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Capítulo 37

Todo parece encajar.
     Las piezas que somos Steven y yo encuentran al fin su unión🖤. De igual modo Suburbe y Eliturbe se acoplaran en una sola Urbe, el mundo volverá a ser uno, la humanidad volverá a ser una🖤
     Te invito a formar parte de la unión  en las siguientes horas, días...

     Porque, ¿cuánto crees que quedará para terminar?

     Un saludo de agradecimiento:

🖤La Princesa de Urbes.


Después de estar a solas en el desierto del norte, Steven ha regresado conmigo a  casa. Sé del enorme esfuerzo que hace para no entrar en la habitación de Parker y someterlo a golpes, la mirada que echa a su puerta antes de pasar a mi dormitorio, habla por sí sola. 

     Pero una vez que me abraza y se entrega a mis besos húmedos y calientes en una promesa de amor que durará toda la noche en mi cama, le resulta fácil olvidar quién está tras la puerta de al lado. No sé si yo puedo hacer lo mismo conociendo ahora los sentimientos de Parker hacia mí.

     En cuanto hemos despertado esta mañana, Steven se ha ido a ayudar a Whesley con los explosivos de la presa de agua. Y yo le he vuelto a prometer que en cuanto se emita el Informe esta noche, llevaré a Parker a Suburbe para que lo juzguen allí. Ha sido algo así como: Confía en mí, te lo prometo. 

     Una promesa de confianza que me ha aceptado. No he tenido que hacer más, y un beso ha sido bastante para que Steven me sonriera antes de irse.

     Hoy será la noche. Hoy se emitirá nuestro falso informe y estoy de los nervios. Esta noche miles de eliturbanos sabrán la verdad de su historia, y mientras se da la información, varios escuadrones del CSS, compuestos por eliturbanos, darán un golpe de efecto desde el interior. Arrasarán las despensas de aprovisionamiento de Eliturbe. 

     Yo no puedo quedarme en casa sin hacer nada, no después de haber tenido un nuevo encontronazo con Parker cuando le he llevado algo de pan y agua, es lo que se merece hasta que diga algo de interés que me pueda ayudar a dar con el Presidente. 

     Supongo que el tema del próximo conflicto es suficiente para tenerme en este estado de ansiedad, no que Parker me haya propuesto liderar con él la urbe entera, cada uno de nosotros en representación de las antiguas Eliturbe y Suburbe, como una verdadera pareja que somos. Porque me sigue amando. 

     No le hago caso en su disparate. 

     Cuando compruebo que se niega a darme la identidad del Presidente, lo dejo de nuevo a solas y llamo a las chicas para despejarme hasta que Naoko y Hotaru me avisen de la hora de emisión del Informe. 

     No me cuesta convencerlas para ir a NOVAVITA, pero no les digo nada del motivo que nos lleva allí. Tienen que darme  la tapadera perfecta si nos apresan, porque me propongo investigar en el despacho de Parker. Seguro que en sus archivos del ordenador encuentro algo que me ponga en la pista del hombre que quiero destruir, antes de que el conflicto se inicie esta noche y nos destruya a todos. 

     No sé hasta qué punto mis amigas son consciente de que una vez que se dé la Unión de la Urbe, NOVAVITA pasará a la historia. No vamos a necesitar una clínica de belleza, pero sí un lugar donde se atiendan la primeras necesidades de los suburbanos que pasen la Divisoria. Tenemos que contrarrestar la desnutrición y las enfermedades que traerán. 

     Por eso hoy, cuando todo va a verse destruido en el mundo que siempre conocieron, las voy a dejar disfrutar de los avances de NOVAVITA por última vez. 

     Las invito a todos los tratamientos que deseen.     

     Cuando llegamos a la central de acceso, todo son atenciones con nosotras, no todos los días Julia Green viene a tratarse sin avisar. 

     La enfermera que atiende nuestras demandas sonríe cuando toma nota de todas ellas. El lifting y el contorno de ojos rasgados de Elisse, el aumento de talla de pecho y el retoque de nariz respingona de Dona, y el… ¿masaje corporal de Megam?

     Miro a mi amiga, que acaba de pedir un simple masaje corporal, y descubro en sus ojos que ha sido seducida por Suburbe, como a mí me ocurriera en su día. Estoy segura que piensa en el hambre del otro lado y que gastar dinero ya, aunque no sea suyo, se le atraganta. 

     —Megam, ¿vienes conmigo mientras estas dos entran al laboratorio?

     Mi amiga se encoje de hombros en lo que es un “bueno, vale” algo insípido. 

     He hecho bien en proponerle mi compañía, en cuanto vea lo que vamos a hacer, va a disfrutar más que Elisse o Dona con sus arreglitos.

