise compartir con él un mundo unificado, aceleré el conflicto.
Me levanto de la cama, tropiezo con algo, y antes de caer, Rivera se levanta y ya me ha cogido por debajo de los brazos. Steven se acerca a nosotros y me retira de su agarre. No tiene que decirle nada, Rivera lo entiende perfectamente, no soy Amy.
—Lo siento, me costará asimilarlo.
—Está bien, no ocurre nada —le tranquilizo mientras Steven me abraza—. ¿Puedo hacerte una pregunta más, Rivera?
Él asiente. Está avergonzado por haber tocado más allá de lo permitido a la Princesa delante de su pareja, contestará lo que ella quiera.
—¿Qué te prometió Parker para que lo liberaras?
Si dice dinero matara del disgusto a Steben. Lo mira a él en vez de mirarme a mí. No se va a esconder en su respuesta, lo sé porque levanta orgulloso, como buen suburbano, la barbilla antes de hablar.
—Que podría quedarme contigo.
Procuro respirar ante esa afirmación, que parece que se me haya olvidado cómo se hace con tanto sobresalto. Steven intenta ir hacia él, y yo que creí que el tema dinero le haría enloquecer y soy yo.
Rivera no se mueve de su lugar, quiere el golpe que le dé la excusa perfecta para luchar. Yo me pongo entre ambos para evitar lo peor.
—Esperad, no debemos dividirnos —grita la Princesa, cuadrando a sus dos subordinados—. Parker es el Presidente de la Elite, es a él a quién tenéis que someter.
Los dos me miran callados, pero Megam pega un grito desde la puerta. Me había olvidado de ella.
Está bien, no puedo afirmar tal cosa si no la argumento. No sé por dónde empezar, quizá si me remonto al origen de todo…
—Lo sé, y punto —menudo argumento, pero no puedo decir que recuerdo una conversación de Amy en la que distingo la voz de Parker—. Está bien... pensad esto. Jamás. Jamás me han puesto un dedo encima desde la muerte de mis padres, que eran los líderes del CSS. No me sometieron, no me interrogaron y mucho menos, me llevaron a las catacumbas. ¿Y cómo se consigue eso si no fuera porque él, que dice amarme, dirige el Comité Armado? Me he paseado por la Presidencia este año y medio como una eliturbana más en cada Cena Trimestral, creyendo que no levantaba sospechas, pero no era así, era el cebo para llevarle a Steven, quién ellos creían que era el líder del CSS. Te quiere fuera de esto por Julia, Steven, pero nunca permitiría que me quedara contigo como Amy, Rivera. Por eso os ha enfrentado. Con el CSS dividido tiene tiempo de controlar a sus eliturbanos. Pretende dirigir todo esto conmigo, ¿no lo entendéis?
Los dos hombres que tengo frente a mí están confusos. Solo Megam reacciona.
—Y él es quién dirige NOVAVITA. Hace y deshace todo lo que tenga ver con los recipientes y sus ocupaciones, ¿no es cierto?
No lo había visto de esa manera. Pensé que solo era el mejor de los médicos para hacer los trasplantes.
—Quiere llevar a cabo sus malditos trasplantes a como de lugar, ahora que sabe que funcionan —digo en un susurro. Yo soy su experimento.
Steven y Rivera parecen convencidos.
—Me dio esto en el cruce. Me dijo que me tendría al corriente de lo que supiera de Amy —Rivera saca de uno de los bolsillos de su uniforme lo que parece ser un código de comunicador eliturbano—. Es dónde le localizo.
Steven se lo quita de las manos si su autorización. Rivera no se opone.
—¿Desde cuando hablas con él? —pregunta Steven con el código en alto.
—Desde la noche que te empeñaste en ser tú quién le hiciera llegar los informes de aptitudes a Julia. Se lo dije yo. Lo consideró un favor que me gratificaría con Amy. Ese malnacido negoció con ella sabiendo que estaba muerta.
La expresión de Rivera se endurece. Creo que se añade a la lista de todos los que queremos acabar con Parker.