     Espero a estar solas en los vestuarios, donde nos deshacemos de nuestra ropa, para hablarle como ella ha aprendido a hacer en estos días en Suburbe.

     —¿Estás bien? —Megam asiente mientras se pone la malla celeste que nos facilita la clínica para que andemos por ahí con libertad—. Vamos, Megam, ¿estás bien? —le repito, y es entonces cuando ella me presta  total atención—. Vamos a estar muy ocupadas hoy, ¿no te parece?, ¿qué tal si después del masaje corporal, hacemos que nos traten el cabello? Tú sígueme en todo y disfruta. Pago yo —le digo con un guiño de ojos, que espero tome como una buena señal.

     Megam sonríe y yo me relajo, es una chica lista. 

     Cuando ya estamos preparadas y abro la puerta para ir a la sala de masajes, observo que no hay nadie fuera.

     Pero eso no facilita del todo mi camino. 

     Observo las cámaras de seguridad a lo largo de todo el pasillo y respiro hondo para salir corriendo.

     Agarro la mano de Megam, ella no se niega y corre conmigo en la dirección contraria a la sala de masajes. Le marco el ritmo para correr más deprisa. Tenemos que llegar al punto ciego de cámaras, antes de los doce segundos que tarda en dar el barrido de trescientos sesenta grados completo.

     Paramos en el punto exacto, y tras echar a correr de nuevo, repito el mismo patrón de inmovilidad después de los doce segundos. Justos.

     —¿Cómo sabes…?

     Tapo la boca de Megam. Que no nos vean no significa que no nos oigan. Mi amiga me entiende y no continúa hablando. 

     Dos minutos más tarde, y atravesado ya el pasillo, estamos en la planta de arriba, donde están las habitaciones privadas. Donde estuve dormida. 

     Y al fondo de esta misma ala, el despacho de Parker que todo lo controla. Nuestro objetivo.

     Le digo a Megam, con gestos, que me espere justo donde la he colocado, aquí no la verán las cámaras. Pero aun así no me arriesgo a dejarla sola con el CAE rondando. 

     Tengo solo doce segundos y he de conseguirlo. 

     Corro al interior de una sala, abro un armario y arranco casi de cuajo de él dos uniformes de enfermeras. Salgo y me llevo a Megam al siguiente punto ciego, todo ello respetando la frecuencia tan ínfima de los doce segundos.

     Respirando mal y rápido, creo que de los nervios y no de la carrera entrecortada, conseguimos llegar a los aseos y nos ponemos con prisas los uniformes. Ya no será necesario ocultarnos con nuestro pelo rubio y nuestros ojos claros. 

     Me alegro de tener una nueva cara, antes siempre tuve que bajar el rostro si tropezaba con alguien para que no viesen mis pecas o mi cicatriz. 

     Megam me sorprende, está manteniendo la calma sin hacer preguntas. Si ayer dudé de lo que serían capaz de hacer mis amigas en una situación de peligro, al menos hoy sé que  Megam no temblaría de miedo.

     Con nuestro nuevo uniforme puesto, y la malla de la clínica oculta bajo él, caminamos sin prisa por el pasillo, simulando torcer la cara para evitar el reconocimiento facial de las cámaras.

     A menos de cincuenta metros de nosotras, en el puesto de control de planta, se ha formado un escándalo entre algunas enfermeras. Impensable para NOVAVITA. 

     Intento leer sus labios, es algo que aprendí en las reuniones Trimestrales para enterarme de conversaciones conspiratorias. Solo alcanzo a descifrar que buscan desesperadamente a Parker para una intervención que solo él puede hacer, ningún otro doctor está capacitado. 

     Me dará gusto contarle al llegar a casa que su clínica se viene abajo mientras no me hable del Presidente.

     De repente, y anulando la disputa visual de las enfermeras, oigo como corren detrás de nosotras con las características botas de seguridad del CAE. Miro a Megam que espera instrucciones mías, la pobre está asustada. 

     Sin decirle nada desbloqueo la puerta de la habitación más cercana, la que tenemos a nuestra derecha, y nos escabullimos al interior. Permanezco junto a la puerta hasta asegurarme de que el CAE  pasa de largo. 

     Megam toca mi brazo y me hace mirar la cama. No estamos solas. Quien sea que ocupa la habitación ha de estar en el baño, la cama está desecha, y cuando la toco, compruebo que también está caliente. 

     Jamás un paciente de NOVAVITA que no estuviese de letargo como yo, tuvo que permanecer en la cama como para calentarla de esa manera. Miro la placa indentificativa del paciente, a los pies de ella, y me llevo un gran disgusto.

     Raymond I está en el baño, a punto de ser trasladado al laboratorio, o de vuelta de él, no me importa, lo que me tiene contrariada es que no me puede ver la cara. 



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