—Tranquilo, Rivera. Al menos ahora tenemos un enemigo común, ¿verdad, Steven?
Levanto una ceja, no puedo darle un golpe en el brazo, Rivera lo vería y eso sería dejarlo en ridículo. Steven detesta que yo lleve la razón, sea Jul o no. El traidor fue Suburbano mucho antes de estar bajo los efectos de las drogas.
—Te necesitamos en esto, Rivera —dice Steven sin que yo se lo tenga que repetir—. No se me olvida quién eres.
Steven tiende la mano al que hasta hace muy poco era un gran amigo y aliado. Sé que aún desconfía de él, pero se callará lo que piensa.
Por mí, por Amy, por la Causa.
Estamos a punto de salir de casa de Megam. Somos un grupo extraño los cuatro, pero en eso consiste la diversidad que quiero devolver a la Urbe, ¿no? Será alucinante vernos cómo nos reunimos con los hermanos Nishi, Viv y Whesley, y por supuesto con las chicas, Elisse y Dona.
El punto de encuentro es NOVAVITA. Aprovechando que está desalojado, nadie nos buscará allí.
Somos los últimos en llegar, supongo que la euforia de Viv no es la única con la que voy a encontrarme.
Efectivamente.
Elisse y Dona corren a abrazarme. Cuando me sueltan echan una mirada de envidia a Megam, una de esas que dicen “que suerte tienes de haber pasado el día con la Princesa”. Pero no es lo que piensan, no hemos estado de compras o charlas banales, no al menos mientras lloraba en su hombro por la ruptura con Steven. Se lo gratificaré a ellas dos cuando la nueva Urbe se unifique.
Una vez que estamos todos, intentamos trazar un plan de ataque a la Presidencia. El comunicador de Parker revela que está allí escondido. Digo intentamos, sí, y no solo se trata de Steven y de mí. Somos diez personas, y confío en las nueve restantes como nunca antes hubiera hecho. Creo que la Princesa y sus ínfulas de mandato empiezan a desaparecer al tiempo que se acerca el final de todo esto.
Nos reunimos de pie alrededor de una mesa, donde previamente Whesley ha conectado un holograma de un plano del edificio de la Presidencia.
No es un plano actual. Después de haber visto la nave que contiene a los cientos de suburbanos desaparecidos, ha optado por uno de primeros del siglo pasado, de la red de alcantarillado que existía entonces. Si los túneles del antiguo transporte subterráneo siguen abiertos, esta hipótesis que barajamos ahora puede ser una entrada fácil.
Steven está frente a mí cruzado de brazos, me sonríe. Sé que no hay nada en este mundo que le importe más que lo estamos a punto de lograr. Nuestra libertad. Y conseguirla juntos, más. Yo los miro a todos, uno por uno, parando en cada rostro admirable que tengo delante.
A la derecha de Steven, está Viv. Ella se encargará del apoyo médico, su conocimiento hará que tengamos una grandísima probabilidad de sobrevivir si nos hieren. A su lado, Whesley tiene la mochila llena de explosivos, no le cohibiré en lo que quiera hacer con ellos, el grandullón sabe lo se hace. Le siguen Naoko y Hotaru, a mi izquierda, que abrirán en tiempo récord los códigos de seguridad que nos encontremos, sin ellos en el equipo tardaríamos más en descifrarlos. Junto a mí, a la derecha, Rivera cuenta con su impresionante puntería, tiene dispuestas sus armas por todo el uniforme, sin olvidar que fue él quién enseñó a Steven la desconexión de trampas mortales de las catacumbas. ¿Y las chicas? Las miro entre Steven y Rivera. Bueno, aún no hemos dispuesto qué hacer con ellas cuando solo pasan información y aún no luchan. Pero no me importa pertenecen a la familia.
Estoy orgullosa de todos, de su trabajo y de su disposición a darlo todo por la humanidad que espera tras la Divisoria, la llamada de cruce.
Estoy deseando dejar el cargo, para poder llorar cuando me plazca.
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